Cuestionan el rechazo del gobierno a la Agenda 2030
Científicos del Conicet cuestionan el rechazo del gobierno a la Agenda 2030
Fecha de Publicación: 28/10/2024
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
La posición de Javier Milei, según advierten, “socava el medio ambiente, la sostenibilidad y el bienestar humano”. Para el presidente argentino, la propuesta de Naciones Unidas también es de “corte socialista”.
Desde inicios de su mandato, el gobierno de Javier Milei ha brindado muestras sobradas de una posición geopolítica controvertida. No solo niega el cambio climático –y con ello se opone a toneladas de papers que aseguran la participación humana en el fenómeno–, sino que de manera reciente, se opuso a la Agenda 2030, propuesta en 2015 por Naciones Unidas y firmada por los jefes de Estado de 193 países. De manera reciente, un grupo de científicos del Conicet publicó un editorial en Biological Conservation, que recibió el respaldo de reconocidos investigadores del área y referentes de otros campos. En el artículo, observan: “Esta nueva posición de Argentina deja al ambiente y al bienestar del país en una situación cada vez más precaria”.
En declaraciones durante su última participación en la Asamblea de la ONU, el presidente argentino señaló que la Agenda 2030 era de “corte socialista”, y exhortó a todo el cuerpo diplomático y a la cancillería a alinearse con las ideas del gobierno. Así lo expuso el mandatario: “Aunque bienintencionada en sus metas, es un programa de gobierno supranacional de corte socialista, que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan con la soberanía de los Estados-nación y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”.
Para poner en contexto, dicha Agenda constituye una hoja de ruta de amplio consenso en 2015, en donde los países firmantes se comprometieron con el desarrollo sostenible. Un plan de acción “a favor de las personas, el planeta y la prosperidad”, que actualmente el gobierno libertario rechaza. A partir de 17 objetivos y 169 metas, Naciones Unidas buscaba abarcar las esferas económica, social y ambiental, de cara al final de esta década. Al ofrecer su compromiso, las naciones –entre las que se halla Argentina– se comprometían a realizar acciones orientadas a responder a las necesidades de los más pobres y vulnerables.
Javier Nori, Investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba, es uno de los principales responsables del artículo y lo explica a Página 12. “La Agenda 2030 es un esfuerzo intergubernamental promovido por la ONU para mitigar, entre otras cosas, la crisis ambiental sin precedentes, como lo señalan prestigiosos artículos. Fue adoptada en 2015 y casi 10 años después, tras una evaluación minuciosa de los avances y desafíos, la agenda ha sido reforzada por el reciente Pacto para el Futuro”. Y continúa con el detalle: “La Agenda y el Pacto, basados en ciencia, buscan guiar a tomadores de decisiones, académicos, donantes, empresas y la sociedad civil hacia una visión y metas compartidas que vinculen sociedad y naturaleza”.
Afuera del mundo
Al respecto, otra de las autoras principales, Micaela Camino –Investigadora del Conicet y de la Universidad Nacional del Nordeste– apunta: “Las metas incluyen cuestiones como la lucha contra el cambio climático y la preservación de la biodiversidad, abordando al mismo tiempo aspectos sociales como la erradicación del hambre. Esto tiene gran relevancia para América Latina y, en particular, para Argentina, ya que los problemas que busca resolver son urgentes”. Por ello, “separarnos de la Agenda 2030 nos aleja de un esfuerzo internacional amplio y nos posiciona junto a un grupo reducido de países que han optado por no adherirse, como Irán, Rusia y Corea del Norte. Esto también limitará nuestras oportunidades de cooperación internacional para enfrentar la policrisis actual”.
En el texto, Nori y compañía destacan algunos datos del país que son alarmantes. Por ejemplo, que la desertificación avanzó en un promedio de 650 mil hectáreas por año; que el área cultivada creció de 15 a 40 millones de hectáreas en el lapso 1988-2000; que en 2020 más de un millón de hectáreas fueron quemadas. A ello, se suman otros datos de corte estructural que vuelven cada vez más difícil, para Argentina, cumplir con las metas de desarrollo sostenible. En 2024, la pobreza casi alcanza el 53 por ciento y la extrema pobreza el 18 por ciento; así como también, refieren que prácticas como la pesca ilegal en el Mar Argentino ocasiona pérdidas que rondan los 2.6 billones de dólares anules.
Alejandro Valenzuela, también referente del trabajo y científico del Conicet, relata: “El rechazo a la Agenda 2030 podría aislar al país y reducir su acceso a fondos internacionales cruciales para inversiones en infraestructura resiliente y políticas de conservación y adaptación climática, así como a capacitaciones y apoyo para políticas que aborden la crisis social y ambiental en Argentina. En esencia, nos alejamos de una visión integradora de desarrollo que busca incluir a las poblaciones marginadas, reducir la pobreza y asegurar que las futuras generaciones puedan disfrutar de los sistemas naturales que sustentan nuestras vidas”.
Compromiso científico
El aporte fue firmado por Alberto Kornblihtt, Esteban Jobaggy, Rubén Quintana, Pablo Penchaszadeh, Bibiana Vilá y Juan Carlos Reboreda, entre otros científicos y científicas que se dedican a los más diversos campos disciplinares, pero que exhiben su compromiso con un enfoque integral de cuidado de la naturaleza y reducción de la desigualdad socio-económica imperante.
Según precisa Nori, la Agenda 2030 y sus metas condensan el resultado de años de trabajo y evidencia científica. “Estas metas surgen del trabajo de científicos destacados a nivel global en nuestro campo. Según la evidencia científica más contundente generada hasta la actualidad, trabajar en función de estos objetivos tendría impactos socioambientales positivos, en este, y en cualquier país”.
La mirada integral, que conecta la relación entre las distintas crisis como la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la distribución desigual de los efectos de la contaminación, es sintetizada por Christopher Anderson, Investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. “Son problemáticas que no pueden abordarse de manera aislada y requieren una aproximación integral que conecte la conservación ambiental con el bienestar humano”.
Y luego Anderson opina sobre la necesidad de sumar a otros actores a las metas de desarrollo sostenible: “Es necesario incorporar también perspectivas no solo científicas, sino de actores sociales como las comunidades locales y los pueblos originarios. Además, los factores que generan estas crisis ocurren en escalas locales, nacionales y globales, lo que subraya la necesidad de una acción articulada, como lo propone la Agenda 2030 ”.
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La agroindustria también contra la Agenda 2030
La Agenda 2030 provoca discordia: Desde la SRA, Andrés Costamagna advierte que sin incentivos concretos a los productores "no va a funcionar" un programa ambiental global exitoso
Fecha de Publicación: 19/08/2024
Fuente: Bichos de Campo
Provincia/Región: Nacional
Los debates en torno a los objetivos de la Agenda 2030 tocan de cerca al director de la Sociedad Rural Argentina (SRA) Andrés Costamagna, que es de los pocos dirigentes agropecuarios que logró instalar la agenda de la sustentabilidad dentro de una gremial del sector, en un escenario donde los productores afirman tener poco margen y paciencia para mayores imposiciones.
“Argentina tiene a la Agenda 2030 por ley, a través de la 27.270 que se sancionó en 2016, cuando gobernaba Mauricio Macri, y que después fue ratificada. O sea que si nos quisiéramos salir, hay que derogar” esas normativas, explicó Andrés en una charla con Bichos de Campo.
“A partir del Acuerdo de París es que se genera esa agenda, que se ratifica. Hay que tener en cuenta que ella nace con Barack Obama, Joe Biden y John Kerry. No es cubana, ni rusa, ni china. No tiene nada que ver con la (ofensiva) en que después se usa al cambio climático como una herramienta geopolítica y económica, con la que quieren condicionar a los territorios que se quedaron con los recursos naturales”, añadió el dirigente a continuación.
Aclarado esto, Costamagna reconoce que la aplicación de esta agenda ambiental difícilmente se dé, porque la misma “está perimida” y es “básicamente una narrativa que se instaló”. Aún así, sostiene que dentro de ella hay 17 objetivos que “son bravos y muy jodidos para Argentina”, y que el país no debería cumplir.
“Acá hay dos narrativas. Por un lado está el que quiere que se salve solo el planeta y le importa muy poco la gente, el que quiere que te quedes en Argentina con los bosques nativos y la pobreza en Formosa, en Chaco, en Salta. Hay que ver como dirimimos eso, que es parte de la agenda. La realidad es que si el Hemisferio Norte desarrolló su economía y hoy impone exigencias, debería pagarnos. Así se resolvería el problema. Ahora, si me imponés la agenda en vez de pagarme, ahí estamos todos en desacuerdo”, sostuvo el dirigente.
-¿Preferís un programa ambiental a nivel global con estímulos a los productores que hagan bien las cosas?- le preguntamos a Costamagna.
-Incentivos. Si hay incentivos esto va a funcionar. El productor está esperando un estímulo, una señal y recibe de un Estado una imposición. Así no va a funcionar porque la reacción posterior a eso va a ser destruir el recurso natural, porque si no me dejás hacer nada y es mío, yo veo qué hago. Todo esto va a generar que aquellos que quieren proteger no puedan hacerlo, lo que va a llevar a que haya mayor degradación.
-Esta discusión se exacerba con un Estado como el argentino, que le saca vía retencones una renta al productor que podría ser destinada a ser más sustentables.
-En Argentina tenemos otro claro ejemplo que es la Ley de Bosques, la 26.031, que decía que iba a pagar por el servicio ecosistémico que generarán los cuidados de los bosques. Pero en 16 años de gobierno -pasaste de Cristina a Mauricio y Alberto- y solo mandaste el 5% del presupuesto a cuidar los bosques. No hay intención del Gobierno nacional de cuidar ningún bosque, si no hubiera mandado el dinero. Si no lo podemos hacer porque tenemos otras cosas que atender, perfecto. Pero no digamos que vamos a atender los bosques con impuestos. Eso no sucede. Busquémosle otra vuelta: miremos la Ley de Ordenamiento Territorial, veamos si los créditos de carbono son una salida, veamos cómo canalizamos al sector privado invirtiendo para cuidar. Pero la manera de imponer una regla no va a funcionar porque va a degradar más el ambiente.
