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Santa Fe: se podrá denunciar por internet fumigaciones ilegales

Se podrán denunciar por internet las aplicaciones ilegales de agroquímicos

Fecha de Publicación
: 25/03/2019
Fuente: La Capital (Santa Fe)
Provincia/Región: Santa Fe


A partir de este viernes 22 de marzo, el Ministerio de la Producción de Santa Fe pondrá en vigencia una página para denunciar malas prácticas agrícolas. El canal servirá, sobre todo, para informar sobre aplicaciones incorrectas de agroquímicos, es decir, por ejemplo cuando no se respete la distancia respecto de los límites urbanos, se fumigue cerca de escuela rurales, o se ejecute un mal manejo de los envases que contienen los plaguicidas, fungicidas o herbicidas.
Dentro de la página de trámites en línea de la provincia, desde este viernes habrá un link específico para realizar la denuncia. El interesado deberá llenar un formulario en el que podrá, incluso, adjuntar fotografías sobre las irregularidades e información adicional que las certifiquen. Una vez completado, se podrá visualizar cómo quedó registrado, y hacer modificaciones. Al finalizar, el sistema devolverá un número de expediente y con él se podrán seguir las acciones públicas que se realizan.
El trámite de la denuncia será gratuito y, con el mismo, aseguran desde el gobierno provincial se iniciarán actuaciones administrativas con inspección en el lugar de los hechos y entrevistas a los involucrados. Si fuera necesario, agregan, se procederá directamente con intimaciones ante elementos suficientes para actuar de oficio.
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Agroquímicos en Entre Ríos sigue generando disputas legales

Agroquímicos: sigue una disputa en Entre Ríos y el campo pide rechazar un amparo

Fecha de Publicación
: 23/03/2019
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Entre Ríos


La Mesa de Enlace de Entre Ríos, la Bolsa de Cereales de esa provincia y el centro de acopiadores que agrupa a los actores de este sector se presentaron ante los tribunales de Paraná y pidieron que se desestime un amparo que habían impulsado un grupo de ambientalistas y la Asociación Gremial del Magisterio de Entre Ríos (Agmer) contra un decreto reglamentario sobre las aplicaciones de agroquímicos.
El año pasado, tras un reclamo de esos grupos, un fallo judicial prohibió las aplicaciones a menos de 1000 y 3000 metros, terrestres y aéreas, de escuelas rurales. En octubre último la Sala de Procedimientos Constitucionales del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Entre Ríos, en voto dividido, confirmó una sentencia de la Cámara Civil, Sala Segunda, que había prohibido aplicar fitosanitarios alrededor de todas las escuelas rurales de la provincia.
Enseguida, los productores argumentaron que así saldrían de la producción unas 300.000 hectáreas, algo equivalente a todo lo que allí se siembra de trigo. Los productores pidieron la intervención del gobernador Gustavo Bordet, que vía un decreto estableció las distancias en 100 y 500 metros, respectivamente.
Antes, la provincia había recurrido a un recurso extraordinario federal (REF) en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, argumentando que la medida inicial afectaba derechos de los productores y que unos 45.000 de ellos no habían sido parte del proceso.
El 4 de febrero último, nuevamente ambientalistas y docentes presentaron un amparo para que se declare la nulidad del decreto de Bordet.
Según fuentes de la Mesa de Enlace de Entre Ríos, como ayer se vencían los plazos judiciales los ruralistas decidieron pedir ante la Justicia provincial que se desestime el amparo, según informó a LA NACION Walter Feldkamp, director de la Sociedad Rural Argentina (SRA) en Entre Ríos.
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Cosecharás abortos, malformaciones y cáncer



Cosecharás enfermedades

Fecha de Publicación
: 20/03/2019
Fuente: Agencia Nex (UBA)
Provincia/Región: Córdoba


Un equipo de investigadores realizó dos estudios en un pueblo agrícola de Córdoba severamente contaminado con glifosato y otros pesticidas y detectó altas frecuencias de cáncer, abortos espontáneos y anormalidades congénitas que superan ampliamente el promedio nacional. Si bien el trabajo, por sus características, no permite realizar asociaciones directas, sí sugiere la aplicación de medidas preventivas para proteger a la población de esta exposición ambiental.
En Argentina las semillas transgénicas comenzaron a utilizarse en 1996. Básicamente, esta modificación genética le otorga a la planta la capacidad de sobrevivir en un ambiente saturado de glifosato, un herbicida que se aplica para erradicar malezas. A partir de allí, el uso de estas semillas ha crecido, año tras año, debido al aumento en los rindes y la simpleza del cultivo. Actualmente, se utilizan en unas 25 millones de hectáreas donde viven alrededor de 12 millones de personas. Este fenómeno trae aparejado un constante aumento en el uso de glifosato como consecuencia de la  resistencia creciente que desarrollan las plantas a este herbicida, lo que genera la necesidad de mayores dosis por hectárea y su uso combinado con otros agrotóxicos. Hoy en día se aplican en el país unas 240 mil toneladas de glifosato por año.
Monte Maíz es una pequeña ciudad agrícola, de unos 8 mil habitantes, ubicada a 300 km al sudeste de Córdoba capital. Alrededor de 650 tn de glifosato por año se concentran, manipulan y movilizan por el pueblo, desde donde salen diariamente para ser aplicados, por medio de maquinarias terrestres o aviones fumigadores, en los campos cultivados con soja y maíz transgénico que comienzan en el límite inmediato de las viviendas.
Con el correr de los años, médicos, vecinos y autoridades locales comenzaron a percibir un incremento en el número de personas que enfermaban de cáncer. Por esta razón solicitaron una evaluación de estado sanitario a profesionales de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba.
Se conformó entonces un equipo de trabajo interdisciplinario de más de 70 personas encabezado por el médico Medardo Ávila Vázquez, docente de la Cátedra de Clínica Pediátrica del Hospital de Clínicas de la UNC. Los especialistas llevaron a cabo un un estudio ecológico exploratorio sobre cáncer y contaminación ambiental que incluyó, por un lado, un estudio epidemiológico sustentado en un relevamiento poblacional con una encuesta dirigida a los habitantes del pueblo. Y, por otro, un análisis ambiental que apuntó a la detección de fuentes de contaminación como basureros, torres de antenas de telefonía móvil, transformadores de energía eléctrica, plantas industriales, acopios de granos, depósitos de pesticidas y de máquinas fumigadoras. También se tomaron muestras de agua, suelo y polvo de granos que fueron analizadas por el Centro de Investigaciones Ambientales de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata.
“Ellos nos vinieron a ver porque intuían que estaban frente a una situación muy grave”, recuerda Ávila Vázquez. Y agrega: “En Monte Maíz pudimos hacer un trabajo profundo porque el intendente, que es médico, y un grupo muy movilizado de vecinos nos abrieron las puertas del pueblo. En otros lugares esto no suele ocurrir”.
Los resultados de la investigación fueron publicados en el International Journal of Clinical Medicine en febrero de 2017. Se trata del primer trabajo de estas características realizado en Argentina que es publicado por una revista científica internacional con referato. Además de Ávila Vázquez, también son autores del artículo Flavia Difilippo, Bryan Mac Lean, Eduardo Maturano y Agustina Etchegoyen.

Mucho glifosato
El análisis ambiental realizado por los investigadores permitió determinar que el desarrollo de este modelo agrícola produjo, con el correr de los años, una relocalización de los productores que se trasladaron del área rural al interior del pueblo, llevando a sus familias, equipos de trabajo, e insumos. Así, los depósitos se multiplicaron en la villa hasta alcanzar los veintidós sitios de almacenamiento de máquinas de fumigar y de pesticidas. Además, se observaron enormes silos de cereales y granos de los que se desprende polvillo de soja y de maíz.
De acuerdo con la información reunida por los científicos, para cultivar semillas de soja y de maíz genéticamente modificadas, se utilizan 10 kg de glifosato por hectárea, por año. Esto significa que 650 tn de ese herbicida son aerolizadas en la zona, lo que implica una carga general de exposición ambiental al glifosato de 79 kg por persona por año.
Los análisis realizados fueron contundentes: se encontró glifosato (y su metabolito AMPA) en todas las muestras de suelo y polvo de granos tomadas en el pueblo. La concentración hallada fue 10 veces más alta que la de otros pesticidas, lo que demuestra que, entre todos los pesticidas que contaminan el ambiente, glifosato es el más relevante.
“Ese cascarilla del grano que sale de los silos se aspira. Es material particulado que vuela y se va depositando sobre los autos, en la ropa que pone la gente a secar en la soga. El viento lo va acumulando contra el cordón de las veredas, de ahí tomamos las muestras. Es impresionante”, dice el investigador con preocupación.
Sorprendentemente, las concentraciones detectadas en el interior del pueblo fueron varias veces más elevadas que las encontradas en los suelos de los campos cultivados. Así, por ejemplo, las muestras obtenidas junto a una plaza de juegos infantiles presentan una concentración de 2297 ppb, unas 68 veces mayor que la obtenida de una muestra de tierra de un campo de maíz resistente a glifosato (41 ppb). La concentraciones más elevadas provienen de las muestras recogidas en la vereda peatonal lindante con un depósito de pesticida (3868 ppb).
“El agroquímico se concentra en los pueblos, porque los pueblos se han convertido en centros de operaciones. Los productores van a los campos y aplican los agrotóxicos cada quince o veinte días dependiendo del momento del año y de la situación del cultivo, pero en la ciudad la máquina va y viene todos los días con los agroquímicos para fumigar distintos lotes. La circulación de los agroquímicos adentro del pueblo, son un elemento de enfermedad”, asegura Ávila Vázquez. Y agrega: “En estos pueblos no se trata solamente de la nube de agrotóxicos fumigados por un avión que el viento lleva sobre el pueblo, sino que aquí tenés el depósito de agrotóxicos al lado de tu casa y al tractor fumigador pasando por tu puerta”.
Por otro lado, tanto el manejo de la basura sólida urbana (que es recogida por un servicio municipal que la deposita en un basural), como el sistema de cloacas  (que alcanza a todos los hogares), y la buena calidad del agua que beben, libre de arsénico desde hace 16 años, no constituyen factores de contaminación que puedan influir en las patologías estudiadas. El informe subraya que el glifosato y, en menor medida, otros pesticidas, son el elemento principal de contaminación ambiental de Monte Maíz.

