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Fuerte defensa del gobernador misionero de la selva
"Es muy caro sostener la selva, pero la vamos a cuidar con uñas y dientes"
Fecha de Publicación: 14/03/2018
Fuente: Primera Edición
Provincia/Región: Misiones
Lo dijo el gobernador Passalacqua en la jornada de cierre de la Feria de Buenas Práctica y Gestión del Conocimiento del Programa de Pequeñas Donaciones de la ONU.
El encuentro fue organizado por el ministerio de Ecología en conjunto con el organismo internacional, el ministerio de Medioambiente de la Nación y la Fundación Bosques Nativos Argentinos. En el acto se hizo entrega de certificados de donaciones realizadas por el Programa Pequeñas Donaciones.
Se trata de la última convocatoria realizada en diciembre del 2017 con diecisiete (17) proyectos aprobados por un monto de u$d 738.035 (setecientos treinta y ocho mil treinta y cinco dólares).
Al día de la fecha hay 86 (ochenta y seis) proyectos financiados en esta región: 36 en Misiones; 26 en Chaco; 9 en Formosa; 6 en Santa Fe; 5 en Corrientes; 3 en Entre Ríos.
Charly Alberti, ex Soda Stereo y Referente de la organización R21 Charly Alberti, compartió su disertación sobre “El Cambio Ambiental Global”. Intercambios, capacitaciones sobre desarrollo sostenible, género, trabajo comunitario y redes, feria de proyectos y productos de beneficiarios del Programa Pequeñas Donaciones.
"Yo me he comprometido y sigue mi promesa de que ese verde que se fue achicando, que fue producto de algo que se llama soja y en Misiones la soja no va a entrar mientras yo sea gobernador de la provincia de Misiones. No vamos a ceder un metro de nuestra frontera ecológica", remarcó el gobernador Hugo Passalacqua al referirse a la decisión política de priorizar el cuidado ambiental por sobre los intereses económicos.
"Es muy caro sostener la selva, por eso siempre pedimos ayuda y la vamos a cuidar con dientes y con uñas, y lo que hacen ustedes todos los días, lo que hacen nuestros chacareros, Ecología, nuestros guardaparques, es realmente más que elogiable porque están cuidando el 52 por ciento de la biodiversidad de nuestra Patria. El 52 por ciento de flora y fauna están acá en esta pequeña y humilde provincia", enfatizó.
El Programa de Pequeñas Donaciones consiste en el aporte de las comunidades del NEA a la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Se trata de una Feria de Buenas Prácticas y Gestión del Conocimiento, donde el objetivo del evento es facilitar que los beneficiarios del PPD Argentina y otros referentes vinculados con proyectos socioambientales establezcan contactos, conformen redes, compartan experiencias y desarrollen nuevas capacidades para fortalecer su labor e impacto en iniciativas que promuevan el desarrollo sostenible.
También brindar información sobre las directrices de las convenciones globales y las herramientas existentes para su implementación a nivel local.
También estuvieron presentes, el coordinador residente del sistema de Naciones Unidas y representante residente del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) en Argentina, René Mauricio Valdés; el secretario de Política ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo sustentable de la Nación, Diego Moreno; Marcia Levaggi, ministro plenipotenciario, Dirección de Asuntos Ambientales; y Juan Manuel Díaz, ministro de Ecología de Misiones.
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Fecha de Publicación: 14/03/2018
Fuente: Primera Edición
Provincia/Región: Misiones
Lo dijo el gobernador Passalacqua en la jornada de cierre de la Feria de Buenas Práctica y Gestión del Conocimiento del Programa de Pequeñas Donaciones de la ONU.
El encuentro fue organizado por el ministerio de Ecología en conjunto con el organismo internacional, el ministerio de Medioambiente de la Nación y la Fundación Bosques Nativos Argentinos. En el acto se hizo entrega de certificados de donaciones realizadas por el Programa Pequeñas Donaciones.
Se trata de la última convocatoria realizada en diciembre del 2017 con diecisiete (17) proyectos aprobados por un monto de u$d 738.035 (setecientos treinta y ocho mil treinta y cinco dólares).
Al día de la fecha hay 86 (ochenta y seis) proyectos financiados en esta región: 36 en Misiones; 26 en Chaco; 9 en Formosa; 6 en Santa Fe; 5 en Corrientes; 3 en Entre Ríos.
Charly Alberti, ex Soda Stereo y Referente de la organización R21 Charly Alberti, compartió su disertación sobre “El Cambio Ambiental Global”. Intercambios, capacitaciones sobre desarrollo sostenible, género, trabajo comunitario y redes, feria de proyectos y productos de beneficiarios del Programa Pequeñas Donaciones.
"Yo me he comprometido y sigue mi promesa de que ese verde que se fue achicando, que fue producto de algo que se llama soja y en Misiones la soja no va a entrar mientras yo sea gobernador de la provincia de Misiones. No vamos a ceder un metro de nuestra frontera ecológica", remarcó el gobernador Hugo Passalacqua al referirse a la decisión política de priorizar el cuidado ambiental por sobre los intereses económicos.
"Es muy caro sostener la selva, por eso siempre pedimos ayuda y la vamos a cuidar con dientes y con uñas, y lo que hacen ustedes todos los días, lo que hacen nuestros chacareros, Ecología, nuestros guardaparques, es realmente más que elogiable porque están cuidando el 52 por ciento de la biodiversidad de nuestra Patria. El 52 por ciento de flora y fauna están acá en esta pequeña y humilde provincia", enfatizó.
El Programa de Pequeñas Donaciones consiste en el aporte de las comunidades del NEA a la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030. Se trata de una Feria de Buenas Prácticas y Gestión del Conocimiento, donde el objetivo del evento es facilitar que los beneficiarios del PPD Argentina y otros referentes vinculados con proyectos socioambientales establezcan contactos, conformen redes, compartan experiencias y desarrollen nuevas capacidades para fortalecer su labor e impacto en iniciativas que promuevan el desarrollo sostenible.
También brindar información sobre las directrices de las convenciones globales y las herramientas existentes para su implementación a nivel local.
También estuvieron presentes, el coordinador residente del sistema de Naciones Unidas y representante residente del Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD) en Argentina, René Mauricio Valdés; el secretario de Política ambiental del Ministerio de Ambiente y Desarrollo sustentable de la Nación, Diego Moreno; Marcia Levaggi, ministro plenipotenciario, Dirección de Asuntos Ambientales; y Juan Manuel Díaz, ministro de Ecología de Misiones.
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9.000 familias indígenas en resistencia al agronegocio
9.000 familias indígenas resisten en Argentina la presión de los terratenientes de la soja
Fecha de Publicación: 30/01/2017
Fuente: Público (España)
Provincia/Región: Nacional
El Mocase, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, aglutina desde los años 90 la lucha de las comunidades de esa provincia semidesértica argentina contra la progresiva ocupación de unas tierras en las que llevan siglos viviendo.
“Para nosotros es dificultoso disponer de un papel [de propiedad], pero un papel no da derecho a destruir un ecosistema”. Deolinda Carrizo, del Mocase (Movimiento Campesino Santiago del Estero), explicó este lunes en Zaragoza, en un acto convocado por el Comité de Solidaridad Internacionalista, la lucha que desde hace más de 25 años mantienen las 9.000 familias agrupadas en este colectivo contra el desalojo silencioso al que vienen siendo sometidos por terratenientes y grandes empresas que están extendiendo por esta provincia del norte de Argentina el monocultivo de la soja transgénica.
Santiago del Estero es una semidesértica provincia del noreste de Argentina –su superficie equivale a la de Castilla y León y Extremadura juntas, con 20.000 habitantes más que Guadalajara- que forma parte del Gran Chaco y a la que a principios de los 90 comenzaron a llegar propietarios de grandes extensiones de los que hasta entonces nadie había oído hablar.
Intensificaron el proceso de ocupación de tierras iniciado en la dictadura —ahora para implantar el monocultivo de la soja—y el desalojo de comunidades, muchas de ellas de pueblos originarios anteriores a la colonización. “No sabemos de dónde salían esos títulos, algunos eran prendas de deudas que habían acabado en el juzgado”, señala Carrizo.
“Lugares despreciados para el progreso”
El proceso, impulsado por “la necesidad de ocupar los lugares del país que habían sido despreciados para el progreso”, se intensificó en 1996, con la autorización para cultivar en Argentina soja transgénica, que hoy es prácticamente un monocultivo en la zona.
Y que lleva camino de agravarse con las políticas de Mauricio Macri, cuyo Gobierno ha eliminado los impuestos que gravaban la exportación de ese cultivo —también los del maíz y los productos mineros— y ha abolido el límite del 20% de la propiedad de la tierra al que podía acceder el capital extranjero.
El avance de las toperas, las máquinas que allanan lomas y deforestan llanuras, y de las vallas que agrandan las propiedades de terratenientes y empresas al tiempo que achican el espacio de las comunidades, se ve apoyada por dos estrategias cuyo objetivo es amedrentar a los indígenas, explica Carrizo: las fumigaciones indiscriminadas, incluso sobre los pequeños núcleos de población y sus escuelas, y la aparición de escuadrones de la muerte.
“Contratan paramilitares para expulsar a las familias”
“Están contratando a grupos armados paramilitares para expulsar a las familias. Se está reactivando la criminalización en la lucha por la tierra, como en los años 90”, indica, en una estrategia del terror que hace unos años se cobró la vida de dos activistas. Esas decisiones de Macri, anota, “están reactivando muchos conflictos” tanto en el norte como en el sur de Argentina, en la zona de los mapuches, como consecuencia de los procesos de acaparamiento de tierra.
El inicio de las hostilidades hizo que las comunidades indígenas de Santiago del Estero comenzaran a organizarse. Normalmente, cada familia combina la crianza de cabras, vacas y chanchos (cerdos) con el cultivo de parcelas de 10 a 30 hectáreas de secano, más extensiones secas de varios miles con otros grupos, con cuya producción subsisten y suministran a los mercados locales.
“Muchas familias llevan siete, diez y más generaciones en esas tierras, y la ley ampara tanto a las comunidades históricas como a las familias que cultivan durante veinte años de manera pacífica un terreno”, explica Deolinda Carrizo, que sostiene que “logramos resistir de manera conectiva difundiendo el conflicto” cuando comenzaron a ser expulsadas y a perder sus tierras a principios de los 90. “No les interesa la soberanía de los pueblos, solo les interesa la soberanía de las corporaciones que vienen a romper nuestra forma de vida”, sostiene.
Fábricas y una escuela de agroecología:
Mocase, integrado en Cloc (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo) y en Vía Campesina —representa a más de 200 millones de campesinos de 164 organizaciones de 73 países—, ha apostado por dos líneas de trabajo para mejorar la situación de las comunidades de Santiago del Estero: fomentar la puesta en marcha de fábricas de transformación agroalimentaria y promover una Escuela de Tecnicatura Agroecológica en la que, desde hace ya diez años, la enseñanza de técnicas académicas se combina con la de las tradicionales.
El centro incluye estudios de disciplinas no agrarias, como arquitectura, medicina y comunicación, y sus planes de estudio combinan las estancias de los alumnos en universidades públicas con las que mantienen convenios con la realización de prácticas en las comunidades.
“El reto de Vía Campesina —señala Carrizo— es poner en marcha el Instituto de Agroecología latinoamericano”, una especie de universidad popular de esta disciplina que cuenta con el apoyo de centros de Argentina, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Uruguay, Paraguay y Brasil.
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Fecha de Publicación: 30/01/2017
Fuente: Público (España)
Provincia/Región: Nacional
El Mocase, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero, aglutina desde los años 90 la lucha de las comunidades de esa provincia semidesértica argentina contra la progresiva ocupación de unas tierras en las que llevan siglos viviendo.
“Para nosotros es dificultoso disponer de un papel [de propiedad], pero un papel no da derecho a destruir un ecosistema”. Deolinda Carrizo, del Mocase (Movimiento Campesino Santiago del Estero), explicó este lunes en Zaragoza, en un acto convocado por el Comité de Solidaridad Internacionalista, la lucha que desde hace más de 25 años mantienen las 9.000 familias agrupadas en este colectivo contra el desalojo silencioso al que vienen siendo sometidos por terratenientes y grandes empresas que están extendiendo por esta provincia del norte de Argentina el monocultivo de la soja transgénica.
Santiago del Estero es una semidesértica provincia del noreste de Argentina –su superficie equivale a la de Castilla y León y Extremadura juntas, con 20.000 habitantes más que Guadalajara- que forma parte del Gran Chaco y a la que a principios de los 90 comenzaron a llegar propietarios de grandes extensiones de los que hasta entonces nadie había oído hablar.
Intensificaron el proceso de ocupación de tierras iniciado en la dictadura —ahora para implantar el monocultivo de la soja—y el desalojo de comunidades, muchas de ellas de pueblos originarios anteriores a la colonización. “No sabemos de dónde salían esos títulos, algunos eran prendas de deudas que habían acabado en el juzgado”, señala Carrizo.
“Lugares despreciados para el progreso”
El proceso, impulsado por “la necesidad de ocupar los lugares del país que habían sido despreciados para el progreso”, se intensificó en 1996, con la autorización para cultivar en Argentina soja transgénica, que hoy es prácticamente un monocultivo en la zona.
Y que lleva camino de agravarse con las políticas de Mauricio Macri, cuyo Gobierno ha eliminado los impuestos que gravaban la exportación de ese cultivo —también los del maíz y los productos mineros— y ha abolido el límite del 20% de la propiedad de la tierra al que podía acceder el capital extranjero.
El avance de las toperas, las máquinas que allanan lomas y deforestan llanuras, y de las vallas que agrandan las propiedades de terratenientes y empresas al tiempo que achican el espacio de las comunidades, se ve apoyada por dos estrategias cuyo objetivo es amedrentar a los indígenas, explica Carrizo: las fumigaciones indiscriminadas, incluso sobre los pequeños núcleos de población y sus escuelas, y la aparición de escuadrones de la muerte.
“Contratan paramilitares para expulsar a las familias”
“Están contratando a grupos armados paramilitares para expulsar a las familias. Se está reactivando la criminalización en la lucha por la tierra, como en los años 90”, indica, en una estrategia del terror que hace unos años se cobró la vida de dos activistas. Esas decisiones de Macri, anota, “están reactivando muchos conflictos” tanto en el norte como en el sur de Argentina, en la zona de los mapuches, como consecuencia de los procesos de acaparamiento de tierra.
El inicio de las hostilidades hizo que las comunidades indígenas de Santiago del Estero comenzaran a organizarse. Normalmente, cada familia combina la crianza de cabras, vacas y chanchos (cerdos) con el cultivo de parcelas de 10 a 30 hectáreas de secano, más extensiones secas de varios miles con otros grupos, con cuya producción subsisten y suministran a los mercados locales.
“Muchas familias llevan siete, diez y más generaciones en esas tierras, y la ley ampara tanto a las comunidades históricas como a las familias que cultivan durante veinte años de manera pacífica un terreno”, explica Deolinda Carrizo, que sostiene que “logramos resistir de manera conectiva difundiendo el conflicto” cuando comenzaron a ser expulsadas y a perder sus tierras a principios de los 90. “No les interesa la soberanía de los pueblos, solo les interesa la soberanía de las corporaciones que vienen a romper nuestra forma de vida”, sostiene.
Fábricas y una escuela de agroecología:
Mocase, integrado en Cloc (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo) y en Vía Campesina —representa a más de 200 millones de campesinos de 164 organizaciones de 73 países—, ha apostado por dos líneas de trabajo para mejorar la situación de las comunidades de Santiago del Estero: fomentar la puesta en marcha de fábricas de transformación agroalimentaria y promover una Escuela de Tecnicatura Agroecológica en la que, desde hace ya diez años, la enseñanza de técnicas académicas se combina con la de las tradicionales.
El centro incluye estudios de disciplinas no agrarias, como arquitectura, medicina y comunicación, y sus planes de estudio combinan las estancias de los alumnos en universidades públicas con las que mantienen convenios con la realización de prácticas en las comunidades.
“El reto de Vía Campesina —señala Carrizo— es poner en marcha el Instituto de Agroecología latinoamericano”, una especie de universidad popular de esta disciplina que cuenta con el apoyo de centros de Argentina, Nicaragua, Colombia, Venezuela, Perú, Uruguay, Paraguay y Brasil.
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El clima, siempre es el clima
La costumbre de culpar al clima
Fecha de Publicación: 26/01/2017
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional
El monte nativo absorbe diez veces más agua que un campo desmontado para soja. Las ONG cuestionan que el Gobierno tome como interlocutores a los representantes del desmonte y responsabilice al clima por las inundaciones.
Es un ciclo de lluvia, inundación, el agro que culpa al clima, millonarias pérdidas económicas, el gobierno ofrece subsidios y promete obras. Y el círculo reinicia en el próximo temporal. Sucede de forma periódica y, estas semanas, tocó a regiones de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. “No es el clima, es el modelo agropecuario”, resumió la ONG Naturaleza de Derechos, dedicada al derecho ambiental. En el mismo sentido apuntaron organizaciones socioambientales que recordaron que, agronegocios mediante, Argentina es líder mundial en desmonte. Estudios muestran la influencia del cambio del uso del suelo.
El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Lo precisó una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), difundida por este diario en abril pasado, cuando zonas de Córdoba y Buenos Aires sufrieron inundación. Nicolás Bertram, del INTA Marcos Juárez (Córdoba), uno de los autores del trabajo, remarcó que “los excesos hídricos no se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”.
“Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?”, es el título del trabajo académico (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables. Bertram lo explicó: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro de la superficie. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
En 2015, frente a una inundación en Córdoba, el entonces gobernador José Manuel de la Soja culpó a la naturaleza: “Fue un tsunami que vino del cielo”. Ante los actuales anegamientos, la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid, empresarios del agronegocio y del modelo transgénico) dijeron: “Catástrofe climática. Las inundaciones en el centro del país, producto del temporal, dejaron al agro en alerta roja”.
Horacio Brignone, de la campaña Paren de Fumigar (con agrotóxicos) de Santa Fe denunció que las autoridades sólo tomen como interlocutor al sector del agro: “Ante las inundaciones, subsidian al sector responsable de las mismas. Parece que al agua la van a parar con subsidios, exportaciones y ‘producción’. Hacen siempre lo mismo y esperan resultados diferentes”. Y compartió el comunicado del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), parte de la Campaña Paren de Fumigar: “El modelo agrobiotecnológico agrava las inundaciones. La aplicación del paquete de transgénicos, agrotóxicos y siembra directa significó la subida de las capas freáticas. El monocultivo de soja y sus agroquímicos producen una impermeabilización del suelo. De esa forma, el agua no penetra, no absorbe y simplemente corre e inunda”.
El comunicado está fechado en agosto de 2015, pero volvió a circular esta semana. Carlos Manessi, de Cepronat, explica: “Tiene total vigencia y por eso lo compartimos”. Cuestionó que el sector empresario y político solo mencione el cambio climático o el fenómeno conocido como “El Niño”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron durante los últimos 25 años. En el país se arrasaron 7,6 millones de hectáreas, un promedio de 300.000 hectáreas al año. Hernán Giardini, de Greenpeace, afirmó: “Todos los años somos testigos de grandes inundaciones. No es casualidad ni un fenómeno natural. Es consecuencia de la ausencia de una política ambiental nacional que proteja a nuestros bosques y humedales de los incendios, de los desmontes por el avance de la soja, la ganadería intensiva y los desarrollos inmobiliarios”.
La localidad de Chabás, al sur de Santa Fe, es una de las localidades más afectadas por la inundación. Los vecinos cortaron la ruta nacional 33 y pidieron obras de infraestructura, canales y bombas para desagotar. Miguel Fabrro, junto a otros grupo de vecinos, no descartó la importancia de las obras pero marcó otras causas: “Es el modelo extractivista. Chabás tiene trece cuadras por trece, en medio de un mar de soja. El agua empezó a venir del campo sin que esté lloviendo en el pueblo. En 2 horas teníamos el 70 por ciento de las calles con agua”.
