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Replanteo de la lucha contra el cambio climático en CABA



La ciudad de Buenos Aires actualiza su plan de lucha contra el cambio climático con apuestas a la movilidad y a las energías renovables

Fecha de Publicación
: 18/05/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Capital Federal


La Capital Federal asumió una serie de compromisos junto a ciudades como Nueva York, Bogotá y Barcelona y se enfocará en tres áreas: movilidad, residuos y energía
La vida tras la pandemia no volverá a ser igual. Esta es una premisa que, especialmente, los tomadores de decisión política de las ciudades conocen bien. La semana pasada 36 urbes, entre las que está Buenos Aires, firmaron un compromiso: la recuperación económica estará alineada con políticas sustentables y que adhieran a la lucha contra el cambio climático.
“No debemos volver al Business As Usual (BAU, por sus siglas en inglés que significa a seguir haciendo las cosas como hasta ahora). Ese es un mundo en camino a un calentamiento de 3°C o más”, dice el primero de los nueve principios acordados por las ciudades agrupadas en el colectivo C40, entre las que también están Nueva York, Bogotá y Barcelona.
La ciudad de Buenos Aires, que prepara la actualización de su inventario de emisiones contaminantes y nuevos objetivos de reducción, enfocó su trabajo en tres áreas: movilidad, residuos y energía. En la Ciudad la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI) que generan el cambio climático ya provocó el aumento de un grado de la temperatura promedio desde 1960.
En 2014, el distrito emitió 12,9 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (CO2eq). Para fines de este año se propuso reducir en un 10% el nivel de emisiones respecto de las proyectadas. “Subimos la meta de reducción para 2030 a un 43% y, para 2050 queremos alcanzar el 76% de disminución de las emisiones. El 30% del total de las emisiones de GEIs en la Ciudad corresponde al uso de energía en los hogares, y es por eso que la base del trabajo apunta a la concientización de los vecinos sobre el consumo energético que realizan en forma diaria. Es fundamental apuntar a 2030”, explicó Renzo Morosi, presidente de la Agencia de Protección Ambiental porteña y adelantó que una de las medidas podría ser un plan de recambio de electrodomésticos.
“El primer eje implica una concientización y cambio de hábitos y consumos en todos los ciudadanos, es básicamente entender cómo poder hacer ahorros y utilizar la energía de modo razonable”, le dijo a Infobae en una entrevista virtual.
El funcionario indicó que, en lo que respecta a la administración, se abordará la necesidad de que la energía que se utilice se realice de forma eficiente. “La ciudad de Buenos Aires es la primera a nivel latinoamericano en tener alumbrado público 100% LED (se evita emitir 44.000 toneladas anuales de CO2 eq.), se llevó adelante el programa “Pasate a LED” donde se entregaron más de 1 millón de lámparas a vecinos de la Ciudad, evitando la emisión de más 52.286 tCO2eq, y se hizo un gran recambio de luminarias en edificios públicos (reducción de más de 183 tn CO2 eq.)”, detalló.

Menos autos, peatonalización y Metrobus
En términos de movilidad, se indicó que continuará la política de desalentar el uso del automóvil particular. “Se continuarán con el proyecto de fortalecer el transporte público, a través de la expansión de la red de Metrobus, ciclovías y la prioridad del peatón”, dijo, aunque no se detallaron los nuevos circuitos.
A fines de marzo, durante la primera fase de la cuarentena, las mediciones indicaron que la calidad del aire está directamente relacionada con el tráfico vehicular. Ante la disminución de un 80% de la circulación, en aquel momento, todas las mediciones se tomaron en las estaciones de control atmosférico ubicadas en La Boca, Rodríguez Peña y Avenida Córdoba, y Parque Centenario, las concentraciones de gases disminuyeron 50% en relación al mismo período de 2019, según cifras oficiales.
“Más allá de la situación atípica por la que estamos pasando a nivel global es importante destacar que disminuir el uso de medios de transporte que emiten gases contaminante es la salida para mejorar la calidad de aire de las grandes ciudades. El reemplazo de este tipo de transporte deberá ser una de las grandes acciones que habrá que mantener una vez que hayamos podido superar la pandemia”, sostuvo Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad en aquella oportunidad.
La gestión de residuos es otro de los temas centrales en la política ambiental porteña: “El residuo orgánico es sin dudas el gran responsable de las emisiones de GEIs a través del gas metano. En este sentido la Ciudad continuará aumentando los esfuerzos para reducir los residuos que son destinados a entierro en el relleno sanitario del CEAMSE, a través del tratamiento de los restos orgánicos y fortaleciendo el sistema de reciclaje”, sostuvo.
El último eje y el más complejo es el de la descarbonización de la matriz energética, para lo cual se debe comenzar una transición del uso de fuentes convencionales que utilizan combustible de origen fósil hacia el uso de fuentes renovables. El Centro de Información y Formación Ambiental (CIFA), ubicado en Villa Soldati, genera energía para abastecer al CIFA y, desde marzo de este año, el excedente se inyecta a la red.
Las ciudades representan el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por sus características respecto de la densidad poblacional y las actividades que allí se desarrollan, hoy son además el foco de atención ante una posible mayor propagación del coronavirus.
Claudio Lutzky, director del posgrado Derecho y Políticas frente al Cambio Climático de la Facultad de Derecho de la UBA, cree que la coyuntura es una buena oportunidad para pensar en la necesidad de un trabajo transversal, en tanto las causas y los efectos del cambio climático dan cuenta de las múltiples áreas de la vida social.
“Hay indicios de que es una oportunidad plausible. Es una especie de llamado de atención en el sentido de que se puede pensar una vida más afín y más acorde con el ecosistema natural. El problema ambiental es de la civilización industrial que creamos hace unos tres siglos, no es de izquierda ni de derecha, tenemos que darle una vuelta a ese modelo y hacerlo compatible y las ciudades son una fuente enorme de posibilidades. Pero la sustentabilidad debe ser aprehendida, debe ser transversal a todas las políticas”, explicó.
En el mismo sentido, como se mencionó, el grupo de ciudades de C40 ha presentado una declaración de principios cuyo fin es dar forma a la recuperación tras la crisis generada por el Covid-19: “Nosotros, en calidad de líderes de importantes ciudades de todo el mundo, tenemos claro que nuestro objetivo no debería ser volver a la ‘normalidad’; nuestra meta es que la recuperación tras el COVID-19 nos sirva para construir una sociedad mejor, más sostenible, más resiliente y más justa”.
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Tala en el Amazonas y el impacto en Argentina



