Erosión del suelo en Entre Ríos comienza a ser problema



Entre Ríos necesita más 'terrazas' para controlar la erosión

Fecha de Publicación
: 21/10/2016
Fuente: Clarin Rural
Provincia/Región: Entre Ríos


Las “cuchillas” son una marca distintiva del paisaje rural entrerriano y un verdadero desafío agronómico. Es que el agua de lluvia que no se infiltra en el lote toma velocidad en las pendientes y se lleva la materia orgánica y los nutrientes que están en las láminas de los primeros centímetros del suelo. Es un proceso rápido que erosiona la fertilidad de los campos y sino se controla produce fuertes pérdidas en los rendimientos de los cultivos.
Según datos del INTA Paraná, el 50% de la superficie de esta provincia -sin contar las zonas de islas- es vulnerable a sufrir procesos erosivos cuando hay lluvias intensas (unas 3,9 millones de hectáreas). En 419.000 hectáreas, los productores entrerrianos utilizan terrazas, como principal método para controlar la erosión y conservar la fertilidad de sus lotes. Es el 21% de la superficie “en riesgo” y es estratégico para esta provincia -y para la Argentina- que ese porcentaje siga creciendo.
“Las terrazas son canales que atraviesan la pendiente del lote para capturar el agua excedente y conducirla hacia otro canal que la saca del campo hacia los arroyos. En Entre Ríos necesitamos hacerlas cada 50 o 70 metros para evitar que el agua que no ingresa al suelo baje a velocidades erosivas y se lleve los nutrientes”, le explicó a Clarín Rural el ingeniero Jorge Gvozdenovich, especialista en conservación de suelos del INTA Paraná.
El control de la erosión no solo es necesario por las pendientes de las famosas “cuchillas”. Los suelos entrerrianos son arcillosos y tienen baja velocidad de infiltración del agua de lluvia. “Si precipitan unos 50 milímetros, es probable que 30 milímetros escurran por las pendientes y no penetren en el suelo. Por eso es prioritario gestionar los excesos hídricos”, explicó el técnico del INTA.
La mayoría de los lotes con terrazas están en el centro y suroeste de la provincia, muy cerca de la cuenca del río Paraná, pero ahora también está aumentando la cantidad de productores que apuestan al sistema cerca del río Uruguay. “También necesitamos que crezca el uso de las terrazas en las zonas en las que ahora se expande la agricultura, en el centro norte de Entre Ríos, ya que eran suelos ganaderos de monte y son más frágiles y susceptibles a la erosión”, advirtió Gvozdenovich.
El sistema tiene dos ventajas más: al reducir la velocidad a la que escurre el agua le da más tiempo al suelo para que la absorba y evita que se generen surcos y cárcavas.
Los técnicos del INTA Paraná estiman que la inversión para hacer terrazas cuesta entre 3 y 6 quintales por hectárea (desde terraza no sembrable con máquina propia a terraza sembrable con máquina contratada), una cifra que incluye el trabajo del suelo para hacer el canal y el asesoramiento profesional del ingeniero agrónomo. En Entre Ríos, además, hay un ley provincial que ofrece incentivos fiscales a los productores que hagan terrazas porque “protegen” un recurso que es esencial para la provincia.
En un trabajo técnico, que incluyó ensayos en tres ciclos agrícolas consecutivos, Gvozdenovich y su equipo también estimaron las pérdidas que generan los problemas de fertilidad en los suelos que están afectados por la erosión.
En una loma sin erosionar, la soja rindió 3.170 kilos por hectárea, en promedio. En cambio, en la media lona “erosionada” el rinde cayó a 2.676 kilos por hectárea. Son 494 kilos menos por año en un solo lote, un número que avala las ventajas de invertir en las terrazas. Es un impacto del 15,5% en la capacidad productiva de ese campo y con la certeza de que el problema se va a ir agravando sino se controla.
“Es lo que nosotros definimos como el costo oculto de la erosión. Es fundamental generar conciencia sobre la importancia de la conservación del suelo porque la erosión se lleva la tierra más productiva que tenemos”, concluyó Gvozdenovich.
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