Córdoba es una de las provincias más inundadas. Laboulaye, Las Varillas, Villa Huidobro, Adelia María, Chazón, San Francisco, Oncativo y Morteros, están en las localidades más afectadas. Darío Avila, abogado especializado en derecho ambiental y parte de la APDH Córdoba, llamó la atención: “Qué casualidad. Todas zonas del agronegocio, corazón sojero”. El gobierno de Córdo ba impulsa una ley para desmontar nuevas regiones y avanzar con el agronegocio.
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Fecha de Publicación: 26/01/2017
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional
El monte nativo absorbe diez veces más agua que un campo desmontado para soja. Las ONG cuestionan que el Gobierno tome como interlocutores a los representantes del desmonte y responsabilice al clima por las inundaciones.
Es un ciclo de lluvia, inundación, el agro que culpa al clima, millonarias pérdidas económicas, el gobierno ofrece subsidios y promete obras. Y el círculo reinicia en el próximo temporal. Sucede de forma periódica y, estas semanas, tocó a regiones de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. “No es el clima, es el modelo agropecuario”, resumió la ONG Naturaleza de Derechos, dedicada al derecho ambiental. En el mismo sentido apuntaron organizaciones socioambientales que recordaron que, agronegocios mediante, Argentina es líder mundial en desmonte. Estudios muestran la influencia del cambio del uso del suelo.
El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Lo precisó una investigación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), difundida por este diario en abril pasado, cuando zonas de Córdoba y Buenos Aires sufrieron inundación. Nicolás Bertram, del INTA Marcos Juárez (Córdoba), uno de los autores del trabajo, remarcó que “los excesos hídricos no se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”.
“Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?”, es el título del trabajo académico (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables. Bertram lo explicó: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro de la superficie. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
En 2015, frente a una inundación en Córdoba, el entonces gobernador José Manuel de la Soja culpó a la naturaleza: “Fue un tsunami que vino del cielo”. Ante los actuales anegamientos, la Asociación de Productores de Siembra Directa (Aapresid, empresarios del agronegocio y del modelo transgénico) dijeron: “Catástrofe climática. Las inundaciones en el centro del país, producto del temporal, dejaron al agro en alerta roja”.
Horacio Brignone, de la campaña Paren de Fumigar (con agrotóxicos) de Santa Fe denunció que las autoridades sólo tomen como interlocutor al sector del agro: “Ante las inundaciones, subsidian al sector responsable de las mismas. Parece que al agua la van a parar con subsidios, exportaciones y ‘producción’. Hacen siempre lo mismo y esperan resultados diferentes”. Y compartió el comunicado del Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), parte de la Campaña Paren de Fumigar: “El modelo agrobiotecnológico agrava las inundaciones. La aplicación del paquete de transgénicos, agrotóxicos y siembra directa significó la subida de las capas freáticas. El monocultivo de soja y sus agroquímicos producen una impermeabilización del suelo. De esa forma, el agua no penetra, no absorbe y simplemente corre e inunda”.
El comunicado está fechado en agosto de 2015, pero volvió a circular esta semana. Carlos Manessi, de Cepronat, explica: “Tiene total vigencia y por eso lo compartimos”. Cuestionó que el sector empresario y político solo mencione el cambio climático o el fenómeno conocido como “El Niño”.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron durante los últimos 25 años. En el país se arrasaron 7,6 millones de hectáreas, un promedio de 300.000 hectáreas al año. Hernán Giardini, de Greenpeace, afirmó: “Todos los años somos testigos de grandes inundaciones. No es casualidad ni un fenómeno natural. Es consecuencia de la ausencia de una política ambiental nacional que proteja a nuestros bosques y humedales de los incendios, de los desmontes por el avance de la soja, la ganadería intensiva y los desarrollos inmobiliarios”.
La localidad de Chabás, al sur de Santa Fe, es una de las localidades más afectadas por la inundación. Los vecinos cortaron la ruta nacional 33 y pidieron obras de infraestructura, canales y bombas para desagotar. Miguel Fabrro, junto a otros grupo de vecinos, no descartó la importancia de las obras pero marcó otras causas: “Es el modelo extractivista. Chabás tiene trece cuadras por trece, en medio de un mar de soja. El agua empezó a venir del campo sin que esté lloviendo en el pueblo. En 2 horas teníamos el 70 por ciento de las calles con agua”.
Córdoba es una de las provincias más inundadas. Laboulaye, Las Varillas, Villa Huidobro, Adelia María, Chazón, San Francisco, Oncativo y Morteros, están en las localidades más afectadas. Darío Avila, abogado especializado en derecho ambiental y parte de la APDH Córdoba, llamó la atención: “Qué casualidad. Todas zonas del agronegocio, corazón sojero”. El gobierno de Córdo ba impulsa una ley para desmontar nuevas regiones y avanzar con el agronegocio.
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La soja y las inundaciones de la mano
Pampa, soja, inundaciones, 30 millones y el futuro agrario
Fecha de Publicación: 11/01/2017
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
La gran mayoría de los argentinos –los casi 30 millones que no vivimos en la ciudad de Buenos Aires y su conurbano– solemos escuchar a los dirigentes (de todos los sectores, frentes y partidos) hablar de, y referirse a, “Argentina” cuando en realidad hablan de la capital de la república o de algún barrio.
Esta apropiación generalizante y con pretensión representativista del gentilicio nacional es un asunto siempre negado o minimizado; es presumible que corregirlo llevará tiempo y un gran esfuerzo educativo. Pero mencionarlo es un modo de revelar el problema, que tiene que ver con nuestra vida y se expresa ahora mismo, cuando el desastre ambiental que padece el país –y no interesa a los actuales gobernantes– deviene drama para esos 30 millones.
Y es que cuando las cada vez más furiosas lluvias y tormentas tropicales hacen estragos en toda la históricamente llamada pampa húmeda, y apacibles campos y ciudades se inundan durante meses y dejan consecuencias socioeconómicas devastadoras, es necio no reconocer que esa realidad está vinculada a la apropiación y manipulación del gentilicio nacional. Porque es la gallina de los huevos de oro la que se está muriendo, y eso, que es catastrófico para todos los argentinos, sigue en manos de corporaciones y terratenientes soberbios e ignorantes que en las capitales hablan del “campo” y de Argentina como si fuera igual para todos.
En las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires hay estudios que demuestran, por ejemplo, que las napas freáticas que históricamente estaban a un promedio de 10 metros bajo tierra, ahora están a entre uno y dos metros promedio. Y subiendo temporada tras temporada.
Los regímenes de lluvias y tormentas costeras han cambiado dramáticamente frente a pasividades bien argentinas llamadas imprevisión, cero mantenimiento, modificaciones estúpidas como “ganarles terreno” a los ríos, y fundamental y principalmente la deforestación. Sobre todo este último factor, por la sencilla razón de que donde hay árboles y plantas el ecosistema equilibra el consumo sano de agua. Y donde no los hay sucede lo contrario: o se desertifica o por efecto palangana el agua se junta y produce inundaciones.
Mientras ellos y sus medios les echan la culpa a fenómenos como “El Niño” y al océano Pacífico, las consecuencias están a la vista y son tremendas: en el último año comunidades pujantes como Rafaela, La Carlota o Pergamino –por citar ejemplos de las tres provincias históricamente graníferas– han sufrido inundaciones y daños sin remedio inmediato. Cuadros similares se repiten en cientos de pueblos y ciudades de Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Entre Ríos. Casi medio país (el 90 por ciento del agro más productivo) está hoy en emergencia y, lo que es peor, sin perspectivas de cambio, sin planes ambientales de recuperación y para colmo en manos de cajetillas [señoritos] agrarios.
La causa de todo esto es variada, añosa y compleja, pero tiene un responsable principal que en las últimas dos décadas ha producido el más grande daño ambiental padecido jamás por nuestro país: el cultivo desenfrenado e irracional de la soja. Grano que engorda a la derecha neoliberal y a una oligarquía ciega que, desde la Sociedad Rural y otros grupos, tampoco se da cuenta de que está escupiendo su propio asado. Y tragedia que alcanza a la pequeña y mediana burguesía agraria entregada a sus dictados por sumisión o ignorancia.
Mientras tanto, seguimos sin escuchar autocríticas sobre el resultado electoral de 2015, de un lado, y del otro sólo vemos estúpidas alegrías, se profundiza esta grieta tremenda de la que casi no se habla: Argentina está en emergencia gravísima en materia de la tierra, el agua, del llamado “campo” y de la supervivencia como nación. La ceguera contumaz de las dirigencias –de todos los sectores– sigue sin atender, ni entender, la cuestión central de un país cuyo inmenso territorio e histórica riqueza potencial está al borde del desastre.
Quizás estemos a tiempo todavía para recuperar el territorio con que la pródiga naturaleza privilegió a este país. Pero seguro que esto no será posible sin una política agropecuaria estratégica y con sentido nacional, planificación seria y acuerdos patrióticos que razonadamente organicen la producción, el consumo y las exportaciones. Suele decir Pedro Peretti, ex dirigente de la Federación Agraria Argentina y máximo referente agropecuario de El Manifiesto Argentino: “No se puede gobernar sin una política agropecuaria propia, dejando que las grandes corporaciones y los megaproductores la ejecuten a su antojo en nombre del mercado”.
No hay otro camino que el que ningún sector político se atreve siquiera a mencionar: el indispensable, urgente y definitivo freno al maltrato de la tierra por parte de los propios terratenientes y de sus organizaciones gremiales por un lado, y por el otro la aplicación de una política impositiva fuerte que grave el latifundio y organice sistemas de producción que antepongan los intereses de la nación a los de las corporaciones de exportadores. Esto es, un nuevo modelo productivo que respete y proteja a las unidades agrarias según su tamaño y su capacidad de producir alimentos tanto para el consumo interno como para la exportación.
No discutir una política agraria en un país agrario que está en semejante emergencia es, al menos, imbécil. Y ése es el gran triunfo cultural de la oligarquía terrateniente que, como ya he señalado antes, se expresa en el silencio de los mentimedios, sus tinterillos y cacatúas que le marcan la agenda al presidente: el debate agrario no existe en Argentina. Bien dice Peretti que “el gran logro político-cultural de la derecha argentina radica en que el uso y tenencia de la tierra, la sojización, el impuesto al latifundio, el sujeto agrario, las políticas públicas diferenciadas, la segmentación, las deforestaciones, las migraciones y etcéteras ni siquiera se nombran”.
Las declaraciones del ministro Buryaile en La Nación dejan en claro que este gobierno viene a concentrar la tierra aún más y no va a proteger a los chacareros ni va a frenar los desmontes. En su propia provincia, Formosa, avanzan los desiertos donde hubo bosques de maderas preciosas, diversidad ambiental y comunidades originarias hoy tratadas como maldición.
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Fecha de Publicación: 11/01/2017
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
La gran mayoría de los argentinos –los casi 30 millones que no vivimos en la ciudad de Buenos Aires y su conurbano– solemos escuchar a los dirigentes (de todos los sectores, frentes y partidos) hablar de, y referirse a, “Argentina” cuando en realidad hablan de la capital de la república o de algún barrio.
Esta apropiación generalizante y con pretensión representativista del gentilicio nacional es un asunto siempre negado o minimizado; es presumible que corregirlo llevará tiempo y un gran esfuerzo educativo. Pero mencionarlo es un modo de revelar el problema, que tiene que ver con nuestra vida y se expresa ahora mismo, cuando el desastre ambiental que padece el país –y no interesa a los actuales gobernantes– deviene drama para esos 30 millones.
Y es que cuando las cada vez más furiosas lluvias y tormentas tropicales hacen estragos en toda la históricamente llamada pampa húmeda, y apacibles campos y ciudades se inundan durante meses y dejan consecuencias socioeconómicas devastadoras, es necio no reconocer que esa realidad está vinculada a la apropiación y manipulación del gentilicio nacional. Porque es la gallina de los huevos de oro la que se está muriendo, y eso, que es catastrófico para todos los argentinos, sigue en manos de corporaciones y terratenientes soberbios e ignorantes que en las capitales hablan del “campo” y de Argentina como si fuera igual para todos.
En las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires hay estudios que demuestran, por ejemplo, que las napas freáticas que históricamente estaban a un promedio de 10 metros bajo tierra, ahora están a entre uno y dos metros promedio. Y subiendo temporada tras temporada.
Los regímenes de lluvias y tormentas costeras han cambiado dramáticamente frente a pasividades bien argentinas llamadas imprevisión, cero mantenimiento, modificaciones estúpidas como “ganarles terreno” a los ríos, y fundamental y principalmente la deforestación. Sobre todo este último factor, por la sencilla razón de que donde hay árboles y plantas el ecosistema equilibra el consumo sano de agua. Y donde no los hay sucede lo contrario: o se desertifica o por efecto palangana el agua se junta y produce inundaciones.
Mientras ellos y sus medios les echan la culpa a fenómenos como “El Niño” y al océano Pacífico, las consecuencias están a la vista y son tremendas: en el último año comunidades pujantes como Rafaela, La Carlota o Pergamino –por citar ejemplos de las tres provincias históricamente graníferas– han sufrido inundaciones y daños sin remedio inmediato. Cuadros similares se repiten en cientos de pueblos y ciudades de Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Entre Ríos. Casi medio país (el 90 por ciento del agro más productivo) está hoy en emergencia y, lo que es peor, sin perspectivas de cambio, sin planes ambientales de recuperación y para colmo en manos de cajetillas [señoritos] agrarios.
La causa de todo esto es variada, añosa y compleja, pero tiene un responsable principal que en las últimas dos décadas ha producido el más grande daño ambiental padecido jamás por nuestro país: el cultivo desenfrenado e irracional de la soja. Grano que engorda a la derecha neoliberal y a una oligarquía ciega que, desde la Sociedad Rural y otros grupos, tampoco se da cuenta de que está escupiendo su propio asado. Y tragedia que alcanza a la pequeña y mediana burguesía agraria entregada a sus dictados por sumisión o ignorancia.
Mientras tanto, seguimos sin escuchar autocríticas sobre el resultado electoral de 2015, de un lado, y del otro sólo vemos estúpidas alegrías, se profundiza esta grieta tremenda de la que casi no se habla: Argentina está en emergencia gravísima en materia de la tierra, el agua, del llamado “campo” y de la supervivencia como nación. La ceguera contumaz de las dirigencias –de todos los sectores– sigue sin atender, ni entender, la cuestión central de un país cuyo inmenso territorio e histórica riqueza potencial está al borde del desastre.
Quizás estemos a tiempo todavía para recuperar el territorio con que la pródiga naturaleza privilegió a este país. Pero seguro que esto no será posible sin una política agropecuaria estratégica y con sentido nacional, planificación seria y acuerdos patrióticos que razonadamente organicen la producción, el consumo y las exportaciones. Suele decir Pedro Peretti, ex dirigente de la Federación Agraria Argentina y máximo referente agropecuario de El Manifiesto Argentino: “No se puede gobernar sin una política agropecuaria propia, dejando que las grandes corporaciones y los megaproductores la ejecuten a su antojo en nombre del mercado”.
No hay otro camino que el que ningún sector político se atreve siquiera a mencionar: el indispensable, urgente y definitivo freno al maltrato de la tierra por parte de los propios terratenientes y de sus organizaciones gremiales por un lado, y por el otro la aplicación de una política impositiva fuerte que grave el latifundio y organice sistemas de producción que antepongan los intereses de la nación a los de las corporaciones de exportadores. Esto es, un nuevo modelo productivo que respete y proteja a las unidades agrarias según su tamaño y su capacidad de producir alimentos tanto para el consumo interno como para la exportación.
No discutir una política agraria en un país agrario que está en semejante emergencia es, al menos, imbécil. Y ése es el gran triunfo cultural de la oligarquía terrateniente que, como ya he señalado antes, se expresa en el silencio de los mentimedios, sus tinterillos y cacatúas que le marcan la agenda al presidente: el debate agrario no existe en Argentina. Bien dice Peretti que “el gran logro político-cultural de la derecha argentina radica en que el uso y tenencia de la tierra, la sojización, el impuesto al latifundio, el sujeto agrario, las políticas públicas diferenciadas, la segmentación, las deforestaciones, las migraciones y etcéteras ni siquiera se nombran”.
Las declaraciones del ministro Buryaile en La Nación dejan en claro que este gobierno viene a concentrar la tierra aún más y no va a proteger a los chacareros ni va a frenar los desmontes. En su propia provincia, Formosa, avanzan los desiertos donde hubo bosques de maderas preciosas, diversidad ambiental y comunidades originarias hoy tratadas como maldición.
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Vinculo entre la soja y las inundaciones
Científico del Inta halla un vínculo entre la soja y las inundaciones
Fecha de Publicación: 02/01/2017
Fuente: Primera Plana de Pergamino
Provincia/Región: Nacional
Un experto del Inta asegura que las grandes inundaciones no se explican sólo por la caída de lluvia, sino por el mal manejo del agua, la desforestación y el modelo productivo. Culpa a la soja y advierte que sino se detiene este proceso habrá mayores inundaciones
El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Una investigación del INTA explica que el cambio del uso del suelo es un factor fundamental para explicar por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves. “No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”, afirma Nicolás Bertram, investigador del INTA Marcos Juárez (Córdoba). También apunta a las responsabilidades del poder económico del agronegocios.
Misiones sufrió una gran inundación en 2014. A inicios de 2015 fue el turno de Córdoba y Santiago del Estero. El segundo semestre sufrieron el Litoral y Buenos Aires. Este año fue el turno de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Córdoba y noroeste bonaerense. “Fue un tsumani que vino del cielo”, había dicho en 2015 el entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. En línea similar, responsabilizando a la naturaleza, argumentaron otros mandatarios.
Bertram estudia desde hace diez años los “excesos hídricos”. Su trabajo académico fue titulado “Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?” (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables.
“El incremento sostenido del componente freático que se dio en los últimos 40 años en la región pampeana, y que en la actualidad se acerca demasiado a la superficie, conlleva a un alto riesgo no solo en lo que respecta a producciones agrícologanaderas, sino también en sectores urbanos, pudiendo generar en ambas situaciones de inundaciones”, alertaba el trabajo, presentado en el XXV Congreso Nacional del Agua (Conagua 2015) en Paraná.
Bertram explica en lenguaje gráfico: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
La investigación explica que se observaron dos tipos de efectos en el comportamiento de la napa, a corto plazo (asociado a precipitaciones) y largo plazo (relacionados con los cultivos y el consumo que generan). Luego del procesamiento de datos (donde confirmaron que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales) aseguran: “A partir de datos históricos se puede observar una relación directa entre el incremento de los cultivos agrícolas (de soja principalmente) y el acercamiento de la napa freática a la superficie”.
El trabajo señala que buena parte de la región pampeana la napa freática se encuentra a un metro de profundidad (o menos) y recuerda que diez millones de hectárea pasaron de la actividad ganadera o mixta a la puramente agrícola, con preponderancia de la soja. “Millones de hectáreas de pasturas y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 milímetros a 500-800 milímetros”, precisa el trabajo como explicación del ascenso de la napa casi a la superficie.
Sobre la actual inundación, que afecta a 40 mil personas (11 mil evacuados), el investigador del INTA señala que “llovió por encima de la media, pero de ninguna manera eso explica la magnitud del desastre; la clave está en el ascenso de la napa y que arrasaron el monte que retenía agua”.
La investigación concluye que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también la superficie, con un alto riesgo de anegamiento”. Afirma que se pueden encontrar soluciones (incorporación de pasturas, otros cultivos, mejor manejo de agua), pero debe primar una “mirada amplia”, interdisciplinaria, donde además de los sectores productivos se tenga en cuenta los aspectos ambientales y sociales.
