El extractivismo, el desarrollo a cualquier precio



Recursos naturales, la otra grieta mendocina

Fecha de Publicación
: 01/06/2019
Fuente: El Ciudadano
Provincia/Región: Mendoza


El dato, aunque esperado, restalló en algunos ámbitos y algunos orgullos: Mendoza, la que históricamente fue la quinta provincia argentina en potencia económica, bajó un escalón. Ya no es Buenos Aires, CABA, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Ahora, en ese quinto lugar se coló Neuquén, y se coló estrictamente por Vaca Muerta.
Aunque esa cuenca es una promesa, por potencial, también ya es una realidad que determinó ese ascenso, específicamente por el tema gasífero, en el que permitió salir de las importaciones (costosísimas, y además fuente de corrupción, como se ha visto con los tanqueros pagados y misteriosamente desaparecidos antes de llegar a puerto). Vaca Muerta permitió la soberanía gasífera, los saldos exportables, y a la provincia neuquina ser más fuerte en el contexto nacional.
Mendoza tiene parte de la cuenca en el sur provincial, pero a la hora de sacar provecho, aparece una grieta que no tiene aún resolución, y mucho menos parece que vaya a tener diálogo productivo ante irreductibilidades varias.
En ciertos casos, la discusión aburre: minería sí, minería no. Fracking si, fracking no. Que los recursos se exploten, en definitiva, o que se queden donde están.
Pero vale la pena encarar otras reflexiones. Sin minería, donde fuera que se hiciere, volveríamos a la edad de piedra. ¿Alguien puede imaginar un mundo sin celulares, sin computadoras, sin telecomunicaciones? ¿Alguien puede imaginar un mundo sin vehículos, aviones, barcos? ¿Alguien puede imaginar una medicina sin métodos de diagnóstico y tratamiento como los que tenemos, y que encuentran su base en los minerales?
Parece que la pregunta correcta es Minería Cómo. Y ese como encierra las responsabilidades de control y saneamiento ambiental más elevadas que se puedan exigir. Encierra la obligación de que los entes de control sean incorruptibles, frente a un poder económico enorme y tentador.
En este punto las aguas se dividen. Estamos los que creemos que, por ejemplo, los cuerpos científicos y tecnológicos de las universidades están en condiciones de asumir esas tareas (los políticos, por lo menos parte de ellos, han demostrado ser incapaces de controlar, como se vio en Jáchal, aquí cerquita), y están los que piensan que no, que el demonio se disfraza de oveja. Basta recordar al inclaudicable Pino Solanas, que se desgañitó reclamando por las mineras, y hoy aparece en la foto con Gioja, a quien no debe haberle preguntado qué pasó en Jáchal.
El gobierno de Mendoza reaccionó rápido. Por ejemplo, modificó el sistema de regalías petroleras para que se puedan explorar nuevas áreas petroleras en la zona de Llancanelo, en Malargüe, y en Puesto Rojas, también en el sur provincial. A cambio obtuvo promesas de inversión más importantes, empleos muy bien remunerados, como son los que produce la industria petrolera, y como resguardo se incluyeron seguros ambientales en los contratos.
Pero en tiempos electorales, la discusión promete más episodios de desencuentro. La oposición parece no jugarse al respecto, le dice si a quienes quieren escuchar un sí, y que no a los que quieren escuchar un no, y estaría bueno que los ciudadanos conozcamos las posiciones definitivas, e incluso los proyectos al respecto.
La defensa del agua es central, nadie en su sano juicio pensaría en dañar ese recurso. Pero el equilibrio con el uso de los recursos debería poder garantizarse. En otras palabras, necesitamos una dirigencia que pueda dar esas garantías, y dejar los controles en quienes corresponda. También la agricultura hace un uso bastante irracional del agua, y se usan tóxicos muy perniciosos que a nadie parecen preocupar.
Consenso, diálogo y garantías serían las tres premisas. Desafíos en los que, lamentablemente, en pleno siglo XXI, hacemos agua.
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