-En el medio se habla de bonos que compensan la sustentabilidad… Pero para eso hay que certificar y crece el número de certificadoras.
-Nosotros desde la SRA venimos tratando de ser un puente y agilizar esto con el sello de Triple Impacto, porque creemos que el dato meta relato y a partir de ahí se necesita información y medir lo que pasa en cada predio.
-Es inevitable para dar incentivos el poder medir.
-Hay que medir. Para eso tenés que invertir, tenés que comprar semillas, sembrar y cosechar carbono. Tenés que invertir para producir carbono y cosecharlo. No es que la naturaleza nos lo da gratis, es una intervención que tiene que hacer el productor. Conocemos los manejos, la tecnología, tenemos que darle los incentivos claros, tenemos que saber en la Argentina de quién es un crédito de carbono. Hay una discusión con el gobierno de Misiones y de Jujuy por la propiedad de esos bonos. La parte política está metida en el medio y después está el precio, que será la otra discusión: cuánto vale el carbono y con cuánto amortiza la inversión.
-¿Le ves oportunidad en esto a ser un país agrosustentable que aporte a esta discusión global sin aceptar imposiciones?
-Totalmente. Lo que pasa es que tenemos que tener los incentivos alineados y la política alineada. Nos pasó durante Palermo que un diputado libertario no quiso participar de la reunión porque no entiende qué es la Agenda 2030. Y como es el capo del liberalismo en Argentina no se sienta a hablar.
-¿Lo mismo que decían los kirchneristas?
-Los libertarios hacen lo mismo: “No me siento a hablar de esto porque esto es imposición”. Bueno, si no hay diálogo va a ser muy difícil que logremos un consenso para que esto suceda. Los dos extremos están mal. Lo difícil es estar en el medio, pero creo que es posible, que se puede dar esto. En la Ley Bases había cuatro artículos que hablaban de limitaciones a las emisiones, y eso creaba un marco, que obviamente iba a generar tensiones porque iba a haber que crear los inventarios. Los artículos los escribieron los libertarios, que son los mismos que están en contra de la Agenda 2030. Entonces, no se entiende mucho la cosa.
A continuación, Costamagna agregó: “Creo que es un momento de cambio. El productor tiene que dejar de pensar en producir mucho porque vale poco. ¿Qué paso con el precio? Se cayó porque hay mucha oferta. Bueno, hay que producir mucho, pero con algún valor agregado diferente para que ese atributo se pueda seguir vendiéndolo a la Unión Europea, porque nos puso la deforestación como límite. Y en otros lugares capturar un valor. Hoy la mejora viene del lado de aquel que quiera hacer las cosas diferente. ¿Está claro quién lo va a pagar? No. ¿Está claro que lo quieran pagar? Tampoco”.
-Pero está claro que va a ganar el que haga bien las cosas.
-El que se diferencie. Y tenemos una gran ventaja. Nos quedamos con los recursos naturales. Internamente seremos Carbono Cero cumpliendo la meta del 2050 mucho antes, y lo que nos sobre lo vendemos el mundo como un nuevo commoditis. Tenemos que entender que (/este negocio potencial) tiene el tamaño de negocio del gas de Vaca Muerta. Hablamos mucho de Vaca Muerta y poco de carbono de la Argentina, que tiene el mismo tamaño de negocio si lo logramos hacer.
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Ahora también contra la Agenda 2030
Mondino borró el compromiso ambiental 2030 de la web de Cancillería porque Vox la acusó de comunista
Fecha de Publicación: 23/05/2024
Fuente: La Política On Line
Provincia/Región: Nacional
Bajó el documento de la agenda ambiental de la página oficial. "La Agenda 2030 tiene objetivos muy buenos, el problema son las propuestas", se defendió Mondino.
La gira de Milei por España para coronarse como líder mundial del conservadurismo internacional no solo generó una crisis diplomática sin precedentes con el gobierno de Pedro Sánchez sino también se ganó un tirón de orejas de Vox.
Según pudo saber LPO, el partido de ultraderecha española le cuestionó a Diana Mondino la inclusión de la Agenda 2030 en la plataforma de gobierno. Ante el reto, los libertarios dieron de baja de la página Argentina.gob el documento que llevaba la firma de Milei y su ministro de Justicia, Cúneo Libarona.
Quien se comunicó con legisladores argentinos fue la ex diputada de Vox, Malena Nevado, la portavoz en el Congreso español contra la Agenda 2030, quien le remarcó al gobierno de Milei la contradicción de defender la vida y a los agricultores y al mismo tiempo, estar a favor de esa agenda a la que consideran que forma parte del mundo globalista que dicen combatir.
Además, Nevado le dijo a la comitiva argentina que ya había medios europeos que comenzaron a preguntarse sobre este tema. En este marco, por miedo a quedar mal con Vox, el gobierno decidió bajar el documento de la página oficial: "Esta página o el sitio no está disponible. Por favor revisá la dirección o volvé a ingresar más tarde", indica el link.
Frente a este nuevo escándalo, que repercutió en el grupo de WhatsApp libertario, la canciller Diana Mondino trató de dar una explicación: "En realidad los objetivos de terminar con la pobreza o lograr desarrollos sostenibles son muy buenos. El problema son las métodos o propuestas para lograrlo", dijo sobre la Agenda 2030.
Es que precisamente, lo que Vox cuestiona son los objetivos de desarrollo sostenible que se planteó la Asamblea de Naciones Unidas en 2015. Entre esas metas, se buscaba asegurar el desarrollo sostenible de todas las personas y todos los países, eliminar la pobreza y el hambre y asegurar la paz en el mundo.
Lo cierto es que la reprimenda de Vox generó malestar en algunos legisladores oficialistas: "cuando se armó el escándalo de aborto, dijeron que no estaba en agenda, cuando quisimos discutir la tenencia de armas, tampoco estaba en agenda. La dolarización, el cepo y dinamitar el Banco Central, tampoco está en agenda. ¿Cuál es nuestra agenda?", se preguntaron desde las filas libertarias.
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Se realiazará la primer Campaña Plurinacional Antiextractivista
Más de 60 organizaciones se suman a la 1° Campaña Plurinacional Antiextractivista
Fecha de Publicación: 28/11/2023
Fuente: Télam
Provincia/Región: Nacional
Más de 60 asambleas territoriales, organizaciones y comunidades originarias, además de personas autoconvocadas, participan de la 1° Campaña Plurinacional Anti-extractivista, un espacio horizontal y abierto que tiene como objetivo visibilizar cómo la forma de producción extractivista impacta en cada territorio y aspecto de la vida mediante actividades que se llevarán a cabo el 4 de diciembre en ciudades y pueblos de diferentes provincias del país.
"La contaminación de las fuentes de agua, los movimientos sísmicos por el fracking, la megaminería, los agrotóxicos en la leche materna, los incendios forestales son sólo algunos ejemplos de las consecuencias a las cuales se ha llegado en nombre del 'progreso' que sólo trajo desigualdad y, bajo la promesa de empleo, empobrecimiento de les habitantes y territorios", indicaron los espacios organizadores.
En este contexto, desde hace varios meses, las organizaciones y colectivos vienen articulando para realizar el 4 de diciembre y en los días previos (sábado 2 y domingo 3) actividades en cada territorio bajo una consigna común: #bastadeextractivismo.
"La Barrick Gold prometió a principios de este siglo desempleo cero y el exgobernador (José Luis) Gioja prometió que no se vería afectada, ni la cantidad ni la calidad del agua del Río Jáchal. Prometieron un paraíso minero pero nos están dejando un infierno: pobreza, sequía y contaminación del río con mercurio proveniente de los sucesivos derrames que se repiten hasta la actualidad de la Mina Veladero", describió a Télam Carolina, integrante de la Asamblea Jáchal No Se Toca (San Juan).
La asambleísta recordó que entre el 12 y 13 de septiembre de 2015 se produjo un derrame de un millón setenta y dos mil litros de solución cianurada en la Mina Veladero, hecho considerado como "el peor desastre ambiental minero de la Argentina" y por el que todavía no se juzgó a los responsables en la justicia federal.
Tras este episodio, la Mina Veladero (actualmente gestionada por la empresa canadiense Barrick Gold y la china Shandong Gold), tuvo otro cuatros derrames más.
El uso de agrotóxicos
Para quienes viven en zonas fumigadas ni siquiera está la promesa de progreso: "Los agrotóxicos y sus consecuencias no siempre son evidentes a primera vista. Capaz uno se da cuenta cuando aparece un sarpullido extraño en un ser querido, cuando de golpe empiezan a morir insectos o animales sin motivo aparente", contó Agustín, de la asamblea ambientalista Exaltación Salud.
"A veces es peor, uno abre los ojos con la muerte de algún ser querido que, a pesar de llevar adelante una vida sana, de repente muere por un cáncer fulminante. Cuando uno se 'despierta', empieza a ver las consecuencias de este modelo tóxico en todas partes. Porque en los pueblos fumigados, si algo sobra, son pruebas en carne propia del daño de los agrotóxicos", continuó.
A pesar de tener un amparo judicial que prohíbe las fumigaciones de manera terrestre a menos de 1.000 metros de casas y escuelas, las y los vecinos del partido bonaerense de Exaltación de la Cruz han denunciado pulverizaciones con agrotóxicos violatorias de la decisión de la Justicia: la última fue en septiembre cuando se produjo una fumigación a menos de 800 metros de la escuela de La Lata, en Capilla del Señor.