Mucho cáncer
El análisis epidemiológico se basó en información recolectada sobre 4859 personas, lo que representa un 62% del total de la población de Monte Maíz. Los resultados son, a todas luces, alarmantes.
La tasa de incidencia de cáncer fue de 706 casos cada 100 mil habitantes, es decir, un 276% más alta que la de Ciudad de Córdoba (259,4/100.00) y un 317% mayor que la estimada para la Argentina (217/100.000). Asimismo, de acuerdo con el Registro Provincial de Tumores, en Córdoba se presentan unos 9 mil casos nuevos de cáncer por año, lo que implica que en Monte Maíz deberían agregarse 13,9 pacientes cada año, sin embargo, en Monte Maíz, en 2014, se registraron 35 nuevos casos de cáncer.
“Entre los casi 5 mil habitantes que pudimos investigar, había 900 personas que formaban parte de 170 familias vinculadas directamente al campo. Son las familias del operario de la máquina de fumigar, de los peones rurales, de los agrónomos y de los productores. Son las personas que manipulan directamente los agroquímicos y su entorno. Este grupo tiene 3 veces más cáncer que el resto de los vecinos”, detalla Ávila Vázquez.
En cuanto a la estructura de edad de los casos reportados, el trabajo señala que del total de los enfermos de cáncer en Monte Maíz surgidos entre 2010 y 2014, un 22% tenían menos de 44 años. Mientras que en Córdoba, ese valor (entre 2002 y 2009) sólo alcanzó al 11%. “Estos hallazgos son consistentes con las observaciones hechas por los médicos locales en dos caminos: un aumento absoluto de los casos de cáncer y una mayor presencia de pacientes oncológicos más jóvenes que lo habitual”, consigna el informe.
Otro dato inquietante que revela la investigación es que la tasa de mortalidad por cáncer en Monte Maíz es un 299% más elevada que en Ciudad de Córdoba. En efecto, 383/100.000 habitantes para el pueblo agrícola, contra 128/100.000 para la capital de la provincia. Por otro lado, mientras que a nivel nacional el 20% de los decesos se producen por cáncer -igual porcentaje que en Córdoba-, en Monte Maíz las muertes por esa enfermedad alcanzaron un 39% del total en 2013 y un 34% en 2014. Asimismo, el área urbana que contaba con los depósitos de pesticidas más importantes, mostraba una mayor tasa de prevalencia de la enfermedad comparada con las otras áreas del pueblo.
El trabajo concluye que el “vínculo entre glifosato ambiental y cáncer parece consistente con respecto a incidencia, prevalencia y mortalidad. La fuerza de la asociación aparece como importante y más destacada por el hecho que las familias con actividad agrícola tienen un mayor riesgo de cáncer con respecto a las familias no agrícolas del mismo pueblo, probablemente debido a una mayor exposición directa a glifosato”. Aunque también señala con prudencia que la investigación se basa “en un diseño exploratorio y observacional incapaz de hacer afirmaciones causales directas. Investigaciones adicionales son necesarias para revelar la exacta relación entre cáncer y glifosato”.

Muchos abortos, muchas malformaciones congénitas
Posteriormente, el mismo equipo de trabajo se abocó a averiguar el impacto sobre la salud reproductiva que generaba la alta exposición ambiental a los agrotóxicos, en especial el glifosato, en una ciudad agrícola como Monte Maíz. El estudio fue publicado el año pasado en el Journal of Environmental Protection con revisión de pares y rankeado internacionalmente.
En el marco del mismo escenario ambiental y con un estudio epidemiológico sobre la base de una metodología similar al trabajo anterior, los científicos alcanzaron resultados realmente preocupantes.
En concreto, de 981 mujeres encuestadas en edad reproductiva 79 sufrieron abortos espontáneos. Ahora bien, 62 de ellas tuvieron una sola pérdida, 15 tuvieron dos y 2 tuvieron tres episodios, lo que implica que, en total, a lo largo de 5 años, se produjeron 98 abortos espontáneos, sobre 981 nacimientos ocurridos durante el mismo período.
Estos número indican que la tasa de abortos espontáneos en Monte Maíz llega al 10%  y es más de 3 veces superior al promedio nacional (3%) informado por el Ministerio de Salud de la Nación.
También es más alta que la que surge de un relevamiento llevado a cabo en un barrio de Córdoba en 2016 donde la prevalencia de abortos espontáneos fue del 3,7% en 5 años.
El trabajo asegura que “ni la edad materna, ni los hábitos tóxicos ni la pobreza pueden explicar la alta tasa de abortos espontáneos en Monte Maíz”. Y desliza: “Parece haber un vínculo claro entre la exposición a pesticidas, incluido el glifosato, y la pérdida del embarazo”.
Por otro lado, entre la población estudiada, hubo 853 nacimientos a lo largo de 10 años. De ese total, 25 fueron los niños que presentaron anomalías congénitas importantes y estaban vivos en el momento de la investigación. Si se incluyen a aquellos que murieron durante ese período habría que sumar, se calcula, unos 12 casos más. Es decir que la tasa de bebés nacidos con anormalidades congénitas en Monte Maíz es de un 3% (si se contabilizan sólo a los niños vivos), mientras que llega al 4,3% si se incluyen los fallecidos.
En todo el país el Registro Nacional de Anomalías Congénitas de Argentina (RENAC) informó que, en 2014, entre los 281.249 niños nacidos se registró un total de 4.120 anormalidades congénitas estructurales mayores, con una prevalencia del 1,4%. Esto significa que en Monte Maíz la tasa de  bebés nacidos con anormalidades congénitas es entre 2 y 3 veces mayor que la nacional.
“Yo hace 30 años que soy neonatólogo y todavía trabajo en una terapia intensiva. He visto por mi propia experiencia como, año tras año, el número de chicos con malformaciones fue aumentando, sobre todo en niños provenientes de familias agrícolas”, relata Ávila Vázquez, y completa: “Es realmente muy impactante cómo los agrotóxicos afectan los mecanismos genéticos. El mismo mecanismo por el cual provocan las mutaciones que van a producir cáncer, cuando afectan a un espermatozoide o un óvulo terminan produciendo malformaciones o abortos”.
Para finalizar, este trabajo vuelve a señalar que “dado que este estudio es exploratorio y el diseño es observacional no puede hacer aseveraciones causales directas. Sin embargo, desde el punto de vista de la salud colectiva, este vínculo requiere recomendar la aplicación preventiva de medidas para proteger a la población de esta exposición ambiental”.
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Ingenieros agrónomos y la “grieta” por los agroquímicos



El uso de agroquímicos abre la “grieta” entre los ingenieros agrónomos

Fecha de Publicación
: 18/03/2019
Fuente: El Día (Buenos Aires)
Provincia/Región: Buenos Aires


Hay sectores que los consideran “necesarios, en dosis exactas”. Otros apuntan que son “pesticidas que no deben utilizarse”
El uso de los agroquímicos es uno de los primeros temas que abrió una “grieta” entre los ingenieros agrónomos y forestales. La caja de resonancia de las diferentes formas de ver estos productos es el flamante colegio profesional del sector, donde abrieron el debate sobre el uso de estos productos en la actividad agrícola.
Una de las definiciones de agroquímicos dice que “son sustancias químicas que se emplean con recurrencia en la agricultura y que tienen la finalidad de mantener y conservar los cultivos que esta actividad desarrolla”.
La Plata, según un estudio que se conoció en 2015, es uno de los cordones hortícolas más afectados por el uso de agroquímicos.
“Los agroquímicos utilizados en dosis justas y con control no son perjudiciales. Las dosis justas son responsabilidad de los ingenieros agrónomos. Para hacer una comparación, es como el medicamento recetado para la gente. Este eje realza la labor y el aporte profesional en todos los sistemas de producción agrícola”, asegura Rubén dos Santos, secretario del colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la provincia de Buenos Aires.
Do Santos también indica que “hay que hacer una ardua tarea de concientización para no confundir a la gente, informar correctamente y ayudar a educar en este terreno. Sabemos que arrancamos en desventaja y hay que hacer un trabajo arduo. Pero hay que afrontar ese desafío, porque estamos preocupados por la calidad de los productos que comemos”.
El debate está abierto a tal punto que ya se están organizando mesas de debate en diferentes distritos con una variada paleta de profesionales que tienen diferentes puntos de vista sobre el tema.
Edgardo Herrera, presidente de la entidad colegiada, asegura que “toda clase de sistema de producción agrícola debe contar con el aporte y la supervisión de un ingeniero agrónomo. Si hay un inconveniente en un espacio de producción que lo asuma el profesional que corresponda y se haga responsable. Nosotros podemos ayudar a los productores y al Estado para contribuir en los controles que muchas veces, por cuestiones presupuestarias, no se llevan a cabo cómo corresponde”.
“Hay una imagen pública pésima de los agroquímicos, que nosotros denominados tratamientos fitosanitarios. Se hizo hincapié en sustancias que dejaron de utilizarse en el campo pero siguen en el rubro de la medicina humana. Nosotros decimos que si todo se hace a conciencia, con conocimiento y supervisión profesional, en su justa dosis, prácticamente no hay daño posible. Los componentes fitosanitarios que se utilizan a mediana y gran escala han tenido un desarrollo tecnológico. Por eso hay que instalar el tema, educar y no irse detrás de un título, un eslogan, que puede vender más pero no es cierto”, agrega Herrera.
Para el ingeniero agrónomo Guillermo Peruzzi, presidente de la delegación Central -con cabecera en La Plata- del flamante colegio profesional, “lo peor que ocurre con los agroquímicos es la plaga del por las dudas: aplicarlos sin saber si es necesario. Es como tomar un medicamento por las dudas, la automedicación que en la mayoría de los casos no lleva a la mejor solución. El rol del ingeniero agrónomo acá es esencial. Porque recorre, diagnóstica a conciencia, evalúa y si es
necesario aplicarlos se hace en las dosis justas, con recetas profesionales. Muchos productores luego agradecen cuando no tienen que aplicar agroquímicos durante un tiempo determinado porque terminan ahorrando partidas de dinero importantes, y les sirve, entre otros fines, para invertir en su tierra”.