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Fecha de Publicación: 02/01/2017
Fuente: Primera Plana de Pergamino
Provincia/Región: Nacional
Un experto del Inta asegura que las grandes inundaciones no se explican sólo por la caída de lluvia, sino por el mal manejo del agua, la desforestación y el modelo productivo. Culpa a la soja y advierte que sino se detiene este proceso habrá mayores inundaciones
El monte nativo absorbe 300 milímetros de agua por hora. Una pastura convencional (donde hay ganado) 100 milímetros. Y un campo con soja apenas 30 milímetros por hora. Una investigación del INTA explica que el cambio del uso del suelo es un factor fundamental para explicar por qué las inundaciones son cada vez más continuas y graves. “No estamos de acuerdo en que los excesos hídricos se deban a la falta de obras ni al exceso de lluvias, si no más bien a cuestiones asociadas al proceso de minería que sufre la agricultura y a la agriculturización de las últimas dos décadas principalmente”, afirma Nicolás Bertram, investigador del INTA Marcos Juárez (Córdoba). También apunta a las responsabilidades del poder económico del agronegocios.
Misiones sufrió una gran inundación en 2014. A inicios de 2015 fue el turno de Córdoba y Santiago del Estero. El segundo semestre sufrieron el Litoral y Buenos Aires. Este año fue el turno de Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Corrientes, Córdoba y noroeste bonaerense. “Fue un tsumani que vino del cielo”, había dicho en 2015 el entonces gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota. En línea similar, responsabilizando a la naturaleza, argumentaron otros mandatarios.
Bertram estudia desde hace diez años los “excesos hídricos”. Su trabajo académico fue titulado “Ascenso de napas en la región pampeana: ¿Incremento de las precipitaciones o cambios en el uso de la tierra?” (firmado junto a Sebastián Chiacchiera). Analizaron las lluvias de los últimos cuarenta años y los cambios en el modelo agropecuario (sojización y expulsión de ganadería), entre otras variables.
“El incremento sostenido del componente freático que se dio en los últimos 40 años en la región pampeana, y que en la actualidad se acerca demasiado a la superficie, conlleva a un alto riesgo no solo en lo que respecta a producciones agrícologanaderas, sino también en sectores urbanos, pudiendo generar en ambas situaciones de inundaciones”, alertaba el trabajo, presentado en el XXV Congreso Nacional del Agua (Conagua 2015) en Paraná.
Bertram explica en lenguaje gráfico: “La napa estaba a diez metros de profundidad y hoy está a menos de un metro. Los suelos están saturados, no pueden absorber más. Es como si antes teníamos una maceta grande y echábamos un balde de agua. Ahora la maceta es diez veces más chica pero echamos el mismo balde de agua”.
La investigación explica que se observaron dos tipos de efectos en el comportamiento de la napa, a corto plazo (asociado a precipitaciones) y largo plazo (relacionados con los cultivos y el consumo que generan). Luego del procesamiento de datos (donde confirmaron que las lluvias se mantuvieron dentro de sus promedios anuales) aseguran: “A partir de datos históricos se puede observar una relación directa entre el incremento de los cultivos agrícolas (de soja principalmente) y el acercamiento de la napa freática a la superficie”.
El trabajo señala que buena parte de la región pampeana la napa freática se encuentra a un metro de profundidad (o menos) y recuerda que diez millones de hectárea pasaron de la actividad ganadera o mixta a la puramente agrícola, con preponderancia de la soja. “Millones de hectáreas de pasturas y pastizales que consumían agua durante los doce meses del año fueron cambiadas por cultivos anuales que, en el mejor de los casos lo hacen durante un tercio o la mitad de ese tiempo, pasando de consumir anualmente 1500-2000 milímetros a 500-800 milímetros”, precisa el trabajo como explicación del ascenso de la napa casi a la superficie.
Sobre la actual inundación, que afecta a 40 mil personas (11 mil evacuados), el investigador del INTA señala que “llovió por encima de la media, pero de ninguna manera eso explica la magnitud del desastre; la clave está en el ascenso de la napa y que arrasaron el monte que retenía agua”.
La investigación concluye que “si no se modifican las rotaciones o el uso de la tierra, no sólo se seguirá incrementando el nivel freático, sino también la superficie, con un alto riesgo de anegamiento”. Afirma que se pueden encontrar soluciones (incorporación de pasturas, otros cultivos, mejor manejo de agua), pero debe primar una “mirada amplia”, interdisciplinaria, donde además de los sectores productivos se tenga en cuenta los aspectos ambientales y sociales.
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En el sur de Córdoba piden afojar con la soja
Piden reducir las áreas de siembra de soja en el sur
Fecha de Publicación: 28/09/2016
Fuente: El Puntal de Río Cuarto
Provincia/Región: Córdoba
La saturación de los suelos y las lagunas que cubren los campos obliga a replantear la forma de trabajar la tierra para aumentar su poder de absorción
Serrano-Buchardo.- Los problemas hídricos que han originado gigantescas lagunas, algunas de ellas de más de un centenar de hectáreas, son atribuidas por especialistas a las alteraciones del suelo por la excesiva siembra de soja, motivo por el cual ahora junto con la Provincia se sugiere reducir el área de siembra de dicho cultivo.
El legislador Julián López dijo hace algunos días en Buchardo que hay que relanzar el sistema productivo con mayor cultivo de trigo y maíz, y de este modo disminuir las superficies de soja. Sus opiniones son coincidentes con dichos del propio gobernador Juan Schiaretti, quien sostuvo en Laboulaye que la gravedad hídrica se debe a que hace 12 años que se siembra soja.
Los que han sido productivos campos hoy deben soportar anegamientos con algunas viviendas severamente dañadas y la migración de las familias hacia los pueblos.
En Serrano miran con recelo cómo el agua aún no se ha retirado, y cubre grandes extensiones de tierra superando el viejo terraplén ferroviario. Al oeste de la localidad una gran laguna se encuentra a unos 1.500 metros aproximadamente.
Personas del lugar consideran que, de llegar una lluvia importante para octubre o noviembre, puede ocasionar problemas.
En Melo el agua también está muy cerca. En esta localidad y en Serrano la fisonomía del paisaje perteneciente a zonas agrícolas y urbanas del Departamento Roque Sáenz Peña es similar al de otras del Departamento Marcos Juárez que siguen padeciendo las presiones de las cuencas de "La Blanqueada", una gran laguna situada entre las poblaciones de Arias y Corral de Bustos.
Los animales acuáticos se cuentan por cientos y ya han hecho de los campos su hábitat natural. En inmediaciones de Melo se observan ejemplares vacunos intentando sacar algunas hierbas bajo el agua para alimentarse.
Los productores no ocultan sus preocupaciones y en el caso de Serrano hay quienes temen que las aguas acumuladas a ambos lados de la ruta provincial 27 puedan generar algún tipo de problemas con el pueblo.
López, quien además fue ministro de Agricultura de la Provincia, sostuvo: "Es tiempo de que salgamos del proceso de sojización extrema en toda la Argentina. De los 7 millones de hectáreas productivas de Córdoba al menos cinco eran sembradas con soja solamente; no había cultivos de invierno. El cambio climático ha llegado para quedarse y hay que sacar los mil milímetros de agua que hay en los campos", en referencia a la problemática vigente.
Falta de absorción
A los dichos del exministro, la problemática hídrica provincial, en ocasión de la reciente visita a Laboulaye por parte del gobernador, coincidió con los términos vertidos por Julián López sobre el exceso de siembra de soja.
También aquí el gobernador fue muy claro al explicar que la situación de gravedad hídrica se debe a que hace 12 años que se siembra soja. El oleaginoso no absorbe la cantidad de lluvia que cayó en estas regiones y precisó que al encontrarse saturado el suelo "es como echar un balde de agua en un piso de vidrio", graficó.
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Fecha de Publicación: 28/09/2016
Fuente: El Puntal de Río Cuarto
Provincia/Región: Córdoba
La saturación de los suelos y las lagunas que cubren los campos obliga a replantear la forma de trabajar la tierra para aumentar su poder de absorción
Serrano-Buchardo.- Los problemas hídricos que han originado gigantescas lagunas, algunas de ellas de más de un centenar de hectáreas, son atribuidas por especialistas a las alteraciones del suelo por la excesiva siembra de soja, motivo por el cual ahora junto con la Provincia se sugiere reducir el área de siembra de dicho cultivo.
El legislador Julián López dijo hace algunos días en Buchardo que hay que relanzar el sistema productivo con mayor cultivo de trigo y maíz, y de este modo disminuir las superficies de soja. Sus opiniones son coincidentes con dichos del propio gobernador Juan Schiaretti, quien sostuvo en Laboulaye que la gravedad hídrica se debe a que hace 12 años que se siembra soja.
Los que han sido productivos campos hoy deben soportar anegamientos con algunas viviendas severamente dañadas y la migración de las familias hacia los pueblos.
En Serrano miran con recelo cómo el agua aún no se ha retirado, y cubre grandes extensiones de tierra superando el viejo terraplén ferroviario. Al oeste de la localidad una gran laguna se encuentra a unos 1.500 metros aproximadamente.
Personas del lugar consideran que, de llegar una lluvia importante para octubre o noviembre, puede ocasionar problemas.
En Melo el agua también está muy cerca. En esta localidad y en Serrano la fisonomía del paisaje perteneciente a zonas agrícolas y urbanas del Departamento Roque Sáenz Peña es similar al de otras del Departamento Marcos Juárez que siguen padeciendo las presiones de las cuencas de "La Blanqueada", una gran laguna situada entre las poblaciones de Arias y Corral de Bustos.
Los animales acuáticos se cuentan por cientos y ya han hecho de los campos su hábitat natural. En inmediaciones de Melo se observan ejemplares vacunos intentando sacar algunas hierbas bajo el agua para alimentarse.
Los productores no ocultan sus preocupaciones y en el caso de Serrano hay quienes temen que las aguas acumuladas a ambos lados de la ruta provincial 27 puedan generar algún tipo de problemas con el pueblo.
López, quien además fue ministro de Agricultura de la Provincia, sostuvo: "Es tiempo de que salgamos del proceso de sojización extrema en toda la Argentina. De los 7 millones de hectáreas productivas de Córdoba al menos cinco eran sembradas con soja solamente; no había cultivos de invierno. El cambio climático ha llegado para quedarse y hay que sacar los mil milímetros de agua que hay en los campos", en referencia a la problemática vigente.
Falta de absorción
A los dichos del exministro, la problemática hídrica provincial, en ocasión de la reciente visita a Laboulaye por parte del gobernador, coincidió con los términos vertidos por Julián López sobre el exceso de siembra de soja.
También aquí el gobernador fue muy claro al explicar que la situación de gravedad hídrica se debe a que hace 12 años que se siembra soja. El oleaginoso no absorbe la cantidad de lluvia que cayó en estas regiones y precisó que al encontrarse saturado el suelo "es como echar un balde de agua en un piso de vidrio", graficó.
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FAA Córdoba contra la Soja
“La soja no paga la contaminación, la pérdida de biodiversidad ni da trabajo”
Fecha de Publicación: 14/09/2016
Fuente: El Puntal de Río Cuarto
Provincia/Región: Córdoba
Para el dirigente de Federación Agraria Claudio Demo, monopoliza el campo argentino e impide que crezcan modelos alternativos. Dijo que hay que modificar el sistema impositivo y la tenencia de tierras
Mientras el cultivo de soja sigue cubriendo buena parte de la geografía del país, hay quienes plantean alternativas sustentables que permitan mantener la producción agícola. Para el dirigente de Federación Agraria Claudio Demo, la rentabilidad de la oleaginosa se basa en que no paga ninguno de los pasivos que genera.
“Ni la contaminación, ni la pérdida de biodiversidad ni la caída de puestos de trabajo”, sostuvo. En tal sentido, aseguró que los modelos agroecológicos son igual de rentables porque generan más fuentes laborales y no son agresivos con el medioambiente. Además, señaló que, para revertir la situación, harían falta una reestructuración del sistema tributario y una nueva política de tenencia de tierras.
Para el ruralista Claudio Demo, una de las vías posibles sería instalar un sistema de producción agroecológico, lo que en la práctica permitiría bajar hasta un 80 por ciento el uso de químicos para el control de plagas y malezas.
“Esto presenta algunas diferencias sustanciales. Por ejemplo, la ganadería directamente no necesita de estos productos; el maíz permite en gran medida el cultivo sin herbicidas ni pesticidas, pero la soja y el maní requieren aunque sea algo de ellos”, explicó el dirigente agrario.
Demo admitió que este modelo implica una ecuación diferente en términos de rentabilidad, aunque por otro lado no deja un pasivo ambiental tan grande.
“En realidad, las grandes utilidades que deja la soja provienen de reducir la mano de obra. Es decir que a la desocupación que genera la paga otro”, reflexionó.
En cambio, el análisis de la producción agroecológica tiene otras variables. Si bien ofrece menor rentabilidad desde el punto de vista del capital, tiene la ventaja de dar puestos de trabajo y no engrosar la deuda ambiental.
“La soja convencional es barata porque externaliza costos. Es barata porque no paga la contaminación, no paga la pérdida de biodiversidad ni la desocupación. Si uno pone en la balanza todos estos daños colaterales, es igual de cara que la producción agroecológica”, apuntó el dirigente.
La diferencia de rentabilidad supone que pasar a un sistema amigable con el entorno natural es un 20 por ciento más caro para el productor.
Una de las políticas que, según Demo, pueden ayudar a revertir la concentración de tierra en pocas manos es reestructurar el sistema impositivo al agro, apuntando a convertirlo en un esquema progresivo en el que los productores más chicos paguen menos -o tengan más beneficios- que los grandes pooles de siembra.
Para ello, hay ejemplos a la mano. “En Estados Unidos rige una ley antimonopólica por la cual ninguna empresa puede concentrar más del 25 por ciento del mercado. En Argentina, dentro del rubro semillas, Monsanto controla alrededor del 70 por ciento del mercado en soja y maíz”.
Otra vía para instalar alternativas al monocultivo sojero sería, según el dirigente de Federación Agraria, otorgar incentivos a la producción agrícola menos extendida.
No obstante, hace falta una fuerte decisión política y, por ahora, no es negocio para el Gobierno. “El Estado piensa igual que los chacareros y por eso la forma ideal para recaudar a través de los impuestos es la soja”, señaló.
-¿Cómo salir de esa sociedad del Estado con las grandes corporaciones?
-El país tendría que sustituir 5 millones de hectáreas de soja por alfalfa, hacer ganadería y exportar carnes. Además, hay que pensar que hay otras alternativas de producción que tienen compradores en el mundo, como por ejemplo las legumbres que consume el mundo árabe, sorgo, lino y otros.
-¿Se pueden pensar estos cambios en la coyuntura actual o hacen falta políticas previas?
-Es fundamental el fraccionamiento de la tierra. Urquía, en el año 2002, declaró 500 mil hectáreas cultivadas en la provincia de Córdoba. Y la concentración se fue agravando en los últimos años. Otra de las políticas que se podrían imitar son las que aplica Europa, donde el sistema tributario es más contemplativo con los productores que habitan los campos, que generalmente son los de escala más pequeña. Hoy es muy difícil volver a la ganadería porque los campos argentinos se han quedado sin gente, y sin gente no hay ganadería.
-¿Qué chances tienen hoy estas políticas alternativas?
-Creo que muy pocas, porque los productos aumentaron entre 30 y 40 por ciento respecto a cuando los sembraron. Durante la siembra se rogaba vender la soja a 300 pesos, y el precio que tuvo fue de 430. Y después del año que viene, en el que se duplicará la oferta de maíz, los precios van a bajar mucho, pero van a favorecer sobre todo a los grandes productores de gallinas, cerdos y a los tambos. Al final, sólo esos van a quedar en pie, porque los chicos ya están todos fundidos.
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Fecha de Publicación: 14/09/2016
Fuente: El Puntal de Río Cuarto
Provincia/Región: Córdoba
Para el dirigente de Federación Agraria Claudio Demo, monopoliza el campo argentino e impide que crezcan modelos alternativos. Dijo que hay que modificar el sistema impositivo y la tenencia de tierras
Mientras el cultivo de soja sigue cubriendo buena parte de la geografía del país, hay quienes plantean alternativas sustentables que permitan mantener la producción agícola. Para el dirigente de Federación Agraria Claudio Demo, la rentabilidad de la oleaginosa se basa en que no paga ninguno de los pasivos que genera.
“Ni la contaminación, ni la pérdida de biodiversidad ni la caída de puestos de trabajo”, sostuvo. En tal sentido, aseguró que los modelos agroecológicos son igual de rentables porque generan más fuentes laborales y no son agresivos con el medioambiente. Además, señaló que, para revertir la situación, harían falta una reestructuración del sistema tributario y una nueva política de tenencia de tierras.
Para el ruralista Claudio Demo, una de las vías posibles sería instalar un sistema de producción agroecológico, lo que en la práctica permitiría bajar hasta un 80 por ciento el uso de químicos para el control de plagas y malezas.
“Esto presenta algunas diferencias sustanciales. Por ejemplo, la ganadería directamente no necesita de estos productos; el maíz permite en gran medida el cultivo sin herbicidas ni pesticidas, pero la soja y el maní requieren aunque sea algo de ellos”, explicó el dirigente agrario.
Demo admitió que este modelo implica una ecuación diferente en términos de rentabilidad, aunque por otro lado no deja un pasivo ambiental tan grande.
“En realidad, las grandes utilidades que deja la soja provienen de reducir la mano de obra. Es decir que a la desocupación que genera la paga otro”, reflexionó.
En cambio, el análisis de la producción agroecológica tiene otras variables. Si bien ofrece menor rentabilidad desde el punto de vista del capital, tiene la ventaja de dar puestos de trabajo y no engrosar la deuda ambiental.
“La soja convencional es barata porque externaliza costos. Es barata porque no paga la contaminación, no paga la pérdida de biodiversidad ni la desocupación. Si uno pone en la balanza todos estos daños colaterales, es igual de cara que la producción agroecológica”, apuntó el dirigente.
La diferencia de rentabilidad supone que pasar a un sistema amigable con el entorno natural es un 20 por ciento más caro para el productor.
Una de las políticas que, según Demo, pueden ayudar a revertir la concentración de tierra en pocas manos es reestructurar el sistema impositivo al agro, apuntando a convertirlo en un esquema progresivo en el que los productores más chicos paguen menos -o tengan más beneficios- que los grandes pooles de siembra.
Para ello, hay ejemplos a la mano. “En Estados Unidos rige una ley antimonopólica por la cual ninguna empresa puede concentrar más del 25 por ciento del mercado. En Argentina, dentro del rubro semillas, Monsanto controla alrededor del 70 por ciento del mercado en soja y maíz”.
Otra vía para instalar alternativas al monocultivo sojero sería, según el dirigente de Federación Agraria, otorgar incentivos a la producción agrícola menos extendida.
No obstante, hace falta una fuerte decisión política y, por ahora, no es negocio para el Gobierno. “El Estado piensa igual que los chacareros y por eso la forma ideal para recaudar a través de los impuestos es la soja”, señaló.
-¿Cómo salir de esa sociedad del Estado con las grandes corporaciones?
-El país tendría que sustituir 5 millones de hectáreas de soja por alfalfa, hacer ganadería y exportar carnes. Además, hay que pensar que hay otras alternativas de producción que tienen compradores en el mundo, como por ejemplo las legumbres que consume el mundo árabe, sorgo, lino y otros.
-¿Se pueden pensar estos cambios en la coyuntura actual o hacen falta políticas previas?
-Es fundamental el fraccionamiento de la tierra. Urquía, en el año 2002, declaró 500 mil hectáreas cultivadas en la provincia de Córdoba. Y la concentración se fue agravando en los últimos años. Otra de las políticas que se podrían imitar son las que aplica Europa, donde el sistema tributario es más contemplativo con los productores que habitan los campos, que generalmente son los de escala más pequeña. Hoy es muy difícil volver a la ganadería porque los campos argentinos se han quedado sin gente, y sin gente no hay ganadería.
-¿Qué chances tienen hoy estas políticas alternativas?
-Creo que muy pocas, porque los productos aumentaron entre 30 y 40 por ciento respecto a cuando los sembraron. Durante la siembra se rogaba vender la soja a 300 pesos, y el precio que tuvo fue de 430. Y después del año que viene, en el que se duplicará la oferta de maíz, los precios van a bajar mucho, pero van a favorecer sobre todo a los grandes productores de gallinas, cerdos y a los tambos. Al final, sólo esos van a quedar en pie, porque los chicos ya están todos fundidos.