El coronavirus no detiene la deforestación: la tala en el Amazonas se disparó un 50% y advierten sobre el grave impacto en el clima argentino

Fecha de Publicación
: 05/05/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Nacional


Expertos alertan que se puede repetir una temporada de incendios como la de 2019, lo relacionan con la bajante del Paraná señalan que caería el nivel de precipitaciones en la Argentina
Todo está conectado. Y a pesar de la amenaza del Covid-19 sobre el planeta, la deforestación de bosques no para. En la Amazonia brasileña se registró un 50% de tala en los primeros cuatro meses del año, en comparación con 2019. Esto no sólo empeora el escenario de incendios en los próximos meses, sino que está relacionado con la bajante extraordinaria en el Paraná y de otros ríos que forman la cuenca del Plata.
Así lo afirmó Gustavo Villa Uría, subsecretario de Obras Hidráulicas de la Nación, quien señaló que “la temporada de lluvias está terminando en Brasil y casi no llovió” y que el cambio climático “está cumpliendo un papel dentro de eso”. “La deforestación en Brasil tiene un efecto innegable”, explicó el funcionario a la agencia Reuters. Las selvas como el Amazonas generan lo que se conoce como ríos voladores y la tala o los incendios interrumpen y cambian la dinámica de ese proceso.
“Los árboles, con el proceso de evapotranspiración, emiten vapor de agua en la atmósfera. Multipliquemos cada árbol por los 6,7 millones de km2 de bosque que generan ese vapor de agua, de allí el concepto de ríos volantes o voladores. El fuego o la deforestación rompen esas bombas de agua y expone el suelo directo a la gota de lluvia, que en esa zona son muy abundantes. Se pierde agua, se pierde suelo y se genera un ambiente distinto para las especies. Es una dinámica muy compleja”, explicó a Infobae Manuel Jaramillo, director ejecutivo de Vida Silvestre Argentina y recuerda que el bosque almacena el 10% del carbono del planeta.
“Cuando en una cuenca se altera o se cambia el uso del suelo, se deforesta o se quitan los pastizales naturales y se ponen cultivos agrícolas de alto rendimiento se cambian las condiciones de infiltración de la lluvia, generalmente reduciéndola, promoviendo la escorrentía. Entonces cada vez menos cantidad de agua de la que llega por las precipitaciones al suelo se infiltra y se va reservando y más cantidad de agua llega a los ríos que desaguan rápidamente”, agregó el experto.
El Paraná sufre una bajante récord en 30 años, que no sólo afecta a la navegación y a la actividad económica sino a todo el ecosistema que habita allí. Otro dato alarmante lo dio la Entidad Binacional Yacyretá que indicó que abril “culminará muy próximo a los 7.000 metros cúbicos por segundo, es decir, por debajo del 50% correspondiente a un mes de abril promedio”. Históricamente, de 1971 a 2019 el promedio del caudal para el cuarto mes del año ha sido de 14.400 metros cúbicos por segundo, detalló la compañía hidroeléctrica.
La semana pasada también se sumaron cifras alarmantes para la Amazonia: la deforestación en el primer trimestre de este año fue 51% más alta que en el mismo período del año pasado. “Cuando llegue la estación seca en el Amazonas, estos árboles talados se convertirán en combustible para quemar. Este fue el principal ingrediente de la temporada de incendios de 2019, una historia que puede repetirse en 2020 si no se hace nada para evitarlo”, explicó la investigadora Ane Alencar, directora de Ciencia del IPAM (Instituto de Investigación Ambiental del Amazonas) que lleva el registro de la deforestación en tierras públicas y privadas.
Alencar es la principal autora de una nota técnica que el instituto lanzó hace diez días, la tercera que cubre los incendios en el Amazonas. En este documento, los autores recogen las principales informaciones sobre la temporada de incendios de 2019, que causó asombro en todo el planeta, y señalan los peligros que acechan. Según ese detalle, el número de puntos de calor registrados en la región en 2019 fue un 81% más alto que el promedio entre 2011 y 2018. La mayor variación se produjo en los bosques públicos no designados: 37% más, otro importante indicio de acaparamiento ilegal de tierras.
El informe también destaca que, el año pasado, la sequía por sí sola no explicó el aumento de los incendios, a pesar de lo que el gobierno federal sugirió en su momento, ya que el volumen medio de lluvia fue normal para el período. El elemento agudo fue el aumento de la deforestación: los primeros ocho meses de 2019 mostraron un aumento del 92% en la tasa en comparación con el mismo período en 2018, según datos de Deter. “El Amazonas es un bosque húmedo y no se incendia naturalmente. El fuego tiene un culpable, y la humanidad es responsable”, dice Alencar.
A la deforestación también se suman los efectos del cambio climático, que aumentan la presión sobre el sistema. Inés Camilloni, investigadora del Conicet y autora del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) hace años estudia el fenómeno y sus impactos en la cuenca del Plata: “Las consecuencias de los incendios en el Amazonas son demoledoras en términos ambientales, sociales y climáticos y afectarán al mundo en términos de pérdida de biodiversidad y al clima”, dijo.
“Con los incendios se libera mucho dióxido de carbono (responsable del cambio climático) y se modifica el transporte de humedad que contribuye a formar la lluvia en toda la cuenca del Plata. Los cambios que se pueden generar por la pérdida de superficie boscosa en el Amazonas se podría reflejar en una menor cantidad de lluvias en nuestro país, por ejemplo”, contó en ese momento la experta.
“La humedad que nos llega tiene su origen en el océano Atlántico (en la región norte, cerca del noreste de Brasil), ingresa al continente sudamericano y a esa humedad se le suma vapor que proviene del Amazonas a través del proceso de evapotranspiración del bosque”, explicó la investigadora, para agregar que eso “produciría alteraciones en el clima regional ya que la pérdida del bosque tropical modificará el transporte de humedad a nuestra zona”.

