El Río de la Plata ya siente el impacto del cambio climático



El cambio climático ya se siente en el Río de la Plata

Fecha de Publicación
: 18/06/2016
Fuente: Revista Claves21
Provincia/Región: Nacional


Para gran parte de los porteños y bonaerenses, solo se trata de un río contaminado, un “charco” que separa nuestro país con Uruguay y, tal vez, algunos con más años recuerden cuando todavía era posible entrar en sus aguas para hacer una zambullida. Pero el Río de la Plata es mucho más que un recuerdo o un ambiente atacado por los desechos y sustancias arrojados por las personas. Allí sobrevive una biodiversidad propia, mientras que los vientos y mareas que circulan por su superficie influyen en la vida de las poblaciones vecinas. Sin embargo, como sucede en otras latitudes y ambientes completamente distintos, el cambio climático también se hace sentir en esta región y el Río de la Plata no está exento de sus impactos, entre los que se cuentan el incremento de inundaciones producto del aumento del nivel de las aguas.
“Normalmente las poblaciones más afectadas por las crecidas del río son las que se encuentran por debajo de los cinco metros sobre el nivel del mar”, dice el geógrafo del Instituto Geográfico Nacional, Ignacio Gatti. La ribera de Quilmes y Ensenada que está afectada principalmente por sudestadas, las zonas del río Matanza-Riachuelo, toda la costa de la Ciudad de Buenos Aires, Tigre y San Fernando y las islas del Delta, por las crecidas del río Paraná, resalta Gatti, se convierten en lugares con amplias posibilidades de sufrir inundaciones a partir de las nuevas variables del Río de la Plata.
El avance del agua en estas zonas no es algo nuevo e incluso, en muchos casos, sus habitantes hasta se han acostumbrado a que suceda. Entonces, ¿por qué habría que prestarle especial atención a lo que pueda suceder en estos lugares? Lejos de mantenerse estático, los estudios marcan que el Río de la Plata está elevando el nivel de sus aguas.
“Esto obedece a distintas causas -explica la doctora en Ciencias de la Atmósfera Inés Camilloni-. Por un lado, que los ríos que aportan agua, que son principalmente el Paraná y el Uruguay, tienen tendencias positivas: esto quiere decir que son cada vez más caudalosos y por lo tanto, arrastran cada vez más agua al estuario del Río de la Plata.
Otra de las causas es una mayor frecuencia de vientos con componente del Este y eso hace que de alguna forma se apile más agua sobre el margen de la provincia de Buenos Aires. La tercera causa que explica el fenómeno es el ascenso del nivel del mar que también fuerza a que haya niveles de agua cada vez más altos”.
Según el Proyecto Impactos del Cambio Global en las áreas costeras del Río de la Plata (IACC LA 26), llevado adelante por investigadores de la Universidad de Buenos Aires y científicos de Uruguay, el nivel medio del río aumenta 1,7 mm por año, aunque desde 1970 esta tendencia se habría acelerado. Para finales de este siglo, los modelos hidrodinámicos proyectaron un aumento del nivel medio de 50 centímetros, en su valor máximo.
El aumento de los caudales de los ríos Paraná y Uruguay, que alimentan al Río de la Plata, debe entenderse sin desconocer una de las principales consecuencias del cambio climático: el incremento de las precipitaciones, en este caso, en la región del noreste argentino.
Por su parte, la razón del cambio en el régimen de vientos hay que buscarla en el océano Atlántico, más allá de las aguas amarronadas del río. Allí se ubica un centro de alta presión que, por el cambio climático, ahora se desplaza cada vez más hacia el sur y provoca el aumento en la frecuencia de sudestadas, detalla Camilloni, investigadora en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA-UBA).
Ante estos eventos, las zonas ribereñas se convierten en zonas vulnerables a sufrir inundaciones, por las crecidas en primer lugar, aunque también por las llamadas sudestadas, que algunas incluso pueden ser acompañadas por precipitaciones.