Desde una mirada más general, Paula de la coordinadora Basta de Falsas Soluciones (BFS), describió que "extractivismo es un concepto que reúne en su interior todas las actividades de saqueo y contaminación que llevan adelante las grandes corporaciones de la mano del gobierno de turno sin que importe la consecuencia sobre las comunidades afectadas, todo con un único objetivo, la ganancia privada".
La activista ambiental señaló que llevan "décadas de esta práctica, por ejemplo, comiendo agrotóxicos que primero contaminaron ríos, suelos y cuerpos de otras especies; tomando agua con venenos y metales pesados pues luego de hacer volar una montaña en mil pedazos para extraer oro y demases, vierten las aguas residuales en algún río cercano; viendo grietas abrirse en las paredes de nuestras casas que tiemblan producto de la extracción no convencional de gas y petróleo; perdiendo cosechas y suelos por sequías e inundaciones consecuencias de la feroz deforestación constante".
Y añadió que "con estos ejemplos puede verse que las problemáticas socioambientales afectan a todas las personas, por eso uno de los ejes de la campaña es 'dime de dónde eres y te diré qué extractivismo padeces'".
Las acciones que se realizan en cada territorio pueden verse en la siguiente página web: https://hastacuandoextractivismo.blogspot.com/
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Argentina ya entró en deuda ambiental
La deuda ambiental de Argentina: ya se agotaron los recursos que se producen por año
Fecha de Publicación: 24/06/2023
Fuente: Télam
Provincia/Región: Nacional
Basado en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos, este año el Día del Exceso de la Tierra se alcanza en la Argentina el 24 de junio. "La única manera de retrasar esta fecha es a través de un verdadero cambio en nuestra forma de vida", dijo un especialista.
La deuda ambiental de Argentina: ya se agotaron los recursos que se producen por año A partir del 24 de junio, Argentina ya habrá agotado todos los recursos naturales que puede producir durante el año, por lo que durante los próximos seis meses consumiremos a crédito los recursos futuros, generando una nueva "deuda ambiental", informó este jueves la Fundación Vida Silvestre.
Basado en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos, este año el Día del Exceso de la Tierra se alcanza en la Argentina el 24 de junio, por detrás de otros países como Qatar, que fue el primero en agotar sus recursos el 10 de febrero; Estados Unidos, el 13 de marzo; Francia, el 5 de mayo; o España, el 12 de mayo.
A nivel global, el Día del Exceso de la Tierra llegará el próximo 2 de agosto y es una iniciativa realizada por la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, GFN), que actúa como indicador mundial de la velocidad en la que estamos "consumiendo el planeta", según difundió en un comunicado Vida Silvestre.
Desde la década de 1970, la demanda de recursos naturales de la humanidad ha superado la capacidad de la Tierra para regenerarlos.
"Para nuestro país, la fecha es un poco más de un mes antes que el promedio global y los datos dejan en evidencia que, si todo el mundo explotara los recursos naturales como lo hacemos en Argentina, se necesitarían alrededor de dos planetas para abastecer el sistema de producción y consumo", afirmó Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina.
"La única manera de retrasar esta fecha es a través de un verdadero cambio en nuestra forma de vida. Desde el modo que consumimos y producimos los alimentos, hasta la manera en que nos movemos", agregó.
Sobre este punto, advirtió que "si bien todas las personas podemos hacer algo para demorarla, hacen falta también cambios a gran escala desde los gobiernos y el sector privado".
"En un año electoral es necesario que la agenda vinculada a la producción sostenible, la transición energética basada en la promoción de energías renovables y el uso eficiente y racional de la energía, la lucha contra la deforestación y la pesca ilegal, la implementación plena de la legislación ambiental y la tipificación del delito penal ambiental forme parte activa de los debates de campaña", aseguró.
Los resultados de la huella ecológica a nivel mundial son un indicador de "la presión sin precedentes que las actividades humanas están ejerciendo sobre la naturaleza" y muestran que "la humanidad está en números rojos y tiene lo que se conoce como deuda ecológica", agregó el texto.
Al ritmo que consumimos, estamos usando un 70% más de recursos naturales de lo que los ecosistemas del planeta pueden regenerar en un año.
Para alcanzar el objetivo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que busca reducir las emisiones de carbono en un 43% en todo el mundo para 2030 en comparación con 2010, sería necesario retrasar el Día del Exceso de la Tierra 19 días al año durante los próximos siete.
La Huella Ecológica es la métrica de contabilidad de los recursos biológicos más completa disponible, se calcula sobre la base de 15.000 puntos de datos por país por año, y es producida por la Fundación de Base de datos de Huella Ecológica (FoDaFo) con la Universidad de York en Toronto.
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Hoy Argentina entró en default ambiental
¡Argentina entra hoy en default (ambiental)!
Fecha de Publicación: 24/06/2022
Fuente: MeteoRed
Provincia/Región: Nacional
Este 24 de junio es el “Día del sobregiro ecológico en Argentina”. Esto significa que, si toda la humanidad consumiera como los argentinos, en 175 días hubiésemos consumido los servicios ecosistémicos que nuestro planeta puede generar en 365 días.
Desde principios de la década de 1990, la asociación Global Footprint Network (GFN) calcula el impacto de la actividad del ser humano en el planeta Tierra y emite un reporte que se llama “The Earth’s overshoot day” (Día del sobregiro de la Tierra) que indica el día en que el planeta agotó sus recursos ecológicos del año. Su finalidad es generar conciencia, actuando como indicador global de la velocidad en la que estamos agotando las reservas naturales del planeta.
La primera vez que se nuestro planeta alcanzó un sobregiro ecológico fue en diciembre de 1971, y luego cada año, el default ambiental se alcanza más y más temprano. En 1976, la fecha se adelantó a noviembre, desde 1987 a octubre, en 2000 a septiembre, y en 2005 a agosto. Por más de 50 años el “presupuesto” de los servicios ecosistémicos de la humanidad se agotó antes de tiempo, a medida que aumentaban nuestros problemas ambientales.
¿Qué son los servicios ecosistémicos?
También llamados servicios ambientales o de ecosistemas, son los recursos (bienes y servicios) o procesos de los ecosistemas que benefician a la sociedad al mejorar la salud, la economía y la calidad de vida de las personas. Estos incluyen la producción de agua limpia, la polinización, la formación de suelo, los procesos de descomposición de desechos, etc.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los servicios ecosistémicos son el motor del ambiente. Son esenciales para la vida, por lo que la tierra, el agua, el aire, el clima y los recursos genéticos se deben utilizar de forma responsable para las presentes y futuras generaciones.
Entre 2001 y 2005, más de 1300 científicos del mundo entero realizaron una evaluación global y agruparon los servicios de ecosistemas en cuatro categorías amplias de servicios:
- Aprovisionamiento, como la producción de agua y de alimentos, medicinas, materias primas, los recursos genéticos, minerales, etc.
- Regulación, como la polinización, el control del clima y la moderación de eventos naturales, la captura y almacenamiento de carbono, de la calidad del aire y de las enfermedades, el tratamiento de aguas residuales, la prevención de la erosión y conservación de la fertilidad de suelos, el control de plagas etc.
- Cultural, que genera beneficios científicos, educativos, espirituales y recreativos, estéticos, de arraigo y pertenencia, patrimonio cultural, etc.
- Soporte, vitales para la producción de los demás servicios ecosistémicos, como el ciclo del agua, la formación del suelo, la fotosíntesis, el hábitat de las especies, los nutrientes, etc.
Día del Sobregiro de la Tierra 2022
Este 28 de julio será el Día del Sobregiro de la Tierra, un día antes que en 2021. Si todo el planeta viviera como los habitantes de Qatar, este día sería el 10 de febrero. Si todos viviéramos como los residentes en Canadá, Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos, la fecha sería el 13 de marzo. El país sudamericano que más temprano consume su presupuesto ecológico es Chile: el 15 de mayo. Argentina está apenas por encima de la media global y Bolivia apenas por debajo: el 5 de julio.
El país sudamericano que estira más su presupuesto ambiental es Ecuador: su sobregiro lo alcanza el 6 de diciembre.
La humanidad utiliza actualmente un 74% más de lo que los ecosistemas del planeta pueden regenerar, es decir, “1,75 Tierras”. Desde el Día del Sobregiro de la Tierra (28 de julio) hasta el final del año, la humanidad opera con un gasto ecológico deficitario, el mayor desde 1970.
Este derroche de gasto ecológico se evidencia en el aumento de la temperatura media global, la contaminación ambiental, la pérdida de biodiversidad, inseguridad alimentaria, conflictos, sequías, desastres. El panorama no es bueno, pero aún podemos modificar esta situación, y contamos con las herramientas para ello. Desarrollar ciudades inteligentes y resilientes al clima puede, por ejemplo, adelantar algunos días esa fecha, en ciertos casos hasta 21 días!
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La economía circular se asoma en el país
Las claves de la economía circular
Fecha de Publicación: 18/02/2021
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
Ahora se pone el foco menos en los consumidores y más en las empresas y el desarrollo de productos duraderos con materiales capaces de soportar la reutilización.
La agenda medioambiental a nivel global retomó con fuerza un tema que tuvo un auge en la década del 90 y después de algún modo perdió interés: el reciclado. Ahora el concepto se complejizó y consiste en la idea de la “economía circular”, en contraposición a la “economía lineal” que siempre caracterizó al capitalismo. A diferencia el reciclado, pone el foco menos en los consumidores y más en el rol de las empresas y el desarrollo de productos duraderos cuyos materiales sean capaces de soportar la reutilización. A nivel nacional, hay algunas iniciativas en danza pero el punto de partida es muy bajo.
En el marco de la última reunión regional de ministros de Medio Ambiente de la región, de la cual participó el titular de la cartera nacional, Juan Cabandié, se lanzó la "Coalición de Economía Circular" coordinada por el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). “El sector financiero y los responsables de políticas públicas tienen un papel central que desempeñar para abandonar el crecimiento lineal e integrar la circularidad en las finanzas y nuestras economías", dijo Inger Andersen del PNUMA.