PESTICIDAS QUE NO DEBEN USARSE”*
Para el ingeniero agrónomo Santiago Sarandón, investigador y titular de la Cátedra de Agroecología de la facultad de Ciencias Agrarias de la UNLP, “es necesario aclarar que los agroquìmicos son pesticidas. El sufijo cida significa que matan. De esa simple base parto para explicar que no se deben usar en ningún caso. Tras un largo tiempo de resignación, hace varios años comenzó una ola en la que se pudo ver y comprobar que hay modos de producción que no necesitan de agroquímicos.
En la facultad tenemos que concebir qué clase de profesional formamos y en mi caso la idea es que se prescinda totalmente de pesticidas. Los consumidores ya no admiten que se apliquen pesticidas. Me parece muy bien que se proponga desde el nuevo colegio profesional de ingenieros agrónomos una discusión sobre el tema, y que no se hayan abroquelado detrás de una idea de producción que permita en mayor o menor medida el uso de los pesticidas como si fuera un mal necesario”.
“No hay ningún trabajo que diga que no se puede producir sin pesticidas, y con eso se debe impulsar la necesidad de hacer un cambio cultural que impulse un modelo de producción más orgánico, sin productos tóxicos”, agregó el profesional, quien también asegura: “no va más el tapense la nariz, es un problema de aplicación, no del pesticida en si”.
De acuerdo con un informe que se realizó en 2015, encargado por la Defensoría del Pueblo bonaerense, “en todos los cultivos más del 40% de los productores utiliza principios activos que pertenecen a clases toxicológicas de extremada o alta toxicidad, lo que significa un alto peligro potencial”.
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Otras escuelas brutalmente fumigadas con agrotóxicos



Agrotóxicos sobre dos escuelas rurales

Fecha de Publicación
: 15/03/2019
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Buenos Aires


El lunes los alumnos debieron dejar las escuelas por los efectos tóxicos de los insecticidas, que les irritaron los ojos y les causaron vómitos. Tras dos días sin clases, recién hoy retomaron las actividades. La fumigación incumple la ley provincial que establece un área de restricción mínima de 2 km entre la zona fumigada y los centros poblados.
Una avioneta fumigadora con agrotóxicos sobrevoló el lunes dos escuelas rurales en Exaltación de la Cruz y pulverizó insecticidas por encima de los techos de los establecimientos educativos, donde los chicos estaban teniendo clases. A pesar de que los maestros del lugar advirtieron en varias oportunidades sobre la aplicación ilegal a la jefatura distrital, la avioneta voló y fumigó desde la mañana hasta la tarde a 150 metros del predio en el que se ubican los colegios de Educación Primaria N° 4 y de Educación Secundaria Técnica N° 1. Por los efectos tóxicos de los insecticidas, que irritaron los ojos y causaron vómitos a algunos docentes y alumnos, las escuelas estuvieron cerradas dos días seguidos y recién hoy retomaron las actividades. “Niños niñas, jóvenes y trabajadoras/es de la educación han sido envenenadas/os, registrándose afecciones en vías respiratorias, irritación en ojos, vómitos y malestar general en varios/as de ellos/as”, denunciaron desde la Multisectorial contra el Agronegocio- la 41, que esta tarde realizará una asamblea para evaluar los pasos a seguir.
Un docente de la escuela N° 1, quien también es ingeniero agrónomo, advirtió el lunes por la mañana a las autoridades de la escuela que sintió un olor particular al ingresar al establecimiento, ubicado aproximadamente en el Km. 78 de la ruta nacional 8, en Parada Robles. Las clases continuaron, los directivos siguieron averiguando la causa del hedor, aunque alrededor del mediodía no necesitaron más pruebas para verificar lo que estaba pasando: vieron cómo un avión estaba desperdigando fitosanitarios a 150 metros de los establecimientos educativos. “Llamé por teléfono a la Jefatura Distrital y a la Policía Ecológica para dar aviso. Me dijeron que ya habían presentado una denuncia y que la Guardia Urbana estaba yendo para el lugar. Dijeron que estaba todo bien. Pero después volvimos a sentir el ruido de la avioneta pasado el mediodía”, contó a Página/12 el ingeniero Gonzalo Sánchez Correa.
En una segunda comunicación de las autoridades escolares, el municipio aclaró que ya habían dado con el dueño del campo y que le habían advertido sobre la ilegalidad de sus acciones, pero de acuerdo al testimonio del docente “en ese mismo momento la avioneta ya estaba justo por arriba de la escuela”. La Provincia no hizo nada para evitar la intoxicación, sólo llamó al poco tiempo para contar que aplicarán una multa al dueño del campo y quitarán la matrícula al piloto de la avioneta.a. “Hubo chicos con vómitos, una de las madres contó que fue a buscar a su nene y que vio a un compañerito y a la maestra con los ojos irritados, fue bastante grave”, relató por su parte Leonardo “Leo” Moreno, docente de la Técnica N° 1 y miembro de la multisectorial.
“La deriva de la pulverización llegó hasta las mismísimas aulas. Es decir, que los químicos que no quedaron en los campos, llovieron literalmente sobre las cabezas de quienes estaban en las instituciones y en los barrios aledaños”, alertó la Multisectorial en un comunicado, que puntualizó que el foco de la fumigación se concretó en un campo que se encuentra a menos de 300 metros de las escuelas, pero luego se acercó hacia los establecimientos educativos.
La pulverización de agrotóxicos incumple concretamente la  ley provincial 1069, que establece un área de restricción mínima de 2 km entre la zona fumigada y los centros poblados, pero también viola la ordenanza municipal 101/12, que indica que se debe informar previamente a las instituciones educativas ante cada fumigación que se vaya a realizar.
El ingeniero Sánchez Correa evaluó que el veneno desperdigado fue un insecticida, el “más peligroso de los fitosanitarios”.  ”Lo peor fue que para mi es una insecticida dentro de la gama de agroquímicos , los más fuertes porque los insectos son los que actúan por vía respiratoria, como nosotros”, explicó, al detallar que los síntomas que causan van desde intoxicaciones crónicas hasta agudas. “El insecticida está hecho para actuar por contacto o por aire, es decir por la dermis del insecto o por vía respiratoria, que también nos puede penetrar a nosotros”, puntualizó.
Uno de los grandes problemas que atraviesan las escuelas, de acuerdo a Moreno, es que no cuentan con protocolos de actuación para estos casos ni con un plan de Prevención de Riesgo. "No sé cómo habrán actuado los docentes porque no hay un protocolo en el caso de fumigación con agrotoxicos. La provincia lo deja a merced de cada institución y no todos lo sabemos", se quejó.
El caso tomó estado público por medio de la denuncia en Twitter del secretario general de Suteba , Roberto Baradel, quien apuntó contra la gobernadora María Eugenia Vidal en el marco de su reclamo por “Escuelas Seguras”. “¿No le importa a la gobernadora? Ah no, ahora entiendo, nombró como ministro de agroindustria a Leonardo Sarquís ex gerente de Monsanto”, denunció el dirigente sindical.
El ministerio de agroindustria provincial aclaró que presentó una denuncia contra el productor y la empresa fumigadora. Ambos fueron imputados y se resolvió clausurar el hangar en el que se alojaba la avioneta fumigadora.
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En Chubut también hay conflicto por agroquímicos



Denuncian el uso de agroquímicos en campos de Chubut

Fecha de Publicación
: 14/03/2019
Fuente: ADN Sur
Provincia/Región: Chubut


Un grupo de productores de Cholila está de pie en contra del uso de aqroquímicos, y denunciaron que hay un establecimiento rural, con distinciones nacionales, que manipula el ambiente a la vista de todos, reclamando la aplicación de las leyes en un tema tan complejo y delicado.
Daniel Nataine, en diálogo con Radio 3, contó que “hace dos meses nos enteramos” de que una cabaña “del ejido de Cholila aplicaba agroquímicos en una tarea de fumigación; esto dicho por los propios vecinos que vieron la maquinaria”.
“Nos convocamos en el municipio, le pedimos una entrevista al intendente Silvio Boudargham y también al intendente del Parque Nacional Los Alerces. Efectivamente, funcionarios municipales y provinciales nos confirmaron que en ese establecimiento se utilizan agroquímicos, lo que fue verificado en los galpones de la estancia, de acuerdo a un informe que nos hicieron llegar“, señaló.
Remarcó que “esto generó una preocupación en el pueblo porque Cholila tiene una tradición de producción orgánica, tanto ganadera como de tipo agropecuaria”, remarcó el vecino.
“La utilización de agroquímicos no tiene nada que ver con lo que se requiere en la zona y el agravante que este establecimiento es vecino del Parque Nacional Los Alerces que fue declarado Patrimonio de la Humanidad, por su estado de conservación”, señaló Nataine en Radio 3.
Por su parte, Roxana Bernardi, otra productora del sector, indicó que “había una persona que trabaja o trabajaba en la estancia que tiene leucemia y otros casos de intoxicación, precisamente en la gente que operaba la maquinaria de fumigación. También han visto los vecinos, y nos han comentado, que no se utilizan ningún tipo de protección para fumigar”.
“No queremos ser un pueblo fumigado como los del norte,como Entre Ríos, Córdoba o Buenos Aires, Sabemos que es una problemática a nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud advierte que el uso indiscriminado de agroquímicos genera en primer lugar cáncer, sobre todo leucemia, malformaciones, abortos espontáneos; las consecuencias pueden ser muy graves”, sostuvo la vecina.
Respecto de una ordenanza ya aprobada, Bernardi señaló que “es del año 2015, pero no está reglamentada, o sea no se ha establecido cómo se hace cumplir. La semana pasada le enviamos una nota al intendente en la que pedimos que se agregue a la ordenanza la prohibición de todos los agro tóxicos porque sólo habla de glifosato, que se reformule y se reglamente para seguir avanzando”.
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Documental muestra los efectos de los agroquímicos



Las 'monstruosas' deformaciones infantiles causadas por los agroquímicos en Argentina

Fecha de Publicación
: 12/03/2019
Fuente: El Intransigente
Provincia/Región: Nacional