Desmonte en Argentina
En la Argentina, el coronavirus tampoco frena el desmonte. El monitoreo de deforestación en el norte de Argentina que realiza Greenpeace, mediante la comparación de imágenes satelitales, reveló que entre el 15 de marzo y el 15 de abril se desmontaron 6.565 hectáreas, lo que equivale a la pérdida de 211 hectáreas por día.
Las provincias donde la organización ecologista realizó el monitoreo fueron: Santiago del Estero (3.222 hectáreas desmontadas), Salta (1.194 hectáreas desmontadas), Formosa (1.132 hectáreas desmontadas) y Chaco (1.017 hectáreas desmontadas), ya que concentran el 80 por ciento de la deforestación del país.
“En las últimas tres décadas perdimos cerca de 8 millones de hectáreas y somos uno de los 10 países que más destruyen sus bosques. Es irresponsable y hasta suicida que, frente a la crisis sanitaria, climática y de biodiversidad que estamos sufriendo, se siga deforestando. Más desmonte significa más inundaciones, más desalojos de comunidades campesinas e indígenas, más desaparición de especies en peligro de extinción y más enfermedades. Es hora de que, de una vez por todas, paren las topadoras”, advirtió Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace.
La importancia de este ecosistema radica en que allí se pueden encontrar 3.400 especies de plantas, 500 especies de aves, 150 mamíferos, 120 reptiles, 100 anfibios y más de cuatro millones de personas, de las cuales cerca del 8% son indígenas, quienes dependen del bosque para obtener alimentos, agua, maderas y medicamentos.
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Universidades trabajando contra el cambio climático



Las universidades contra el cambio climático

Fecha de Publicación
: 11/04/2020
Fuente: Página 12
Provincia/Región: Nacional


El aumento acelerado de la temperatura media de la Tierra produce graves consecuencias ambientales y sociales. Por eso, son cada vez más las universidades del país que se suman a aportar información y estudiar la temática.
El cambio climático se convirtió en una de las mayores preocupaciones de las organizaciones ambientales internacionales. Si bien a lo largo de la historia de la Tierra hubo diversos procesos de cambio climático, el calentamiento global actual está fuertemente relacionado con la acción humana y la emisión de gases de efecto invernadero, según explicó el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
El aumento acelerado de la temperatura media de la Tierra produce graves consecuencias, como la suba del nivel del mar, el cambio en las precipitaciones, la expansión de los desiertos subtropicales, las olas de calor, las fuertes nevadas y la extinción de especies. Todo esto tendría también una repercusión social: se estima que para 2050 habrá 500 mil migrantes ambientales, es decir, personas que deberán desplazarse de sus territorios por las condiciones climáticas. En este escenario mundial complejo, las universidades nacionales argentinas cumplen un rol importante en investigar el cambio climático y plantear posibles soluciones.