La OCDE calcula que en la actualidad se extraen globalmente 100 mil millones de toneladas de recursos naturales para la producción anual, lo cual triplica a la cantidad que se extraía en 1970. Alrededor de la mitad de los materiales utilizados son minerales no metálicos, usados mayormente en el sector de la construcción, seguido por una cuarta parte que corresponde a biomasa y el resto combustibles fósiles y metales. A este ritmo de producción, consumo y descarte, para 2060 el uso anual de materiales sería de 313 mil millones de toneladas, más del triple del número actual.
Al igual que la riqueza, la basura está distribuida de forma inequitativa. Mientras que los países de altos ingresos representan una sexta parte de la población mundial, generan más de un tercio de la basura global.
En el Congreso
En la Argentina, la separación en origen sigue siendo muy débil y la tarea de recuperación y diferenciación de residuos está concentrada en el trabajo de los recuperadores urbanos. Atilio Savino, ex secretario de Ambiente de la Nación y actual presidente de la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, explicó a este diario que “el concepto básico de la economía circular es tratar de reproducir lo que se da el metabolismo biológico que se da en la naturaleza. Entonces es diseñar los productos para que una vez consumidos sean una materia prima secundaria de un nuevo proceso. Claro que esto tiene un límite, porque el rendimiento del material reutilizado va bajando. El cerebro de la economía circular es el diseño y el reciclado es ineludible”.
Una de las iniciativas apoyada en la economía circular es el proyecto de ley que fija presupuestos mínimos de protección ambiental para la regulación, reducción, sustitución y prohibición de manera gradual de productos plásticos de un solo uso. El proyecto tiene dictamen de comisión de Recursos Naturales pero resta el visto bueno de las comisiones de Industria y Presupuesto y Hacienda.
En tanto, en el Senado anda dando vueltas el proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Gestión Ambiental de Envases y Envases Post-Consumo, que en 2018 fue debatido en comisión de Diputados y buscaba atribiur responsabilidad a las empresas productores por los desechos.
Responsabilidad extendida
La idea de la política de responsabilidad extendida en la producción es que el fabricante de un producto sea responsable de la recolección y disposición de sus residuos y de los productos desechados. Como esta medida tiene incidencia en el precio final, las empresas compiten para la prevención en la generación de desechos e impulsen el reciclado y la reutilización de los productos, en lugar de que terminen en un basurero. La cara negativa de esta medida es el encarecimiento de los productos.
En los Estados Unidos, la política de responsabilidad extendida se aplica mayormente en casos de residuos peligrosos, como algunos electrónicos, alfombras, residuos médicos, pinturas, colchones y baterías. Se trata de regulaciones estaduales, ya que no hay una ley federal al respecto. En un sentido parecido opera la resolución ministerial de 2013 que define un esquema de responsabilidad extendida en el caso de los neumáticos, pero que casi no tiene aplicación.
También hay grandes compañías que ofrecen a los consumidores desechar sus productos en las propias tiendas a cambio de un bono para la compra de un nuevo artículo, como es el caso de Apple y la marca de ropa The North Face.
Según las cifras oficiales, en la Unión Europea el promedio actual de reciclado es del 39 por ciento y el objetivo es para 2030 llevarlo al 65 por ciento en el caso de los residuos municipales y 75 por ciento en el reciclado del packaging. Una de las claves es la separación de la basura en los hogares y las redes logísticas inversas (desde el hogar hacia la fábrica), pero también la eficiencia y durabilidad de los productos y su fácil desarmado y reparación. Otras iniciativas de políticas públicas se relacionan a las compras sustentables por parte del Estado, la generación de indicadores de uso de materia virgen en los productos, impuestos sobre el uso del plástico virgen, exenciones fiscales para la reutilización de materiales y para la reparación.
Electrónica, ropa, química y agricultura
Hay determinados sectores de la economía que tienen mayores posibilidades de circularidad. Por ejemplo, la industria del packaging es responsable por costos estimados de 40 mil millones de dólares a causa del descarte de productos. En el caso de los alimentos, se calcula que un tercio se pierde en la cadena de producción o directamente se tira a la basura, lo cual equivale a pérdidas de eficiencia por mil millones de dólares por año.
En los electrónicos, otro sector clave, el gran desafío en la reutilización es el manejo de sustancias peligrosas como plomo, cadmio, mercurio y estaño. En el caso del sector de la construcción, los organismos internacionales sugieren la búsqueda de materiales más ligeros, la utilización de más madera, menos cemento e impulsar la restauración de edificios en lugar de la demolición, construcción de edificios con materiales reutilizados.
Otro rubro apuntado es la ropa, que produce el 20 por ciento de los residuos líquidos a nivel global y emite el 10 por ciento de los gases de efecto invernadero. Desde el año 2000, el consumo de ropa se duplicó y apenas el 1 por ciento de los textiles se reciclan.
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Desarrollo sustentable, un reclamo que crece en el país
Ecología. Desarrollo sustentable, un reclamo que crece en la Argentina
Fecha de Publicación: 14/09/2020
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Nacional
Para el movimiento ecológico, la crisis sanitaria mundial que el nuevo coronavirus hizo estallar es una confirmación -en un único, brutal golpe- de algo que venía sucediendo en cuentagotas y que la ciencia anuncia desde hace al menos 20 o 30 años: hay dos colapsos ambientales que se dan al unísono y se retroalimentan: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad (que no es sino una manera de llamar a la extinción de especies y ecosistemas planetarios). Y, aunque no parezca evidente a simple vista, están detrás de enfermedades de origen animal -zoonóticas- que saltan al humano justamente por la forma problemática, difícil hasta lo inviable, en que se producen bienes y se extraen recursos de la naturaleza para alimentar a casi 8000 millones de industriosos seres humanos. El salto lo dio el virus luego bautizado Sars-CoV2, pero pudo haberse dado antes. Lo que es peor, puede volver a darse.
En ese contexto, una vez más la Argentina está en condiciones de pensar qué tipo de desarrollo quiere, en virtud de una cada vez más onerosa cuenta ambiental local, resumida en quemas que destrozan islas y sofocan poblaciones, en un aumento de enfermedades prevenibles por agroquímicos, zonas enteras perdidas por la explotación minera intensiva y, sobre todo, la cada vez menos abstracta oposición de las poblaciones, hoy más amplia que una mera vanguardia verde. El último ejemplo de una larga cadena es la resistencia que ha generado un proyecto para instalar decenas de granjas porcinas para exportar a China (país donde estos animales sufrieron la peste porcina africana, que obligó a sacrificar más de un millón de cerdos), comunicado de forma equívoca por el Gobierno. El modo en que se maneja la información acerca de cuánto será producido (¿9 millones o 900.000 toneladas de carne?), quién hará la inversión inicial (¿2800 millones de dólares?) y en qué lugares (¿25 ciudades?) no hace sino aumentar las suspicacias de ecologistas y movimientos ciudadanos, que ven aquí a los mismos protagonistas que introdujeron la soja transgénica en la década de 1990. Pero se trata de un ejemplo, el más reciente y candente, de algo que trasciende.
"Hay que pensar un modelo de desarrollo donde siempre esté incluido el ambiente. Desarrollo sin ambiente no es desarrollo", dice Julián Monkes, licenciado en Ciencias Ambientales por la UBA y miembro del colectivo La vuelta al mundo (lavueltaalmundo.com.ar), que busca discutir lo ambiental desde lo social y político (o viceversa). "Se vuelve a dar una gran improvisación. Eso es lo que más discuto del tema de los cerdos, la falta de planificación", afirma.
"¿China necesita cerdos? Hacemos un memorándum. Pero hace falta mucho más: un plan de desarrollo con todos los sectores involucrados, zonificación, evaluación de impacto ambiental; si no, pasará lo mismo que con la soja transgénica", advierte Monkes. Y señala otro punto sensible: Vaca Muerta. "Allí también falta ordenamiento de la frontera extractivista para que no se lleve puesto a la gente que ya vive ahí y a todo el valle que produce peras y manzanas".
Todo en un escenario nacional que los ambientalistas conocen e incorporan en sus análisis; es decir, en medio de lo que los economistas llaman restricción externa y que podría resumirse en la expresión "faltan dólares", tanto para generar desarrollo como para pagar deuda.
Además de obtener licencia social (que la gente acepte localmente los emprendimientos), Monkes cree que se debe poner a trabajar a los técnicos y científicos que tiene el país para ordenar y fiscalizar.
Algún movimiento en ese sentido parece haber. Al menos, así lo explicó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, en una entrevista con miembros de la Red Argentina de Periodismo Científico. "En litio, en la extracción de petróleo y en las actividades agropecuarias estamos estableciendo una mirada transversal. La idea es que la producción tiene que ir de la mano del cuidado del ambiente", dijo.
El acuerdo con China
Respecto del acuerdo con China, agregó: "Participamos de reuniones en Casa Rosada. Vamos a armar una comisión que dé los protocolos y la información necesaria para la bioseguridad y el manejo de los residuos. La Argentina va a tener un proyecto en porcinos que siga las normas y estándares internacionales de manejo de residuos y bioseguridad en escala". Salvarezza dijo que hay un trabajo conjunto de su cartera con los ministerios de Ambiente, Agricultura, Cancillería y Producción.
La pregunta es si se alcanzarán los estándares internacionales más altos. Dada la cantidad de cerdos contemplada en el proyecto, el riesgo es el hacinamiento, que puede generar enfermedades y heces en tamaños inmanejables, potencialmente dañinos para los cursos de agua. Como en los asuntos farmacéuticos, la cuestión es la dosis que el medio ambiente no puede tolerar y que genera daños no incluidos dentro de la ecuación meramente económica.