Adaptación al cambio
La adaptación frente al cambio climático de los habitantes de las zonas costeras al Río de la Plata y aledaños no será una tarea sencilla. Por el contrario, un primer paso tal vez sea subsanar antiguos errores.
“Hoy una causa de inundación es el asentamiento de poblaciones en lugares de baja cota, por debajo de los cinco metros sobre el nivel del mar, en lugares muy cercanos a los arroyos que serían llanuras naturales de inundación”, describe Gatti. Y este no es el único problema que enfrentan los vecinos de zonas en donde el agua causa estragos.
Otros aspectos que el geógrafo enumera son “la falta de espacios verdes para que el agua pueda infiltrarse, la pavimentación de las calles, que por la elevación del nivel del suelo hace que en muchos casos se cree una especie de estanque, y la falta de redes pluviales de desague”.
Ante esto, la pregunta inevitable es qué se debería hacer, entonces Gatti detalla: “El agua acumulada debiera terminar en el Río de la Plata. En la ribera de Quilmes no existen las cañerías, no hay ningún tipo de desagüe pluvial. En la zona de Tigre hay, aunque no en todos los barrios y lo mismo ocurre en San Fernando, en Ensenada y en Berisso parcialmente. Hay que dejar espacios verdes, no construir en lugares altamente expuestos a inundaciones y permitir que haya estudios de impacto ambiental que incluyan el tema de las inundaciones, que actualmente no tienen en cuenta este tipo de problemáticas”.
Las viviendas, en especial las ubicadas en barrios vulnerables y al mismo tiempo afectadas por las crecidas del Río de la Plata representan otro punto de relevancia. Gatti señala la importancia de empezar a construir “viviendas adaptadas a las zonas bajas, a los pulsos de inundación de ascenso del agua”. “Serían de dos plantas o con palafitos, como se usa en Tigre, donde el agua sube pero la gente no pierde nada porque la casa está adaptada. Todo lo que se haga en la zona costera va a tener que tener en cuenta el aumento del nivel del río”, sostiene.

Riesgos para la biodiversidad
Los impactos del cambio climático también se notan en la dinámica actual del Río de la Plata y llegan hasta las especies que lo habitan. “Una de las teorías es que por el aumento de la influencia de los eventos y las precipitaciones extremas en la parte norte de la Cuenca del Plata hay más lluvias y al haber más lluvias, básicamente por el cambio climático, va a haber un corrimiento de los animales”, cuenta Alejandra Volpedo, doctora en ciencias biológicas y vicedirectora de la Unidad Ejecutora de Investigaciones en Producción Animal (INPA), dependiente del CONICET.
Volpedo explica que por el aumento de las lluvias y en consecuencia del caudal de los ríos Paraná y Uruguay, ya notaron que la cantidad de peces que bajan por estos cursos de agua es mayor. Frente a esto, alerta que los peces pueden cambiar su tipo de alimentación y que de esta manera se puede romper la cadena alimentaria. “La distribución de especies cambió, esto es una observación directa, no es una especulación”, apunta.
“Lo que hacemos desde el INPA es una determinación del stock pesquero -dice Volpedo-. O sea, averiguamos dónde están los peces y hacia dónde van esas especies. Lo hacemos a través de un otolito (un dispositivo de ubicación) que tienen los peces en la cabeza y podemos saber si las especies se están desplazando o no, y si son tolerantes a los cambios ambientales”.
Volpedo destaca además que el Río de la Plata, en especial la bahía de Sanborombón, “es una zona clave de desove de muchas especies de importancia comercial, por ejemplo de corvinas y pescadillas”.
“Que haya modificaciones ambientales en los hábitat de reproducción de estas especies implica muchos riesgos. Si hay cambios y las especies no desovan del todo esto seguramente va a afectar la pesca comercial”, advierte la especialista.
El Río de la Plata también es el escenario de algas tóxicas. Sin embargo, y al contrario de lo que se suele creer, su crecimiento no está directamente relacionado al cambio climático, sino que, según aclara la investigadora, se debe a un aumento de los nutrientes que llegan a sus aguas. “Se debe a que manejamos muy mal los efluentes, tanto los agropecuarios como los domésticos. Entonces al no haber en muchos lugares plantas de tratamiento o manejo adecuado de los efluentes o de las escorrentías de la parte de la agricultura, en estos casos todo termina en el mar”, sostiene.
No obstante, Volpedo aclara: “El incremento de algas tóxicas no necesariamente está relacionado con el aumento de temperatura, que sí hace que crezcan las algas, pero antes tiene que haber nutrientes. Es muy difícil separar los factores ambientales que afectan a una especie. No se puede decir ‘esto es cambio climático y esto es de contaminación’. Por eso muchas veces se llama en lugar de cambio climático, cambios globales, que incluyen todo”.
“Nos aparecen bastantes animales que antes quizá tenían otra distribución o con algunas malformaciones. Eso no podemos asignarlo totalmente a modificaciones en el ambiente, pero estamos tratando de ver qué está pasando”, concluye Volpedo.
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