Un impactante documental expone las consecuencias de los agroquímicos en manos de grandes empresas.
En el sitio Mercola, el doctor especialista en enfermedades causadas por productos del agro, detalló un extenso informe sobre las consecuencias de esta atroz industria que no para de causar enfermedades y muertes.
El impactante documental "Genetically Modified Children" revela los horrores de décadas de prácticas agrícolas intensivas en productos químicos en Argentina, donde la mayoría de los cultivos son transgénicos (GM) y rociados de forma cotidiana con agroquímicos peligrosos.
Además, muestra el control absoluto que ejercen las grandes empresas de semillas y sustancias químicas, y las tabacaleras como Philip Morris sobre los agricultores afectados por la pobreza, desesperados por ganar un sustento para vivir.
El documental, producido por Juliette Igier y Stephanie Lebrun, demuestra los efectos devastadores que el sector agrícola ha generado en la salud de los niños de esta región,1 ya que cada vez hay un mayor número de nacimientos con monstruosas deformidades físicas. Algunos de los casos son tan graves que, sin una intervención médica, podría resultar en la muerte de los niños antes de los 5 años de edad.
Este filme comienza cuando el equipo viaja desde el norte de Argentina, en la provincia de Misiones, hasta la frontera brasileña, una región agrícola que fue una de las primeras del país en comenzar a cultivar transgénicos (GMOs) a mediados de los años 90.
En este aparece Ricardo Rivero, jefe regional de la compañía local de electricidad; quien supo que, la razón por la cual las familias no pueden pagar sus cuentas es porque a menudo tienen un niño enfermo o discapacitado, y no reciben asistencia del gobierno argentino.
El documental los presenta cuando visitan la humilde casa de un productor de tabaco, donde conocen a Lucas Texeira, un niño de 5 años de edad con una enfermedad genética de la piel incurable. La familia cree que fue causada por la exposición de la madre al herbicida Roundup de Monsanto al inicio de su gestación, quien indicó que nadie le informó que era tóxico.
La mutación genética que causó el padecimiento de su hijo lo dejó sin poros en su piel, lo que significa que no transpira. El calor de su cuerpo permanece dentro, lo cual le provoca picazón intensa y dolorosa, así como frecuentes ataques de llanto. El Sr. Texeira expresa su tristeza por la enfermedad de Lucas, así como su temor de tener otro hijo con una malformación similar.
Los agroquímicos incrementan los defectos congénitos y deformidades en niños argentinos. Al igual que muchas familias en las zonas rurales de Argentina, durante años, la familia Texeira ha cultivado tabaco transgénico en sus tierras, con un sin número de diversos agroquímicos necesarios para producir un cultivo que sea certificado por Philip Morris, una multinacional estadounidense que fabrica cigarrillos y tabaco (que es una división de Altria Company, desde 2003).
Philip Morris le proporciona a los agricultores semillas de tabaco burley transgénico para el fabricante de cigarrillos de tabaco light. Cada año, los agricultores argentinos se ven obligados a utilizar más de 100 sustancias químicas diferentes para desarrollar un cultivo de tabaco de aspecto perfecto--si esperan obtener beneficios monetarios.
La familia Texeira no es la excepción. Durante más de una década, han tratado sus cultivos de tabaco con glifosato y otros agroquímicos--sin ningún tipo de protección. Sin embargo, después de observar un incremento en los defectos de nacimiento entre los niños de la comunidad, incluso en su propio hijo, comenzaron a temer por su seguridad y se mudaron de sus tierras de cultivo, lejos de los productos químicos tóxicos.
"No es fácil, pero uno tiene que vivir la vida como es", dijo el Sr. Texeira. "Gracias a Dios, el problema de Lucas solo es en su piel. Él está sano y puede comer casi cualquier cosa". Lucas es un milagro, indica el narrador del documental. En esta región, hay una cantidad desproporcionada de niños que nacen con deformidades.
En Argentina, cada año se aplican 300 millones de litros de glifosato en los campos de cultivo. Los cultivos transgénicos empezaron a desarrollarse por primera vez en el país en la provincia Misiones en Argentina, después de que el gobierno autorizó su uso desde 1996, una decisión basada únicamente en estudios realizados por Monsanto y sin investigaciones que lo contradijeran.
Durante más de dos décadas, la tierra fue rociada con glifosato y otros agroquímicos, que contaminaron el suelo y agua de la región. Para 2013, más de 24 millones de hectáreas (59.3 millones de acres)2 de transgénicos fueron cultivadas en Argentina, incluyendo la soya, maíz, algodón y tabaco.
La acumulación de evidencia científica que relaciona el incremento del número de abortos espontáneos, defectos congénitos y cáncer por los transgénicos y agroquímicos no disuadió al gobierno argentino de subsidiar los cultivos transgénicos. Tal vez, en parte esa decisión se deba al 35 % de los impuestos que Argentina recibe de las exportaciones de soya transgénica.
A pesar de los peligros, nadie les advirtió a los productores de tabaco sobre los riesgos. De hecho, fue todo lo contrario. Los agricultores en la provincia de Misiones fueron bombardeados con diversas formas de publicidad, incluyendo comerciales de empresas químicas que insistían en que los agroquímicos eran la clave de la prosperidad.
Los anuncios televisivos promocionaban los beneficios del herbicida Roundup de Monsanto, incluyendo su capacidad para acabar con todo, excepto los transgénicos; y en efecto, el marketing funcionó. Hoy en día, en Argentina se vierten más de 300 millones de litros (79.2 millones de galones) de glifosato cada año en más de 28 millones de hectáreas (69.1 millones de acres) de campos de cultivo.3

Deserción total
El documental muestra cuando el equipo visitó la casa de otro niño enfermo. Lucas Krauss nació con microcefalia congénita, sufre de epilepsia, retraso en el desarrollo motor y mental, atrofia muscular múltiple y muchas otras patologías relacionadas.
El primer médico que consultó la familia dijo que el padecimiento de su hijo se debía a la falta de oxígeno; sin embargo, el neurólogo tuvo una opinión diferente. Al principio, estuvo de acuerdo y dijo que era debido a la falta de oxígeno.
No obstante, cuando lo presionaron más, admitió que la falta de oxígeno no era la única causa, pero se negó a decir lo que creía que era la verdadera causa de la enfermedad de Lucas. Ni siquiera le realizaron exámenes médicos, dijo la madre del niño.
La familia entiende que el padecimiento de Lucas, al igual que muchos otros en la comunidad, probablemente esté vinculado a los agroquímicos utilizados para cultivar el tabaco. Pero la familia no puede abandonar su negocio porque es la principal fuente de ingresos en su área, y lo más importante, es el único sector que brinda seguro social a sus trabajadores.
Sin la ayuda financiera de la industria tabacalera, el padre teme que no pueda atender a su hijo con necesidades especiales.
En 2010, la situación empezó a cambiar. Un grupo de abogados de los Estados Unidos viajó a Misiones para visitar a las familias con niños gravemente discapacitados. Uno de sus destinos incluía la casa de William Núñez, de 17 años de edad, que nació con una grave discapacidad.
No puede hablar ni caminar, y tiene que ser alimentado a través de un tubo de alimentación directo a su estómago. La familia no ha recibido ayuda del gobierno para el tratamiento médico que William requiere; en cambio, han aprendido por sí solos cómo cuidar a su hijo discapacitado.

Ignorancia y explotación
La familia Núñez indica que fueron visitados por abogados de los Estados Unidos, de cuatro a cinco veces en un período de seis meses, así como también por algunos médicos de México y los Estados Unidos. A la familia Núñez se le dijo que no tenían la culpa de usar agroquímicos y que se les podía otorgar hasta US$ 3 millones--en el caso de William.
Los abogados le solicitaron a la familia que firmara un contrato con el compromiso de no discutir su caso con nadie. Y hasta ahora, habían respetado el contrato. Pero no han tenido noticias de los abogados en más de cuatro años y no quieren permanecer callados por más tiempo.
Posteriormente, el documental presenta a un hombre llamado Emilio, hijo de un productor de tabaco que ha creado un sindicato independiente para lidiar con las dos empresas tabacaleras de la región, que a menudo apoyan a las grandes tabacaleras.
El cultivo de tabaco es un trabajo arduo, señaló Emilio, y agregó que las personas sufren mucho porque trabajan todo el año y el incentivo financiero no es muy bueno. Emilio describe a la industria del tabaco en San Jacinto, Argentina, como un sistema de esclavitud, encapsulado por la ignorancia y explotación.
El equipo de filmación visitó un almacén donde todos los productores de tabaco de la región acuden a vender su producto. La cosecha de tabaco de los agricultores es transportada hasta allí al final del ciclo de cultivo, que incluye la siembra, tratamiento, cosecha, secado y clasificación.
Este es el único lugar donde pueden vender su producto, indicó Emilio. El equipo de filmación estuvo ahí el día en que los productores supieron cuánto valdría su trabajo de todo el año. El cultivo debe cumplir con los estrictos estándares establecidos por la cooperativa, que inspecciona cada paquete con rapidez. Examinan la textura, anchura y color de las hojas. El tabaco en su estado natural nunca pasaría la prueba--solo utilizar los agroquímicos podría garantizar un buen resultado.

Las grandes tabacaleras dominan la industria
En el documental aparece la entrevista de uno de los agricultores sobre su sentir acerca de sus ganancias. Indica que recibió $ 11 575 pesos mexicanos (o aproximadamente $ 610 dólares estadounidenses) por 975 kilos de tabaco. Eso es alrededor de $ 3.50 dólares estadounidenses por libra de tabaco. Es un precio bajo, señala. "Para mí, es como un robo. Es injusto".
Los productores señalan que sus ingresos fueron especialmente bajos este año como resultado de los costosos insumos químicos que fueron obligados a utilizar. Las empresas químicas los cobran en dólares estadounidenses, pero pagan en pesos, indica un agricultor frustrado, y agrega que no tiene la manera de abandonar su negocio porque no puede arriesgarse a perder su seguro social.
Las grandes tabacaleras dominan la industria en San Jacinto, Argentina, de tal manera que las empresas como Philip Morris han cambiado por completo el cultivo del tabaco. Hoy en día, los agricultores se encuentran esclavizados por las empresas que producen y venden los agroquímicos necesarios para desarrollar un cultivo que pueda ser certificado por Philip Morris.
El equipo de filmación logró capturar imágenes dentro de un almacén donde los agricultores acuden a comprar pesticidas. Ahí, había estantes altos con herbicidas, fungicidas e insecticidas alineados en las paredes y todo era manipulado con las manos sin guantes.
Entre los insecticidas había un producto químico fabricado por Bayer llamado Confidor, que contiene los insecticidas clotianidina, imidacloprid, tiametoxam y methiocarb,4 que a excepción de methiocarb, pertenecen a una clase de pesticidas para matar abejas, conocidos como neonicotinoides, y que hace poco tiempo fueron prohibidos en todos los cultivos que se producen al aire libre en Europa.5