Carolina Vera, jefa de gabinete en el ministerio de Ciencia y climatóloga de renombre mundial, afirma: "En la producción porcina hay que ver la escala, el uso del agua y los desechos; es mejor cuanto más pequeña es la escala y se puede hacer en regiones del país con animales a campo y cerca de zonas donde se producen granos. Y con tratamiento de efluentes, que pueden convertirse en biogás, en un proceso económica circular". Durante un encuentro online de la ONG Sustentabilidad Sin Fronteras la semana pasada, afirmó: "Toda producción puede hacerse de manera sustentable".
Otro funcionario involucrado en las conversaciones señaló que la inquietud nace de Jefatura de Gabinete. "El pedido es que se trabaje lo productivo y lo ambiental en mesas amplias con miradas divergentes. Ni todo lo que propone el inversor, como en minería, pero tampoco no hacer nada, como quizás algunos sectores plantean. Son mesas que no abundan en la Argentina y no tenemos entrenamiento", se lamentó. Sin embargo, por ahora no se ha invitado a las ONG.
Cada país encuentra su manera propia de desarrollarse. Europa y los Estados Unidos, y también la relativamente efímera Unión Soviética, lo hicieron a expensas de exprimir sus recursos naturales para industrializarse, con un costo que aún tiene consecuencias globales. La quema de combustibles fósiles, sobre todo carbón, para alimentar la revolución de las máquinas afectó a sus poblaciones entonces y todavía genera el efecto invernadero que deriva en el cambio climático. El tardío Japón y los casos de Corea del Sur y China, entre otros, resultan difícilmente extrapolables al contexto sudamericano. El hecho de que el crecimiento se ha pagado y se paga con aire literalmente irrespirable en muchas de sus ciudades no es un dato menor: el gobierno chino en ocasiones pide que su población no salga de sus casas porque estar al aire libre significa incorporar aire venenoso.
"Compramos un GPS nuevo pero le pusimos la misma dirección de siempre", dice María Marta Di Paola, directora del área de investigación de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que generó un documento con la información acerca del acuerdo porcino y sus riesgos e incertidumbres.
Efecto invernadero
"Lograr esas 900.000 toneladas de carne porcina implicaría incrementar el stock de animales en casi 10 millones, sumar más de 2.200.000 toneladas de maíz y unas 750.000 toneladas de soja para la alimentación del ganado, lo que implica sumar casi 290.000 y cerca de 250.000 hectáreas cosechadas de uno y otro grano; eso duplicaría las emisiones de gases de efecto invernadero del sector porcino y demandaría unos 12.000 millones de litros de agua potable a lo largo de toda la producción, sin contabilizar el agua para la limpieza", reseña el documento.
"Estos últimos anuncios, de reactivación de Vaca Muerta, de búsqueda de atraer inversiones para gas también a través de plataformas offshore, el acuerdo con China sobre megafactorías de cerdo, los incendios, el no tratamiento de la ley de humedales. es todo lo mismo, pero peor", grafica el escrito.
Para Di Paola, hay un debate que el país se debe: pensar un modelo agropecuario que tienda hacia "una agroecología que ponga en valor saberes ancestrales, que permita internalizar los beneficios ambientales y sociales de este tipo de actividades; la generación de energía accesible para la población, que no esté centralizada en el petróleo y el gas, que va en contra de compromisos ambientales generales. Ir hacia lo local, más hacia adentro", propone.
Como Monkes, ella cree que la planificación es una de las claves. "China planifica mínimo a diez años, acá cuatro años es largo plazo y en ambiente cuatro años no es nada. Es apenas un mandato de gobierno, por eso las políticas resultan débiles". Di Paola niega que el movimiento ambientalista en sentido amplio "ponga trabas" al desarrollo.
"Todo depende de cómo el paquete genera beneficios económicos, sociales y ambientales de manera armónica. No que lo económico se lleve puesto todo", dice. Y presenta como esencial la idea de licencia social: los pobladores de donde se extraiga el agua y el maíz que necesitarán los cerdos deben dar su consentimiento informado, para usar otra expresión de la industria farmacéutica y los ensayos clínicos.
Ese punto, justamente, el de la licencia social, es el que esgrime el colectivo Jóvenes por el clima, organización nacida como una de las versiones argentinas del movimiento mundial que encabeza la militante sueca Greta Thunberg, de rutilante estrellato. La aparición de los jóvenes como un actor político deja claro que, aún con presentes espinosos, las previsiones marcan que el peligro mayor está en el futuro; ya no en el siglo XXII, sino en un tiempo que es el que van a vivir las y los Gretas del mundo, con fenómenos climáticos extremos frecuentes, con provisión de alimentos más difícil, con regímenes hidrológicos modificados, entre otras amenazas.
Otra perspectiva
"A nadie le gusta que el mundo esté camino a un colapso, y tendemos a matizar y ver qué parche o qué se puede hacer para solucionarlo, pero lo que muestra la tendencia en relación a emisión de gases es que no podemos enfrentar la crisis en la magnitud en que es necesaria. Es un fracaso de todos los países", dice Ana Julia Aneise, licenciada en economía y miembro de Jóvenes por el clima. "La Argentina necesita una perspectiva ambiental para todas sus decisiones de política económica y pública. Lo ambiental no es algo secundario, una evaluación previa. El mundo está atravesado por una crisis que cambia los patrones de comercio y producción, y moldea el futuro. La Argentina está en situación complicada por la deuda, la pobreza y la crisis del coronavirus, que profundiza todo. Es necesario planificar, no solo en relación con este acuerdo porcino sino también en todo lo productivo con una visión sistemática, porque los problemas afectan primeros a los de menores ingresos. El objetivo ambiental debe ser menos pobreza y desigualdad", dice Aneise, de 24 años, que tiene claro que, si las generaciones hoy a cargo no encaran la transición, van a sufrir las nuevas generaciones.
En un contexto internacional que demanda productos primarios, la transición hacia una producción con respeto al ambiente puede no ser opcional sino obligatoria, incluso en el marco de una globalización ralentizada o de pactos internacionales como el Acuerdo de París, en vías de cumplirse. Hay muchos mercados que comenzarán a cerrarse si los productos no vienen con una huella ecológica y hasta el FMI o el Banco Mundial consultarán por acciones ambientales antes de ir a lo financiero. Así de potente es la agenda.
La clave es la transición hacia lo más limpio, lo más amigable y menos fósil posible. "Entiendo que hay actividades productivas en curso y no se puede de un día para el otro hacer una modificación brusca. Pero es necesario pensar ya la transición. Y planificar, no tomar medidas en virtud de las urgencias", dice Aneise. Señala que desde el ambientalismo no se plantean dejar Vaca Muerta y la soja la semana que viene, sino que analizan que ese sistema es insustentable y que hay que modificarlo con cierta urgencia, y que esa proyección no se discute. "Lo piensan como secundario", se lamenta.
En ese contexto, con los sectores de agricultura y deforestación como los más emisores del país, sumar miles de cabeza de ganado solo podría añadir más puntos al incumplimiento de los compromisos climáticos. "La Argentina tiene capacidad para producir tecnología. Un ejemplo ilustrativo es el litio, un recurso estratégico para las baterías eléctricas. En sí misma, la exportación de litio no trae ingresos, no compite con la minería tradicional. Si el país tuviera un proyecto para construir las baterías, un objetivo que Bolivia tenía, un plan para valorar algo más que materia prima, sería mejor como modelo de desarrollo", dice Aneise.
Intereses en pugna
Son discusiones, las ambientales, que suelen tener como principal foro el Congreso. Allí se suceden, desde hace más de una década, luchas y disputas por distintas leyes que regulan y restringen la explotación indiscriminada. Lo insólito es que una vez sancionadas solo se cumplen de manera parcial, como la ley de bosques, que ordenó territorios pero nunca obtuvo, en más de una década, el presupuesto que la propia norma establecía.
Hoy la disputa es por la ley de humedales, ecosistemas imprescindibles para mantener la salud de personas y ambientes, cuya sanción podría afectar intereses inmobiliarios y agropecuarios particulares en función del interés general. "Es difícil y hace falta energía y tensión social para sancionarla, pero diversos ámbitos se empiezan a hacer eco de estas demandas. Hay terreno para profundizar", sostiene Aneise.
Su grupo se anotó una participación clave en la ley de cambio climático, sancionada hace casi un año; "una ley que jerarquiza e institucionaliza" a actores que buscan limitarlo, según explicó Mariano Villares, de Sustentabilidad sin Fronteras, en el evento citado. Allí afirmó: "Lo que favoreció su aprobación es el hecho de que es una ley que no afecta intereses de sectores económicos, a diferencia de la ley de humedales, que se trabajó en paralelo, pero no fue sancionada aún porque establece un inventario nacional de humedales que restringe actividades productivas y afecta intereses. La ley de cambio climático no fija plazos ni establece obligaciones a sectores económicos", reconoció.
Como se ve, todavía conspiran la imposibilidad de las autoridades de considerar el largo plazo así como egoísmos y posiciones insostenibles e insustentables. Si nada cambia, la próxima pandemia podría estar a la vuelta de la esquina.
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El agua vale más que el dólar
El agua vale más que el dólar
Fecha de Publicación: 01/09/2020
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
El fuego en los humedales del Paraná y en las sierras cordobesas, la sequía que no cesa, la misma pandemia; las alertas frente a los vertiginosos cambios climáticos ya no pasan desapercibidas y sin embargo, cuando se habla de cómo salir de la profunda crisis económica que deja el coronavirus no se cuestionan las formas de producción y consumo que producen el desastre ambiental. El hambre está primero, pero ¿cuándo vamos a cambiar las preguntas?