Plantarse frente al cambio
La Universidad Nacional de Villa María (UNVM) creó en 2019 el Observatorio Regional de Cambio Climático (ORCC), con el objetivo de “analizar eventos meteorológicos de carácter extremo, generar estudios locales sobre posibles fluctuaciones del clima y publicar informes de interés para la región”.
Según señaló uno de sus fundadores, el licenciado en Educación Ambiental y docente de la Licenciatura en Ambiente y Energías Renovables, Luis Enrique Tuninetti, el ORCC tiene dos ejes de trabajo: “Por un lado, tenemos a un grupo de profesores y alumnos que van a las escuelas primarias y secundarias a ejercer educación ambiental para dar a conocer este fenómeno mundial. Por el otro, queremos investigar la zona de Villa María para verificar si hay o no algún registro de cambio climático”.
El paso siguiente de la investigación será pensar estrategias de adaptación y mitigación para la región. Es decir, pensar de qué manera la zona podría adecuarse a los efectos nocivos del cambio climático y, a su vez, cómo podría contribuir en bajar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Tuninetti resaltó que desde el ORCC buscan “aportar algo para la zona” de Villa María, que sirva también como “información de base” para los estudios de organismos nacionales e internacionales.
En ese sentido, el ingeniero agrónomo, docente de la UNVM y fundador del ORCC, Fernando Primo Forgioni, destacó la importancia de abordar la problemática del cambio climático desde una mirada local. “Si bien están muy buenos los pronósticos que se hacen a nivel mundial o latinoamericano, el clima tiene la particularidad de que no se comporta en todos lados igual. Además, al haber muy pocos estudios de pequeña escala, se dificulta mucho hacer una mejor adaptación”, explicó.
La trayectoria en el tema les permitió a Tuninetti y Primo Forgioni ser convocados por el IPCC, el máximo organismo internacional que estudia el cambio climático, para colaborar en la elaboración del Sexto Informe de Evaluación. El IPCC es un órgano de científicos creado por la ONU, que periódicamente emite documentos para informar la situación climática del planeta, indicar cuáles son los potenciales impactos y sugerir medidas al respecto.
“Nuestra función es rever el informe que ya está previamente redactado. Lo leemos y podemos hacer una crítica al respecto o aportar alguna bibliografía anexa que nos parezca interesante para que los científicos que están trabajando en la realización lo puedan ver”, detalló el licenciado en Educación Ambiental. El ingeniero agrónomo, en tanto, resaltó que la convocatoria les permitió “dar a conocer aspectos del cambio climático desde una mirada local y lo regional, que de otros modos no se evaluarían”.
Primo Forgioni consideró la convocatoria como “un sueño hecho realidad”, mientras que Tuninetti destacó que la participación como revisores les sirvió para “aprender a trabajar en otros ámbitos” en los cuales no estaban acostumbrados. “Creo que lo principal, más que el aporte que pudimos a hacer nosotros al IPCC, fue el aporte que nos hicieron ellos a nosotros, porque trabajamos con investigadores de primer nivel. Hemos hecho relaciones interinstitucionales con gente de mucho peso, por lo que en realidad, los que salimos ganando en este proceso fuimos nosotros”, resaltó Tuninetti.
El ingeniero agrónomo destacó que en este proceso pudieron ponerse en contacto con investigadores del CONICET y del Centro de Investigación del Mar y la Atmósfera (CIMA) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que desde hace años estudian el cambio climático. El objetivo que tienen es comenzar a trabajar en red.
La etapa de revisión del Quinto Informe ya comenzó, pero los villamarienses no están autorizados para adelantar el contenido. De todas maneras, Tuninetti afirmó que “el escenario es muy complejo a nivel internacional y latinoamericano”, por lo que “los sectores políticos y económicos deberán tomar acciones contundentes” para frenar el cambio climático.
“Desde mi punto de vista, estamos lejos de poder decir que vamos a solucionar este problema a mediano plazo. De seguir así, el escenario sería mucho más pesimista que el que estamos trabajando”, lamentó.

Un inventario de emisiones
Otra de las casas de estudio que realiza su aporte para la investigación del cambio climático es la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Regional Mendoza. El Grupo de Estudios Atmosféricos y Ambientales (GEAA) creó un inventario de las emisiones atmosféricas que hay en la Argentina, que tiene en cuenta la generación de gases de efecto invernadero.
La investigación fue dividida en tres etapas: primero se concentró en las emisiones vehiculares, luego en las emisiones provenientes de todo el consumo energético, y por último, en las emisiones propias de la actividad agrícola-ganadera. Las tres fases fueron plasmadas en un atlas georreferenciado.
El estudio reveló que las actividades que más gases de efecto invernadero generan en el país son la producción de energía, con el 53 por ciento, y la agricultura, con el 39.
Analizado geográficamente, el mayor grado de emisiones se genera en las zonas rurales o periféricas del país, aunque las zonas urbanas también tienen un amplio grado de responsabilidad: son las principales consumidoras, y a su vez, emiten estos gases a través de actividades como el transporte o el consumo de energía en las viviendas.
Según explicó el docente de la UTN y director de GEAA, Enrique Puliafito, la Argentina se encuentra “en la media mundial” de emisiones de gases de efecto invernadero, como son el metano, el dióxido de carbono y el óxido nitroso.
El investigador consideró que para reducir estas emisiones, es necesario que las personas “se replanteen el consumo” y eviten la compra de productos innecesarios. “Por ejemplo, Estados Unidos tiene un consumo de diez a doce veces mayor que un argentino medio. Yo no me imagino consumiendo diez veces más de lo que ya consumo. Creo que es una cuestión de conducta”, advirtió.
El grupo de investigación espera que el inventario de emisiones sea utilizado en la elaboración de modelos globales de cambio climático. En ese sentido, Puliafito resaltó que su objetivo es que “la base de datos quede a disposición de cualquier usuario internacional” que lo necesite, como puede ser el IPCC.
La Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) también realiza su aporte para mejorar el estudio del cambio climático. El docente del Departamento de Física e investigador del CONICET Manuel Pulido desarrolla desde 2004 técnicas de asimilación de datos, que permiten combinar y relacionar la abundante cantidad de información disponible acerca de mediciones atmosféricas.
“Existen muy diversos instrumentos que están midiendo el estado de la atmósfera y mil millones de variables que se están estimando permanentemente. Esto es un problema enorme desde el punto de vista computacional. Es necesario combinar muy rápido todas esas mediciones que se están realizando, procesarlas y dar la mejor estimación del estado de la atmósfera. Esto permite mejorar el estudio del cambio climático y también realizar mejores pronósticos”, explicó Pulido al Suplemento Universidad.
El docente de la UNNE señaló que las técnicas de asimilación trabajan “en la generación de un dato lo más preciso posible” acerca del estado de la atmósfera, y esta información es utilizada luego para el estudio de diversas áreas, como puede ser el cambio climático.
Las técnicas de asimilación de datos utilizan la inteligencia artificial y “usan las incertezas de cada fuente de información para tratar de mejorar la estimación” del estado de la atmósfera. Es decir, “tratan de predecir el estado de la manera más precisa posible a través del conocimiento de los errores de cada una de las observaciones”.

