Advierten sobre la desertificación

Advierten sobre las consecuencias del proceso de desertificación

Fecha de Publicación
: 26/03/2013
Fuente: El Diario de Madryn
Provincia/Región: Patagonia


Los ecosistemas áridos y semiáridos cubren el 75 por ciento del territorio nacional y su principal uso es como tierras de pastoreo. Son ambientes frágiles y proclives a la desertificación, que implica la reducción o destrucción del potencial biológico y productivo de los suelos. Estos espacios que, abarcan el noroeste, centro–oeste y sur del país, poseen un 10 por ciento de su superficie afectada de forma grave, mientras que el 60 por ciento de su área se encuentra en un estado moderado, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Además, especialistas señalan a El Diario que el pastoreo ovino, introducido desde hace más de cien años en la Patagonia, ha provocado cambios en la vegetación nativa.
La desertificación es un problema ambiental y socio-económico que ocurre principalmente por variaciones climáticas y acciones antrópicas en ecosistemas áridos, semiáridos y subhúmedos. A partir de su impacto, este proceso de degradación de los suelos puede generar o intensificar condiciones similares a las de un desierto natural.
“Las superficies áridas y semiáridas tienen una importante representatividad en el país. En estos ecosistemas de limitados recursos, se desarrolla una biota de flora y fauna acorde a las condiciones del lugar”, describe Donaldo Bran, ingeniero agrónomo de la Estación Experimental Agropecuaria del INTA, en Bariloche.
Asimismo, Bran asevera que “los procesos de desertificación en las superficies áridas generan principalmente pérdida del suelo y cambios en la vegetación que pueden ser irreversibles”.
“El 20 por ciento del territorio nacional está afectado por procesos de erosión hídrica y eólica, lo que equivale a cerca de 60 millones de hectáreas”, detalla el director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, Roberto Casas.
En este marco, Casas explica que las causas que incrementan el proceso de erosión y desertificación en el centro-oeste del país son producto de “los desmontes de los bosques secos, el sobrepastoreo extensivo de bovinos, ovinos y caprinos y el uso del fuego sobre las formaciones del monte y el espinal”.
“En la región chaqueña occidental –continúa Casas-, que comprende parte de las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, Chaco, Tucumán y Salta, la expansión de la frontera agropecuaria a zonas marginales de fragilidad ecológica ha producido la degradación de los recursos naturales, con pérdidas cuantiosas de biodiversidad”. Y agrega: “El desmonte de grandes superficies y la utilización inadecuada de la tierra mediante sistemas de producción introducidos desde regiones más húmedas, conllevan a una situación de alto riesgo de erosión hídrica y eólica, como así también a una amenaza de extinción de gran cantidad de especies silvestres”. 

