El fantasma del glifosato en el conurbano

El fantasma del glifosato se instala en el conurbano y preocupa por sus daños

Fecha de Publicación: 04/10/2011
Fuente: Diario El Sur del GBA
Provincia/Región: Buenos Aires


El uso de este peligroso agroquímico fue denunciado en varios distritos de la zona. Se usa en especial cerca de las estaciones para desmalezar. Lanús y Brown prohibieron su uso, pero hay denuncias de violaciones de las normas. Qué hay detrás de la peor cara del boom sojero.
Suelo arrasado, pastos quemados, olores nauseabundos y una atmósfera irritante. Ese es el panorama que queda luego del uso del glifosato, un agroquímico tristemente célebre en el país a partir del boom sojero. Pese a los distintos estudios que alertan sobre los problemas de salud y los daños ambientales que su uso tiene, el producto es el más utilizado en el sector agropecuario en la actualidad. Pero, además del campo, las zonas urbanas están especialmente amenazadas por su peligrosa presencia. Es que desde hace años se denuncia que en el conurbano se aplica glifosato en el desmalezamiento de zonas linderas a las estaciones ferroviarias. Por esto, varios distritos como Lanús o Vicente López prohibieron su uso, pero organizaciones ambientales aseguran que la restricción no se cumple. El peligro de su presencia alerta a los especialistas. Además del daño ambiental, este agroquímico está vinculado con varios efectos sanitarios graves, incluyendo defectos reproductivos, tumores y males neurológicos. Glifosato, un fantasma que se instaló en el conurbano.
El glifosato es un herbicida de amplio espectro, que los especialistas definen como “no selectivo”, utilizado para matar malezas en el campo o en zonas urbanas. Creado en la década del ’60, es el principio activo del Roundup (nombre comercial del herbicida de Monsanto) con el que se fumigan cultivos transgénicos de soja, maíz y algodón. Este tipo de cultivos resisten al compuesto sólo porque están preparados genéticamente para hacerlo.
Si bien tiene una larga historia en todo en el planeta, desde que la soja se instaló en el país como “cultivo de oro”, su nombre se conoce cada vez más. No es para menos. Según el Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), el glifosato es el agrotóxico “pilar” de la industria sojera argentina. “En el año 2007, la Argentina fue el segundo productor mundial de cultivos transgénicos con 19.1 millones de hectáreas, el 19 por ciento de la superficie destinada a este tipo de cultivos en todo el mundo. 16 millones de esas hectáreas están sembradas con soja, 2,8 millones con maíz y 400 mil con algodón”, expresa la entidad. De las plantaciones de soja, el 90 por ciento utiliza glifosato.

Un tóxico “urbanizado”
Pero la irrupción del agroquímico en el mundo de la soja se trasladó sorpresivamente al panorama urbano. En 2007, las primeras denuncias realizadas por vecinos de Vicente López con respecto al uso de glifosato para desmalezar zonas linderas a los espacios de circulación de trenes sacudieron a la opinión pública. Con el tiempo, su uso en forma de fumigación —más efectivo que la aspersión de otros productos— se popularizó pese al rechazo inicial. Las primeras denuncias llegaron en la zona norte, en el distrito de Vicente López, pero pronto la actividad llegó al sur del conurbano. Así, el año pasado, en los principales distritos de la región hubo denuncias de utilización de este producto en las estaciones ferroviarias. Todas las miradas apuntaron a la empresa que actualmente tiene la concesión del servicio: la Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia (UGOFE).
“Desde Libres del Sur trabajamos el tema del glifosato en las vías de la ex línea Roca, porque tuvimos denuncias de varias zonas de que estaban fumigando con ese elemento, como en la zona de Turdera, del triángulo de Temperley y en Claypole, donde con glifosato quemaron árboles recién forestados”, le recordó a Diario del Sur Ivanna Rezano, concejal de Almirante Brown. En ese distrito, como en Lanús o Lomas de Zamora, las denuncias vecinales llegaron a los Concejos Deliberantes, que en los últimos años aprobaron ordenanzas para prohibir su uso.
Las ordenanzas fueron aprobadas por unanimidad, pero no siempre se cumplen. Por esto, Rezano y otros concejales realizaron la denuncia ante la Defensoría del Pueblo de la Nación. Según confirmó Rezano a este medio, ante el requerimiento de la defensoría, la UGOFE “reconoce el uso del agroquímico en la zona de vías, pero amparándose en resolución de la Secretaría de Transportes de la Nación, desde la cual es aceptado el uso de estos productos en función de la ambigüedad de la Ley de Agroquímicos”.
En el caso de Almirante Brown, el HCD aprobó una ordenanza que establece la prohibición del uso de este producto con el objeto de proteger “la salud humana y del medio ambiente”. La ordenanza —que contó con el apoyo de todos los bloques— incluye a todos los espacios verdes dentro del territorio del municipio, lo que obliga a la comuna a crear un proyecto de régimen de sanciones administrativas y económicas en caso de incumplimiento.
En tanto, en el caso de Lanús, se aprobó una ordenanza que prohíbe el uso de agrotóxicos en todo el territorio local. La iniciativa fue impulsada por varias organizaciones ambientalistas, entre ella la ONG Oikos. Su titular, el ex concejal Vicente Piccirillo, destacó la participación de otras entidades, como la Asociación Guardianes del Ambiente, la Asociación Ecológica de Lanús y Eco-hábitat Nueva Frontera. “La ordenanza obliga al ejecutivo a actuar y cuando se sancione la fiscal impositiva, ahí la Municipalidad tendrá que establecer las multas para quienes no cumplan. Las sanciones pueden ser en dinero o administrativas, como las clausuras”, dijo Piccirillo.
Estos dos ejemplos muestran la preocupación de los distritos, medidas que se fueron dispersando en la región. Sin embargo, no fue suficiente.