El rol de las universidades
Pulido advirtió que Argentina “necesita mucho el desarrollo de la investigación sobre cambio climático”. “Lo que sucede es que tenemos muy concentrado el estudio sobre la temática en muy pocos lugares, principalmente en Buenos Aires. Es muy importante que empiece a haber investigaciones sobre esta área en distintos centros, para poder colaborar en el desarrollo de cuestiones regionales”, destacó.
Tuninetti, el docente de la UNVM, coincidió en la importancia de que las universidades estudien el cambio climático, que es “el gran problema a resolver a nivel internacional”. “El sistema universitario debe tenerlo como línea prioritaria de investigación y trabajo para ayudar a los políticos a que toman las decisiones acordes a datos certeros”, señaló.
Primo Forgioni, por su parte, consideró que el estudio sobre el tema “se tiene que repetir en todas las universidades del país, sean grandes como la UBA, o pequeñas como la de Villa María”.
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Nación regula los gases de efecto invernadero



Argentina regula los gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático

Fecha de Publicación
: 08/04/2020
Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Provincia/Región: Nacional


Es mediante la entrada en vigencia en el país de la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, un acuerdo global que representa un importante avance para limitar el calentamiento global.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, que conduce Juan Cabandié, suma acciones en la lucha contra el cambio climático. Es por esto que incorporó en su sistema de licencias que agotan la capa de ozono el control de la producción y el consumo de los hidrofluorocarbonos (HFC), potentes gases de efecto invernadero que se usan en la fabricación de heladeras domésticas, aires acondicionados, aerosoles y espumas de polietileno y equipos refrigerantes de uso comercial e industrial.
La novedad consiste en la incorporación al sistema vigente de la obligación de solicitar las licencias de importación y exportación para las sustancias mencionadas. Se trata de compuestos químicos que no afectan la capa de ozono de manera directa pero sí son potentes gases de efecto invernadero, con un impacto en el calentamiento global mayor al dióxido de carbono.
La medida permite dar cumplimiento a una cláusula del Protocolo de Montreal denominada “Enmienda de Kigali” y se oficializó a través de la Resolución 104/2020 publicada hoy en Boletín Oficial. Este protocolo concentra los esfuerzos mundiales en la disminución de las sustancias que agotan la capa de ozono, en tanto la enmienda es el mayor avance desde el Acuerdo de París que busca mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2 grados centígrados.
Mediante la plena implementación de esta enmienda, que entró en vigor a nivel mundial el 1 de enero de 2019, se podrá evitar que baje hasta un 0,5 grados centígrados el calentamiento global a fines de este siglo. Este instrumento supone un esfuerzo de importancia para continuar protegiendo la capa de ozono, al mismo tiempo, contempla que durante los próximos 30 años se reducirá de manera gradual más del 80 % la producción y el consumo proyectados de los gases señalados. A tales fines, el año pasado los países desarrollados comenzaron a reducir estas sustancias, mientras que los países en desarrollo congelarán su consumo entre 2024 y 2028.
Cabe destacar que desde la cartera que encabeza Cabandié, el Programa Ozono trabaja en proyectos de conversión en diferentes sectores industriales, como parte del sistema de licencias que agotan la capa de ozono logrando que el consumo de las mismas esté por debajo del máximo permitido según las medidas de control vigentes.
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Ambiente organizó la Primera Mesa de Cambio Climático



Comenzó el trabajo de referentes ministeriales del Gabinete Nacional Nacional de Cambio Climático

Fecha de Publicación
: 04/04/2020
Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Provincia/Región: Nacional