Tóxico: una palabra constante en Argentina
Antes de abandonar la región, el equipo de filmación hizo una última parada para visitar a Raul Gómez, de 50 años de edad, quien ha creado una lista de todas las sustancias químicas que ha tenido que manipular en las últimas dos décadas, ahora la mayoría están prohibidas debido a su toxicidad.
A Gómez le preocupa tener almacenadas tales sustancias químicas en su propiedad, ya que muchas son demasiado peligrosas para poder eliminarlas. Según comenta, se le había dicho que alguien vendría para llevárselas, pero nadie acudió, por lo que construyó chozas para almacenarlas. Gomez indica que cree que definitivamente fue un conejillo de indias porque se vio obligado a trabajar con sustancias tóxicas muy peligrosas sin tener conocimiento de las implicaciones para la salud de su familia.
Tanto él como otros agricultores señalan que la pregunta no es si se enfermarán, sino cuándo ocurrirá. Todos en esta región tienen sustancias tóxicas presentes en sus cuerpos, indica, y aunque ahora no lo siente, en algunos años sí lo hará. "Así es como sucede. Las consecuencias ocurren después".
Luego, el equipo de filmación viajó a Posadas, la capital de la provincia de Misiones, donde los médicos consideraron una hipótesis aterradora; es decir que, exposición a los agroquímicos en realidad podría modificar el genoma humano.
Se entrevistaron con el Dr. Hugo Gomez Demaio, de 73 años de edad, jefe del servicio de neurocirugía del Hospital Pediátrico de Posadas, y el Dr. Mario Barrera, neurocirujano de la Facultad de Medicina del Nordeste (ambas instituciones se encuentran en Buenos Aires). Los médicos están dedicados a destacar y tratar la relación entre la exposición al glifosato y otros agroquímicos con los defectos congénitos causados por el daño en el ADN.
Con los años, Demaio ha sido testigo de un número de niños cada vez mayor que padece malformaciones. "Ya no son solo observaciones empíricas, sino una estadística ineludible que ha elaborado con su sucesor, el Dr. Barrera", indicó el narrador del documental.
El 100 % de estos niños con deformidades graves podría morir antes de los 5 años de edad si no se les realiza una intervención médica, señaló Demaio. El documental presenta a dos niñas que padecen hidrocefalia, un padecimiento relacionado con una anomalía que afecta al cromosoma X. La hidrocefalia es la acumulación de fluidos en las profundidades del cerebro.
El exceso de líquidos presiona el cerebro y daña el tejido cerebral. Los síntomas de la hidrocefalia incluyen una cabeza inusualmente grande, aumento rápido en el tamaño de la cabeza y un área abultada en la parte superior.6

'Ellos obtienen el dinero y nosotros las enfermedades'
Las madres de las dos niñas con hidrocefalia dijeron que estuvieron expuestas a agroquímicos, pero de forma indirecta. Aunque los productos agroquímicos no fueron almacenados en su hogar, indicaron que estuvieron expuestas a ellos por medio de la ropa contaminada de los miembros de la familia que cultivan tabaco. Las mujeres lavan la ropa de los hombres en un arroyo cercano, que también sirve como fuente de agua potable.
Demaio indica que la exposición a agroquímicos podría causar daño genético que puede transmitirse a la descendencia de una persona y causar una modificación en la herencia genética. Barrera explica:
"Aun si todo el entorno local está contaminado, no significa que todos los niños se enfermarán". Pero, cuando el padre está expuesto a herbicidas, son absorbidos por su cuerpo, pueden alterar el ADN y luego pasar esa mutación genética a sus hijos".
Al principio, Demaio y Barrera trabajaron solos, pero pronto otros médicos que habían hecho observaciones similares empezaron a colaborar en su investigación. En 2009, publicaron resultados que demostraban que los abortos espontáneos y defectos congénitos entre los recién nacidos eran seis veces más altos que lo normal, y el cáncer en niños pequeños era cinco veces más común que en cualquier otro lugar.7
Los médicos señalaron que los agroquímicos pasaban de las madres a sus hijos y causaban daños en los primeros 28 días de embarazo, lo que generaba monstruosas deformidades que son difíciles de solucionar.
La expresión más común es mielomeningocele,8 un defecto de nacimiento en la columna vertebral y médula espinal. Es la lesión más grave del sistema nervioso central con la que una persona podría vivir. Demaio indicó que el gobierno argentino se ha negado a escucharlo, por lo que ha dedicado su tiempo a educar a los jóvenes en las universidades, muchos han crecido en familias que cultivan tabaco y cerca de pesticidas, pero saben muy poco sobre estos químicos.
Les dijeron que los agroquímicos eran seguros y necesarios para alimentar a las personas. "Ellos obtienen el dinero y nosotros las enfermedades", expresó Demaio, en referencia a las empresas químicas y ganancias que han obtenido de agricultores desprevenidos, forzados a depender de sustancias químicas.

David contra Goliath: Una batalla con grandes desventajas
El equipo de filmación visitó la oficina en Buenos Aires de los abogados que visitaron a las familias hace cuatro años, quienes nunca hicieron el seguimiento posterior. Allí no estaban muy bien informados sobre el caso, por lo que el equipo de filmación visitó la oficina en Nueva York donde los abogados habían trabajado en el archivo hace años.
Hablaron con Steven J. Phillips de la oficina LLP de Phillips & Paolicelli, que se especializa en defender a los niños de los productos tóxicos. Phillips indicó creer que tenía un caso bien sustentado contra Monsanto y Philip Morris. Monsanto diseñó y vendió glifosato a personas en Sudamérica bajo condiciones en las que sabía que habría mujeres embarazadas mezclando las sustancias químicas.
Monsanto sabía que era extremadamente peligroso, pero de todos modos los vendió y obtuvo grandes ganancias económicas, señaló Phillips. Philip Morris insistió en que los productores cultivasen el tabaco de una manera tan específica que incluyera el uso de glifosato, y si no lo hacían, Philip Morris no compraría el tabaco. Entonces, los agricultores no tuvieron otra opción.
"Si obliga a alguien a actuar de forma riesgosa, lo engaña al respecto, y luego sus hijos son afectados, entonces esa es una razón para llevarlos a los tribunales", indicó Phillips. Si bien, los abogados reconocen que esta podría ser una batalla con grandes desventajas, como del tipo David contra Goliat, también saben que la verdad está de su lado.
A menudo, la verdad prevalece, como es el caso del reciente veredicto de culpabilidad en el histórico juicio contra Monsanto. Un jurado en San Francisco, California, otorgó al demandante Dewayne Johnson US$ 289 millones como compensación por daños y perjuicios, después de determinar que su cáncer era causado por estar expuesto al herbicida Roundup de Monsanto.9 La Asociación de Consumidores Orgánicos (OCA) informó:
"La decisión del jurado fue unánime; Monsanto fue culpable de fabricar y vender un producto que había causado el cáncer de Johnson. Además, la empresa sabía que su producto podría causar cáncer y, sin embargo, ocultó de forma intencional este hecho a Johnson y la población".
Este caso es inquietantemente similar al de los productores y sus familias que sufren por la exposición a los agroquímicos, incluyendo al glifosato, en Argentina. Y los productores de tabaco no son los únicos afectados, hay otra región en Argentina que se ha convertido en el símbolo de la lucha contra los agroquímicos.

Córdoba, la tierra de la soja transgénica
El equipo de filmación viajó a Córdoba, la segunda ciudad más importante de Argentina, y el último destino de su investigación. Córdoba se caracteriza por la siembra de soja transgénica, donde se aplica glifosato por medio de fumigación aérea.
La ciudad está llena de grafitis contra Monsanto. En 2012, se obtuvo un veredicto histórico10 cuando un agricultor y dueño de un avión de fumigación en Córdoba fueron condenados a tres años de prisión por fumigación aérea ilegal. Habían rociado glifosato a menos de 2 500 metros de un área muy poblada.
El documental presenta a la activista anti-agroquímicos, Sofia Gatica, cofundadora de Madres de Ituzaingó,11 un grupo de madres que trabaja para detener el uso indiscriminado de agroquímicos que han intoxicado a los niños de la región. Gatica perdió a su hija pequeña por una malformación renal, y su hijo perdió su capacidad para caminar después de estar expuesto a una fumigación local de agroquímicos.
Gatica es reconocida por su trabajo en el seguimiento de tasas anormales de cáncer, enfermedad renal y otros padecimientos en áreas cercanas donde el glifosato se fumigó a los cultivos de soja transgénica. Las Madres de Ituzaingó realizaron análisis sanguíneos en sus hijos y descubrieron que 3 de cada 4 niños que vivían en su comunidad tenían rastros de agroquímicos en su sangre, incluyendo pesticidas, cromo, plomo y arsénico.
Con la esperanza de obtener ayuda del gobierno, el grupo presentó los resultados ante funcionarios argentinos, quienes les dijeron que solo mejorarían el agua si las familias renunciaban por escrito a su derecho para demandar por la contaminación del agua.
Gatica ha sido amenazada y agredida físicamente en repetidas ocasiones por sus esfuerzos en la lucha contra las empresas químicas. En una ocasión, en 2014, fue amenazada con un arma de fuego y un hombre le dijo que si no dejaba de manifestarse contra Monsanto, le "volaría los sesos".

Los avances hasta el momento
A pesar de la batalla a contracorriente, las Madres de Ituzaingó y otros activistas han progresado mucho. Como informó OCA:12 "En 2008, el presidente de Argentina le solicitó al ministro de salud que investigara el impacto del uso de pesticidas en Ituzaingó.
El Departamento de Medicina de la Universidad de Buenos Aires realizó un estudio y los resultados se corroboraron con la investigación que las madres habían realizado, que vinculaba la exposición a los pesticidas con muchos de los problemas de salud que padecían las personas de la comunidad.
Además, Gatica logró que se aprobara un decreto municipal que prohibía la fumigación aérea en Ituzaingó, a una distancia menor a 2 500 metros de los hogares.
Y también obtuvieron una gran victoria, ya que un fallo de la Corte Suprema de 2010 prohibió la fumigación de agroquímicos cerca de áreas pobladas y modificó la carga de evidencia--ahora el gobierno y los productores de soja deben probar que las sustancias químicas que utilizan son seguras, en vez de que los habitantes tengan que demostrar que la fumigación los enferma".
A pesar de las victorias, las personas que viven en Argentina y otras regiones saturadas con transgénicos y agroquímicos tienen un camino largo y sinuoso que recorrer. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año 3 millones de personas son intoxicadas con pesticidas.13 Pero los agroquímicos valen US$ 40 mil millones por año, y se prevé que alcancen los US$ 308 mil millones para el año 2025.14
¿Acaso las empresas químicas multinacionales sacrificarán sus ganancias para proteger la salud pública? Solo el tiempo lo dirá; sin embargo, probablemente la solución se encuentre en el sistema legal, que ha dado grandes pasos a nivel mundial para proteger a la población de los agroquímicos nocivos.