Es de madrugada y el ritmo de escritura de esta nota acompaña una lluvia intermitente. Las palabras de Inés se mezclan con las gotas que caen y paran e interrumpo para averiguar si en Córdoba también está lloviendo y qué pasa en Entre Ríos. Quiero saber si esta garúa alcanzará para apagar los incendios en los humedales y en las sierras. Le escribo a una amiga. A otra. Están durmiendo. Hago fuerza como si algo de mi cuerpo pudiese apurar la tormenta.
“Las lluvias aumentaron en las regiones húmedas del planeta, en zonas tropicales, mientras muestran una tendencia a disminuir en las regiones que ya son las zonas más secas y semiáridas. Por eso en la jerga del cambio climático se suele decir que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres en función de la disponibilidad de agua dulce”, dice Ines Camillioni, Doctora en Ciencias de la Atmósfera e investigadora del Conicet. Cuando la escucho pienso en la consigna de los lugares en los que falta: el agua vale más que el oro. La comparación refleja un sistema que aún define lo que vale con total independencia de las necesidades vitales. La abundancia será, como paradoja, el problema.
Las modificaciones en el nivel del mar por el derretimiento de hielos y también las lluvias más intensas provocarán inundaciones en todos los continentes. Lo mismo que pasa con las riquezas. Sobran a un lado, faltan del otro y esas dinámicas están conectadas y se reproducen a fondo. Hasta la muerte.
Ya nadie discute la veracidad del calentamiento global y sus consecuencias. A lo sumo los cálculos difieren sobre las fechas. En diez, veinte o treinta años regiones enteras sobre todo en las costas orientales donde hoy viven millones de personas podrían quedar cubiertas por agua provocando desplazamientos masivos y catástrofes humanitarias de magnitudes desconocidas.
A diferencia del cambio en las precipitaciones que varía según la región, la temperatura aumentó en todo el planeta. Como la desigualdad durante la pandemia. La jerga del cambio climático adoptó términos de la economía: la disponibilidad de agua como pobreza o riqueza.
A la economía también llegó el lenguaje de las ciencias de la atmósfera. Se habla cada vez más del calentamiento global y de la emisión de dióxido de carbono. Lo hacen los grandes fondos de inversión ávidos de ganancias, lxs militantes preocupadxs por el mundo que les quedará a las próximas generaciones y lo enuncian quienes sufren en sus propios cuerpos la transformación del ambiente.
Interiorizarse en estos debates es sumergirse en una sensación apocalíptica. Los escenarios futuros pueden verse en simulaciones que quitan el sueño. Se trata de un hecho que ya (casi) nadie niega. La diferencia está en los diagnósticos sobre las responsabilidades y por ende, en cómo debería abordarse.
Importación y exportación (de debates)
El IPCC, Instituto para el Cambio Climático, elabora cada año un informe en el que recopila la información que existe y brinda recomendaciones a los gobiernos con un objetivo claro: tomar medidas durante los próximos diez años para reducir en 0.5c la temperatura global.
Se requiere una transición urgente en el modo en que se produce, distribuye y consume para evitar (al menos parcialmente) el desastre. A eso se le llama “transición verde” ¿Quién la organiza?¿Bajo qué parámetros?¿Con qué resultados? La única respuesta fácil es la del cinismo individualista: que nada cambie porque al fin, todxs estaremos muertos.
Hasta hace poco tiempo era frecuente escuchar, sobre todo entre economistas preocupados por mejorar las condiciones de vida de los sectores populares, que el calentamiento global era una agenda de ricos y que las soluciones provistas -bajo el paraguas de lo “sustentable” y los cambios en los hábitos individuales de consumo- eran apenas una fachada para crear nuevos mercados rentables. Y de verdad, en muchos casos, lo eran. Lo confirman las grandes cadenas de supermercados bio que cobraron popularidad, sobre todo en Europa, al mismo tiempo que lxs jóvenes se volcaban masivamente al activismo ambientalista. Góndolas llenas de envases de plástico y productos importados que recorren el cielo en aviones y dejan una huella ecológica enorme muestran algunos de los límites de las soluciones de mercado.
Hoy el debate tomó otro rumbo. Si bien todavía quedan vestigios de propuestas que piensan el tema como un asunto de voluntades de cambio individuales, lo que predomina es la discusión sobre las formas de producción. En primer lugar, la matriz energética y la producción de alimentos. En Argentina, el 53% de la emisión de gases de efecto invernadero provienen de la producción de energía, en particular, de la quema de combustibles fósiles, el 37% de la agricultura, la ganadería, silvicultura y otros usos de la tierra, el 6% de procesos industriales y el 4% del sector residuos.
Podríamos decir que lxs economistas que no confían en las lógicas mercantiles pasaron por tres fases, aunque algunos siguen estancados en la segunda. Fase negación: es un problema del Norte. Fase aceptación con resignación: nada que hacer en un lugar donde hay personas que no comen todos los días. Fase preocupación: las consecuencias las van a sufrir más los sectores populares y como siempre que se haga el cruce entre género, raza y clase, las más afectadas serán mujeres de menores recursos y más aún, las racializadas.
Sobre este último punto Margarita Olivera, profesora del Instituto de Economía de la Universidade Federal de Rio de Janeiro (UFRJ) y coordinadora del projecto de extensión de economia e feminismos destacaba que “lo que sucede con el medio ambiente no está exento de las relaciones capitalistas. Por eso hablamos de racismo ambiental. Los eventos extremos ya están provocando una sobrecarga de tareas domésticas y de cuidados sobre todo para las mujeres más pobres. En las favelas hay deslizamientos, enfermedades asociadas a vectores que tienen que ver con inundaciones. Cuando alguien enferma, son ellas las que tienen que dejar su trabajo para cuidar, para acompañar”.
Margarita agrega que la mirada debe ser no sólo feminista sino también decolonial. “Los que más emiten son los países centrales. Y los que más sufrimos somos nosotrxs”, agrega. A nivel global, Estados Unidos y China lideran el ranking de emisiones. Argentina es responsable del 1% mundial, aunque es tercera en la región, detrás de México y Brasil.
Quién define el tono
Desde los organismos internacionales alineados con la agenda de la financiarización, proponen “bonos verdes”, activos financieros que otorgarían a sus tenedores permisos para emitir carbono. Es el peor de los fantasmas. En nuestro país implica una alianza perfecta entre finanzas y agronegocios: mayor primarización de la economía.
Lo que está en discusión es quién tendrá la capacidad de decidir qué se considera verde y qué reglas se imponen para la producción. Es clave contar con taxonomías propias para evitar importar intereses ajenos y dar lugar a la información que producen quienes ya aportan a la economía desde proyectos sustentables y de desarrollo local. Esto último cobra más importancia si de lo que se trata es de evitar la demanda de dólares asociada a las inversiones que requeriría la transición ecológica.
En el cruce entre economía y ambiente, debemos considerar que la información que circula tiene sesgos y muchas veces parte de preguntas erradas ¿Qué pasaría si nos preguntáramos por el impacto ambiental que genera la desigualdad de ingresos? ¿Por qué no se calcula la huella ecológica de los sectores más ricos de la población? ¿Y si aceleramos el cambio en la distribución, en cuánto evitaríamos el aumento de la temperatura de la tierra?
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Argentina ya entró en deuda ambiental
Fecha de Publicación: 27/06/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Nacional
Aunque se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad, entendida como sus reservas en términos ecológicos, alcanzó el Día del Exceso de la Tierra más de un mes antes de lo calculado para el promedio mundial
La Argentina entró en default ambiental. Eso significa que, al día de hoy, el país ya consumió los recursos naturales que puede producir durante todo un año, tomando a préstamo los recursos futuros proporcionados por la Tierra. Si se hiciera una proyección, respecto de los servicios ecosistémicos para abastecer las necesidades de consumo de la población necesitaría un planeta y medio.
Estos datos, presentados ayer por la Fundación Vida Silvestre Argentina, están basados en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales que tenemos y cómo los utilizamos.
Para el mundo, el overshooting day (como se lo llama en inglés) se retrasó, respecto del año pasado tres semanas como consecuencia de la pandemia de COVID-19 que castiga al planeta desde hace poco más de seis meses.
“La situación ambiental que estamos viviendo podemos compararla con pagar el mínimo de la tarjeta de crédito. Acumulamos deuda para más adelante y llega un momento en que se vuelve insostenible”, explica Manuel Jaramillo, director de la ONG.
El “Día del Exceso de la Tierra” es una iniciativa realizada por Global Footprint Network (GFN) que busca generar conciencia y señalar el exceso de velocidad con el que estamos “consumiendo el planeta”. A nivel global ese día se estima para el 22 de agosto, unas semanas después de lo que ocurrió en el 2019, pero ya teniendo en cuenta el parate de emisiones ocurrido durante la pandemia. Esta fecha se calcula a partir de comparar la suma de todas las demandas de consumo del mundo con los recursos naturales disponibles para solventar ese consumo y la capacidad de respuesta que tienen los ecosistemas para reponer esos recursos.
Uno de los costos de nuestra deuda ecológica es el cambio climático, como consecuencia de que los gases de efecto invernadero se emiten más rápidamente de lo que pueden ser absorbidos por los bosques y los océanos. La pérdida de biodiversidad, la conversión del suelo, la deforestación, la sobrepesca, la escasez de agua y de alimentos, y la contaminación también están del lado del debe en la lista.
"Tenemos una cantidad de cosas que es irracional; hay algo que está mal en nuestra cultura de consumistas que está destruyendo el planeta. Hay que demostrar que la conservación es un beneficio económico para la sociedad: la naturaleza destruida es el caldo de cultivo para las pandemias" dice Yolanda Kakabadse, representante de la ONG internacional WWF para América latina refiriéndose al impacto de las zoonosis en la vida de las personas.