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Más soja, ahora resistente a sequía
Soja resistente a sequía, un desarrollo que nació en la UNL
Fecha de Publicación: 12/10/2015
Fuente: Prensa Universidad Nacional del Litoral
Provincia/Región: Nacional
La presidenta anunció que se otorgó la aprobación comercial de la soja resistente a la sequía, un desarrollo biotecnológico realizado por investigadores de la UNL-CONICET y la empresa Indear.
El anuncio realizado hoy por la presidenta Cristina Fernández sobre la aprobación comercial de la soja resistente a la sequía es una noticia de alto impacto para la Universidad Nacional del Litoral (UNL), pues pone en boca del país y del mundo un desarrollo que germinó en el interior de esta casa de estudios, e involucró a un grupo de investigadores del sector público y privado.
Las semillas con tecnología HB4 que pronto saldrán al mercado, surgieron de una investigación realizada por un equipo liderado por Raquel Chan, quien a fines de la década del 90 identificó al gen Hahb-4, responsable de activar la respuesta de las plantas ante situaciones de estrés hídrico. Más de quince años después, con tres patentes UNL-CONICET aprobadas, y más de diez años de pruebas a campo, el mundo podrá acceder a esta tecnología que permite producir plantas más tolerantes a la sequía y la salinidad de los suelos, y con una producción promedio 15% superior a las variedades comerciales existentes.
El anuncio fue realizado por la presidenta en el marco de un acto por el Día del Camino y del Trabajador Vial, que tuvo lugar en Tecnópolis. Durante el acto, la primera mandataria entregó diplomas de reconocimiento a los investigadores que participaron en el desarrollo de soja resistente a sequía, así como también a un equipo que desarrolló un cultivo de papa resistente al virus endémico PVY (Potato Virus Y). En ese contexto recibieron su reconocimiento Raquel Chan y Gerónimo Watson, responsable de Indear y del proceso de desarrollo del evento y su desregulación.
Biotecnología, economía y sociedad
En su discurso, la presidenta valoró la aprobación de cultivos nacionales biotecnológicos desarrollados por científicos egresados de la Universidad pública, nacional y gratuita. “Ellos nos permiten ingresar con la aprobación de este evento biotecnológico como es la primera soja del mundo resistente a sequía y el cultivo de papa resistente al PVY, que es un virus endémico que puede causar pérdidas económicas de hasta el 80%”, dijo.
Asimismo, destacó que estos desarrollos son producto del trabajo de investigadores argentinos. “Son científicos del CONICET, profesores de nuestras universidades, asociados con empresas nacionales que producen estos dos eventos tecnológicos que nos permiten ser el sexto país en el mundo que produce este tipo de eventos para ayudar a la agricultura, junto a Brasil, Cuba, Indonesia, China y Estados Unidos”.
El rector de la UNL, Albor Cantard, sostuvo que la liberación de estas nuevas semillas es fruto del trabajo de muchos años del equipo de la Dra. Chan e Indear, la empresa de investigación y desarrollo de Bioceres. “De alguna manera, esta trayectoria viene a ilustrar la importancia del rol de la Universidad en el surgimiento y el cobijo a líneas de investigación nuevas, que una vez que se desarrollan, siguen un derrotero más independiente, constituyéndose, como en el caso del IAL, en un instituto de doble dependencia con el CONICET”, dijo.
El rector resaltó a su vez el rol de las facultades en este proceso. “Las Unidades Académicas, en este caso particular la FBCB, son claves en la incubación de grupos de I+D. Estos grupos, que al inicio pueden ser de muy pocos investigadores e investigadoras, y contar con un enfoque más básico, llevan adelante una labor de alta calidad y con una gran rigurosidad metodológica y científica, que luego puede dar lugar, como en este caso, a la consolidación de una línea de trabajo, a la producción de conocimiento de frontera y a la transferencia de tecnología de enorme impacto”. Seguidamente agregó: “si bien el caso que nos ocupa es excepcional por muchos motivos, por la importancia económica del desarrollo, por el impacto que tendrá en la sociedad argentina y de otros países, a la vez es el camino habitual que se abren muchos grupos de I+D a partir de su trabajo en la UNL y es el que estamos dispuestos a proseguir".
Del laboratorio al mundo
La tecnología que hoy se libera para salir al mercado es el resultado años de investigación, esfuerzo y recursos puestos en juego, que comenzó en 1992 cuando Raquel Chan retornó al país luego de completar su posdoctorado en Francia, en el Instituto de Biología Molecular en Plantas de la Universidad Louis Pasteur. La investigadora, que en ese momento desarrollaba sus actividades en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), comenzó a investigar cómo las plantas respondían a las condiciones ambientales y a estudiar los llamados “factores de transcripción”, las proteínas que regulan estas respuestas de las plantas.
Luego de diez años de ensayos, y ya siendo investigadora y docente en la UNL, en 2002 el equipo de trabajo de la Dra. Chan publica un trabajo de caracterización funcional del gen Hahb-4 identificado unos años antes. Los resultados obtenidos con la planta modelo Arabidopsis thaliana indicaban que el Hahb-4 estaba involucrado en la respuesta de las plantas al estrés hídrico (falta de agua).
Dos años después se logró la primera patente, cuya titularidad es conjunta entre la UNL y el CONICET. Ambas instituciones se asociaron con la empresa argentina Bioceres, que recibió la licencia para desarrollar pruebas a campo, y en 2012 llegó el segundo gran avance, con la tecnología HB4, realizada con un gen de la familia del Hahb-4. A diferencia de otros desarrollos transgénicos, las plantas con HB4 no ven afectada su productividad ante la falta de factores estresantes. Por el contrario, los cultivos que cuentan con esta tecnología aumentan su rendimiento tanto en condiciones normales como adversas, en porcentajes que van de 1 a 25% por sobre las variedades comerciales. Esta tecnología fue probada en cultivos a campo y con el anuncio de hoy supera todas las normas regulatorias para ser lanzada al mercado.
La dimensión de este desarrollo cobra relevancia si se piensa en que los cultivos de especies como soja, maíz y trigo no sólo constituyen la base alimenticia de millones de personas, sino que son cada vez más utilizados para generar energía. Según datos de la FAO, en los próximos 30 años, sólo podrá extenderse en un 12% la superficie cultivable, situación que hará crítica la demanda de cultivos más productivos y menos proclives a sufrir el impacto del cambio climático. En este contexto y con una población mundial en constante crecimiento, el desarrollo del HB4 cobra una relevancia estratégica.
Este hecho fue destacado por la presidenta durante sus palabras. “En el año 2050, con 9.200 millones de habitantes como se estima, vamos a necesitar un 75% más de los alimentos que produce el mundo. Por lo tanto, generar estos eventos biotecnológicos que nos alejen de las sequías y las plagas para producir más, hace que estos sean no son solo eventos tecnológicos sino económicos y sociales, que van a permitir producir más y mejores alimentos para toda la humanidad”, concluyó Fernández.
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Fecha de Publicación: 12/10/2015
Fuente: Prensa Universidad Nacional del Litoral
Provincia/Región: Nacional
La presidenta anunció que se otorgó la aprobación comercial de la soja resistente a la sequía, un desarrollo biotecnológico realizado por investigadores de la UNL-CONICET y la empresa Indear.
El anuncio realizado hoy por la presidenta Cristina Fernández sobre la aprobación comercial de la soja resistente a la sequía es una noticia de alto impacto para la Universidad Nacional del Litoral (UNL), pues pone en boca del país y del mundo un desarrollo que germinó en el interior de esta casa de estudios, e involucró a un grupo de investigadores del sector público y privado.
Las semillas con tecnología HB4 que pronto saldrán al mercado, surgieron de una investigación realizada por un equipo liderado por Raquel Chan, quien a fines de la década del 90 identificó al gen Hahb-4, responsable de activar la respuesta de las plantas ante situaciones de estrés hídrico. Más de quince años después, con tres patentes UNL-CONICET aprobadas, y más de diez años de pruebas a campo, el mundo podrá acceder a esta tecnología que permite producir plantas más tolerantes a la sequía y la salinidad de los suelos, y con una producción promedio 15% superior a las variedades comerciales existentes.
El anuncio fue realizado por la presidenta en el marco de un acto por el Día del Camino y del Trabajador Vial, que tuvo lugar en Tecnópolis. Durante el acto, la primera mandataria entregó diplomas de reconocimiento a los investigadores que participaron en el desarrollo de soja resistente a sequía, así como también a un equipo que desarrolló un cultivo de papa resistente al virus endémico PVY (Potato Virus Y). En ese contexto recibieron su reconocimiento Raquel Chan y Gerónimo Watson, responsable de Indear y del proceso de desarrollo del evento y su desregulación.
Biotecnología, economía y sociedad
En su discurso, la presidenta valoró la aprobación de cultivos nacionales biotecnológicos desarrollados por científicos egresados de la Universidad pública, nacional y gratuita. “Ellos nos permiten ingresar con la aprobación de este evento biotecnológico como es la primera soja del mundo resistente a sequía y el cultivo de papa resistente al PVY, que es un virus endémico que puede causar pérdidas económicas de hasta el 80%”, dijo.
Asimismo, destacó que estos desarrollos son producto del trabajo de investigadores argentinos. “Son científicos del CONICET, profesores de nuestras universidades, asociados con empresas nacionales que producen estos dos eventos tecnológicos que nos permiten ser el sexto país en el mundo que produce este tipo de eventos para ayudar a la agricultura, junto a Brasil, Cuba, Indonesia, China y Estados Unidos”.
El rector de la UNL, Albor Cantard, sostuvo que la liberación de estas nuevas semillas es fruto del trabajo de muchos años del equipo de la Dra. Chan e Indear, la empresa de investigación y desarrollo de Bioceres. “De alguna manera, esta trayectoria viene a ilustrar la importancia del rol de la Universidad en el surgimiento y el cobijo a líneas de investigación nuevas, que una vez que se desarrollan, siguen un derrotero más independiente, constituyéndose, como en el caso del IAL, en un instituto de doble dependencia con el CONICET”, dijo.
El rector resaltó a su vez el rol de las facultades en este proceso. “Las Unidades Académicas, en este caso particular la FBCB, son claves en la incubación de grupos de I+D. Estos grupos, que al inicio pueden ser de muy pocos investigadores e investigadoras, y contar con un enfoque más básico, llevan adelante una labor de alta calidad y con una gran rigurosidad metodológica y científica, que luego puede dar lugar, como en este caso, a la consolidación de una línea de trabajo, a la producción de conocimiento de frontera y a la transferencia de tecnología de enorme impacto”. Seguidamente agregó: “si bien el caso que nos ocupa es excepcional por muchos motivos, por la importancia económica del desarrollo, por el impacto que tendrá en la sociedad argentina y de otros países, a la vez es el camino habitual que se abren muchos grupos de I+D a partir de su trabajo en la UNL y es el que estamos dispuestos a proseguir".
Del laboratorio al mundo
La tecnología que hoy se libera para salir al mercado es el resultado años de investigación, esfuerzo y recursos puestos en juego, que comenzó en 1992 cuando Raquel Chan retornó al país luego de completar su posdoctorado en Francia, en el Instituto de Biología Molecular en Plantas de la Universidad Louis Pasteur. La investigadora, que en ese momento desarrollaba sus actividades en la Universidad Nacional de Rosario (UNR), comenzó a investigar cómo las plantas respondían a las condiciones ambientales y a estudiar los llamados “factores de transcripción”, las proteínas que regulan estas respuestas de las plantas.
Luego de diez años de ensayos, y ya siendo investigadora y docente en la UNL, en 2002 el equipo de trabajo de la Dra. Chan publica un trabajo de caracterización funcional del gen Hahb-4 identificado unos años antes. Los resultados obtenidos con la planta modelo Arabidopsis thaliana indicaban que el Hahb-4 estaba involucrado en la respuesta de las plantas al estrés hídrico (falta de agua).
Dos años después se logró la primera patente, cuya titularidad es conjunta entre la UNL y el CONICET. Ambas instituciones se asociaron con la empresa argentina Bioceres, que recibió la licencia para desarrollar pruebas a campo, y en 2012 llegó el segundo gran avance, con la tecnología HB4, realizada con un gen de la familia del Hahb-4. A diferencia de otros desarrollos transgénicos, las plantas con HB4 no ven afectada su productividad ante la falta de factores estresantes. Por el contrario, los cultivos que cuentan con esta tecnología aumentan su rendimiento tanto en condiciones normales como adversas, en porcentajes que van de 1 a 25% por sobre las variedades comerciales. Esta tecnología fue probada en cultivos a campo y con el anuncio de hoy supera todas las normas regulatorias para ser lanzada al mercado.
La dimensión de este desarrollo cobra relevancia si se piensa en que los cultivos de especies como soja, maíz y trigo no sólo constituyen la base alimenticia de millones de personas, sino que son cada vez más utilizados para generar energía. Según datos de la FAO, en los próximos 30 años, sólo podrá extenderse en un 12% la superficie cultivable, situación que hará crítica la demanda de cultivos más productivos y menos proclives a sufrir el impacto del cambio climático. En este contexto y con una población mundial en constante crecimiento, el desarrollo del HB4 cobra una relevancia estratégica.
Este hecho fue destacado por la presidenta durante sus palabras. “En el año 2050, con 9.200 millones de habitantes como se estima, vamos a necesitar un 75% más de los alimentos que produce el mundo. Por lo tanto, generar estos eventos biotecnológicos que nos alejen de las sequías y las plagas para producir más, hace que estos sean no son solo eventos tecnológicos sino económicos y sociales, que van a permitir producir más y mejores alimentos para toda la humanidad”, concluyó Fernández.
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La soja bajo sospecha, como siempre
Siempre bajo sospecha: la inundación revive el debate sobre el costo ambiental de la soja y el monocultivo
Fecha de Publicación: 29/08/2015
Fuente: IpProfesional
Provincia/Región: Nacional
Los cruces, que remiten a los peores tiempos de la 125, ponen al desnudo los beneficios económicos que el kirchnerismo obtiene de eso mismo que critica. ¿Por qué los productores apuestan de forma masiva a la oleaginosa? ¿Cómo se reparte la renta agrícola? El desmonte y el avance del monocultivo
Las discusiones en torno a la soja y su incidencia en la economía argentina, así como también su relevancia por sobre el resto de los cultivos -ocupa casi 21 millones de hectáreas de las 30 que totaliza el país-, toman el centro de la escena cada vez que suceden eventos como las inundaciones de las últimas semanas.
La polémica sobre la incidencia de la siembra directa -esto es, la técnica por excelencia sobre la que se basa la producción de la oleaginosa-, lanzó al Gobierno en otra ofensiva contra el sector agrícola.
En definitiva, el flagelo del agua no hizo más que recalentar una disputa que se mantiene latente desde los tiempos de la resolución 125. A siete años de aquel intento del oficialismo por incrementar su participación en el negocio de exportación de soja, la administración kirchnerista vuelve a denostar a la actividad que, paradójicamente, más regalías le aporta a la caja del Estado.
Precisamente ese es el argumento al que más apelan quienes integran -y por lo tanto defienden- la producción intensiva de soja: el Gobierno es "adicto" al poroto.
Y, ante la crítica de que el agro sólo se interesa por la oleaginosa, argumentan que las vigentes limitaciones a la exportación bloquean la siembra a gran escala de alternativas como el trigo, el maíz o el girasol.
Fuera de la discusión económica entra en debate el tema ambiental. El incremento en los niveles de desmonte para sembrar soja es observado como un factor que repercute de manera directa en el manejo del agua. En Argentina, desde la sanción de la Ley de Bosques en 2007 y hasta fines de 2013 -últimos datos conocidos- se talaron más de 2 millones de hectáreas.
Según organismos internacionales como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), casi el 4,5% de toda la deforestación que tiene lugar en el mundo se concentra en nuestro país.
Un ejemplo de la gravedad de la situación: según datos oficiales y de la ONG Guyra Paraguay, sólo en Córdoba, este año ya se desmontaron más de 3.000 hectáreas, mientras que entre 2012 y 2015 se ocupó con cultivos de la oleaginosa el equivalente a 25 estadios de fútbol.
Inundaciones sin culpas
Desde el campo, las "acusaciones" a la soja y al sistema de siembra directa han sido rebatidas por productores y técnicos.
Como Gustavo Grobocopatel, un referente del modelo agrícola vigente, quien cargó contra la falta de infraestructura para el manejo de excedentes de agua.
"En el caso de la agricultura que hacemos en la Argentina, la utilización generalizada de la siembra directa contribuye a aumentar la infiltración y reducir la erosión. Sin siembra directa, el agua escurriría más y la erosión de los suelos destruiría más vías de comunicación de lo que hemos visto", aseguró a iProfesional.
Pero, al mismo tiempo que se deslinda la responsabilidad de la soja, lo que marcan los expertos es que sí es malo el monocultivo. Más que en un producto específico, el problema reside en la falta de rotacíon, explican.
"El problema radica en la necesidad de sembrar estos cultivos por el bienestar de los suelos. Por un lado, el maíz y el trigo aportan materia orgánica a la tierra, mientras que cultivos como la soja la extraen", apunta un documento de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA)
"Por otro lado, la rotación es buena para controlar las malezas, si se cultivan las mismas especies muy seguido aparecen malezas resistentes y se deben utilizar más agroquímicos y más fuertes para matarlas. Por lo que el problema de precio y rentabilidad se convierte en un desafío para la sustentabilidad de la producción agrícola", alerta.
La fundación mencionada informó que en la actualidad se siembran 5 hectáreas de soja por cada una de maíz, cuando la relación debería estar lo más cerca de la paridad. Paralelamente, por estos días se cultivan la mitad de las hectáreas de trigo que se sembraban hace doce años.
Fernando Vilella, director del departamento de Bieconomía, Políticas Públicas y Prospectiva de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sostuvo que la soja no tuvo responsabilidad alguna en las inundaciones, y expresó que "la política nacional de incentivar sólo ese cultivo ha sido muy mala en términos de sustentabilidad".
"Si no hubiera fuertes intereses económicos en sostener la política restrictiva en el cultivo de cereales, la situación sería mejor. Tenemos el pan más caro de América latina y el valor de la carne en dólares es el más alto de las últimas décadas. Pan y carne, verdadera mesa de los argentinos, se ven fuertemente castigados por las políticas ‘reales', no las declamadas", puntualizó.
"La culpa del predominio de la soja es la política que sólo incentiva este cultivo a efectos de cobrar fuertes retenciones. Es verdaderamente una irresponsabilidad ambiental no de los productores, sino del Gobierno que sólo aspira a juntar dólares como sea. El más perjudicado de este tema es el productor", concluyó.
Soja exclusiva
Con la soja como eje de los cruces en torno al cambio dramático en el equilibrio ambiental, la pregunta respecto de por qué el campo apuesta casi en exclusiva al cultivo del poroto obliga a ahondar en las variables activas que, en simultáneo, desalientan otras alternativas de siembra.
Y la respuesta de los expertos es contundente: el predominio de la soja responde, simplemente, a una cuestión de incentivos económicos. En otras palabras, toda la política agrícola y tributaria está diseñada de tal forma que a todos los jugadores -propietarios de tierra, productores, exportadores y los gobiernos nacional y provincial- les resulta la opción más rentable.
Desde el Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) Ernesto Ambrosetti, economista en jefe de la entidad, aportó una mirada al respecto. "La soja es la producción estrella de la Argentina en los últimos años y el Gobierno hace todo lo posible para que no cambie. Critica hacia afuera pero genera todas las condiciones para que el productor no salga de la producción de la oleaginosa", aseguró a iProfesional.
"La soja es el único cultivo sobre el que no pesan autorizaciones de exportación -argumentó Ambrosetti-; para el trigo o el maíz rigen cupos que limitan la venta al exterior. En cambio, la oleaginosa puede exportarse en la cantidad que se desee. ¿Por qué? Bueno, el 35% de lo que se produce queda para el Estado".