Las empresas de biotecnología han obtenido poder para controlar al gobierno
No tengo ninguna duda de que los transgénicos y químicos tóxicos que se utilizan en combinación representan una grave amenaza para el medio ambiente y nuestra salud, sin embargo, las agencias gubernamentales lo omiten y se niegan a actuar--y la razón es muy evidente, favorecen los intereses de los gigantes biotecnológicos.
Es bien sabido que existe un tráfico de influencias entre las agencias gubernamentales y empresas de biotecnología como Monsanto. Si se considera la hipocresía de la FDA; en teoría, los Estados Unidos podría tener las leyes de seguridad alimenticia más estrictas a nivel mundial que regulan los nuevos aditivos alimenticios, pero esta agencia ha permitido una y otra vez que los transgénicos y los pesticidas que los acompañan--como el Roundup--evadan estas leyes.
De hecho, el único sustento legal para permitir que los alimentos transgénicos se comercialicen en los Estados Unidos es la afirmación de la FDA de que estos alimentos son inherentemente seguros, una afirmación bastante ridícula.
Los documentos publicados como resultado de una demanda contra la FDA revelan que los propios científicos de la agencia advirtieron a sus superiores sobre los riesgos perjudiciales de los alimentos transgénicos; pero sus advertencias fueron ignoradas.
La influencia de los gigantes de la biotecnología no se limita a los Estados Unidos. En un artículo publicado en junio de 2017, GMWatch reveló que 26 de los 34 miembros del Comisión Nacional Asesora en Biotecnologia Agropecuaria (CONABIA) de Argentina eran ya sea empleados de empresas de tecnología química o tenían importantes conflictos de interés.
Es posible que sepa que Argentina es uno de los países donde los campos de monocultivo de algodón, maíz y soya transgénicos son predominantes. Asimismo, Argentina es un país que enfrenta una destrucción ambiental severa. Los argentinos están plagados de problemas de salud, que incluyen enfermedades degenerativas y deformidades físicas.
Todo parece indicar que la rápida expansión de los cultivos transgénicos y la posterior disminución en los indicadores nacionales de salud están intrínsecamente relacionados.

¡No se deje engañar por los cómplices de la industria!
El descarado intento de las empresas de biotecnología para lograr sus intereses corporativos se extienden mucho más allá de los pasillos de gobierno. Ahora, en un esfuerzo adicional para engañar al público, Monsanto y sus cómplices les suministran celosamente y a cuenta gotas a los científicos, académicos y periodistas estudios cuestionables que los representan de una manera positiva.
Al contratar a "expertos externos", las empresas de biotecnología podrían tomar información de validez dudosa y presentarla como independiente y autorizada. Esta es una práctica vergonzosa que es mucho más común de lo que podría pensarse.
Un ejemplo notable es Henry Miller, quien fue exhibido completamente como cómplice de Monsanto durante la campaña de la Propuesta 37 sobre etiquetado de GMOs en California. Miller, se hizo pasar falsamente por profesor de Stanford, promocionó alimentos transgénicos durante esta campaña. En 2015, publicó un artículo en la revista Forbes que atacaba los hallazgos de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer, una división de la Organización Mundial de la Salud, después de clasificar al glifosato como un probable carcinógeno humano.
Después de que se reveló que el trabajo de Miller había sido escrito de forma anónima por Monsanto, Forbes no solo lo despidió, sino que también eliminó todo su trabajo de su sitio. Asimismo, la industria cuenta con muchos grupos de fachada. El Proyecto de Alfabetización Genética y el Consejo Americano Sobre Ciencia y Salud son financiados por Monsanto.
Incluso WebMD, un sitio web que a menudo es presentado como una fuente confiable de información de salud "independiente y objetiva", actúa como lacayo de Monsanto al usar su influencia para promover estrategias y productos de salud respaldados por corporaciones, a través de mostrar anuncios publicitarios y editoriales en nombre de Biotech, lo cual puede impulsar la agenda de la industria biotecnológica--todo por el bien de los beneficios monetarios.
Monsanto ha adoptado tácticas engañosas para comercializar sus productos tóxicos, pero la empresa no puede ocultar la verdad; es decir que, la ingeniería genética, de ninguna manera, podrá moldear ni hacer que el mundo sea un lugar mejor para vivir, no resolverá el hambre, no mejorará los medios de subsistencia de los productores y sin duda no será de utilidad para la salud--de hecho podría ser perjudicial.
No hay mejor momento para actuar que AHORA. Y esto es lo que puede hacer. Entonces, la pregunta es, ¿seguirá apoyando este sistema alimenticio corrupto, tóxico e insostenible que Monsanto, sus cómplices de la industria y lacayos hambrientos por obtener ganancias económicas han elaborado minuciosamente?
En gran medida depende de todos nosotros como consumidores, disminuir y destruir el estricto control de Monsanto sobre nuestro suministro de alimentos. La buena noticia es que los vientos han cambiado.
A medida que los consumidores de todo el mundo se vuelven cada vez más conscientes de los problemas relacionados con los cultivos transgénicos, sustancias químicas tóxicas y pesticidas que se utilizan, más personas se niegan proactivamente a consumir estos alimentos. También, ha habido un fuerte crecimiento en los sectores mundiales de alimentos orgánicos y criados con pastura.
Esto solo demuestra una cosa, que podemos hacer la diferencia si trabajamos constantemente con el mismo objetivo. Una de las mejores medidas que puede implementar es comprar sus alimentos a un productor local que tenga una pequeña empresa y utilice diversos métodos que promuevan la agricultura regenerativa.
También, puede unirse a un programa de agricultura asistida por la comunidad (CSA), donde puede comprar un "porcentaje" de los vegetales producidos en granja, para que pueda obtener un suministro regular de alimentos frescos. Considero que unirse a CSA es una inversión poderosa no solo para su propio bienestar, sino también para su comunidad y economía local.
Además, también debe adoptar estrategias preventivas que puedan ayudar a disminuir la contaminación química tóxica que afecta a su cuerpo.
Monsanto y sus aliados quieren hacerle pensar que controlan todo, pero no es así. Somos nosotros, la población, los que tenemos el poder. Trabajemos todos juntos para derrocar el poderío de la industria de biotecnología. Recuerde--que todo comienza con hacer compras inteligentes y realizar las mejores compras de alimentos para usted y su familia.
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Denuncian muerte de niño por los agrotóxicos



Denuncian que un niño entrerriano murió de leucemia a causa de los agrotóxicos

Fecha de Publicación
: 05/03/2019
Fuente: Chaco Día por Día
Provincia/Región: Entre Ríos