Advertencias
Los esfuerzos locales tuvieron eco en la provincia de Buenos Aires, que comenzó a preocuparse por la situación y dar un marco general a la prohibición. Incluso, el Defensor del Pueblo bonaerense, Carlos Bonicatto, presentó la Resolución 32/11 que solicita iniciar investigaciones de oficio para determinar la probable incidencia en la salud de la población y en los alimentos para consumo, del uso de agroquímicos en la provincia. Por otra parte, recomienda a los Municipios que adopten las medidas pertinentes para un uso responsable de agroquímicos a los efectos de resguardar la salud humana y prevenir la contaminación del medio ambiente.
Si bien fuentes de la Defensoría le alertaron a Diario del Sur que esta resolución apunta fundamentalmente “a los distritos del interior que tienen actividad agrícola”, el uso en el conurbano existe. “La resolución fue formulada a raíz del trabajo que la Defensoría del Pueblo viene llevando adelante a través de diversas intervenciones en materia de medio ambiente”, dijeron desde la Defensoría.
Pero, pese a las ordenanzas, la UGOFE y otras empresas suelen desoír las normas. En este sentido, en Lomas de Zamora la Asamblea Finky Verde viene denunciando a la empresa ferroviaria por el uso de glifosato. Alrededor de ese parque, entre las vías que unen Temperley con Haedo, la entidad dijo que varias veces se usó el agroquímico para combatir la maleza.
Algunos especialistas aseguran que poco se podrá hacer si no se cambia la Ley de Agroquímicos provincial, que tiene cerca de 20 años y que el Ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense busca modificar, cambiando el decreto reglamentario 499/91.
“Esperamos no tener que acudir a la Justicia. Es de buenas prácticas administrativas que los municipios y las provincias acomoden las normas al cuidado de la salud y el ambiente”, advirtió el titular de la Defensoría bonaerense.

Peligro inminente
Con la soja instalada en el horizonte inmediato de la economía del país, el glifosato tiene una larga vida entre nosotros. Por lo que será necesario hacer una fuerte revisión de los mecanismos para evitar que su uso no genere —en el interior y el conurbano— daños irreparables a la salud y el medio ambiente.
“Entendemos que UGOFE sigue utilizando glifosato, fundamentalmente porque la Nación no se lo prohíbe, y porque los gobiernos municipales en general miran para otro lado. Hay una gran red por la modificación de agroquímicos para que no se fumigue en zonas pobladas con estos productos”, analizó Rezano. La concejal de Brown recordó que en Santa Fe, por ejemplo, la provincia “ha presentado denuncias y resoluciones para que no fumiguen en zonas pobladas”.
En tanto, Piccirillo apuntó a las cuestiones prácticas: “la sanción económica, en casos de contaminación, no parece ser la mejor, porque las empresas prefieren pagar las multas y seguir contaminando”. Como sea, el fantasma está presente. Y millones de habitantes bajo su amenaza.

Los informes de salud que condenan al glifosato
Las advertencias lanzadas en todo el mundo por los riesgos que genera el glifosato se fueron acrecentando con el correr de los años, y en 2011 se incrementaron los informes contra su uso en zonas urbanas y rurales. Entre ellos, la ONG Greenpeace difundió un trabajo categórico contra el producto agroquímico.
“Tolerancia a herbicidas y cultivos transgénicos. Por qué el mundo debería estar preparado para abandonar el glifosato”, es un informe publicado por Greenpeace en julio de este año, y demuestra que los productos sobre la base del agroquímico pueden tener efectos adversos sobre la salud humana y animal y el ambiente. En este sentido, el informe advierte que la exposición de los seres humanos al glifosato “ha sido vinculada a varios efectos crónicos: reproductivos (defectos de nacimiento), cáncer, neurológicos (incluso implicado en causar el mal de Parkinson), y efectos agudos por el uso directo del producto por los agricultores o por la exposición de los habitantes”.
Además, el informe señala la preocupación de que los defectos congénitos experimentados por mujeres en la Argentina y Paraguay puedan ser consecuencia de su exposición al glifosato utilizado en cultivos de soja y arroz transgénicos. Se indica que estudios científicos demuestran el potencial del glifosato para interrumpir la reproducción, por su capacidad de causar daño mitocondrial, necrosis y muerte celular en células embrionarias y placentarias; y de causar alteraciones endócrinas, incluyendo la interrupción en la producción de progesterona y estrógenos, y el retraso en la pubertad masculina.
“Existe mucha evidencia científica de los efectos que el glifosato provoca en la salud. Debemos tomar esto muy en serio y llevar a cabo una reevaluación urgente de los impactos en la salud del glifosato y sus productos”, afirmó Hernán Giardini, coordinador de la Campaña de Biodiversidad de Greenpeace.
Además, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha revelado que el glifosato y su desglose, el ácido aminometilfosfónico, conocido como AMPA, se encuentran con frecuencia en las precipitaciones y los ríos de la cuenca del Mississippi, donde se siembra la mayoría de los cultivos transgénicos tolerantes al glifosato. Los resultados del USGS se basan en dos estudios de la lluvia y las cuencas hidrográficas en las zonas agrícolas de la cuenca del Mississippi, donde está el "el mayor uso" de glifosato para controlar las malezas en maíz transgénico, la soja y el algodón tolerante a glifosato “Roundup”. Los informes del USGS de que el uso de glifosato aumentó en más de ocho veces, en los 15 años hasta el 2007, erosionan aún más el mito de que los cultivos transgénicos reducen el uso de productos químicos.

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