Según el experto de la Sociedad Rural, ese mismo Estado suma, a través de los distintos impuestos, una participación de la renta agrícola del 85 por ciento.
Organizaciones como la FADA estiman un porcentaje similar y destacan que es la misma presión impositiva la que complica al girasol o al trigo.
Un documento de esta institución, al que accedió iProfesional, destaca: "Si se toma como ejemplo la soja, se puede ver que hoy vale el 55% de lo que valía en septiembre de 2012, es decir, casi la mitad que hace tres años. Esto provoca que la renta que genera una hectárea se reduzca y la participación del Estado crezca, ya que el derecho de exportación, el tributo más importante, actúa sobre el valor bruto, es decir, no tiene en cuenta los costos para producir, comercializar, transportar y administrar la producción".
La organización precisa que "los costos de intervención, principal consecuencia de las restricciones a la exportación aplicadas por el gobierno Nacional (ROE), generan importantes efectos negativos en los mercados de trigo y maíz".
Renta querida
"Para hacerlo gráfico, en el caso de la soja las retenciones por exportación implican que de cada 10 camiones que despacha un productor, unos 3,5 quedan para el Estado nacional. Y esto, sin importar si al productor le costó más generar ese grano. La ganancia que queda para las arcas después se reparte de un modo que nadie quiere quedar fuera de la soja", sostuvo Ambrosetti.
En ese sentido, el economista especificó que "las retenciones van a parar a un fondo del cual el 33% va a parar a las provincias. De ese monto, las provincias giran un 33% a los municipios. O sea que hoy, por citar algunos casos, San Isidro, Quilmes o Lomas de Zamora conforman sus presupuestos o funcionan a base de lo que genera la soja".
"Si bien sobre el trigo pesan retenciones del 23%, para el maíz rige el 20% y al girasol le corresponde el 32%, la traba a la exportación y la necesidad de contar con autorizaciones para vender, hace que se produzcan cada vez menos. Hasta el azúcar tiene restricciones. Todo eso es lo que explica el crecimiento constante de la soja. Ha sido una política adrede", dijo.
Héctor Huergo, ex director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), también remarcó que "la soja le resulta más provechosa al Gobierno", aunque destacó que en las mejores zonas "la rentabilidad es mínima" para los productores por la carga impositiva y los costos de fletes.
"Si se siembra es a costa de amortizaciones y de capital suelo", comentó a iProfesional.
Así de paradójica es la política argentina: el Gobierno que ha cimentado su ingreso tributario en la soja, es el primero en apuntar su dedo acusador contra el "yuyito" ni bien aparece un problema ambiental.
En todo caso, lo que deja en claro la trágica repetición de inundaciones es que el monocultivo y el impacto ambiental de las políticas agrícolas deberán ocupar un lugar central en la agenda pública del próximo gobierno.
Sin embargo, son los propios defensores del modelo de siembra vigente quienes anticipan que la situación ambiental se volverá progresivamente más dramática por esta apuesta a la "sojización".
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Fecha de Publicación: 29/08/2015
Fuente: IpProfesional
Provincia/Región: Nacional
Los cruces, que remiten a los peores tiempos de la 125, ponen al desnudo los beneficios económicos que el kirchnerismo obtiene de eso mismo que critica. ¿Por qué los productores apuestan de forma masiva a la oleaginosa? ¿Cómo se reparte la renta agrícola? El desmonte y el avance del monocultivo
Las discusiones en torno a la soja y su incidencia en la economía argentina, así como también su relevancia por sobre el resto de los cultivos -ocupa casi 21 millones de hectáreas de las 30 que totaliza el país-, toman el centro de la escena cada vez que suceden eventos como las inundaciones de las últimas semanas.
La polémica sobre la incidencia de la siembra directa -esto es, la técnica por excelencia sobre la que se basa la producción de la oleaginosa-, lanzó al Gobierno en otra ofensiva contra el sector agrícola.
En definitiva, el flagelo del agua no hizo más que recalentar una disputa que se mantiene latente desde los tiempos de la resolución 125. A siete años de aquel intento del oficialismo por incrementar su participación en el negocio de exportación de soja, la administración kirchnerista vuelve a denostar a la actividad que, paradójicamente, más regalías le aporta a la caja del Estado.
Precisamente ese es el argumento al que más apelan quienes integran -y por lo tanto defienden- la producción intensiva de soja: el Gobierno es "adicto" al poroto.
Y, ante la crítica de que el agro sólo se interesa por la oleaginosa, argumentan que las vigentes limitaciones a la exportación bloquean la siembra a gran escala de alternativas como el trigo, el maíz o el girasol.
Fuera de la discusión económica entra en debate el tema ambiental. El incremento en los niveles de desmonte para sembrar soja es observado como un factor que repercute de manera directa en el manejo del agua. En Argentina, desde la sanción de la Ley de Bosques en 2007 y hasta fines de 2013 -últimos datos conocidos- se talaron más de 2 millones de hectáreas.
Según organismos internacionales como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), casi el 4,5% de toda la deforestación que tiene lugar en el mundo se concentra en nuestro país.
Un ejemplo de la gravedad de la situación: según datos oficiales y de la ONG Guyra Paraguay, sólo en Córdoba, este año ya se desmontaron más de 3.000 hectáreas, mientras que entre 2012 y 2015 se ocupó con cultivos de la oleaginosa el equivalente a 25 estadios de fútbol.
Inundaciones sin culpas
Desde el campo, las "acusaciones" a la soja y al sistema de siembra directa han sido rebatidas por productores y técnicos.
Como Gustavo Grobocopatel, un referente del modelo agrícola vigente, quien cargó contra la falta de infraestructura para el manejo de excedentes de agua.
"En el caso de la agricultura que hacemos en la Argentina, la utilización generalizada de la siembra directa contribuye a aumentar la infiltración y reducir la erosión. Sin siembra directa, el agua escurriría más y la erosión de los suelos destruiría más vías de comunicación de lo que hemos visto", aseguró a iProfesional.
Pero, al mismo tiempo que se deslinda la responsabilidad de la soja, lo que marcan los expertos es que sí es malo el monocultivo. Más que en un producto específico, el problema reside en la falta de rotacíon, explican.
"El problema radica en la necesidad de sembrar estos cultivos por el bienestar de los suelos. Por un lado, el maíz y el trigo aportan materia orgánica a la tierra, mientras que cultivos como la soja la extraen", apunta un documento de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA)
"Por otro lado, la rotación es buena para controlar las malezas, si se cultivan las mismas especies muy seguido aparecen malezas resistentes y se deben utilizar más agroquímicos y más fuertes para matarlas. Por lo que el problema de precio y rentabilidad se convierte en un desafío para la sustentabilidad de la producción agrícola", alerta.
La fundación mencionada informó que en la actualidad se siembran 5 hectáreas de soja por cada una de maíz, cuando la relación debería estar lo más cerca de la paridad. Paralelamente, por estos días se cultivan la mitad de las hectáreas de trigo que se sembraban hace doce años.
Fernando Vilella, director del departamento de Bieconomía, Políticas Públicas y Prospectiva de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sostuvo que la soja no tuvo responsabilidad alguna en las inundaciones, y expresó que "la política nacional de incentivar sólo ese cultivo ha sido muy mala en términos de sustentabilidad".
"Si no hubiera fuertes intereses económicos en sostener la política restrictiva en el cultivo de cereales, la situación sería mejor. Tenemos el pan más caro de América latina y el valor de la carne en dólares es el más alto de las últimas décadas. Pan y carne, verdadera mesa de los argentinos, se ven fuertemente castigados por las políticas ‘reales', no las declamadas", puntualizó.
"La culpa del predominio de la soja es la política que sólo incentiva este cultivo a efectos de cobrar fuertes retenciones. Es verdaderamente una irresponsabilidad ambiental no de los productores, sino del Gobierno que sólo aspira a juntar dólares como sea. El más perjudicado de este tema es el productor", concluyó.
Soja exclusiva
Con la soja como eje de los cruces en torno al cambio dramático en el equilibrio ambiental, la pregunta respecto de por qué el campo apuesta casi en exclusiva al cultivo del poroto obliga a ahondar en las variables activas que, en simultáneo, desalientan otras alternativas de siembra.
Y la respuesta de los expertos es contundente: el predominio de la soja responde, simplemente, a una cuestión de incentivos económicos. En otras palabras, toda la política agrícola y tributaria está diseñada de tal forma que a todos los jugadores -propietarios de tierra, productores, exportadores y los gobiernos nacional y provincial- les resulta la opción más rentable.
Desde el Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina (SRA) Ernesto Ambrosetti, economista en jefe de la entidad, aportó una mirada al respecto. "La soja es la producción estrella de la Argentina en los últimos años y el Gobierno hace todo lo posible para que no cambie. Critica hacia afuera pero genera todas las condiciones para que el productor no salga de la producción de la oleaginosa", aseguró a iProfesional.
"La soja es el único cultivo sobre el que no pesan autorizaciones de exportación -argumentó Ambrosetti-; para el trigo o el maíz rigen cupos que limitan la venta al exterior. En cambio, la oleaginosa puede exportarse en la cantidad que se desee. ¿Por qué? Bueno, el 35% de lo que se produce queda para el Estado".
Según el experto de la Sociedad Rural, ese mismo Estado suma, a través de los distintos impuestos, una participación de la renta agrícola del 85 por ciento.
Organizaciones como la FADA estiman un porcentaje similar y destacan que es la misma presión impositiva la que complica al girasol o al trigo.
Un documento de esta institución, al que accedió iProfesional, destaca: "Si se toma como ejemplo la soja, se puede ver que hoy vale el 55% de lo que valía en septiembre de 2012, es decir, casi la mitad que hace tres años. Esto provoca que la renta que genera una hectárea se reduzca y la participación del Estado crezca, ya que el derecho de exportación, el tributo más importante, actúa sobre el valor bruto, es decir, no tiene en cuenta los costos para producir, comercializar, transportar y administrar la producción".
La organización precisa que "los costos de intervención, principal consecuencia de las restricciones a la exportación aplicadas por el gobierno Nacional (ROE), generan importantes efectos negativos en los mercados de trigo y maíz".
Renta querida
"Para hacerlo gráfico, en el caso de la soja las retenciones por exportación implican que de cada 10 camiones que despacha un productor, unos 3,5 quedan para el Estado nacional. Y esto, sin importar si al productor le costó más generar ese grano. La ganancia que queda para las arcas después se reparte de un modo que nadie quiere quedar fuera de la soja", sostuvo Ambrosetti.
En ese sentido, el economista especificó que "las retenciones van a parar a un fondo del cual el 33% va a parar a las provincias. De ese monto, las provincias giran un 33% a los municipios. O sea que hoy, por citar algunos casos, San Isidro, Quilmes o Lomas de Zamora conforman sus presupuestos o funcionan a base de lo que genera la soja".
"Si bien sobre el trigo pesan retenciones del 23%, para el maíz rige el 20% y al girasol le corresponde el 32%, la traba a la exportación y la necesidad de contar con autorizaciones para vender, hace que se produzcan cada vez menos. Hasta el azúcar tiene restricciones. Todo eso es lo que explica el crecimiento constante de la soja. Ha sido una política adrede", dijo.
Héctor Huergo, ex director del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), también remarcó que "la soja le resulta más provechosa al Gobierno", aunque destacó que en las mejores zonas "la rentabilidad es mínima" para los productores por la carga impositiva y los costos de fletes.
"Si se siembra es a costa de amortizaciones y de capital suelo", comentó a iProfesional.
Así de paradójica es la política argentina: el Gobierno que ha cimentado su ingreso tributario en la soja, es el primero en apuntar su dedo acusador contra el "yuyito" ni bien aparece un problema ambiental.
En todo caso, lo que deja en claro la trágica repetición de inundaciones es que el monocultivo y el impacto ambiental de las políticas agrícolas deberán ocupar un lugar central en la agenda pública del próximo gobierno.
Sin embargo, son los propios defensores del modelo de siembra vigente quienes anticipan que la situación ambiental se volverá progresivamente más dramática por esta apuesta a la "sojización".
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La soja inunda
“El avance de la soja sobre los humedales es un peligro”
Fecha de Publicación: 19/08/2015
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Buenos Aires - Nacional
Sólo en el Delta del Paraná hay 270 emprendimientos urbanos, cientos de endicamientos para proteger los campos de soja, humedales disecados y una explosión ganadera en las islas. Las razones que hacen que las lluvias desborden los arroyos y no tengan contención en los terrenos.
Doscientos setenta emprendimientos urbanísticos sobre los humedales del Delta del Paraná, una producción ganadera que en las islas pasó de 160 mil cabezas a cerca de dos millones en diez años y el avance de la frontera agropecuaria con la soja transgénica y el glifosato como banderas, son algunas de las causas que no sólo provocan las inundaciones sino que ponen en peligro el abastecimiento de agua potable en el área de influencia. “La expansión del cultivo de soja sobre los humedales es muy peligrosa, porque ese cultivo, sobre los humedales, requiere de una carga mucho mayor de glifosato y esto implica una muy peligrosa contaminación del agua que en calidad y cantidad abastece a unos 14 millones de personas” en una región que incluye a las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires.
Las advertencias surgen de una entrevista realizada por Página/12 con Rubén Quintana, presidente de la Fundación Humedales e investigador del Conicet en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín, y con la especialista en Comunicaciones de la Fundación, Marta Andelman. Ambos reclamaron el pronto tratamiento, en el Congreso Nacional, de un proyecto de ley de protección de los humedales que duerme el sueño de los justos desde fines de 2013, cuando obtuvo el visto bueno de una comisión de la Cámara de Senadores (ver aparte).
Quintana comenzó su carrera científica con la doctora Inés Malvárez, a quien considera “la persona que hizo la introducción del tema de los humedales en Argentina”. Recuerda que ella formó un grupo de trabajo que se especializó en el tema y que fue creado a fines de los ochenta. El grupo se especializó en analizar la situación existente en el delta del río Paraná y su área de influencia.
Como paso previo al análisis sobre la situación en Argentina, dice que con los humedales “hay problemas a nivel mundial” y cita una nota publicada en forma reciente por The Washington Post referida a “la vulnerabilidad que tienen los deltas en el mundo, porque todos están en riesgo por actividades humanas y por el cambio climático”. Quintana habla de una “visión histórica negativa de los humedales que ha llevado a la degradación y a la pérdida de humedales”.
Para cuantificar el problema, menciona el informe surgido de una reunión que se hizo en junio en Uruguay con participación de los países que forman parte de la Convención Ransar, que analiza la evolución de los humedales a nivel mundial. “Hace unos años se decía que en el siglo XX, a nivel mundial, se había perdido el 50 por ciento de la superficie de humedales; ahora se está hablando de entre un 65 y un 71 por ciento.”
Recalca que el panorama es en extremo paradójico porque, también a nivel mundial, “se ha reconocido que los humedales están entre los ecosistemas que más servicios y bienes brindan a la sociedad, de manera que debería frenarse en forma urgente su degradación”. Esos bienes son “fundamentalmente la provisión de agua para los seres humanos y en el caso de los humedales fluviales nuestros, como amortiguadores de inundaciones, algo que tiene mucha relación con lo que está pasando en estos días”. También tienen “otras funciones, de protección de costas, de purificación de agua, para pesquería y protección de otros tipos de fauna y forrajes para ganadería, y un montón de servicios muy importantes”.
Quintana señala que los humedales “siempre han tenido mala prensa” porque se los menciona como “sitios improductivos o para la producción de plagas, como los mosquitos, de manera que eso llevó a que muchos humedales hayan sido transformados muy tempranamente, incluso desde la época de los romanos, de manera que no es nada nuevo”. En décadas recientes, esa transformación se ha producido “muy aceleradamente, por avance de la frontera agrícola, por ganadería, por las urbanizaciones”.
En el caso de la Argentina, recuerda que en el Delta del Paraná “siempre hubo ganadería, pero una ganadería de isla: las vacas entraban en épocas de aguas bajas y salían en época de aguas altas, con una carga muy baja, pero a partir de la expansión de la frontera agrícola, en especial el monocultivo de soja, se produjo la expulsión de la ganadería de las tierras de pastoreo que tenía en la región pampeana y se trasladó hacia otras zonas que no eran ganaderas”. Una parte de la ganadería “se fue a la región chaqueña y otra a los humedales fluviales del Paraná y otros ríos”. Esto hizo que la zona del Delta “pasara de una carga de 160.000 cabezas que se censaron en 1997 a una carga de un millón y medio, o incluso dos millones de cabezas, en 2007, con el agravante que es una ganadería permanente, no la que entraba y salía, propiciada por un período de ocho años de aguas bajas que hizo creer que el Delta no se inundaba nunca más”. Eso trajo la construcción de “obras asociadas a esa nueva actividad, como terraplenes, la formación de loteos, parcelas que antes no existían en las islas y la instalación de boyeros (cercos) eléctricos”.
Las grandes empresas crearon “diques tanto para el cultivo como para el ganado”. Marta Andelman interviene para explicar que “el endicamiento en el Delta del Paraná ocupa hoy unas 250 mil hectáreas que representan el 14 por ciento” del total. Esto está concentrado “para peor” en el Bajo Delta y en forma particular en el departamento entrerriano de Islas del Ibicuy. Un relevamiento hecho por la Universidad de San Martín y la Fundación Humedales reveló que el endicamiento creció un 10 por ciento entre 2010 y 2013 “lo que significa un crecimiento muy alto”, a la vez que se estima que las cifras deben haber crecido desde 2013 en adelante. “A eso suma la existencia de 5100 kilómetros de terraplenes” levantados por esas mismas grandes empresas.
Otro de los aspectos negativos, muy señalado en los últimos días, es el de los emprendimientos inmobiliarios, instalados sobre todo en Tigre, Escobar e Ingeniero Maschwitz. La presencia de countries en la zona del Delta “es todavía baja, pero está creciendo, sobre todo porque el valor de las tierras es bajo, comparado con el entorno, de manera que es un buen negocio” para las inmobiliarias.
Andelman, citando el relevamiento de 2010, detalla que en ese año había “270 urbanizaciones que ocupaban entre 2000 y 10.000 hectáreas; el 90 por ciento estaban situadas en la cuenca del río Luján, en el valle de inundación, y el diez por ciento en la zona de Paranacito”, en Entre Ríos. En esa ciudad entrerriana, que ha tenido gravísimas inundaciones en el pasado reciente, se han construido barrios privados sobre los arroyos Sagastume y Martínez.
Los entrevistados señalaron que, además del incremento de emprendimientos inmobiliarios, se observa en el Delta “un avance de los cultivos de soja y de trigo”. Al mismo tiempo, justo enfrente de Villa Constitución, en Santa Fe, la empresa holandesa Bema Agri, levantó diques sobre los humedales para proteger sus plantaciones de soja transgénica. “La inundación de 2010 los obligó a romper los terraplenes para que el agua corriera y no les destruyera el endicamiento, pero luego los iban a volver a construir porque, con el precio que tenía la soja en ese momento, la inversión era muy fácil de asumir para ellos.” La empresa extranjera fue denunciada y sancionada, pero sigue firme en el mismo lugar.
Quintana advierte que lo que puede presumirse es “la expansión del cultivo de soja” sobre los humedales y Andelman subraya que eso es “muy, muy peligroso, porque el cultivo de soja sobre humedales requiere de una carga mucho mayor de glifosato y esto implica una contaminación del agua, lo que es muy grave porque uno de los servicios que nos dan los humedales es proveernos de agua pura en calidad y en cantidad”. En estos momentos, el Delta del Paraná “provee de agua a unas 14 millones de personas en su área de influencia”. Andelman advierte que “el avance de la soja sobre los humedales es un peligro muy grande para la población”.
Quintana completa diciendo que “cuando se endica un área para hacer cultivo de lo que sea, se corta toda la entrada de materia orgánica y de nutrientes que le dan fertilidad, y a la larga esos suelos se van empobreciendo”. Agrega que la región “hace 4500 años era un gran golfo marino, lo que hace que las sales marinas estén muy cerca de la superficie, lo que puede llevar a la salinización del suelo; todo demuestra que puede haber efectos dañinos para la propia producción”.