A las dos de la tarde del domingo murió Santiago, de tres años, en el hospital pediátrico de Paraná. Era oriundo de la localidad de Basavilbaso y se encontraba aquejado por una leucemia, el cáncer más común diagnosticado entre los niños de 0 a 14 años que llegan al Garrahan y al Italiano desde Entre Ríos. Denuncian que se debe a la masiva utilización de agrotóxicos en la producción agrícola
Ni Santi, de apenas tres años, fulminado por una leucemia drástica en Basavilbaso, pudo romper el cerco informativo del modelo productivo que envenena y mata para producir alimentos. Una mecánica que presiona y silencia en una provincia con una triste celebridad: ser la más fumigada del mundo. Apenas pudo trascender esa muralla Fabián Tomasi, ese Quijote de la Mesopotamia que se convirtió en un ícono del estrago de los agrotóxicos en un ser vivo. Que no pudo más y murió cuando Santi tenía apenas dos años y medio y la vida entera para caminarla saltando baldosas.
A las dos de la tarde del domingo murió Santi. En el hospital pediátrico de Paraná, con el mayor de los silencios médicos, donde la leucemia es leucemia y no tiene más causas que el delirio de ciertas células que se vuelven cancerosas y se infiltran en la médula. Aunque nadie puede negar que una de las causas más fuertes de la enfermedad están en el ambiente. En los químicos. Más precisamente, en los agroquímicos. Es la leucemia el cáncer más común diagnosticado entre los niños de 0 a 14 años que llegan al Garrahan y al Italiano desde Entre Ríos.
No está de más recordar que investigadores del Conicet revelaron hace un año y medio que Entre Ríos muestra los niveles más altos de acumulación de glifosato del mundo. El estudio se publicó en la revista Environmental Pollution. Urdinarrain gana el primer premio: es el pueblo más fumigado del planeta. De esa deriva nació el Grupo Solidario “Por amor a vos” que tiene las caritas de Ulises, Juanchi y Ailén, muertos por cánceres bajo la nube agroquímica de Urdinarrain.
Es decir que el modelo productivo extractivista de la Argentina es uno de los más crueles, con una lista de víctimas infantiles que va adelgazando el futuro cotidianamente.
Gustavo Hein, el intendente de Basavilbaso, es también presidente del Pro. Y será el vice de la fórmula que encabeza el diputado Atilio Benedetti, en las próximas elecciones de abril y junio. El intendente fumigador (así lo llaman en el pueblo) y el rey de la soja (así lo llaman en Entre Ríos). Un combo perfecto para la provincia que, dicen, buscan “transformar”.
Santi no vivía en la zona rural, sino en la misma ciudad. “Las derivas son incontrolables”, dice a APe Elio Kohan, amigo de Fabián Tomasi e integrante de colectivos como Basta es Basta. “La primera, según las mentirosas buenas prácticas, puede tener alguna amortiguación; pero eso es imposible. Estamos rodeados de campos dedicados a una agricultura basada en los agrotóxicos. Y en Basavilbaso están los silos, que es otra forma de estar expuesto”.
Los médicos suponen que en Santi el daño era genético. Pero no son muchos los que se atreven a decirlo.
En 2015 investigadores de la Universidad de Río Cuarto encontraron daño genético en niños de la ciudad de Marcos Juárez expuestos a plaguicidas. El estudio compara datos de más de 70 chicos que viven en el área urbana de la ciudad pero a pocos metros de campos fumigados, con otros que habitan en zonas urbanas de Río Cuarto a 10 kilómetros de la aplicación de agroquímicos. “Los niveles de daño genético encontrados en los grupos de niños de Marcos Juárez están muy por arriba de los valores de referencia de los de Río Cuarto”, determinaron.
Eso es lo que notó una joven médica, hija de una maestra rural de Paraná. “Mami, eso es daño genético”. Toda una vida familiar absorbiendo veneno. Elio Kohan sabe que “la mayoría de los doctores no se animan. El caso de Antonella en 2017 fue clarísimo: cuenta la mamá, Natalia Bazán, que empezó con una alergia, fallas en las glándulas y desembocó en una leucemia”. Y dice Natalia: “todos los chicos con leucemia primero enfermaron en el pecho, en los bronquios. A muchos les diagnosticaron una alergia y cuando llegaron al verdadero diagnóstico ya era demasiado tarde”. Antonella es un símbolo del martirio infantil en Gualeguaychú.
El periodista Fabián Magnotta ha remado en cemento para poder juntar de la nada estadísticas sobre cáncer infantil en la ciudad de las fiestas de febrero. Pero -dice a esta Agencia- “no hay registros centralizados, y menos aún sobre cáncer infantil y juvenil”. Sin dudas “el plan incluye no hacer estadísticas”. Si el estado no lo hace, el registro depende de la voluntad de un periodista solitario que es consciente de que no contabilizar el cáncer –y disfrazarlo en las actas de defunción- es parte del modelo. No sólo es un esfuerzo triple por no contar con estructura, sino que las presiones caen desde todos los sectores que se sienten perjudicados cuando se ventilan los números y las razones del cáncer en Gualeguaychú. Desde el ámbito rural hasta el turístico. Tal vez por ahí llegan las razones por las que desde el municipio le retacean los números.
“Este modelo de producción nos está matando”, vuelve a repetir y no se cansará de hacerlo Mariela Leiva, desde su escuelita rural de Basavilbaso donde le ganó un juicio al veneno. Y, mientras deshoja como margarita la amarga suerte de Santi se pregunta en diálogo con APe “por qué no se dieron a conocer las ´sugerencias´sobre el estudio ambiental que realizaron Damián Marino y EMISA después del campamento sanitario de Basavilbaso?” y “¿qué resultados arrojará el estudio de genotoxicidad hecho con niños de las escuelas rurales” y de la zona urbana?.
Ella sabe que lo que enfrenta es muy duro. Es un bloque colosal que tiene con qué presionar y todas las herramientas para formatear a gran parte de la población. Dirigentes políticos, profesionales, vecinos de las víctimas, integrantes de la patria sojera y extractiva. Propietarios de una mecánica productiva que necesita de los venenos para producir los alimentos con los que luego enfermará. Y que convence de que no hay alternativas (una espectacular falacia), de que no habrá trabajo sin agroquímicos y de que no habrá producción si se insiste con la pésima costumbre de sostener escuelitas rurales con alumnos incluidos.
Alicia Schvartzman integra el Basta es Basta y vive en el campo. Con su experiencia agroecológica, sabe que está construyendo vida y sentido, rodeada de venenos y derivas. Y comparte su angustia con esta Agencia: “Tengo un nieto de un año y medio y a veces dudo de invitarlo a visitarme al campo. Pero vive en Gualeguaychú, donde el problema también existe…”
Santi, como tantos otros niños, tendrá sellada su causa de muerte en un papel que dirá la verdad a medias. Probablemente no aparezca la palabra “leucemia”. Porque el modelo incluye no permitir estadísticas fieles. Como Nico Arévalo, que tenía –según la autopsia- el cuerpito plagado de endosulfán pero no hubo condena para nadie en las tomateras de Lavalle.
Los chicos se secan como la mala hierba en un país que castiga. A la tierra, a la infancia. Al futuro flaquito que va quedando.
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La falacia del discurso de las buenas prácticas



Agrotóxicos: la sustentabilidad de las corporaciones

Fecha de Publicación
: 04/03/2019
Fuente: Biodiversidad LA
Provincia/Región: Nacional


El uso de agrotóxicos se expandió entre los años 1945 y 1985, período de la modernización de la agricultura. La eficiencia productiva, gerencial y organizativa fue de a poco convirtiéndose en regla. Los procedimientos empresariales para lograr rentabilidad y competitividad fueron impuestos a quienes deseaban seguir viviendo de la agricultura.
Mientras especialistas de todo el mundo, en la década de 60 –utilizando el mismo discurso repetido exhaustivamente–,  proclamaban la Revolución Verde como salida para el hambre, las grandes empresas, que nunca se preocuparon por la problemática de la hambruna, aprovechaban para lucrar con la venta de los paquetes de insumos agrícolas.
Casi 60 años después, los principales países que reciben estos alimentos producidos en  países llamados “en desarrollo” que adoptaron el paquete vendido por las grandes corporaciones son Japón, Estados Unidos y los países de la Unión Europea.  Si fuera  cierto que la revolución verde  solucionaría el problema del hambre, no tendríamos estos datos: los últimos números de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)  muestran que los países del mundo que más sufren el hambre son Yemen, con 60 % sus habitantes en la hambruna severa, seguido de Sudán del Sur, con 45 % y Siria con 33 %.
Más allá de la posible honestidad de quienes, en la época, sostuvieron la necesidad de la modernización con la esperanza de que esta fuera un paso importante para la construcción de un futuro mejor, seguir defendiendo el uso de agrotóxicos no tiene ningún sentido lógico. A menos que quienes los estén defendiendo sean los dueños de las corporaciones que los venden.
El uso intensivo de venenos degrada el suelo, hace que este pierda la capacidad de absorción del agua. El cultivo con agroquímicos empobrece  la tierra y la hace, con el paso del tiempo, improductiva. Según la FAO, 25% de los suelos cultivables del mundo presentan un alto nivel de degradación. La no absorción del agua hace que crezca el número de inundaciones, causa costos a los Estados, compromete el bienestar de las poblaciones, propaga enfermedades, altera el ecosistema y daña a los cultivos. O sea, a largo plazo, el uso de agrotóxicos también es dañino para quienes los utilizan en sus tierras.
El discurso de las buenas prácticas, que intenta convencer de que el problema de los agrotóxicos es su uso de forma incorrecta, es uno de los últimos recursos utilizados por las corporaciones –en conjunto con los Estados– para evitar y esconder las evidencias de la toxicidad de estos productos y de sus pérdidas financieras frente al incremento en la producción de orgánicos.  El recrudecimiento de las leyes que garantizan el uso indiscriminado de agrotóxicos es una evidencia de que el mercado se ve amenazado. En cuanto al uso de agrotóxicos en Argentina, donde el monocultivo de soja ocupa un 60% de la superficie cultivable y si agregamos a esto  los monocultivos de maíz y algodón, hay un incremento del 15%, llegando a un 75%, es necesario mencionar lo sucedido en dos provincias. En Buenos Aires, el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia resolvió que desde el 1 de enero del presente año se puede fumigar a 0 metros de poblaciones, escuelas rurales, o reservas naturales. De este modo, intenta invalidar ordenanzas municipales que habían sido producto de mucho trabajo y organización de parte de las asambleas de cada lugar que sufre con la problemática de las fumigaciones y que establecían algunos límites para la aplicación de los agrotóxicos, sin embargo, el 18 de febrero la resolución fue suspendida por un periodo de un año [1]. En Entre Ríos, el Tribunal Superior de la Provincia confirmó la sentencia que prohíbe las fumigaciones en todas las escuelas rurales, establece un límite de 1.000 m para las fumigaciones terrestres y 3 km para las aéreas. Vale recordar que la sentencia que primero restringía estos usos había sido apelada curiosamente por la Provincia, no por empresarios de la soja.
En Misiones, conocida como la Capital Nacional de la Biodiversidad, la Secretaría de Agricultura Familiar avanza con un proyecto para siembra de maíz transgénico en la región.
Desde 2012, se intenta aprobar la Ley de Semillas que tiene por objetivo privatizarlas y lograr la prohibición a la libertad de siembra a través de regulaciones que incluso pueden criminalizar a productores que utilicen sus propias semillas. Muy posiblemente intenten avanzar con este proyecto el presente año en el Congreso Nacional.
Sin embargo, no solo las leyes se están poniendo más duras; el último 15 de febrero, la Unión de los Trabajadores de la Tierra (UTT), que se dedica a la producción de alimentos agroecológicos, fue brutalmente reprimida en Plaza Constitución –Buenos Aires– cuando realizaba uno de sus famosos verdurazos. La feria de verduras es siempre realizada en plazas de la ciudad donde los alimentos son ofertados a la población a precios simbólicos, tratando también de visibilizar cómo funciona el mercado de alimentos y denunciando la situación en que se encuentran los productores frente al modelo productivo dominante. Realizando estas ferias, venden la verdura a $10 el kg. Según una integrante de la UTT, “si lo hacen de la manera convencional, los intermediarios se la compran a $2 y al público le llega a $50”.
El alto grado de conflictividad inaugurado en este momento histórico, de agotamiento de modelos contaminantes e insostenibles, será clave para la instalación del debate en el seno de la sociedad. América Latina es la región donde más se asesinó a defensores y defensoras de la Tierra en el año 2017 –según la Global Witness–. Es cada día más evidente que la política a nivel mundial pasa por la discusión del sostenimiento de la vida en lo más básico: la alimentación sana, segura y soberana.
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Denuncian muerte de niño por agrotóxicos en Entre Rios



La fumigación sigue matando gente en Basavilbaso: esta vez un pequeño de 3 años

Fecha de Publicación
: 27/02/2019
Fuente: Entre Rios Ya
Provincia/Región: Entre Rios