“Las actividades humanas y la sobreexplotación de los recursos afectan a los ecosistemas, su funcionamiento y a todas las especies asociadas, lo cual nos lleva a una reflexión urgente: la variable ambiental debe ser incluida en el desarrollo de un modelo social económico y productivo, que tenga en cuenta a la naturaleza y a las personas, para que sea justo y sostenible en el tiempo. La naturaleza nos ha dado indicadores de su capacidad de respuesta ante una reducción de nuestra huella ecológica, recordándonos que nosotros necesitamos mucho más al planeta, de lo que él necesita de nosotros”, agrega Jaramillo.
Según datos de GFN, la Argentina se encuentra dentro de los países que aún cuentan con reserva de biocapacidad -entendida como sus reservas en términos ecológicos- para producir recursos y proveer servicios ambientales, detrás de Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay. Sin embargo, hay datos alarmantes de nuestro país que dan cuenta que aún hay mucho por hacer al respecto, considerando además que a pesar de nuestra alta biocapacidad estamos por encima de la media a nivel mundial, marcando en el calendario el 26 de junio como el Día del Exceso de la Tierra en la Argentina, más de un mes antes que la fecha global:
● Desde la sanción de la Ley de Bosques Nativos en 2007, se perdieron 3.500.000 hectáreas de bosques nativos y con ellos todos los beneficios asociados. El ritmo promedio ha sido de aproximadamente 300.000 hectáreas deforestadas por año, el equivalente a la superficie de CABA por mes.
● Nuestra matriz energética se basa, principalmente, en el uso de combustibles fósiles, cuya combustión emite gases de efecto invernadero y otros contaminantes a la atmósfera, que son los principales causantes del cambio climático y el calentamiento global.
● Se estima que de un 20% a un 30% de los recursos pesqueros en Argentina se descarta sin vida al mar.
“La única manera de retrasar esta fecha es un verdadero cambio en nuestra forma de vida. Desde el modo que consumimos y producimos los alimentos, la forma en que nos movemos, cómo conseguimos nuestra energía e incluso en qué invertimos nuestro dinero. Si bien todas las personas podemos hacer algo para retrasar esta fecha, por supuesto también hacen falta cambios a gran escala desde los gobiernos y las empresas. Nuestro país, por ejemplo, tiene la posibilidad de aumentar los compromisos asumidos en el Acuerdo de París. Podemos plantear un compromiso mucho más ambicioso de reducción de emisiones si buscamos enfrentar realmente el problema del cambio climático. Por ejemplo a través de la inversión en políticas de eficiencia energética o energías renovables, en el transporte, en la construcción e incluso en los sectores agropecuario y forestal”, señaló Manuel Jaramillo, Director General de Fundación Vida Silvestre Argentina.
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¿Es posible una minería sustentable?
Fecha de Publicación: 13/01/2020
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional
El desafío que tiene el gobierno es crear instituciones y procesos que permitan construir un acuerdo social que sirva de base para el desarrollo de la actividad de manera sustentable. La minería puede ser plataforma de desarrollo de otras actividades dinámicas, como las de conocimiento, con un gran potencial exportador.
La minería en Argentina está de nuevo en el centro de la discusión. Se enfrentan dos posiciones opuestas en relación a los efectos que ésta tendría en el desarrollo del país. Una de ellas se centra en sus potenciales efectos negativos, por ejemplo, en el medio ambiente y en otras actividades como la agricultura, con la que compite por el uso de recursos escasos como el agua. La otra, rescata supuestos impactos positivos en el desarrollo económico, a través de la generación de divisas, impuestos, empleo y el fomento de otras actividades vinculadas. Las posiciones parecen irreconciliables y las posibilidades de desarrollar la actividad cada vez más lejanas.
El desafío al que se enfrenta el gobierno actual en este escenario no es el de elegir una u otra posición, y convencer a un sector de la sociedad o al otro. Ambas posturas deben ser consideradas. Abundan ejemplos de impactos positivos en el desarrollo económico en países como Canadá, Estados Unidos, Australia y Sudáfrica, como de efectos negativos de todo tipo. Uno muy cercano y reciente es la contaminación con cianuro, por un derrame en la mina Veladero, de cinco ríos en la provincia de San Juan.
El verdadero desafío que tiene el gobierno, entonces, es crear las instituciones y los procesos que permitan construir un acuerdo social que sirva de base para el desarrollo de la actividad de manera sustentable.
Ahora bien: ¿Por qué es tan importante llegar a un acuerdo social sobre el tema minería? ¿Puede llegarse a un acuerdo social sobre temas tan controversiales? ¿Cómo se llega a estos acuerdos? ¿Es un plebiscito el camino o hay otros más prometedores? ¿Podría en base a estos acuerdos realmente desarrollarse una minería sustentable?
La realidad es que la economía argentina necesita divisas. Las crisis recurrentes de balanza de pagos lo demuestran. El país históricamente exporta poco y sus exportaciones están concentradas en un sector: el agrícola, el que disfruta de un poder económico y político excesivo. Esta situación crónica es agravada actualmente, además, por la abultada deuda externa contraída durante el último gobierno, la cual se paga en dólares.
Cualquier actividad capaz de exportar y generar divisas, desafiando al mismo tiempo la supremacía del campo, será vista por el gobierno actual, por lo tanto, sin dudas, con ojos positivos. El sector minero es un excelente candidato, con un gran potencial comparable al de Chile (e.g. Pascua-Lama) hasta ahora inexplotado: Argentina exporta la décima parte que el país vecino.
Con las políticas correctas, además, ya es aceptado que la minería puede ser plataforma de desarrollo de otras actividades dinámicas, como las de conocimiento, con un gran potencial exportador. El ejemplo de Australia, donde se desarrolló una industria de tecnologías de la información que hoy exporta más que la minería es excelente. Finalmente, en la medida que se localiza en algunas de las provincias menos desarrolladas, esta actividad tiene también el potencial de contribuir al desarrollo local, lo cual parece crucial en un país con fuertes disparidades regionales como el nuestro.
Parece claro, sin embargo, que sin acuerdo social, construido de manera legítima, no hay posibilidades para el desarrollo de esta actividad en un país como Argentina, con menos del 30 por ciento de sus recursos conocidos explotados y ocho provincias que prohíben o limitan la actividad.
Los enfoques utilizados generalmente por las grandes empresas para ganar la denominada “licencia social” (permiso de las comunidades para operar) están mostrando resultados pobres. De hecho, hay más de 21 proyectos parados por conflictos sociales. Un plebiscito tampoco resuelve el conflicto, ya que simplemente hace que se imponga una visión sobre la otra.
Es necesario y urgente, por lo tanto , que desde el gobierno se generen las instituciones y procesos que sirvan para involucrar a diferentes sectores de la sociedad, tanto a nivel nacional como local, en la toma de decisiones con respecto a la minería. Estas instituciones deberían ser capaces de incidir en todos los temas que importan. Deberían, por ejemplo, poder redefinir radicalmente los modelos actuales de explotación con los cuales unas pocas empresas se llevan los beneficios y la mayor parte de la sociedad paga los costos ambientales. No hay ninguna posibilidad de que la actividad minera sea sustentable si las decisiones no se toman colectivamente, a través de un diálogo que reconozca tanto los potenciales efectos positivos como los negativos, quiénes ganan y pierden en diferentes escenarios y cómo se pueden revertir estos efectos.
El diálogo además debería tener objetivos transformadores. El trabajo llevado adelante por las empresas y los gobiernos para construir licencia social tiene como objetivo en general convencer, “educar”. El enfoque es asistencialista. No es sorprendente por lo tanto que la sociedad civil, informada, organizada y movilizada, no responda positivamente.
Un gobierno progresista como el de Alberto Fernández tiene la oportunidad y la obligación de utilizar otros enfoques, ser innovador y ambicioso. La aspiración en el mediano plazo debería ser incentivar cambios profundos, no solo en los modelos de gestión y distribución de rentas e ingresos; sino también en las tecnologías utilizadas y permitidas para operar. Sabemos de experiencias históricas en que las tecnologías se transforman y redireccionan a partir regulaciones, muchas de las cuales han surgido como respuesta a la presión social.
Así, el conflicto por el intento de reforma de la la ley 7722 en Mendoza, la que cuidando un recurso tan preciado como el agua, prohíbe la utilización de sustancia tóxicas en la minería metalífera, más que una limitación a la actividad, debería verse como una oportunidad para el cambio, si es trabajada socialmente con miras a que tenga un efecto transformador incentivando la búsqueda de métodos alternativos. El sistema legislativo, el cual le otorga un poder significativo a representantes temporarios, no debería tener la responsabilidad modificar leyes de esta naturaleza, con efectos de largo plazo irreversibles. Se debeos pensar otras alternativas.
Los procesos participativos puede derivar en resultados sorprendentes. La experiencia que están transitando otros países como los europeos, utilizando instituciones y procesos participativos a nivel regional para incentivar transformaciones hacia la sustentabilidad que aborden los desafíos del cambio climático, es alentadora.
En procesos que convocan e involucran amplios sectores de la sociedad, utilizando metodologías participativas de vanguardia, las que atienden cuestiones centrales como la diferencia de poder entre los actores, se ha logrado redefinir objetivos y pilotear políticas claves para iniciar procesos de transformación hacia la sustentabilidad con acuerdos entre los distintos tipos de actores, en principio, inesperados.
Por Anabel Marin
Conicet/CENIT-UNSAM EEyN.
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La Bolsa de Valores ahora también es "verde"
Fecha de Publicación: 24/09/2019
Fuente: Comercio y Justicia
Provincia/Región: Nacional
Con un leve atraso con respecto a la región, finalmente la Bolsa de Valores de Argentina lanza el primer panel de Bonos Verdes, Sociales y Sustentables. Estará integrado por Valores Negociables que apunten a contribuir con la mejora del medio ambiente y/o con problemáticas sociales.
Los emisores de este tipo de bonos deberán cumplir con los requisitos establecidos en el reglamento de listad o y, adicionalmente, con aquellos exigidos en el Reglamento de Panel de Bonos Verdes, Sociales y Sustentables.