Concluye que “lo que hacemos es dar un panorama de lo que ocurre en el Delta del Paraná, pero hay que tener en cuenta que otros humedales, en otras regiones del país, están pasando por la misma situación”. Andelman subraya que “como consecuencia de esta tendencia, con los movimientos de tierra, con los agroquímicos, muchas comunidades que vivían de las producciones familiares han perdido su modo de vida y de producción, desde los apicultores hasta los que vivían de la pesca o de la agricultura, hoy han perdido su medio de vida”.
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Fecha de Publicación: 19/08/2015
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Buenos Aires - Nacional
Sólo en el Delta del Paraná hay 270 emprendimientos urbanos, cientos de endicamientos para proteger los campos de soja, humedales disecados y una explosión ganadera en las islas. Las razones que hacen que las lluvias desborden los arroyos y no tengan contención en los terrenos.
Doscientos setenta emprendimientos urbanísticos sobre los humedales del Delta del Paraná, una producción ganadera que en las islas pasó de 160 mil cabezas a cerca de dos millones en diez años y el avance de la frontera agropecuaria con la soja transgénica y el glifosato como banderas, son algunas de las causas que no sólo provocan las inundaciones sino que ponen en peligro el abastecimiento de agua potable en el área de influencia. “La expansión del cultivo de soja sobre los humedales es muy peligrosa, porque ese cultivo, sobre los humedales, requiere de una carga mucho mayor de glifosato y esto implica una muy peligrosa contaminación del agua que en calidad y cantidad abastece a unos 14 millones de personas” en una región que incluye a las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Buenos Aires.
Las advertencias surgen de una entrevista realizada por Página/12 con Rubén Quintana, presidente de la Fundación Humedales e investigador del Conicet en el Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad de San Martín, y con la especialista en Comunicaciones de la Fundación, Marta Andelman. Ambos reclamaron el pronto tratamiento, en el Congreso Nacional, de un proyecto de ley de protección de los humedales que duerme el sueño de los justos desde fines de 2013, cuando obtuvo el visto bueno de una comisión de la Cámara de Senadores (ver aparte).
Quintana comenzó su carrera científica con la doctora Inés Malvárez, a quien considera “la persona que hizo la introducción del tema de los humedales en Argentina”. Recuerda que ella formó un grupo de trabajo que se especializó en el tema y que fue creado a fines de los ochenta. El grupo se especializó en analizar la situación existente en el delta del río Paraná y su área de influencia.
Como paso previo al análisis sobre la situación en Argentina, dice que con los humedales “hay problemas a nivel mundial” y cita una nota publicada en forma reciente por The Washington Post referida a “la vulnerabilidad que tienen los deltas en el mundo, porque todos están en riesgo por actividades humanas y por el cambio climático”. Quintana habla de una “visión histórica negativa de los humedales que ha llevado a la degradación y a la pérdida de humedales”.
Para cuantificar el problema, menciona el informe surgido de una reunión que se hizo en junio en Uruguay con participación de los países que forman parte de la Convención Ransar, que analiza la evolución de los humedales a nivel mundial. “Hace unos años se decía que en el siglo XX, a nivel mundial, se había perdido el 50 por ciento de la superficie de humedales; ahora se está hablando de entre un 65 y un 71 por ciento.”
Recalca que el panorama es en extremo paradójico porque, también a nivel mundial, “se ha reconocido que los humedales están entre los ecosistemas que más servicios y bienes brindan a la sociedad, de manera que debería frenarse en forma urgente su degradación”. Esos bienes son “fundamentalmente la provisión de agua para los seres humanos y en el caso de los humedales fluviales nuestros, como amortiguadores de inundaciones, algo que tiene mucha relación con lo que está pasando en estos días”. También tienen “otras funciones, de protección de costas, de purificación de agua, para pesquería y protección de otros tipos de fauna y forrajes para ganadería, y un montón de servicios muy importantes”.
Quintana señala que los humedales “siempre han tenido mala prensa” porque se los menciona como “sitios improductivos o para la producción de plagas, como los mosquitos, de manera que eso llevó a que muchos humedales hayan sido transformados muy tempranamente, incluso desde la época de los romanos, de manera que no es nada nuevo”. En décadas recientes, esa transformación se ha producido “muy aceleradamente, por avance de la frontera agrícola, por ganadería, por las urbanizaciones”.
En el caso de la Argentina, recuerda que en el Delta del Paraná “siempre hubo ganadería, pero una ganadería de isla: las vacas entraban en épocas de aguas bajas y salían en época de aguas altas, con una carga muy baja, pero a partir de la expansión de la frontera agrícola, en especial el monocultivo de soja, se produjo la expulsión de la ganadería de las tierras de pastoreo que tenía en la región pampeana y se trasladó hacia otras zonas que no eran ganaderas”. Una parte de la ganadería “se fue a la región chaqueña y otra a los humedales fluviales del Paraná y otros ríos”. Esto hizo que la zona del Delta “pasara de una carga de 160.000 cabezas que se censaron en 1997 a una carga de un millón y medio, o incluso dos millones de cabezas, en 2007, con el agravante que es una ganadería permanente, no la que entraba y salía, propiciada por un período de ocho años de aguas bajas que hizo creer que el Delta no se inundaba nunca más”. Eso trajo la construcción de “obras asociadas a esa nueva actividad, como terraplenes, la formación de loteos, parcelas que antes no existían en las islas y la instalación de boyeros (cercos) eléctricos”.
Las grandes empresas crearon “diques tanto para el cultivo como para el ganado”. Marta Andelman interviene para explicar que “el endicamiento en el Delta del Paraná ocupa hoy unas 250 mil hectáreas que representan el 14 por ciento” del total. Esto está concentrado “para peor” en el Bajo Delta y en forma particular en el departamento entrerriano de Islas del Ibicuy. Un relevamiento hecho por la Universidad de San Martín y la Fundación Humedales reveló que el endicamiento creció un 10 por ciento entre 2010 y 2013 “lo que significa un crecimiento muy alto”, a la vez que se estima que las cifras deben haber crecido desde 2013 en adelante. “A eso suma la existencia de 5100 kilómetros de terraplenes” levantados por esas mismas grandes empresas.
Otro de los aspectos negativos, muy señalado en los últimos días, es el de los emprendimientos inmobiliarios, instalados sobre todo en Tigre, Escobar e Ingeniero Maschwitz. La presencia de countries en la zona del Delta “es todavía baja, pero está creciendo, sobre todo porque el valor de las tierras es bajo, comparado con el entorno, de manera que es un buen negocio” para las inmobiliarias.
Andelman, citando el relevamiento de 2010, detalla que en ese año había “270 urbanizaciones que ocupaban entre 2000 y 10.000 hectáreas; el 90 por ciento estaban situadas en la cuenca del río Luján, en el valle de inundación, y el diez por ciento en la zona de Paranacito”, en Entre Ríos. En esa ciudad entrerriana, que ha tenido gravísimas inundaciones en el pasado reciente, se han construido barrios privados sobre los arroyos Sagastume y Martínez.
Los entrevistados señalaron que, además del incremento de emprendimientos inmobiliarios, se observa en el Delta “un avance de los cultivos de soja y de trigo”. Al mismo tiempo, justo enfrente de Villa Constitución, en Santa Fe, la empresa holandesa Bema Agri, levantó diques sobre los humedales para proteger sus plantaciones de soja transgénica. “La inundación de 2010 los obligó a romper los terraplenes para que el agua corriera y no les destruyera el endicamiento, pero luego los iban a volver a construir porque, con el precio que tenía la soja en ese momento, la inversión era muy fácil de asumir para ellos.” La empresa extranjera fue denunciada y sancionada, pero sigue firme en el mismo lugar.
Quintana advierte que lo que puede presumirse es “la expansión del cultivo de soja” sobre los humedales y Andelman subraya que eso es “muy, muy peligroso, porque el cultivo de soja sobre humedales requiere de una carga mucho mayor de glifosato y esto implica una contaminación del agua, lo que es muy grave porque uno de los servicios que nos dan los humedales es proveernos de agua pura en calidad y en cantidad”. En estos momentos, el Delta del Paraná “provee de agua a unas 14 millones de personas en su área de influencia”. Andelman advierte que “el avance de la soja sobre los humedales es un peligro muy grande para la población”.
Quintana completa diciendo que “cuando se endica un área para hacer cultivo de lo que sea, se corta toda la entrada de materia orgánica y de nutrientes que le dan fertilidad, y a la larga esos suelos se van empobreciendo”. Agrega que la región “hace 4500 años era un gran golfo marino, lo que hace que las sales marinas estén muy cerca de la superficie, lo que puede llevar a la salinización del suelo; todo demuestra que puede haber efectos dañinos para la propia producción”.
Concluye que “lo que hacemos es dar un panorama de lo que ocurre en el Delta del Paraná, pero hay que tener en cuenta que otros humedales, en otras regiones del país, están pasando por la misma situación”. Andelman subraya que “como consecuencia de esta tendencia, con los movimientos de tierra, con los agroquímicos, muchas comunidades que vivían de las producciones familiares han perdido su modo de vida y de producción, desde los apicultores hasta los que vivían de la pesca o de la agricultura, hoy han perdido su medio de vida”.
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Francisco contra la soja a base de deforestación
El Papa lamenta la destrucción de bosques para sembrar soja
Fecha de Publicación: 10/08/2015
Fuente: Reuters
Provincia/Región: Nacional
El papa Francisco criticó la destrucción de bosques con el objetivo de plantar soja en una entrevista con una radio argentina el sábado, reforzando su mensaje de que el medio ambiente debe tener prioridad sobre la ganancia financiera.
"Me duele en el alma cuando hay deforestaciones para plantar soja", dijo el Papa en una entrevista con dos sacerdotes en la Radio Virgen del Carmen en Campo Gallo, una diminuta emisora parroquial en la empobrecida provincia de Santiago del Estero, en el norte de su Argentina natal.
"Pasarán miles de años para recuperar eso. Cuiden el bosque, cuiden el agua", agregó.
Argentina es el principal proveedor mundial de harina y aceite de soja, y la oleaginosa ahora se cultiva en gran parte del territorio que antes estaba destinado a estancias ganaderas.
La soja se usa en alimentos de animales y productos alimenticios. China es su principal importadora.
En el vecino Brasil, también un importante proveedor de soja, los ecologistas dicen que su cultivo ha llevado a la destrucción de la selva tropical.
El titular de la Iglesia Católica de 1.200 millones de seguidores ha generado controversia al involucrarse en debates sobre el medio ambiente y condenar la especulación sobre las materias primas alimenticias.
Francisco visitó Sudamérica el mes pasado y dio apasionados discursos en los que criticó el capitalismo, defendió los derechos de los pobres y advirtió de un riesgo irreversible para el planeta.
En una encíclica dedicada al medio ambiente en junio, Francisco, el primer Papa procedente de un país en vías de desarrollo, abogó por un cambio de estilo de vida en las naciones ricas y demandó acciones rápidas para salvar el planeta de la ruina medioambiental.
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Fecha de Publicación: 10/08/2015
Fuente: Reuters
Provincia/Región: Nacional
El papa Francisco criticó la destrucción de bosques con el objetivo de plantar soja en una entrevista con una radio argentina el sábado, reforzando su mensaje de que el medio ambiente debe tener prioridad sobre la ganancia financiera.
"Me duele en el alma cuando hay deforestaciones para plantar soja", dijo el Papa en una entrevista con dos sacerdotes en la Radio Virgen del Carmen en Campo Gallo, una diminuta emisora parroquial en la empobrecida provincia de Santiago del Estero, en el norte de su Argentina natal.
"Pasarán miles de años para recuperar eso. Cuiden el bosque, cuiden el agua", agregó.
Argentina es el principal proveedor mundial de harina y aceite de soja, y la oleaginosa ahora se cultiva en gran parte del territorio que antes estaba destinado a estancias ganaderas.
La soja se usa en alimentos de animales y productos alimenticios. China es su principal importadora.
En el vecino Brasil, también un importante proveedor de soja, los ecologistas dicen que su cultivo ha llevado a la destrucción de la selva tropical.
El titular de la Iglesia Católica de 1.200 millones de seguidores ha generado controversia al involucrarse en debates sobre el medio ambiente y condenar la especulación sobre las materias primas alimenticias.
Francisco visitó Sudamérica el mes pasado y dio apasionados discursos en los que criticó el capitalismo, defendió los derechos de los pobres y advirtió de un riesgo irreversible para el planeta.
En una encíclica dedicada al medio ambiente en junio, Francisco, el primer Papa procedente de un país en vías de desarrollo, abogó por un cambio de estilo de vida en las naciones ricas y demandó acciones rápidas para salvar el planeta de la ruina medioambiental.
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Tucumán: admiten responsabilidad en el desmonte
El gobierno tucumano admite que los desmontes son la principal causa de las inundaciones
Fecha de Publicación: 08/03/2015
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Tucumán
Cientos de familias permanecen aisladas por el agua en el sudoeste provincial y las lluvias no cesan; las 3000 hectáreas desmontadas para destinarlas a soja, entre las más perjudicadas por el temporal
Mientras que cientos de familias permanecen aisladas por el agua en el sudeste provincial y las lluvias no dan tregua, desde el Gobierno admitieron hoy que los desmontes son los principales causantes de las inundaciones.
"No hay dudas de que llovió de manera extraordinaria, pero creo que los desmontes son responsables en un 70% de las inundaciones en Tucumán, y me hago cargo de lo que afirmo", sentenció el titular de la Dirección Provincial del Agua (DPA), Juan Sirimaldi.
El funcionario comentó que en los últimos días realizó una recorrida por el departamento de Juan Bautista Alberdi, uno de los más afectados por las inundaciones, donde en los últimos años se desmontaron unas 3000 hectáreas para destinarlas al cultivo de soja. "Si hubiera monte en la zona, estas inundaciones no habrían ocurrido", argumentó.
EL delegado comunal de La Madrid, Dardo Herrera, coincidió con el diagnóstico y aseguró que pudo comprobar la situación luego de sobrevolar ese sector de la provincia junto al director de Defensa Civil, Fernando Torres
"Sobrevolamos desde el dique Escaba, donde nace el río Marapa, hasta pasar La Madrid, y es evidente el desmonte", dijo Herrera. Agregó que también pudieron observar como el cauce de ese río era desviado hacia la finca de un legislador que vive en la ciudad de Concepción, en el sur tucumano.
Sirimaldi advirtió que "el estado de situación es calamitoso" en la zona de La Madrid, donde los ríos Chico y Marapa se desbordaron, inundando un área poblada, lo que obligó la evacuación de un centenar de personas. Sirimaldi reconoció que "es muy poco lo que se puede hacer para mejorar la situación, porque las máquinas no pueden trabajar en los cauces de los ríos, que están muy crecidos y hay que esperar que desciendan".
Obras insuficientes
El titular de la DPA aconsejó a quienes a la vera de los ríos que "tengan mucho cuidado, porque hace mucho que no se veía una crecida de semejante magnitud".
Sirimaldi admitió que la situación podría empeorar si se mantienen las lluvias. "Los tres diques que tiene la provincia (El Cadillal, Escaba y La Angostura) están totalmente llenos, aumentaron sus caudales los ríos y los suelos están totalmente saturados. Y todavía tenemos un mes lluvioso por delante, como marzo", argumentó.
El funcionario aseguró que se realizaron obras, pero que no alcanzaron para evitar las inundaciones frente a las incesantes lluvias y la falta de contención natural por los desmontes. "En el río chico, se hizo una gran obra, con terraplenes de 3 metros de altura, pero el agua les pasó por encima, mientras que en Los Sarmientos se construyó una barranca de 7 metros que fue sobrepasada en 1,5 metro por el nivel del agua. No hay cómo parar eso", graficó.
Hoy amaneció lloviendo en gran parte de Tucumán y el pronóstico del tiempo para el fin de semana no es para nada alentador. Según el Servicio Meteorológico Nacional, mañana y el domingo se producirán tormentas y chaparrones hacia la tarde y la noche.
Personas allegadas a Alperovich tuvieron vía libre para desmontar y dejar medio Tucumán bajo el agua
Fecha de Publicación: 08/03/2015
Fuente: Contexto
Provincia/Región: Tucumán
Con un guiño del poder político, los desmontes de tierras avanzaron sin pausa en Tucumán durante la última década.
El resultado está ahora a la vista, al final de 12 años de gestión del gobernador José Alperovich.
Son muchos los casos de personas vinculadas con el Zar que fueron acusadas de desmontes ilegales.
El cacique Rolando Fregenal Yampa, por ejemplo, hizo graves imputaciones al legislador kichnerista José Conte, quien desde hace años realiza desmontes ilegales a gran escala en la zona de Arcadia, en el sur provincial, con el inocultable respaldo del poder.
A partir de una denuncia de desmonte que llegó a ComAmbiental desde La Cocha, provincia de Tucumán, surgió el trabajo conjunto con un periodista del medio Primera Fuente, perteneciente a la Asociación de Prensa. La finca cuestionada pertenecía a Antonio Jalil, que fue un alto funcionario de Alperovich.
Oficialmente, la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos comprobó que 60 hectáreas de bosques nativos habían desaparecido. El responsable fue el propietario de esas tierras, Antonio Jalil, ex secretario General de la Gobernación de Alperovich.
Flora y Fauna permitió a Jalil afectar 40 hectáreas para un proyecto agrícola. Por el desmonte de las 20 hectáreas excedentes se le aplicó una multa económica que le permitió explotar la totalidad de la superficie arrasada.
“Antes de la sanción de la Ley de Bosques a los productores les convenía pagar las multas y disponer de las tierras que irregularmente desmontaron. Ahora, con la nueva normativa, no sólo deben pagar por el daño sino que están obligados a reforestar”, explicó Daniel Manso, titular de la mencionada repartición.
“El permiso otorgado a Jalil para desmontar esa zona se otorgó antes de la Ley de Bosques y cuando aún yo no estaba en el cargo. Hoy eso no podría hacerse ya que la zona en cuestión se halla dentro de la categoría amarilla o roja. Sólo se conceden autorizaciones para áreas verdes”, explicó Manso.
Otro caso se dio en la misma zona de Los Pizarro, en un sitio conocido como El Nogal donde se tiraron abajo 40 hectáreas ricas en especies arbóreas como ceviles, pacarás, lapachos y palos lanzas. Hasta hora, se intenta determinar quién fue el responsable de esta tala. Según Manso, el hecho se produjo en un campo que ya no pertenecería a Jalil, ahora en manos de una firma cuyo nombre no pudo ser precisado. Desde esta firma aseguran que se hicieron cargo del predio una vez consumado el desmonte. Jalil afirma lo contrario.
“Los desmontes por aquí se vienen repitiendo hace bastante tiempo. Años atrás sufrimos fuertes inundaciones porque el agua y el barro que bajan de la montaña ya no encuentran la contención de los árboles. No entiendo cómo se permitió que arrasen una zona pedemontana”, se quejó Rossana Romero, vecina de La Cocha.
“Para dar un permiso de desmonte debió hacerse un estudio de impacto ambiental tal como lo marcan las normas. Me pregunto qué criterios usó Flora y Fauna para permitir que se quiten árboles de ese lugar. Es inevitable pensar en la cercanía de Jalil con el gobernador José Alperovich. Causaron un daño irreparable.” disparó Romero.
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Fecha de Publicación: 08/03/2015
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Tucumán
Cientos de familias permanecen aisladas por el agua en el sudoeste provincial y las lluvias no cesan; las 3000 hectáreas desmontadas para destinarlas a soja, entre las más perjudicadas por el temporal
Mientras que cientos de familias permanecen aisladas por el agua en el sudeste provincial y las lluvias no dan tregua, desde el Gobierno admitieron hoy que los desmontes son los principales causantes de las inundaciones.
"No hay dudas de que llovió de manera extraordinaria, pero creo que los desmontes son responsables en un 70% de las inundaciones en Tucumán, y me hago cargo de lo que afirmo", sentenció el titular de la Dirección Provincial del Agua (DPA), Juan Sirimaldi.