El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible organizó la Primera Mesa de Puntos Focales del Gabinete Nacional de Cambio Climático, realizada con modalidad virtual, en atención a las medidas implementadas por el Gobierno nacional durante la emergencia sanitaria por coronavirus (COVID-19).
La conversación estuvo encabezada por María del Pilar Bueno Rubial, secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación; y participaron, entre otras autoridades, Carolina Vera, titular de la Unidad Gabinete de Asesores del Ministerio de Ciencia; Silvia Vázquez, directora de Ambiente de la Cancillería; Lara González Carvajal, jefa de Gabinete del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad y Celeste Saulo, directora del Servicio Meteorológico Nacional y vicepresidenta de la Organización Meteorológica Mundial.
Durante el encuentro, se dialogó sobre las principales características de la Ley n.º 27520 de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global, publicada el 20 de diciembre pasado en el Boletín Oficial, su relación con el marco internacional y sus antecedentes. También se informó el estado del borrador para delinear su decreto reglamentario y las actividades a nivel nacional que deriven de la norma.
Entre los temas tratados se presentaron las acciones nacionales; el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático; los planes de respuesta provinciales para robustecer la arquitectura climática en el plano subnacional; y el desarrollo del Sistema Nacional de Información de Cambio Climático, que permitirá la generación de datos en un marco de transparencia. En esta dirección, se comenzó a elaborar el plan de trabajo para el corriente año de la Mesa de Puntos Focales del Gabinete Nacional de Cambio Climático.
De la videoconferencia celebrada, participaron al menos 50 referentes pertenecientes a cada uno de los ministerios que forman el Gabinete Nacional de Cambio Climático creado por la ley con el objeto de articular entre las distintas áreas de gobierno de la Administración Pública Nacional, el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) y los distintos actores de la sociedad civil, el diseño de políticas públicas consensuadas, con una mirada estratégica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y generar respuestas coordinadas para la adaptación de sectores vulnerables a los impactos del cambio climático.
El Gabinete Nacional de Cambio Climático es presidido por la Jefatura de Gabinete de Ministros y coordinado técnicamente por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable, a cargo de Juan Cabandié. Hace un mes se llevó a cabo su primera reunión del año, la primera luego de sancionada la Ley n.º 27520.
Como resultado de esta articulación, se desarrollará e implementará el Plan Nacional de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático. Para trabajar a nivel técnico en la elaboración, implementación y análisis de las medidas de adaptación y mitigación del plan se convocan las mesas de puntos focales. Estas mesas están integradas por las personas designadas por las autoridades y llevan adelante el trabajo y seguimiento de las actividades. A su vez, el trabajo técnico se profundiza en mesas sectoriales y otras temáticas transversales. Durante el mes de abril se realizarán las correspondientes a energía, salud, género y ciencia y tecnología.
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Las Cataratas del Iguazú con una bajante histórica



Sequía y cambio climático: las causas de que las Cataratas del Iguazú pierdan su esplendor

Fecha de Publicación
: 03/04/2020
Fuente: Noticias del 6
Provincia/Región: Misiones


En los últimos días se dio a conocer la falta de agua en las Cataratas del Iguazú. Entre sequía y responsabilidad a las represas de Brasil, el intendente del Parque Nacional Iguazú, Sergio Acosta, explicó de qué se trata este fenómeno.
Sergio Acosta, reveló que “si bien las sequías son cíclicas” sorprende el bajo nivel de agua que hoy experimenta el atractivo turístico misionero. “La anterior vez que se dio algo así fue en 2006”, describió el funcionario “El caudal normal es de 1.500 metros cúbicos por segundo. Hoy andamos por los 289 metros cúbicos y estamos muy por debajo del caudal normal”, explicó Acosta.
La principal causa que esta generando imágenes impactantes de las Cataratas del Iguazú se debe a las sequías producto de la falta de lluvia en toda la región.  “Estamos ante un fenómeno que es cíclico, la última vez que se registró una bajante así fue en el año 2006, lo cual indica es que estos ciclos tienen una duración de entre 10 y 15 años”, explicó Sergio Acosta.
Además indicó que otro de los causantes de esta situación es el cambio climático, “el cambio climático afecta y mucho sobre todo por la gran desaparición de la masa selvática de esta selva, esto influye en las crecidas e inundaciones lo cual habla de que el cambio climático nos afecta en una de las formas que es la sequía”.
Después de 15 años, las Cataratas del Iguazú mostraron su caudal más bajo de agua. Los saltos Bossetti, San Martín, Dos Hermanas, Velo de Novia, Alvar Núñez, Arrechea y Floriano, entre otros, mostraban los paredones de roca desnuda y musgo, pero apenas exhibía hilos de agua, que ha desaparecido casi por completo. Solamente la Garganta del Diablo y el Salto San Martín tienen agua corriendo.
Durante estos días se puso la atención sobre las represas brasileñas y el Intendente del Parque Iguazú explicó, “influyen en algunos casos pero como la sequía no tanto, por ahí influye más en las épocas de inundaciones cuando el caudal de agua es mucho y levantan las compuertas para poder compensar las estructuras de las represas. Pero en el caso de las sequías no porque prácticamente no hay agua, no deben estar generando energía porque no les debe dar la capacidad”.
En el curso del río están las de Salto Osorio (1975), Foz de Areia (1980), Salto Santiago (1980), Salto Segredo (1992), Caixas (1999) y Baixo Iguaçu (2019), ubicada a sólo 30 kilómetros del parque turístico nacional, pese al riesgo ecológico que advirtió la Unesco.
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Argentina participa virtualmente de reunión del la CMNUCC

