La política marina cada vez más parte de las preocupaciones

 


"La política marina será cada vez más parte de las preocupaciones"

Fecha de Publicación
: 20/08/2025
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional


Tras el final del vivo del Conicet en el Cañón de Mar del Plata, es momento de discutir qué más hay detrás del fondo del mar en términos políticos y sus utilidades. Estados Unidos y el extractivismo.
Alejandro Limpo González, antropólogo español graduado de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y Máster en Culturas Visuales Digitales por el Instituto Universitario de Lisboa, está realizando un doctorado en la Winchester School of Art que es parte del programa Intelligent Oceans de la Universidad de Southampton. En su investigación realizó trabajos de campo con grupos de oceanógrafos, biólogos marinos, ingenieros, programadores, activistas y expertos en teledetección, donde estudió las plataformas de sensorización y representacion de diferentes espacios acuáticos como los fondos marinos y la columna de agua, una sección vertical imaginaria de agua en el océano desde la superficie hasta el fondo objetivada como muestra de estudio.
Publicó sobre gobernanza ambiental-marítima, imagen y entornos computacionales, hizo estancias de investigación en la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), en FAMU (República Checa) y en el grupo CareNet (UOC, Barcelona). En 2024 cofundó Deep Currents Collective, un grupo de investigación activista que dedicado a intervenir en la jurisprudencia de los fondos marinos a través del arte y la investigación.

--El boom del streaming del Conicet sobre las profundidades del mar argentino generó nuevas preguntas respecto del trasfondo de las aguas nacionales e internacionales. Los legos podemos ver el simple vista de ese fondo marino que se metió en nuestras casa. ¿Qué puede ver más en profundidad un experto como usted?
--Me gusta pensar que imagen, territorios y datos están íntimamente relacionados. Las imágenes traídas por el robot SuBastian del vivo del Conicet son un ejemplo excelente. Las imágenes de los organismos capturados del fondo marino argentino forman parte de un ecosistema visual de territorios y datos. Fotografiadas por primera vez, estas especies entraron al dominio de la taxonomía, se les da un nombre y forman parte de un catálogo visual, fotográfico y de base, atribuyéndoseles un lugar. La imagen del robot SuBastian está acompañada de otras tecnologías de sensorización como el láser a distancia para obtener medidas exactas de las imágenes. Así va incorporando datos como la temperatura, profundidad o concentración de sal en el agua. De esta forma se sabe que las especies de cada imagen aparecen a una cierta profundidad y temperatura, haciendo que la imagen participe de un ecosistema mayor. La imagen es una plataforma donde se ensamblan estos conocimientos en forma de límites territoriales o líneas de base ambiental. Entonces, las imágenes del fondo marino están atravesadas por esa tensión. Por un lado nos acercan a nuevas especies y territorios desconocidos. Por otro lado, en la medida en que estas sean la línea de base sobre la que avance el extractivismo de Estado o las corporaciones, estas pueden volverse un documento de la desaparición de esos mismos territorios. La imagen de YouTube también está en un ecosistema medial similar que nos observa. Esas imágenes miden nuestra atención, la plataforma aprende nuestro comportamiento y crea un territorio. Igual que el fondo del mar, las plataformas existen en los límites del Estado, en un espacio dedicado a la extracción.

--¿Cómo se pueden relacionar las investigaciones sobre el océano con la IA?
--La imagen es hoy más que nunca una superficie de conocimiento y un elemento clave en las plataformas que habilita esta pregunta por la IA. La IA al final son sistemas abstractos, matemáticos, que trabajan dentro de una infraestructura computacional, que consume muchísima energía y posee una geopolítica localizada en países específicos, con pocas compañías capaces de aplicar ese poder computacional sobre las imágenes para extraer conocimiento. ¿Qué pasa con estas imágenes cuando son pensadas para formar parte del modo en que conocemos el fondo marino? Más que una respuesta, me sugiere otra pregunta. Cuando decimos que hemos visto sólo el 0,001% del océano, ¿qué significa eso cuando las imágenes son producidas para ser vistas por máquinas? En este caso, el streaming de SuBastian es bastante excepcional porque saca al fondo marino del circuito, no es la forma de distribución habitual de las imágenes producidas por la ciencia o por compañías energéticas. El ensamble con la IA es complejo, porque YouTube no es menos plataforma que otras plataformas que extraen información de las imágenes. De entrada, creo que es útil pensar las imágenes del fondo marino dentro de esta otra “ecología de datos”, junto al laser o la mano robótica, acompañando la imagen e insertándola a ella y el fondo marino en un registro de operaciones de extracción (de patrones, atención, hidrocarburos, minerales).