El funcionario comentó que en los últimos días realizó una recorrida por el departamento de Juan Bautista Alberdi, uno de los más afectados por las inundaciones, donde en los últimos años se desmontaron unas 3000 hectáreas para destinarlas al cultivo de soja. "Si hubiera monte en la zona, estas inundaciones no habrían ocurrido", argumentó.
EL delegado comunal de La Madrid, Dardo Herrera, coincidió con el diagnóstico y aseguró que pudo comprobar la situación luego de sobrevolar ese sector de la provincia junto al director de Defensa Civil, Fernando Torres
"Sobrevolamos desde el dique Escaba, donde nace el río Marapa, hasta pasar La Madrid, y es evidente el desmonte", dijo Herrera. Agregó que también pudieron observar como el cauce de ese río era desviado hacia la finca de un legislador que vive en la ciudad de Concepción, en el sur tucumano.
Sirimaldi advirtió que "el estado de situación es calamitoso" en la zona de La Madrid, donde los ríos Chico y Marapa se desbordaron, inundando un área poblada, lo que obligó la evacuación de un centenar de personas. Sirimaldi reconoció que "es muy poco lo que se puede hacer para mejorar la situación, porque las máquinas no pueden trabajar en los cauces de los ríos, que están muy crecidos y hay que esperar que desciendan".
Obras insuficientes
El titular de la DPA aconsejó a quienes a la vera de los ríos que "tengan mucho cuidado, porque hace mucho que no se veía una crecida de semejante magnitud".
Sirimaldi admitió que la situación podría empeorar si se mantienen las lluvias. "Los tres diques que tiene la provincia (El Cadillal, Escaba y La Angostura) están totalmente llenos, aumentaron sus caudales los ríos y los suelos están totalmente saturados. Y todavía tenemos un mes lluvioso por delante, como marzo", argumentó.
El funcionario aseguró que se realizaron obras, pero que no alcanzaron para evitar las inundaciones frente a las incesantes lluvias y la falta de contención natural por los desmontes. "En el río chico, se hizo una gran obra, con terraplenes de 3 metros de altura, pero el agua les pasó por encima, mientras que en Los Sarmientos se construyó una barranca de 7 metros que fue sobrepasada en 1,5 metro por el nivel del agua. No hay cómo parar eso", graficó.
Hoy amaneció lloviendo en gran parte de Tucumán y el pronóstico del tiempo para el fin de semana no es para nada alentador. Según el Servicio Meteorológico Nacional, mañana y el domingo se producirán tormentas y chaparrones hacia la tarde y la noche.
Personas allegadas a Alperovich tuvieron vía libre para desmontar y dejar medio Tucumán bajo el agua
Fecha de Publicación: 08/03/2015
Fuente: Contexto
Provincia/Región: Tucumán
Con un guiño del poder político, los desmontes de tierras avanzaron sin pausa en Tucumán durante la última década.
El resultado está ahora a la vista, al final de 12 años de gestión del gobernador José Alperovich.
Son muchos los casos de personas vinculadas con el Zar que fueron acusadas de desmontes ilegales.
El cacique Rolando Fregenal Yampa, por ejemplo, hizo graves imputaciones al legislador kichnerista José Conte, quien desde hace años realiza desmontes ilegales a gran escala en la zona de Arcadia, en el sur provincial, con el inocultable respaldo del poder.
A partir de una denuncia de desmonte que llegó a ComAmbiental desde La Cocha, provincia de Tucumán, surgió el trabajo conjunto con un periodista del medio Primera Fuente, perteneciente a la Asociación de Prensa. La finca cuestionada pertenecía a Antonio Jalil, que fue un alto funcionario de Alperovich.
Oficialmente, la Dirección de Flora, Fauna Silvestre y Suelos comprobó que 60 hectáreas de bosques nativos habían desaparecido. El responsable fue el propietario de esas tierras, Antonio Jalil, ex secretario General de la Gobernación de Alperovich.
Flora y Fauna permitió a Jalil afectar 40 hectáreas para un proyecto agrícola. Por el desmonte de las 20 hectáreas excedentes se le aplicó una multa económica que le permitió explotar la totalidad de la superficie arrasada.
“Antes de la sanción de la Ley de Bosques a los productores les convenía pagar las multas y disponer de las tierras que irregularmente desmontaron. Ahora, con la nueva normativa, no sólo deben pagar por el daño sino que están obligados a reforestar”, explicó Daniel Manso, titular de la mencionada repartición.
“El permiso otorgado a Jalil para desmontar esa zona se otorgó antes de la Ley de Bosques y cuando aún yo no estaba en el cargo. Hoy eso no podría hacerse ya que la zona en cuestión se halla dentro de la categoría amarilla o roja. Sólo se conceden autorizaciones para áreas verdes”, explicó Manso.
Otro caso se dio en la misma zona de Los Pizarro, en un sitio conocido como El Nogal donde se tiraron abajo 40 hectáreas ricas en especies arbóreas como ceviles, pacarás, lapachos y palos lanzas. Hasta hora, se intenta determinar quién fue el responsable de esta tala. Según Manso, el hecho se produjo en un campo que ya no pertenecería a Jalil, ahora en manos de una firma cuyo nombre no pudo ser precisado. Desde esta firma aseguran que se hicieron cargo del predio una vez consumado el desmonte. Jalil afirma lo contrario.
“Los desmontes por aquí se vienen repitiendo hace bastante tiempo. Años atrás sufrimos fuertes inundaciones porque el agua y el barro que bajan de la montaña ya no encuentran la contención de los árboles. No entiendo cómo se permitió que arrasen una zona pedemontana”, se quejó Rossana Romero, vecina de La Cocha.
“Para dar un permiso de desmonte debió hacerse un estudio de impacto ambiental tal como lo marcan las normas. Me pregunto qué criterios usó Flora y Fauna para permitir que se quiten árboles de ese lugar. Es inevitable pensar en la cercanía de Jalil con el gobernador José Alperovich. Causaron un daño irreparable.” disparó Romero.
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La soja avanza al rítmo del desmonte
Los desmontes de la soja
Fecha de Publicación: 15/01/2015
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional
Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco concentran el 80 por ciento de las hectáreas arrasadas. En Salta, comunidades wichís reclamaron al gobernador Urtubey un freno al desmonte, pero no obtuvieron respuesta. Críticas de la Universidad de Salta.
En Argentina se produce el 4,3 por ciento del desmonte mundial y se arrasa una hectárea cada dos minutos. Salta es una de las principales provincias en las que el modelo agropecuario avanza sobre el monte nativo. “El bosque es nuestra vida. Sin él no somos nadie”, reclamaron comunidades wichí mediante una carta abierta al gobernador, Juan Manuel Urtubey. La Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Salta (UNSA) alertó sobre la “extinción” de los pueblos originarios y definió la grave situación diciendo que “bien podría calificarse como genocidio”.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés), donde participan más de 300 científicos de todo el mundo, alertó en marzo pasado que el 4,3 por ciento de la deforestación global ocurre en la Argentina. En el ámbito local, la Secretaría de Ambiente de la Nación publicó en noviembre el informe “Monitoreo de la superficie de bosque nativo de Argentina”. Precisa que entre noviembre de 2007 (cuando se sancionó la Ley de Bosques) hasta fines de 2013 se arrasaron 1,9 millón de hectáreas. Un promedio de una hectáreas cada dos minutos. En cuatro provincias se concentra el 80 por ciento de los desmontes: Santiago del Estero, Salta, Formosa y Chaco.
La primera semana de agosto, las comunidades wichí San José de Cuchuy, Laguna de Cuchuy, Chaguaral y El Duraznillo acamparon y frenaron topadoras en el municipio de Ballivián (departamento salteño de San Martín), para defender el único monte que les quedaba. En septiembre, las mismas comunidades escribieron una carta pública al gobernador, Juan Manuel Urtubey. “El monte nos da comida, es nuestra farmacia a cielo abierto, también es nuestra fuente de trabajo, nos provee el chaguar para nuestras artesanías. Le solicitamos retire los permisos de desmonte que otorgó”, reclamaron y le recordaron la vigencia de la Ley de Bosques (que protege el monte) y la ley 26.160 (que prohíbe los desalojos indígenas y ordena relevar los territorios). No tuvieron respuesta.
La Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Salta reúne a docentes, egresados y estudiantes. Emitió una inusual y dura declaración pública (respaldada por el Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades): “Expresamos nuestra más profunda preocupación por los desmontes autorizados, que constituyen una violación a la Ley de Bosques y a los derechos de los pueblos originarios y familias criollas que habitan esos sectores, poniendo a los mismos en grave riesgo para su supervivencia en un corto plazo”, alerta.
Resalta que para indígenas y campesinos no es sólo bosque, sino que el monte hace a su vida. Los antropólogos de la UNSA precisan las consecuencias en la salud, el hambre, la desnutrición y la contaminación. Y cuestionan a los funcionarios: “Sus acciones no respetan los derechos indígenas reconocidos por la Constitución nacional y demuestra su funcionalidad y lealtad a los intereses de lucro a corto plazo de un puñado de empresarios, cuya codicia no repara en los costos ambientales y humanos”.
La Escuela de Antropología de la Universidad de Salta denuncia la violación de derechos humanos de los pueblos indígenas y destaca que “este accionar (desmontes y desalojos) bien podría calificarse como genocidio, delito de lesa humanidad que no prescribe”.
En Salta se desmontaron, desde 2006, 654.000 hectáreas. El principal motivo es el avance del modelo transgénico. En el 2000, en la provincia existían 210 mil hectáreas con soja. La última campaña aumentó a 600 mil hectáreas. El maíz transgénico pasó de 61 mil hectáreas (en el 2000) a 162 mil (en 2013). Otro factor es el corrimiento de la frontera ganadera, expulsada (también por la soja) de las tierras que ocupaba, avanza sobre tierras campesinas, indígenas, de monte nativo. En el 2000 había en Salta 420 mil cabezas de ganado bovino. En 2010 (última estadística disponible) llegaba a un millón de cabezas. El gobierno de Salta anunció en 2013 que planea cuadruplicar el stock ganadero para 2030. “Este avance sobre los derechos de los pueblos indígenas implica su extinción”, alerta el documento de la Escuela de Antropología.
Catalina Buliubasich, de la Escuela de Antropología y codirectora de la Maestría de Derechos Humanos de la UNSA, destacó la necesidad de puntualizar en el “aspecto humano” del desmonte, evaluó la situación como “muy preocupante” e insistió en que “está en riesgo la supervivencia” de los pueblos originarios. “Soja, desmontes, desalojos, desnutrición, pérdida de cultura e identidad, enfermedades. Es una transformación compulsiva que pone en grave riesgo la vida indígena. No puede haber silencio ante esta situación que urge revertir”, instó Buliubasich.
En noviembre pasado, más de 100 organizaciones sociales y científicos enviaron un documento a la Secretaría de Ambiente de la Nación y al Consejo Federal de Medio Ambiente para que intervengan frente a los desmontes en Salta. El 18 de diciembre, el gobierno salteño derogó dos decretos (de 2010 y 2011) que permitían esquivar la Ley de Bosques y pasar topadoras en territorios protegidos. Según Greenpeace, con esa metodología se habían arrasado 130.000 hectáreas de monte nativo.
La derogación de los decretos fue bien recibida por las organizaciones sociales, académicos y comunidades campesinas e indígenas. Pero el 29 de diciembre volvieron a desmontar. El wichí Jhonatan Félix, de la comunidad Pastor Senillosa, denunció que diez topadoras arrasaron el monte de la finca Cuchuy, uno de los epicentros de conflicto entre empresarios y pueblos originarios.
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Fecha de Publicación: 15/01/2015
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional
Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco concentran el 80 por ciento de las hectáreas arrasadas. En Salta, comunidades wichís reclamaron al gobernador Urtubey un freno al desmonte, pero no obtuvieron respuesta. Críticas de la Universidad de Salta.
En Argentina se produce el 4,3 por ciento del desmonte mundial y se arrasa una hectárea cada dos minutos. Salta es una de las principales provincias en las que el modelo agropecuario avanza sobre el monte nativo. “El bosque es nuestra vida. Sin él no somos nadie”, reclamaron comunidades wichí mediante una carta abierta al gobernador, Juan Manuel Urtubey. La Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Salta (UNSA) alertó sobre la “extinción” de los pueblos originarios y definió la grave situación diciendo que “bien podría calificarse como genocidio”.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés), donde participan más de 300 científicos de todo el mundo, alertó en marzo pasado que el 4,3 por ciento de la deforestación global ocurre en la Argentina. En el ámbito local, la Secretaría de Ambiente de la Nación publicó en noviembre el informe “Monitoreo de la superficie de bosque nativo de Argentina”. Precisa que entre noviembre de 2007 (cuando se sancionó la Ley de Bosques) hasta fines de 2013 se arrasaron 1,9 millón de hectáreas. Un promedio de una hectáreas cada dos minutos. En cuatro provincias se concentra el 80 por ciento de los desmontes: Santiago del Estero, Salta, Formosa y Chaco.
La primera semana de agosto, las comunidades wichí San José de Cuchuy, Laguna de Cuchuy, Chaguaral y El Duraznillo acamparon y frenaron topadoras en el municipio de Ballivián (departamento salteño de San Martín), para defender el único monte que les quedaba. En septiembre, las mismas comunidades escribieron una carta pública al gobernador, Juan Manuel Urtubey. “El monte nos da comida, es nuestra farmacia a cielo abierto, también es nuestra fuente de trabajo, nos provee el chaguar para nuestras artesanías. Le solicitamos retire los permisos de desmonte que otorgó”, reclamaron y le recordaron la vigencia de la Ley de Bosques (que protege el monte) y la ley 26.160 (que prohíbe los desalojos indígenas y ordena relevar los territorios). No tuvieron respuesta.
La Escuela de Antropología de la Universidad Nacional de Salta reúne a docentes, egresados y estudiantes. Emitió una inusual y dura declaración pública (respaldada por el Consejo Directivo de la Facultad de Humanidades): “Expresamos nuestra más profunda preocupación por los desmontes autorizados, que constituyen una violación a la Ley de Bosques y a los derechos de los pueblos originarios y familias criollas que habitan esos sectores, poniendo a los mismos en grave riesgo para su supervivencia en un corto plazo”, alerta.
Resalta que para indígenas y campesinos no es sólo bosque, sino que el monte hace a su vida. Los antropólogos de la UNSA precisan las consecuencias en la salud, el hambre, la desnutrición y la contaminación. Y cuestionan a los funcionarios: “Sus acciones no respetan los derechos indígenas reconocidos por la Constitución nacional y demuestra su funcionalidad y lealtad a los intereses de lucro a corto plazo de un puñado de empresarios, cuya codicia no repara en los costos ambientales y humanos”.
La Escuela de Antropología de la Universidad de Salta denuncia la violación de derechos humanos de los pueblos indígenas y destaca que “este accionar (desmontes y desalojos) bien podría calificarse como genocidio, delito de lesa humanidad que no prescribe”.
En Salta se desmontaron, desde 2006, 654.000 hectáreas. El principal motivo es el avance del modelo transgénico. En el 2000, en la provincia existían 210 mil hectáreas con soja. La última campaña aumentó a 600 mil hectáreas. El maíz transgénico pasó de 61 mil hectáreas (en el 2000) a 162 mil (en 2013). Otro factor es el corrimiento de la frontera ganadera, expulsada (también por la soja) de las tierras que ocupaba, avanza sobre tierras campesinas, indígenas, de monte nativo. En el 2000 había en Salta 420 mil cabezas de ganado bovino. En 2010 (última estadística disponible) llegaba a un millón de cabezas. El gobierno de Salta anunció en 2013 que planea cuadruplicar el stock ganadero para 2030. “Este avance sobre los derechos de los pueblos indígenas implica su extinción”, alerta el documento de la Escuela de Antropología.
Catalina Buliubasich, de la Escuela de Antropología y codirectora de la Maestría de Derechos Humanos de la UNSA, destacó la necesidad de puntualizar en el “aspecto humano” del desmonte, evaluó la situación como “muy preocupante” e insistió en que “está en riesgo la supervivencia” de los pueblos originarios. “Soja, desmontes, desalojos, desnutrición, pérdida de cultura e identidad, enfermedades. Es una transformación compulsiva que pone en grave riesgo la vida indígena. No puede haber silencio ante esta situación que urge revertir”, instó Buliubasich.
En noviembre pasado, más de 100 organizaciones sociales y científicos enviaron un documento a la Secretaría de Ambiente de la Nación y al Consejo Federal de Medio Ambiente para que intervengan frente a los desmontes en Salta. El 18 de diciembre, el gobierno salteño derogó dos decretos (de 2010 y 2011) que permitían esquivar la Ley de Bosques y pasar topadoras en territorios protegidos. Según Greenpeace, con esa metodología se habían arrasado 130.000 hectáreas de monte nativo.
La derogación de los decretos fue bien recibida por las organizaciones sociales, académicos y comunidades campesinas e indígenas. Pero el 29 de diciembre volvieron a desmontar. El wichí Jhonatan Félix, de la comunidad Pastor Senillosa, denunció que diez topadoras arrasaron el monte de la finca Cuchuy, uno de los epicentros de conflicto entre empresarios y pueblos originarios.
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Relacionan glifosato con 22 enfermedades
Epidemiología relaciona glifosato y transgénicos con 22 enfermedades
Fecha de Publicación: 03/12/2014
Fuente: La Gran Época
Provincia/Región: Nacional
“Hay nuevas pruebas de que el glifosato altera el sistema endocrino y el equilibrio de las bacterias del intestino; daña el ADN y es un controlador de mutaciones que conducen al cáncer”, destaca el estudio
Un estudio epidemiológico publicado en la revista Organic Systems en el volumen 2 de noviembre de 2014 reveló un “significativo incremento en la incidencia y prevalencia de 22 enfermedades crónicas con el uso del herbicida glifosato en los últimos 20 años, en Estados Unidos como en todo el mundo”.
El glifosato se introdujo en el mercado en 1974, pero los datos sobre su uso sólo están disponibles desde 1990. La empresa estadounidense Monsanto creo alimentos modificados genéticamente para que sean resistentes a este herbicida, según datos de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad UCCS, el 19 de noviembre, quie divulgó el estudio.
La modificación genética de los alimentos es totalmente innecesaria y un gran riesgo para la salud, sostienen los científicos.
El nuevo estudio reveló que “hay nuevas pruebas de que el glifosato interfiere con muchos procesos metabólicos en plantas y animales y los residuos de glifosato se han detectado en ambos”.
Además advierte que “el glifosato altera el sistema endocrino y el equilibrio de las bacterias del intestino; daña el ADN y es un controlador de mutaciones que conducen al cáncer”.
Los analistas obtuvieron datos del gobierno estadounidense sobre cultivos transgénicos, las aplicaciones de glifosato y los datos epidemiológicos de las enfermedades presentes y encontraron un alto nivel de relación con 22 enfermedades diferentes.
De acuerdo a la investigación, los coeficientes de correlación de Pearson - que mide la relación de dos variable en cantidad - “son altamente significativos (<10-5 aplicaciones="" br="" de="" enfermedades:="" entre="" glifosato="" las="" siguientes="" y="">
la hipertensión (R = 0,923)
accidente cerebrovascular (R = 0,925),
prevalencia de la diabetes (R = 0,971),
la incidencia de diabetes (R = 0,935),
la obesidad (R = 0,962),
lipoproteínas del trastorno del metabolismo (R = 0,973),
Alzheimer (R = 0,917),
demencia senil (R = 0,994),
Parkinson (R= 0,875),
esclerosis múltiple (R = 0,828),
autismo (R = 0,989),
enfermedad inflamatoria del intestino (R = 0,938),
infecciones intestinales (R = 0,974),
enfermedad renal en etapa terminal (R = 0,975),
insuficiencia renal aguda (R = 0,978),
cánceres de tiroides (R = 0,988), el hígado (R = 0,960),
de la vejiga (R = 0,981),
del páncreas (R = 0,918),
del riñón (R = 0,973)
y la leucemia mieloide (R = 0,878).