Encuentro virtual internacional por el cambio climático

Fecha de Publicación
: 27/03/2020
Fuente: Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible
Provincia/Región: Nacional


Hasta el viernes se desarrollan jornadas del Comité de Adaptación de la CMNUCC, con la participación de Argentina.
El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, a cargo de Juan Cabandié, forma parte esta semana de la reunión 17.a del Comité de Adaptación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). La adaptación y la reducción de la vulnerabilidad al cambio climático resultan claves para la actual gestión en el escenario global.
El encuentro comenzó el martes 24 y se extenderá hasta el viernes 27 de manera virtual, en atención a la coyuntura sanitaria. En representación del área de Ambiente nacional, participa de la reunión la secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, María del Pilar Bueno. Entre los temas de la agenda tratada por los miembros del grupo se encuentran las comunicaciones de adaptación y cómo reflejar las discusiones en el balance mundial; las modalidades para el reconocimiento de esfuerzos de adaptación de países en desarrollo; la meta global de adaptación; y por último la evaluación sobre cómo continuará el trabajo del comité en la materia.
Los temas abordados se encuentran entre los más importantes dentro de la convención y actúan como guías en el proceso doméstico de implementación de la Ley de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global, sancionada en diciembre en Argentina. En tal sentido, uno de los propósitos claves del Comité de Adaptación es proveer herramientas técnicas a los países para poder desarrollar su labor en materia de adaptación, como la elaboración de comunicaciones y reportes.
Cabe señalar que este encuentro constituye una oportunidad para debatir y reconocer los esfuerzos de los países en desarrollo en materia de adaptación al cambio climático en el marco del Acuerdo de París.
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El cambio climático en Argentina



¿Cómo impacta el cambio climático en las distintas regiones de Argentina?

Fecha de Publicación
: 23/03/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Nacional


Por qué se encuentra entre las primeras preocupaciones mundiales, qué contribuciones hace nuestro país al aumento de la temperatura global y qué consecuencias percibimos en cada región. Inés Camilloni, especialista en Ciencias de la Atmósfera, explica las principales claves de este problema
En los últimos años, la preocupación por el cambio climático ha ganado terreno. Mientras jóvenes como Greta Thunberg se hacen escuchar pateando puertas, otros niegan o relativizan su alcance. La doctora en Ciencias de la Atmósfera e investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera, Inés Camilloni, resume las preocupaciones ambientales a nivel a mundial en articulación con el escenario argentino: las emisiones de gases de efecto invernadero, las consecuencias del aumento de temperatura en la Patagonia y por qué ya no hablamos de calentamiento global sino de cambio climático.

-¿Cuáles son las razones por las que hoy estamos hablando del tema, mucho más que hace 20 o 30 años?
-Porque tenemos la evidencia científica de que el cambio climático observado, por lo menos desde la segunda mitad del siglo xx hasta ahora, es atribuible a acciones humanas. Me refiero al uso intensivo de combustibles fósiles –la quema de petróleo, de gas natural, de carbón, para producir energía– y a los procesos de cambio en el uso del suelo, como cuando uno reemplaza la cobertura natural para construir una ciudad o para actividades productivas. Por eso la deforestación y la urbanización son las causas principales del cambio climático: porque con tales acciones se modifica la composición química de la atmósfera, se intensifica un proceso natural que es el efecto invernadero, y eso lleva a que se retenga mayor cantidad de energía del sol en la atmósfera, lo que produce a su vez el aumento de la temperatura en el planeta. Al comienzo, se hablaba de calentamiento global, pero lo que se vio es que no solo aumenta la temperatura, sino que se modifican otras variables del tiempo, la humedad, el ciclo del agua, los vientos, las tormentas, y por eso es que se transformó en cambio climático.

-¿Por qué es tan importante que la temperatura global se altere un grado o dos? ¿Qué consecuencias tiene ese cambio?
-La temperatura subió 1,1 grado respecto de lo que llamamos el período preindustrial, antes de que se utilizara de forma intensiva el petróleo. Primero hay que pensar que el calentamiento no se distribuye de forma homogénea en toda la tierra, no es que todos los lugares del mundo se calentaron un grado, sino que en algunos sectores la temperatura aumentó bastante por encima de un grado, y en otras aumentó, pero no tanto. El lugar donde más se estuvo calentando es la región del Ártico; eso explica el derretimiento de los hielos y el ascenso del nivel del mar. Si la distribución es heterogénea, los impactos son también heterogéneos: las consecuencias que estamos viendo, como el ascenso del nivel del mar, las lluvias cada vez más intensas que dan lugar a inundaciones, las sequías que provocan procesos de desertificación e incendios responden al “pequeño” calentamiento de 1,1 grados centígrados. A lo largo de un día, un cambio no representa nada, pero si lo pensamos en términos de promedio para la Tierra, es muchísimo.