Se conoció en las últimas sobre la noticia que conmueve otra vez a Basavilbaso por la muerte de otra víctima de la fumigación realizada en la zona expresaron los vecinos a EntreRíosYA.
El caso de Fabián Tomasi se conoció hace años. Quizás la mecha la encendió el a través de diferentes notas y entrevistas pero también fue la tapa del libro “Envenenados”, de Patricio Eleisegui, y protagonista de la exposición El costo humano de los agrotóxicos, de Pablo Piovano. Había sido peón de campo y obrero antes de conseguir trabajo en 2005 para la empresa Molina en su Basavilbaso natal, en Entre Ríos, a unos 200 kilómetros de Paraná.
Fabián se fue de este mundo dejando un mensaje para aquellos que de alguna manera puedan ser ó no afectados por la fumigación.
El veneno no perdonó esta vez a Santino Uriel Díaz, un pequeño basavilbasense de solo tres añitos que falleció en Paraná producto de una enfermedad terminal.
Otro gurisito más que se nos va, expresó Silvia Liliana Miguez  a través de la red social Facebook. Además agregó “y se siguen sumando a la lista de muertos por leucemia y distintos tipos de cáncer”.
Fabián Tomasi expresó “Voy a llegar al último día y voy a decir ‘yo intenté defender la verdad’.
El que se calló, que se haga cargo de qué decirle a su hijo”, reflexionó hace unos años Tomasi en un panel que se realizó en la Universidad de Buenos Aires.
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Marcha atrás con la aberrante resolución 246/18



El ministro de Agroindustria suspendió por un año la aplicación de la resolución sobre agroquímicos  

Fecha de Publicación
: 19/02/2019
Fuente: El Eco de Tandil
Provincia/Región: Buenos Aires


El pasado jueves, el Ministerio de Agroindustria de la Provincia dio marcha atrás con la resolución 246/18 sobre fitosanitarios que entró en vigencia el 1 de enero del corriente año y a la que Tandil adhirió, que pretendía brindar un marco normativo actualizado a las demandas del presente ante la mora en la sanción de una ley de agroquímicos que reemplace a la actual, considerada obsoleta.
La normativa generó variadas controversias porque habilitaba la fumigación cerca de áreas urbanas y escuelas rurales, de acuerdo a determinadas condiciones meteorológicas, de toxicidad y equipos a utilizar.
El ministro Leonardo Sarquís, exgerente de Monsanto, rubricó la nueva resolución que se publicó este lunes en el Boletín Oficial, que modifica el artículo 5 de la disposición anterior y establece la abstención total en cuanto a la realización de aplicaciones y pulverizaciones de fitosanitarios, en los lotes que linden con establecimientos educativos, campos de bombeo o baterías de pozos para el abastecimiento público, cuerpos y cursos de agua emplazados en el área rural.
Además, decidió suspender la vigencia de la Resolución 246/18 por el término de un año a fin de poder trabajar en forma precisa y detallada, y a su vez optimizar las condiciones de operatividad con los Municipios suscriptores del convenio de colaboración y asistencia que permita su implementación.
Cabe destacar que la legislación sancionada en la ciudad en abril de 2011 tiene un carácter restrictivo mayor que el que estipulaba la legislación bonaerense. La ordenanza local prohíbe dentro del Partido de Tandil la aplicación de agroquímicos por vía aérea o terrestre, en lotes que se encuentren a menos de 150 metros de establecimientos escolares, centros de salud, establecimientos elaboradores de productos alimenticios. En cuanto a los cursos de agua principales, la reglamentación local impide las fumigaciones a menos de 50 metros, e indica una distancia de aplicación para cursos de agua menores de dos veces el ancho del curso tomada desde la línea de ribera.
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Mercado Central: alarma los agroquímicos encontrados



Más de la mitad de la verdura que llega al Mercado Central queda descartada por exceso de agrotóxicos detectado en sus laboratorios

Fecha de Publicación
: 16/02/2019
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Capital Federal - Buenos Aires


Las cifras son oficiales y alarmantes. Más del 60% de las verduras –y un porcentaje mayor en el caso de los cítricos– contiene restos de pesticidas, herbicidas y fungicidas en niveles no permitidos. Los laboratorios del Mercado Central detectan y quitan de circulación esa mercadería
Hace unos años un informe del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) encendió la alarma. Casi el 98% de las partidas de peras ofertadas entre 2011 y 2013 en el Mercado Central de Buenos Aires y sus similares de La Plata y General Pueyrredón habían dado positivo en 20 variedades de insecticidas y fungicidas.
Más del 90% de las muestras de apio monitoreadas en esos mismos puntos evidenció restos de 16 agroquímicos y en el caso de de las mandarinas presentaron remanentes de otros 16 pesticidas.
El 85% de las manzanas revelaron presencia de 22 tipos de insecticidas, fungicidas y acaricidas. El 76,6% de las muestras de frutilla mostró restos de 17 plaguicidas. De un total de 27 frutas, verduras y producciones similares relevadas, solo cuatro variedades dieron cero en contaminación: cebolla, batata, yerba mate y almendras.
Por otro lado, expedientes de los operativos realizados en 2016 evidenciaron que el 65,4% de las partidas de apio contenía concentraciones de insecticidas y fungicidas por encima de los LMR (Límites Máximos de Residuos) que fija la normativa vigente en la Argentina para este tipo de alimentos. Solo en ese producto se constató la presencia de 21 agroquímicos, entre ellos el insecticida endosulfán, de uso prohibido en la Argentina desde mediados de 2013. En la zanahoria, el 62,5% de las muestras analizadas dio un resultado similar: seis principios activos, divididos entre insecticidas y fungicidas.
El escenario ya es alarmante y los técnicos de los laboratorios del Mercado Central sostienen que en los últimos dos años los hallazgos de sustancias no aptas para el consumo humano aumentaron en un 5%, en una tendencia que se convirtió en creciente.
La situación es más grave aún si consideramos que varios millones de toneladas de frutas y hortalizas que son comercializadas en verdulerías de todo el país llegan directamente de la huerta sin pasar por controles del Mercado Central ni de ningún otro tipo de laboratorio. Veneno directo de la tierra a la mesa, sin pérdidas ni decomisos.
Es duro pero hay que decirlo: estamos en emergencia. Los organismos nacionales y provinciales que coordinan políticas sanitarias y ambientales deben mejorar y articular urgentemente mecanismos de emergencia que garanticen la seguridad alimentaria y ambiental de los argentinos.
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El modelo agroindustrial sigue matando abejas



Apicultores indignados: murieron miles de abejas luego de ser fumigadas con agroquímicos

Fecha de Publicación
: 01/02/2019
Fuente: InfoCielo
Provincia/Región: Buenos Aires


Un grupo de apicultores de Ayacucho denuncia la pérdida de varias colmenas tras una fumigación aérea no notificada. Calculan 70 mil pesos de pérdidas. La nueva resolución que firmó el gobierno de la provincia habilita a fumigaciones cercanas a poblaciones rurales, escuelas y cursos de agua.
En Ayacucho, apicultores denuncian la pérdida de gran parte de sus colmenas luego de una fumigación aérea que no fue previamente notificada. El hecho, responde a la nueva resolución firmada por el gobierno de la provincia, en el cual –contrariamente a lo que había dictado la Suprema Corte Bonaerense en 2012-, habilita a fumigar a pocos metros de localidades rurales, así como escuelas y cursos de agua.
En un video, uno de los apicultores muestra la cantidad de colmenas afectadas por el rocío de los agroquímicos, evidenciando la muerte de una cantidad gigantesca de abejas. Los productores hablan de una pérdida que va entre los 50 y 70 mil pesos.
“Los dueños están fumigando. No nos informan, entonces al pasar el avión, matan todo. Hay productos que están aprobados y no matan ni la abeja, ni mariposas, ni polinizadores. Pero salen mucho más. Si nos avisaran, se podría convivir”, dijo para INFOCIELO, Guillermo Landagaray, apicultor de Ayacucho.
Las denuncias por fumigaciones con productos que no solo afectan a la fauna y flora, sino también a la salud humana, no son nuevas en el Partido. De hecho, en septiembre pasado la directora de la escuela rural 28 de Ayacucho realizó una denuncia formal luego de que un mosquito fumigara a tan solo 20 metros del establecimiento, en horario de clase.
Por precaución, la docente y algunos alumnos tuvieron que ser atendidos en un hospital. 
La nueva resolución que firmó el gobierno de María Eugenia Vidal, de la mano de su ministro y ex gerente de Monsanto Leonardo Sarquís, deja el camino libre para que las fumigaciones se realicen a escasos metros de centros poblacionales y márgenes de curso de agua.
La medida contradice a lo dictado por la Corte Bonaerense en 2012, que declaró ilegal las fumigaciones de agrotóxicos a menos de mil metros de viviendas.
Desde entonces, diferentes localidades de la provincia han tenido intentos de regulaciones y también, casos en donde algunos municipios reducían considerablemente los metros de distancia para las fumigaciones.
Estos casos se dieron especialmente en Chascomús y Benito Juárez, en donde a contraposición de vecinos que reclamaron una regulación menos permisiva, se fallaba a favor del productor.
Por el caso de Chascomús, el máximo tribunal debió interceder nuevamente el año pasado, en donde se prohibió las fumigaciones terrestres a menos de mil metros.
Sin embargo, el gobierno de la provincia avanzó con una resolución contraria. En uno de sus puntos más polémicos, el Ejecutivo permite ahora las fumigaciones hasta las 7:59 de la mañana, es decir, a tan solo un minuto del ingreso de los alumnos de las escuelas rurales.
“El control sobre las prácticas de fumigaciones y agrotóxicos es otro problema importante de esta ordenanza y de medidas similares que proponen una zona de restricción, porque la cadena de fiscalización es corruptible: el control sobre la receta del agrotóxico que se emplea, sobre la distancia a la que se está fumigando de casas, escuelas rurales y cursos de agua, sobre el manejo de los residuos de fertilizantes y plaguicidas, implicaría toda una larga cadena de fiscalización que, indudablemente, va a tener fisuras”, analizó para la Agencia Andar, Pablo Kulbaba, integrante de la asamblea Paren de fumigarnos de Chascomús.
Los productos tradicionalmente utilizados para eliminar plagas son el glifosato, atrazina, 2.4-D, glufosinato de amonio y otros químicos. Gran parte de la comunidad científica, e incluso la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), han advertido las consecuencias ante la exposición de estos agroquímicos.
Entre ellos, problemas respiratorios, afecciones de piel, hipotiroidismo y distintos tipos de cáncer.
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