Desertificación en la Patagonia
 “En el sur del país, el pastoreo de ovinos implicó cambios en la vegetación nativa, como ser en la reducción de la cubierta vegetal, en el reemplazo de especies de plantas y en la disminución de la fertilidad de los suelos”, aseguran investigadores del Laboratorio de Ecología de Pastizales del Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET), que se encarga de analizar los procesos que conducen a la desertificación en ecosistemas áridos y semiáridos, principalmente de la provincia del Chubut.
Las ovejas ejercen un efecto directo sobre la vegetación autóctona, a través del consumo de pastos y algunos arbustos con hojas blandas. Incluso algunas de las plantas mueren.
La investigadora principal del CONICET en el CENPAT, Mónica Bertiller, explica que “al desaparecer las plantas preferidas por los ovinos se generan espacios claros, donde las condiciones ambientales son más adversas y el suelo está expuesto a la erosión producida por la lluvia y el viento”.
“Estos espacios –sigue Bertiller- son generalmente ocupados en la Patagonia por especies de arbustos verdes que tienen sus hojas duras, con defensas químicas y físicas en sus espinas que las protegen del estrés ambiental y de ser comidas por los ovinos”.
Investigadores del Laboratorio de Ecología de Pastizales realizaron un trabajo de campo en diferentes zonas chubutenses –principalmente en el sudoeste y noroeste- que consistió en colocar collares con GPS en las ovejas para identificar sus recorridos y la forma en que estos animales seleccionan los sitios de pastoreo.
Al referirse a los resultados obtenidos, Bertiller relata: “Una observación importante ha sido que los ovinos generalmente regresan a los mismos sitios de pastoreo, intensificando de esta forma el impacto sobre algunos grupos de plantas”.
También, según la especialista, “en la provincia del Chubut el deterioro del ambiente es visible tanto en los ecosistemas más húmedos como en los secos”.
Los mayores efectos negativos en los ambientes semiáridos del oeste del Chubut se registran en la cobertura vegetal, con reducciones cercanas al 90 por ciento, según especifica Bertiller.
En cambio, “en los ecosistemas más áridos del noreste de la provincia las principales consecuencias se observan en la disminución de la fertilidad del suelo, que puede reducirse en un 50 por ciento”. En ese sentido, desde el CENPAT explican que esto afecta no sólo la provisión de nutrientes para las plantas y los microorganismos que habitan en el suelo sino también el balance de agua, la productividad de la vegetación y la disponibilidad de forraje.
Los trabajos que se están desarrollando actualmente desde el Laboratorio de Ecología de Pastizales están enfocados a identificar indicadores de umbrales de deterioro para los ecosistemas áridos y semiáridos sometidos a pastoreo en la región patagónica, como así también a estudiar los factores que condicionan los procesos de revegetación y restauración de la fertilidad del suelo con el fin de trazar estrategias de remediación acordes a las particularidades de cada ambiente.
En tanto, el investigador independiente del CONICET en el CENPAT, Jorge Ares, subraya la importancia de “poder detectar de forma temprana los procesos de desertificación para tomar decisiones adecuadas y prevenir su avance”.
Ares cuenta que desde el Laboratorio de Ecología de Pastizales se han desarrollado indicadores de inicio de desertificación basados en el análisis de imágenes aéreas de alta resolución para identificar cambios en el ordenamiento espacial de pastos y arbustos, como consecuencia de la creciente influencia de la erosión eólica.
Los cambios que han sido observados son los primeros indicios de profundas alteraciones ecológicas en el uso del agua y los recursos del suelo por parte de la vegetación sometida al pastoreo.
Al mismo tiempo, en el CENPAT se están evaluando las modificaciones producidas en las reservas de carbono orgánico en el suelo, inducidas por distintas alternativas de manejo del pastoreo, según explica la bióloga Analía Carrera. Estas investigaciones pueden revelar información para detectar los procesos que conducen a la desertificación.
“Parte de los resultados obtenidos hasta el momento indican que algunos atributos de la vegetación, como la cobertura total y la de pastos perennes, podrían identificarse como indicadores tempranos de degradación. Mientras que el tamaño y la composición química del reservorio de carbono orgánico en el suelo sería de utilidad para determinar los estados intermedios y avanzados de deterioro del ambiente”, detalla Carrera, investigadora adjunta del CONICET en el CENPAT.

Consecuencias socio-económicas
 El responsable del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA indica que “la erosión del suelo y las alteraciones del tapiz herbáceo y del ciclo del agua en la Patagonia, forman parte de un proceso amplio de desertificación progresiva”. Y señala: “El pastoreo extensivo de lanares ha sido el principal desencadenante, asociado a las condiciones climáticas restrictivas de la zona”.
También, Casas señala que “actividades antrópicas como el petróleo y la minería han contribuido negativamente a incrementar los procesos de erosión y contaminación en la región patagónica”.
El ingeniero agrónomo además explica las consecuencias sociales y económicas que implica el proceso de desertificación. “Un ambiente que se degrada deja de ser productivo. En muchos casos las tierras son abandonadas, ya que se vuelven inertes. Este nuevo escenario intensifica los procesos de pobreza, y en última instancia de migración”.
“Principalmente, en la Patagonia las escasas alternativas productivas, el ausentismo, los problemas de comercialización y el aislamiento aceleran el proceso de desertificación de los suelos, y al mismo tiempo generan pobreza y migración”, agrega Casas.  

Monitoreos en el país
Bran subraya la importancia de contar con una base de información amplia sobre la desertificación en diferentes zonas del país. En esta línea, Bran resalta el proyecto de Monitoreo Ambiental para Regiones Áridas y Semiáridas (MARAS), del cual forma parte.
El proyecto MARAS, del cual participan la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, el INTA y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, tiene como meta “avanzar en el monitoreo y verificación del estado de la desertificación y de su reversión, no sólo en el territorio patagónico, sino que también a escala nacional y global”. Hasta el momento en la Patagonia se han instalado más de 300 monitores de este sistema, cubriendo distintas zonas de la región.
En tanto, se espera que en los próximos meses el INTA y la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura (FECIC) lleven adelante una nueva recopilación nacional de datos sobre el estado de degradación de los suelos.
Casas recalca que es prioritaria la generación de información sobre el proceso de desertificación en el país, para que se puedan aplicar políticas acordes y de forma conjunta entre la Nación y las provincias. Y concluye: “Es indispensable que se eduque sobre la degradación de los suelos, para que la sociedad en su conjunto conozca las implicancias y valorice los recursos naturales”.
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