--¿Por qué es importante discutir sobre el fondo marítimo en la política internacional? ¿En qué instituciones se dan los debates para regular el acceso al fondo marino en aguas internacionales?
--Es importante porque el fondo marítimo internacional es en gran medida un producto de la geopolítica del siglo XX y existe en tensión con sus instituciones y valores. El giro reciente de la administración Trump hacia la explotación mineral submarina de forma unilateral y en aguas internaciones hace saltar muchos de esos acuerdos internacionales. La historia reciente del fondo marino la podemos retrotraer a septiembre de 1945. El presidente estadounidense Truman declaró la necesidad mundial de nuevas fuentes de petróleo y otros minerales y el derecho de la expansión del Estado moderno sobre los fondos marinos de la placa continental. Es un impulso extractivista el que acelera esta expansión territorial por la que EE.UU. comienza a reclamar el subsuelo y los fondos marinos de sus costas. Desde entonces, la negociación de fronteras marítimas y submarinas fue y es una prioridad mundial en la que convergen geopolítica, derecho internacional y tecnociencia para mapear, explorar y delimitar estos territorios. En 1982, 160 estados establecieron la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho al Mar, conocida como la Copemar, que entró en vigor en 1994 y por la que los estados costeros reclamaron nuevas jurisdicciones territoriales en las profundidades oceánicas, transformando gran parte del mar en un territorio nacional. En el artículo 76 de la Copemar se estableció el criterio geológico para el derecho natural de los Estados a reclamar esos territorios, entendidos como una prolongación del territorio nacional. Argentina presentó su candidatura a la ONU para delimitar su plataforma continental en 2009 y se otorgó en 2016 la expansión de 350 millas (hasta el Cañón de Mar del Plata). Más de la mitad de los pedidos de expansión territorial están hoy irresueltos, por lo que el Fondo Marino Internacional también permanece en un estado virtual a nivel global. El concepto jurídico de la plataforma continental permite la expansión y justifica la exploración en el cañón del Mar del Plata a la vez que comprende las especies inorgánicas y sedentarias conectadas de forma directa o inerte al fondo marino de la misma entidad territorial. En 1994, cuando la Copemar también establece las 350 millas como máximo reclamable, los fondos marinos excedentes se declararon Patrimonio Común de la Humanidad. Además, la Copemar creó la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, que al mismo tiempo debe proteger el patrimonio de la humanidad desde el límite virtual entre los territorios submarinos reclamados y los no reclamados, y además regular acceso, exploración y explotación de los minerales allí existentes y redistribuir sus beneficios.

--¿Hoy la política marina se sigue discutiendo allí? ¿Hay beneficiados y perjudicados o hay mayor equidad?
--Es una pregunta interesante. En las conversaciones que llevaron a la Copemar a establecer una autoridad para regular los fondos marinos --las conferencias Pacem in Maribus-- había un impulso de experimentación constitucionalista que se vio atravesado con anhelos de prosperidad económica y mecanismos internacionales de gestión y redistribución independientes, una demanda nacida de los procesos de descolonización de los 70’. Muchas de estas ideas quedaron luego plasmadas en esa negociación de lo que sería el Fondo Marino, pero como un espacio mayormente mineral, lo que limitó esa gran discusión y ambición constituyente donde se deseaba un régimen internacional para promover un orden equitativo y pacífico sobre el océano. Finalmente se redujo a una institución que tiene un doble mandato: proteger los fondos marinos y regular su explotación. La autoridad internacional de los fondos marinos quedó reducida en su ambición multilateralista y ambientalista, y acabó siendo una institución al servicio del capital y el extractivismo (en parte con la esperanza de que EE.UU ratificase la Copemar, lo que nunca sucedió). Hoy se debate en esa institución qué peso deben tener ambos mandatos y si pueden acompañarse en el contexto de la iniciativa unilateral estadounidense para la explotación de las aguas internacionales a través de una ley federal. Hoy seguimos viviendo con esas antiguas decisiones y con esta institución deficiente, pero con un espíritu aún recuperable: la soberanía compartida, la necesidad de instituciones nuevas para encontrar formas equitativas, y animarnos a pensar por fuera de un régimen extractivista. Hay otra forma de beneficiarnos con el fondo marino, sin la extracción ni el desmantelamiento de esos ecosistemas.