Además los analistas encontraron que los coeficientes de correlación de Pearson son “ altamente significativos (<10-4 br="" con="" de="" el="" en="" enfermedades:="" entre="" estados="" la="" las="" ma="" nicas="" plantada="" porcentaje="" siguientes="" soja="" transg="" unidos="" y="" z="">
la hipertensión (R = 0,961),
accidente cerebrovascular (R = 0,983),
prevalencia de diabetes (R =0,983),
incidencia de diabetes (R = 0,955),
obesidad (R = 0,962),
trastorno de metabolismo de las lipoproteínas (R =0,955),
Alzheimer (R = 0,937),
Parkinson (R = 0,952),
esclerosis múltiple (R = 0,876),
hepatitis C (R= 0,946),
enfermedad renal terminal (R = 0,958),
insuficiencia renal aguda (R = 0,967),
cáncer de tiroides (R = 0,938),
del hígado (R = 0,911),
de la vejiga (R = 0,945),
del páncreas (R = 0,841),
del riñón (R = 0,940) y
leucemia mieloide (R = 0,889).
El estudio concluye que “la importancia y la fuerza de las correlaciones muestran que los efectos de glifosato y los cultivos transgénicos en la salud humana debe ser investigado más a fondo”. (Ver cuadros de la relación)
La investigación fue liderada por Nancy Swanson de Abacus Enterprises y Andre Leu, de la Federación Internacional de Agricultura Orgánica. Contó con la participaron de Jon Abrahamson de Abacus y Bradley Wallet de Crustal Imaging facility de la Escuela de Geología de la Universidad de Oklahoma.
En complemento al estudio epidemiológico, los científicos de la UCCS, citaron de un documento de la Academia Americana de Medicina Ambiental que “indica graves riesgos para la salud asociados con el consumo de alimentos GM, tales como la infertilidad, desregulación inmune, envejecimiento acelerado, desregulación de genes asociados con la síntesis de colesterol, regulación de la insulina, la señalización celular y la formación de proteínas, y los cambios en el hígado, riñón, bazo y sistema gastrointestinal”.
Mientras los laboratorios bitecnológicos continúan en promocionar el comercio y liberación de productos genéticamente modificados, la comunidad se moviliza para lograr el etiquetado o freno de los transgénicos, algunas medidas de protección que recomienda la UCCS es: (1) Comprar orgánicos, (2) Buscar el sello de no-GMO, (3) Evitar los cultivos en los que los transgénicos son comunes”.
En general los ocho cultivos de alimentos transgénicos más comunes son: “maíz, soya, canola, semilla de algodón, remolachas azucareras, papaya hawaiana (la mayoría) y una pequeña cantidad de calabacín y calabaza amarilla”.
El azúcar es muy probable que contenga remolacha OMG a menos que se etiqueta como el azúcar pura de caña; y la producción láctea es también probable que sea transgénica, salvo que vaya etiquetada No rBGH, rBST, o tenga hormonas artificiales.
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Fecha de Publicación: 03/12/2014
Fuente: La Gran Época
Provincia/Región: Nacional
“Hay nuevas pruebas de que el glifosato altera el sistema endocrino y el equilibrio de las bacterias del intestino; daña el ADN y es un controlador de mutaciones que conducen al cáncer”, destaca el estudio
Un estudio epidemiológico publicado en la revista Organic Systems en el volumen 2 de noviembre de 2014 reveló un “significativo incremento en la incidencia y prevalencia de 22 enfermedades crónicas con el uso del herbicida glifosato en los últimos 20 años, en Estados Unidos como en todo el mundo”.
El glifosato se introdujo en el mercado en 1974, pero los datos sobre su uso sólo están disponibles desde 1990. La empresa estadounidense Monsanto creo alimentos modificados genéticamente para que sean resistentes a este herbicida, según datos de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad UCCS, el 19 de noviembre, quie divulgó el estudio.
La modificación genética de los alimentos es totalmente innecesaria y un gran riesgo para la salud, sostienen los científicos.
El nuevo estudio reveló que “hay nuevas pruebas de que el glifosato interfiere con muchos procesos metabólicos en plantas y animales y los residuos de glifosato se han detectado en ambos”.
Además advierte que “el glifosato altera el sistema endocrino y el equilibrio de las bacterias del intestino; daña el ADN y es un controlador de mutaciones que conducen al cáncer”.
Los analistas obtuvieron datos del gobierno estadounidense sobre cultivos transgénicos, las aplicaciones de glifosato y los datos epidemiológicos de las enfermedades presentes y encontraron un alto nivel de relación con 22 enfermedades diferentes.
De acuerdo a la investigación, los coeficientes de correlación de Pearson - que mide la relación de dos variable en cantidad - “son altamente significativos (<10-5 aplicaciones="" br="" de="" enfermedades:="" entre="" glifosato="" las="" siguientes="" y="">
la hipertensión (R = 0,923)
accidente cerebrovascular (R = 0,925),
prevalencia de la diabetes (R = 0,971),
la incidencia de diabetes (R = 0,935),
la obesidad (R = 0,962),
lipoproteínas del trastorno del metabolismo (R = 0,973),
Alzheimer (R = 0,917),
demencia senil (R = 0,994),
Parkinson (R= 0,875),
esclerosis múltiple (R = 0,828),
autismo (R = 0,989),
enfermedad inflamatoria del intestino (R = 0,938),
infecciones intestinales (R = 0,974),
enfermedad renal en etapa terminal (R = 0,975),
insuficiencia renal aguda (R = 0,978),
cánceres de tiroides (R = 0,988), el hígado (R = 0,960),
de la vejiga (R = 0,981),
del páncreas (R = 0,918),
del riñón (R = 0,973)
y la leucemia mieloide (R = 0,878).
Además los analistas encontraron que los coeficientes de correlación de Pearson son “ altamente significativos (<10-4 br="" con="" de="" el="" en="" enfermedades:="" entre="" estados="" la="" las="" ma="" nicas="" plantada="" porcentaje="" siguientes="" soja="" transg="" unidos="" y="" z="">
la hipertensión (R = 0,961),
accidente cerebrovascular (R = 0,983),
prevalencia de diabetes (R =0,983),
incidencia de diabetes (R = 0,955),
obesidad (R = 0,962),
trastorno de metabolismo de las lipoproteínas (R =0,955),
Alzheimer (R = 0,937),
Parkinson (R = 0,952),
esclerosis múltiple (R = 0,876),
hepatitis C (R= 0,946),
enfermedad renal terminal (R = 0,958),
insuficiencia renal aguda (R = 0,967),
cáncer de tiroides (R = 0,938),
del hígado (R = 0,911),
de la vejiga (R = 0,945),
del páncreas (R = 0,841),
del riñón (R = 0,940) y
leucemia mieloide (R = 0,889).
El estudio concluye que “la importancia y la fuerza de las correlaciones muestran que los efectos de glifosato y los cultivos transgénicos en la salud humana debe ser investigado más a fondo”. (Ver cuadros de la relación)
La investigación fue liderada por Nancy Swanson de Abacus Enterprises y Andre Leu, de la Federación Internacional de Agricultura Orgánica. Contó con la participaron de Jon Abrahamson de Abacus y Bradley Wallet de Crustal Imaging facility de la Escuela de Geología de la Universidad de Oklahoma.
En complemento al estudio epidemiológico, los científicos de la UCCS, citaron de un documento de la Academia Americana de Medicina Ambiental que “indica graves riesgos para la salud asociados con el consumo de alimentos GM, tales como la infertilidad, desregulación inmune, envejecimiento acelerado, desregulación de genes asociados con la síntesis de colesterol, regulación de la insulina, la señalización celular y la formación de proteínas, y los cambios en el hígado, riñón, bazo y sistema gastrointestinal”.
Mientras los laboratorios bitecnológicos continúan en promocionar el comercio y liberación de productos genéticamente modificados, la comunidad se moviliza para lograr el etiquetado o freno de los transgénicos, algunas medidas de protección que recomienda la UCCS es: (1) Comprar orgánicos, (2) Buscar el sello de no-GMO, (3) Evitar los cultivos en los que los transgénicos son comunes”.
En general los ocho cultivos de alimentos transgénicos más comunes son: “maíz, soya, canola, semilla de algodón, remolachas azucareras, papaya hawaiana (la mayoría) y una pequeña cantidad de calabacín y calabaza amarilla”.
El azúcar es muy probable que contenga remolacha OMG a menos que se etiqueta como el azúcar pura de caña; y la producción láctea es también probable que sea transgénica, salvo que vaya etiquetada No rBGH, rBST, o tenga hormonas artificiales.
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Desgarrador testimonio en el Juicio Cristian Ferreyra
Argentina: Juicio Cristian Ferreyra, “A mi hijo me lo han muerto, el dolor es mío”
Fecha de Publicación: 08/11/2014
Fuente: Biodiversidad en América Latina y El Caribe
Provincia/Región: Santiago del Estero
Continúa hoy en Monte Quemado, Santiago del Estero, el juicio por el asesinato del campesino Cristian Ferreyra en noviembre de 2011. Declararon los policías que llegaron al lugar donde el acusado Javier Juárez le habría pegado un tiro de escopeta a Ferreyra en el marco de una disputa por las tierras ancestrales de la comunidad. También declaró Mirta Salto, madre del joven de 23 años. Salto habló de repetidas amenazas por parte de las patotas del empresario agrícola Jorge Ciccioli, y contó cómo encontró a su hijo moribundo y ensangrentado, quien le dijo “me ha baleado Juárez porque le he dicho que las tierras son nuestras”. Javier Juárez es uno de los seis acusados y está imputado por homicidio y amenazas. La madre de Cristian contó también que la policía no le tomaba la declaración cuando iba a denunciar amenazas con armas.
Estaba en la siesta y mi nuera me vino a avisar que habían baleado a Cacho (Cristian Ferreyra)”, contó Mirta hoy a los jueces los jueces Élida Suárez de Bravo, María Angélica Peralta de Aguirre y Federico López Alzogaray. Momentos antes estaba en la concentración que, desde que empezó el juicio, se hace frente a la sala de audiencia sobre la ruta provincial 16. Mirta camina despacio, segura, pero con la mirada triste. Usa una remera blanca con el dibujo de Cristian y la leyenda “ni un muerto más por el derecho a la tierra”.
Carlos Abregú, Mario René Abregú, Víctor Hugo Juárez y Walter Juárez-procesados por lesiones, amenazas y abuso de armas- estaban en la sala escuchando la declaración. “Lo encontré a mi hijo tirado, lleno de sangre”, cuenta Mirta. Cristian había recibido el disparo de manos de Javier Juárez, que escuchaba la declaración en una habitación contigua a pedido de Mirta. Darío Godoy también fue herido aquel día y Sergio Ferreyra, primo de Cristian, recibió con lesiones. “Aquí estoy, llévame pa’ la sombra”, le dijo Cristian a Mirta cuando estaba en el piso. “Yo ya me voy”, fue lo último que dijo, suspiró y cerró los ojos. Así lo contó Mirta, que pidió que Juárez no estuviera en la sala.
Cuando ya terminaba la declaración Mirta pidió poder decir algo antes de irse: “A mi hijo me lo han muerto, el dolor es mío”, gritaba y uno a uno nombraba a los acusados y les decía “no tenés hijo vos”. Después directamente a uno de los acusados le dijo “y vos Walter Juárez me seguís amenazando, mátame a mí, mátame a mí”, le gritó. Ya con una crisis nerviosa se fue de la sala acompañada.
Mirta hablaba pausado y cada tanto un silencio sonaba en el auditorio, que escuchaba atentamente. Incluso la presidenta del tribunal, Suárez de Bravo, de gesto adusto y duro desde que comenzó el juicio, pareció conmovida. La madre de Cristian detalló también que el conflicto con la tierra empezó antes de Ciccionli con un empresario tucumano llamado Enrique Luque, pero Cicciolli “tenía sus secuaces para que le cuiden la tierra que dice ser era de él”.
Las provocaciones
La denuncia de amenazas de la madre de Cristian se suman a las del abogado del la querella que representa a la viuda de Cristian, Beatriz Juárez. Daniel Ibañez denunció que el padre de Beatriz, Oscar, ayer fue atacado mientras circulaba por las inmediaciones de la sala audiencias. “Es un paso más en esta escalada de violencia”, dijo Ibañez. Ya por la mañana la tensión también estuvo presente. Un hombre robusto con remera negra y gorra negra filmaba todo lo que ocurría en la ruta. No parecía ni campesino, veedor, curioso o periodista. Eso alertó a varios presentes. Representantes del Mocase VC, se acercaron hacia él. Iban acompañados por Ernesto Lamas, funcionario de la Defensoría del Público de la Nación y Camilo Galindo, del Cels.
El hombre dijo llamarse José Chávez y que trabajaba para la policía pero en un primer momento los policías no lo reconocieron. “Ellos pueden sacar fotos a nosotros y nosotros a ellos no”, se le escuchó decir a uno de los oficiales que estaba apostado custodiando el predio. Finalmente se reconocería su pertenencia y desde el Mocase VC anticiparon que van a presentar una denuncia ante la fiscalía.
"No te vayas, yo me muero"
Ángela Beatriz Ferreyra también entró triste a la sala de audiencias pero se sentó segura ante los jueces. Contó cómo fue que murió Cristian: "Pidió hablar con Cacho, cruzó unas palabras y le disparó". Lo fuerte del relato de la mujer de Cristian se plasmaba entre el público. Mirta, la madre de Cacho, lloró constantemente mientras apretaba fuerte un pañuelo.
"Con Francisco Juárez no puedo tener ningún parentesco. Él mató a mi marido", dijo Ángela. Es que el acusado de haberle disparado a Cristian es su tío. Más explícito fue el primo de Cristian, Sergio Ferreyra, quien dijo que Juárez “revienta a Godoy y después a Cristian. Jorge Ciccioli lo mandó a matar”. El empresario, mientras escuchaba, sonreía. “A ellos les interesa la soja, son grandes sojeros”, dijo mirando fijo a los jueces Sergio.
“Después de la muerte de Cristian sufrí amenazas, me han tirado la camioneta encima”, dijo.
Cuando terminó, sus compañeros lo abrazaron.
Ángela resistió la presión muy bien durante su declaración: “No te vayas yo me muero” contó que fueron las últimas palabras de Cristian, mientras la tomaba de la mano. “Ya estaba frio”, dijo. Se levantó, salió de la sala y comenzó a llorar desconsoladamente.
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Fecha de Publicación: 08/11/2014
Fuente: Biodiversidad en América Latina y El Caribe
Provincia/Región: Santiago del Estero
Continúa hoy en Monte Quemado, Santiago del Estero, el juicio por el asesinato del campesino Cristian Ferreyra en noviembre de 2011. Declararon los policías que llegaron al lugar donde el acusado Javier Juárez le habría pegado un tiro de escopeta a Ferreyra en el marco de una disputa por las tierras ancestrales de la comunidad. También declaró Mirta Salto, madre del joven de 23 años. Salto habló de repetidas amenazas por parte de las patotas del empresario agrícola Jorge Ciccioli, y contó cómo encontró a su hijo moribundo y ensangrentado, quien le dijo “me ha baleado Juárez porque le he dicho que las tierras son nuestras”. Javier Juárez es uno de los seis acusados y está imputado por homicidio y amenazas. La madre de Cristian contó también que la policía no le tomaba la declaración cuando iba a denunciar amenazas con armas.
Estaba en la siesta y mi nuera me vino a avisar que habían baleado a Cacho (Cristian Ferreyra)”, contó Mirta hoy a los jueces los jueces Élida Suárez de Bravo, María Angélica Peralta de Aguirre y Federico López Alzogaray. Momentos antes estaba en la concentración que, desde que empezó el juicio, se hace frente a la sala de audiencia sobre la ruta provincial 16. Mirta camina despacio, segura, pero con la mirada triste. Usa una remera blanca con el dibujo de Cristian y la leyenda “ni un muerto más por el derecho a la tierra”.
Carlos Abregú, Mario René Abregú, Víctor Hugo Juárez y Walter Juárez-procesados por lesiones, amenazas y abuso de armas- estaban en la sala escuchando la declaración. “Lo encontré a mi hijo tirado, lleno de sangre”, cuenta Mirta. Cristian había recibido el disparo de manos de Javier Juárez, que escuchaba la declaración en una habitación contigua a pedido de Mirta. Darío Godoy también fue herido aquel día y Sergio Ferreyra, primo de Cristian, recibió con lesiones. “Aquí estoy, llévame pa’ la sombra”, le dijo Cristian a Mirta cuando estaba en el piso. “Yo ya me voy”, fue lo último que dijo, suspiró y cerró los ojos. Así lo contó Mirta, que pidió que Juárez no estuviera en la sala.
Cuando ya terminaba la declaración Mirta pidió poder decir algo antes de irse: “A mi hijo me lo han muerto, el dolor es mío”, gritaba y uno a uno nombraba a los acusados y les decía “no tenés hijo vos”. Después directamente a uno de los acusados le dijo “y vos Walter Juárez me seguís amenazando, mátame a mí, mátame a mí”, le gritó. Ya con una crisis nerviosa se fue de la sala acompañada.
Mirta hablaba pausado y cada tanto un silencio sonaba en el auditorio, que escuchaba atentamente. Incluso la presidenta del tribunal, Suárez de Bravo, de gesto adusto y duro desde que comenzó el juicio, pareció conmovida. La madre de Cristian detalló también que el conflicto con la tierra empezó antes de Ciccionli con un empresario tucumano llamado Enrique Luque, pero Cicciolli “tenía sus secuaces para que le cuiden la tierra que dice ser era de él”.
Las provocaciones
La denuncia de amenazas de la madre de Cristian se suman a las del abogado del la querella que representa a la viuda de Cristian, Beatriz Juárez. Daniel Ibañez denunció que el padre de Beatriz, Oscar, ayer fue atacado mientras circulaba por las inmediaciones de la sala audiencias. “Es un paso más en esta escalada de violencia”, dijo Ibañez. Ya por la mañana la tensión también estuvo presente. Un hombre robusto con remera negra y gorra negra filmaba todo lo que ocurría en la ruta. No parecía ni campesino, veedor, curioso o periodista. Eso alertó a varios presentes. Representantes del Mocase VC, se acercaron hacia él. Iban acompañados por Ernesto Lamas, funcionario de la Defensoría del Público de la Nación y Camilo Galindo, del Cels.
El hombre dijo llamarse José Chávez y que trabajaba para la policía pero en un primer momento los policías no lo reconocieron. “Ellos pueden sacar fotos a nosotros y nosotros a ellos no”, se le escuchó decir a uno de los oficiales que estaba apostado custodiando el predio. Finalmente se reconocería su pertenencia y desde el Mocase VC anticiparon que van a presentar una denuncia ante la fiscalía.
"No te vayas, yo me muero"
Ángela Beatriz Ferreyra también entró triste a la sala de audiencias pero se sentó segura ante los jueces. Contó cómo fue que murió Cristian: "Pidió hablar con Cacho, cruzó unas palabras y le disparó". Lo fuerte del relato de la mujer de Cristian se plasmaba entre el público. Mirta, la madre de Cacho, lloró constantemente mientras apretaba fuerte un pañuelo.
"Con Francisco Juárez no puedo tener ningún parentesco. Él mató a mi marido", dijo Ángela. Es que el acusado de haberle disparado a Cristian es su tío. Más explícito fue el primo de Cristian, Sergio Ferreyra, quien dijo que Juárez “revienta a Godoy y después a Cristian. Jorge Ciccioli lo mandó a matar”. El empresario, mientras escuchaba, sonreía. “A ellos les interesa la soja, son grandes sojeros”, dijo mirando fijo a los jueces Sergio.
“Después de la muerte de Cristian sufrí amenazas, me han tirado la camioneta encima”, dijo.
Cuando terminó, sus compañeros lo abrazaron.
Ángela resistió la presión muy bien durante su declaración: “No te vayas yo me muero” contó que fueron las últimas palabras de Cristian, mientras la tomaba de la mano. “Ya estaba frio”, dijo. Se levantó, salió de la sala y comenzó a llorar desconsoladamente.
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