Los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, categorías de proyectos verdes elegibles como energías renovables, conservación de la biodiversidad, entre otros, o categorías sociales elegibles como infraestructura básica asequible (agua potable, alcantarillado, saneamiento), acceso a servicios esenciales (salud, asistencia sanitaria, financiación y servicios financieros) y generación de empleo. Los bonos sustentables son una combinación de ambos.
Los emisores deberán contar con una “revisión externa”, a fin de proporcionar credibilidad y da certeza a los inversionistas sobre los impactos ambientales y/o sociales de los proyectos. Además, será necesario que los emisores desarrollen informes con cierta periodicidad relacionados con el uso de los fondos y/o con el grado de cumplimiento de los beneficios planteados.
Al respecto, el presidente de Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA), Ernesto Allaria, explicó: “Este panel está en línea con iniciativas de las bolsas de valores más desarrolladas del mundo, los lineamientos de la Comisión Nacional de Valores y estándares internacionales. Su fin es promover las finanzas verdes y contribuir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible”.
Cómo se negocian
La negociación de este instrumento se realizará en los sistemas de negociación existentes para los respectivos valores negociables. En la web de BYMA estará disponible toda la información relacionada a la emisión del bono, los reportes y el seguimiento.
Finalmente, Allaria, agregó: “En diciembre pasado lanzamos nuestro panel de Gobierno Corporativo y un Índice de Sustentabilidad enfocado en acciones, ahora creamos el primer producto sostenible para renta fija, lo cual nos permite ampliar el alcance de este compromiso en forma exponencial”.
La Social Bond Principles (SBP) entiende por Bonos Sociales cualquier tipo de bono en el que los fondos se aplicarán exclusivamente a financiar o refinanciar, en parte o en su totalidad, proyectos sociales elegibles, ya sean nuevos y/o existentes; y que estén alineados con los cuatro componentes principales de los SBP.
Dichos proyectos sociales tienen por objetivo ayudar a abordar o mitigar un determinado problema social y/o conseguir resultados sociales positivos en especial, pero no exclusivamente, para un determinado grupo de la población.
Por su parte, la Green Bond Principles (GBP) define los Bonos Verdes como cualquier tipo de bono en el que los fondos se aplicarán exclusivamente para financiar, o refinanciar, ya sea en parte o en su totalidad, proyectos verdes elegibles, nuevos o existentes y que se encuentren en línea con los cuatro componentes principales de los GBP.
La Climate Bonds Initiative define a los bonos verdes como aquellos bonos donde el uso de los recursos es segregado para financiar nuevos proyectos y también refinanciar existentes con beneficios ambientales.
Consultados sobre cómo se eligen las métricas para informar sobre el impacto ambiental o la eficiencia de los proyectos y quién está a cargo de esta elección, voceros de la BYMA aclararon que para ayudar a las métricas armonizadas entre los emisores de Green Bond, el Grupo de trabajo de informes de impacto de los Principios de Green Bond ofreció sugerencias sobre las mejores prácticas en las métricas de informes de impacto para ciertas categorías elegibles del Proyecto Green Bond.
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¿Argentina tras la Economía Azul?
Fecha de Publicación: 19/03/2018
Fuente: Agencia IPS
Provincia/Región: Nacional
Elaborar papel con desechos de la minería, cultivar algas para producir gas o alimentar pollos con larvas de moscas. Esos son algunos de los proyectos, ideados por un provocador economista belga, con los que el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable argentino aspira a transformar la economía del país.
“La globalización no da oportunidades a todo el mundo. Se las da a China, a la India o a los Estados Unidos, pero no a Argentina”, advirtió en Buenos Aires el martes 13 Gunter Pauli, en una reducida reunión con periodistas, convocada por su anfitrión, el ministro Sergio Bergman.
“Por eso este país tiene que reflexionar sobre cuáles son sus recursos disponibles para generar valor agregado y convertirse en competitivo”, agregó en el encuentro.
Pauli es un asiduo visitante de Argentina desde que en 2016 llegó para dar una serie de conferencias y no solo sedujo a Bergman, que lo contrató para que recorriera el país y contactara científicos y emprendedores locales para desarrollar proyectos, sino al propio presidente Mauricio Macri, quien lo escuchó con atención durante una audiencia en la Casa Rosada, sede del gobierno.
Este economista es un crítico de la economía verde, a la que cuestiona por sus altos costos, y es el creador de lo que ha definido como la Economía Azul, un concepto que consiste en diseñar soluciones locales con los recursos a la mano para desarrollar social y económicamente a las comunidades.
“Que es ecológico es algo obvio”, dijo con énfasis Pauli, que en los año 90 creó en Japón la Fundación ZERI (sigla en inglés de Iniciativa e Investigación para Cero Emisiones) una red de científicos con la misión de buscar soluciones innovadoras para los problemas tan disímiles como la producción de alimentos o de energía.
En sus conferencias en Argentina, Pauli incluso desdeñó a la soja, el principal cultivo nacional gracias a sus variedades transgénicas, que le permiten resistir los herbicidas y de la que sus defensores destacan su trascendencia en la obtención de divisas y sus críticos los impactos para el ambiente y la agricultura tradicional.
Según Pauli, la soja ya llegó a un límite en cuanto a su rendimiento por hectárea y a la riqueza que puede aportarle al país.
Argentina, que con casi 2.800.000 kilómetros cuadrados es el octavo país más grande del mundo, tiene un desarrollo disparejo, ya que cerca de la tercera parte de su población de 44 millones de habitantes está concentrada en Buenos Aires y sus alrededores.
Son las economías regionales las que más sufren los severos problemas del país en los últimos años.
Prácticamente no se crea empleo privado desde 2011, un tercio de los trabajadores está en la informalidad y hay una elevada inflación (25 por ciento en 2016), un castigo especial para los más pobres, que son cerca de 30 por ciento de la población.
“Estos proyectos son la semilla que puede incubar un desarrollo económico para la Argentina”, dijo Bergman, quien subrayó que los proyectos, debido a su escaso impacto ambiental, están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), impulsados desde las Naciones Unidas.
El ministro Bergman, que es un rabino y bioquímico de profesión que se sumó hace varios años al PRO, el partido político de centroderecha de Macri, hizo el prólogo para el libro de Pauli “El Plan A. La transformación de la Economía Argentina”, que publicó el Ministerio de Ambiente y ambos presentaron el mismo martes 13.
En el libro se presentan diez proyectos de desarrollo económico en distintos lugares del país, cada uno con una estimación de la inversión necesaria para ponerla en marcha, que no correrá por parte del gobierno.
“Nosotros hicimos el portafolio de oportunidades que se pueden llevar adelante; ahora hace faltan emprendedores, porque no se trata de pedirle plata al Estado”, dijo Bergman.
Pauli puso el foco sobre la rentabilidad de los proyectos y desechó la economía clásica “que enseña a ser más barato para producir. Argentina no puede competir en estos términos, pero lo que puede hacer es generar mayores ingresos con los recursos que ya tiene”.
El proyecto de cultivo de algas en la extensa costa marina argentina para producir biogás a través de la fermentación está siendo desarrollado con la bióloga de la Universidad Nacional del Sur (UNS), Elisa Parodi, quien ha dedicado su carrera al estudio de las algas.
La UNS tiene su sede en Bahía Blanca, un importante polo industrial que está sobre el océano Atlántico, 560 kilómetros al sur de Buenos Aires.
“Aquí es común que las fábricas se queden sin gas natural en invierno para producir, porque se privilegia la calefacción de los hogares”, explicó Parodi a IPS.
“Y Argentina, que en los años 70 era un líder mundial en algas, por la enorme cantidad que llegaban a las costas marinas, perdió ese recurso por el mal manejo. Por eso trabajamos para incentivar el cultivo, que es complejo porque se hace en profundidades”, agregó.
Según Pauli, Argentina podría aprovechar sus más de tres millones de kilómetros cuadrados de plataforma continental para cultivar algas, con una inversión de 2,5 millones de dólares por kilómetro cuadrado, y producir biogás a entre 8 y 10 dólares el equivalente a un barril (de 169 litros).
“Es mucho más eficiente que el gas de esquisto”, escribió Pauli, afirmación relevante, ya que en los últimos años Argentina intenta atraer inversiones extranjeras para desarrollar Vaca Muerta, un enorme yacimiento de hidrocarburos no convencionales, situado en el sur del país.
Otro de los proyectos consiste en fabricar papel a partir de las toneladas de polvo que produce como desecho la actividad minera, que en Argentina, igual que en otros países de minera, enfrenta duros cuestionamientos sociales por su impacto ambiental.
Según Pauli “el papel de piedra representa la solución perfecta para las minas contaminantes. De repente, el desperdicio de las minas tiene valor. Ahora, con su desperdicio pueden ganar dinero adicional mientras limpian su desorden”.
El papel de piedra ya se utiliza en china y, según el economista belga, una planta que produzca 63.000 toneladas anuales puede construirse con una inversión de 100 millones de dólares en San Juan, provincia de gran actividad minera sobre la cordillera de los Andes.
Pauli destacó que al mismo tiempo le generaría un ahorro al país, porque hoy se importa aproximadamente 30 por ciento del papel que se consume.
La producción de proteínas con larvas de moscas ha sido probada con éxito, según Pauli, en Australia y consiste en aprovechar los desperdicios de la producción de carne en alimento para aves de corral y peces.
En el libro se dice que las larvas de mosca tienen un alto valor nutricional, con niveles de 60 por ciento sin ninguna manipulación genética, contra 35 por ciento de la harina de soja.
“Podemos cultivar mucha más proteína con un recurso gratuito que Argentina ya tiene en abundancia”, dijo Pauli, gracias a los 650 mataderos que hoy son una fuente de contaminación ambiental.
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