--¿Son los minerales el único beneficio del fondo marítimo? ¿O hay algo más que no tenemos en cuenta?
--Como se ve las imágenes del Rob Subastian y las transmisiones de streaming, el fondo marino no es un espacio vacío. Está habitado por animales y flora, pero también memorias, historias y un futuro que nos conciernen a todos. El fondo marino es algo más que la última frontera mineral, es el ancestro para muchas comunidades del Pacífico, o un lugar de memoria para afrodescendientes cuyos familiares fueron arrojados al fondo del Atlántico durante el tráfico de esclavos y en calidad de “espacios de memoria” puede guiar mecanismos de compensación y reparación. También podemos pensar en el equipo científico liderado por el escocés Sweetman y la hipótesis del "oxígeno negro" aparecida el año pasado. Sweetman hacía muestreos de nódulos polimetálicos para una minera y tras varios ensayos, su equipo concluyó que estas formaciones ricas en metales como manganeso, níquel y cobalto, generaban un diferencial de potencial eléctrico por el que se producía electrólisis en el mar, que separa el oxígeno del nitrógeno, sin necesidad de la luz. Esta hipótesis propone un origen diferente para el oxígeno en el mar, que solo se explicaba por la atmósfera, sosteniendo ahora que el oxígeno que consumen las especies del fondo marino estaría en la geología. El fondo marino puede cambiar nuestro entendimiento del mundo mineral desmontando la idea de que todo el oxígeno de la Tierra proviene de organismos fotosintéticos. Esta teoría afecta al origen de la vida en la Tierra. No me interesa tanto si esta hipótesis se confirma, sino que el fondo marino es capaz de hacernos hipotetizar sobre la vida en la Tierra, y esto tiene valor transcultural e intergeneracional que va más allá de la ciencia occidental actual. Todo eso tiene un valor cultural, que yace en ese espacio y en su capacidad de transformar la forma en que entendemos la vida, la historia, o las relaciones interespecies, y más allá de la reducción de lo mineral como aquello ajeno a la vida.

--¿Qué tan importante es el Conicet para la política marítima argentina?
--La palabra que más se escuchó este último mes ha sido soberanía, íntimamente ligada a la capacidad del Estado para proyectar su poder y su presencia. Aquí aparece el rol del Conicet en el mapeo de límites territoriales, que es un producto del conocimiento y de ciencia argentina. La Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (Escopla) trabajó durante 15 años para demarcar el territorio de la plataforma y extender la soberanía del Estado argentino, experiencia que demuestra cómo el fondo marino no existe sin el ensamblaje de conocimientos jurídicos, legales, geológicos y orográficos. El Conicet contribuye literalmente a hacer a la Argentina más grande con el mapa bicontinental. Pero no creo que la contribución más importante de la ciencia argentina sea esa visión expansionista del Estado como mapeo de recursos y extensión de límites territoriales. La importancia del Conicet es que es una institución de los argentinos y argentinas en la que se puede hacer una agenda propia y plantear una relación de conocimiento con el fondo marino. Esta soberanía como relación de conocimiento no tiene que comulgar necesariamente con los valores del racionalismo, progreso infinito o la centralidad del ser humano y su bienestar como fin último. Nos podemos preguntar si la soberanía es también una ciencia. Y podemos permitirnos pensar un fondo marino que no esté desligado de la idiosincrasia, de las preocupaciones compartidas y las diversas formas culturales de ver el mundo. Eso también es soberanía y no termina en la biología marina, sino en todas las capas que constituyen un sistema científico nacional.

--¿Los gobiernos en general consideran al fondo marino una política de primer orden o de segundo orden?
--Es cada vez más una política de primer orden, por ejemplo, por la decisión unilateral de EE.UU. de lanzarse a la minería submarina de las aguas internacionales, o la agenda de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos que ha sido también sumamente influenciada por intereses de algunas compañías mineras. Los gobiernos tienen que tomar decisiones en este contexto de expansión extractivista que dejan al Estado fundamentalmente como garante de los daños ecológicos, y sólo quizás, como beneficiario. No hay buenas expectativas sobre los beneficios económicos de la minería submarina si se consideran los enormes costos asociados a la extracción, los mecanismos distributivos de la Copemar que tendrían que aplicarse, o el hecho de que los precios del mineral no son suficientemente estables. Por último, esta serie de minerales para la anunciada transición energética deja dudas sobre el horizonte mismo de la “transición”, que no se desvía un ápice de los modelos extractivistas e imperialistas que nos han llevado a la necesidad transaccionar a formas más ecológicas, en primer lugar. Estos debates confirman que la política marina será, cada vez más, parte de las preocupaciones de todos y todas. 
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