-¿Cómo impacta el cambio climático en nuestro país?
-Argentina es muy grande, el cambio impacta de distintas formas de acuerdo a las regiones. La región en la que más aumentó la temperatura es la Patagonia, donde aumentó un grado, mientras que en el centro-norte del país aumentó medio grado. Pero los impactos más sensibles tienen que ver con el agua y la lluvia. Hubo modificaciones importantes en el Litoral y la Pampa Húmeda, donde no solo llueve un 30 por ciento más que en la década del 60, sino que se modificó la forma en la que llueve: tienden a darse episodios más separados en el tiempo pero más torrenciales, lo que implica mayor cantidad de agua en menos tiempo. Por eso, se producen inundaciones o anegamientos. En la ciudad de Buenos Aires, se triplicaron los casos en los que llueve más de 30 mm en media hora, y la ciudad solo puede evacuar 30 mm en una hora por su sistema de alcantarillado y desagüe. Esto explica por qué la infraestructura de la ciudad tiene que adaptarse para no inundarse, mientras que en la zona de Cuyo y el Comahue hay una tendencia a la reducción de la precipitación. La zona de Cuyo ya es semiárida y llueve cada vez menos, lo cual impacta en la reducción de los caudales de los ríos, cuya agua se usa para consumo humano y para actividades productivas. En la zona del Comahue, la zona del Alto Valle, el agua también se utiliza para la generación de hidroelectricidad, y tener menos agua disponible significa contar con menos producción de hidroelectricidad. En esa zona, además, aumentó la temperatura, por eso se retraen los glaciares en la zona andino-patagónica. Tenemos mayor recurrencia de olas de calor, que en realidad tienden a durar más días y alcanzar umbrales de temperatura más altos.

-¿De qué manera contribuye nuestro país al cambio climático?
-Una forma de saberlo es medir cuántos gases de efecto invernadero se emiten. A nivel global, Argentina emite el 0,9 por ciento del total, y eso la ubica entre los 20 y 30 mayores emisores del mundo, y en América Latina estamos en el tercer lugar después de México y Brasil. Entonces, si bien en el volumen de gases pareciera que no es tanto, si nos comparamos con muchos de nuestros vecinos, estamos entre los peores.

-¿Cómo difiere la composición de nuestras emisiones de la de otros países?
-Acá, la mayor cantidad de emisiones proviene de la energía: constituye el 52,5 por ciento. Energía para generación de electricidad, comercial, residencial y transporte. El 40 por ciento pertenece al sector de ganadería y usos del suelo, el 20 por ciento aproximadamente es ganadería. Pero esa distribución en otros países es distinta, suelen tener mucho más gasto de energía que en uso del suelo, por ejemplo. Después, ese resto que queda se reparte entre actividades industriales, principalmente de cemento, y los rellenos sanitarios.

-Frente a este escenario, ¿usted es más bien optimista respecto al futuro?
-El acuerdo entre países es que hay que limitar el calentamiento de la tierra a dos grados centígrados; eso es lo que se acordó en el marco de la ONU. Se acordó que no deberían superarse los dos grados, pero en realidad hay que hacer esfuerzos para no superar los 1,5. Para eso, hay que reducir un 45 por ciento las emisiones de gases invernaderos para 2030. Y llegar a hacer lo que se llama carbono neutral para 2050, lo que significa que debemos tener la capacidad de remover la misma cantidad que emitimos. La ciencia dice que es posible, la tecnología existe. Faltan decisiones políticas. Por un lado, soy optimista porque se puede hacer, pero por otro estamos viendo que todavía no se implementan las transformaciones que hacen falta para la reducción del 45 por ciento antes de 2030. También creo que, si caemos en el pesimismo, caemos en la inacción. Estamos en la instancia de demandar la acción climática: que todos los gobiernos, las empresas y los actores que tienen un rol central implementen con urgencia las medidas que hacen falta.

-Existe la discusión de si se proclama que las acciones tienen que ser promovidas por los gobiernos y los grandes actores para no asumir una responsabilidad personal, o si el accionar meramente individual solo conduce a la tranquilidad moral de que se está haciendo algo. ¿Cómo ve este debate?
-En realidad, es la suma de las dos cosas. Encontrar una solución al cambio climático requiere una transformación cultural enorme porque significa cambiar la forma en la que producimos, la forma en la que consumimos. Y las transformaciones surgen de abajo hacia arriba: si cada uno de nosotros no está dispuesto a transformar nuestras acciones, es difícil que la sociedad en su conjunto cambie. Creo que las acciones individuales cumplen un rol fundamental, pero sin políticas públicas no se van a alcanzar los objetivos. No nos podemos desentender a nivel personal ni a nivel de la sociedad, debemos estar agrupados para exigir las medidas necesarias.
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El Aconcagua sin nieve



El Aconcagua, sin nieve: la foto viral que expone las graves consecuencias de la crisis climática

Fecha de Publicación
: 10/03/2020
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Mendoza


Expertos advierten que esta zona de los Andes es una de las que estará más afectada por la suba promedio de las temperaturas. El impacto negativo en las economías regionales y la fauna acuática
En plena fiesta de la vendimia Mendoza mostró una de sus imágenes más impactantes a causa de la crisis climática: el pico más alto de América, el Aconcagua, se erige imponente aunque sin nieve. La foto, que fue tomada por un reportero gráfico durante un viaje a Chile, se viralizó en redes sociales y abrió el debate sobre la grave sequía que sufre la región y las consecuencias que acarrea.
La nieve del pico montañoso desafiado por intrépidos escaladores que llegan de todo el mundo tiene una función esencial: su deshielo alimenta el río Mendoza que provee de agua más 1 millón de personas y permite el desarrollo de proyectos productivos en la región.
La imagen fue compartida en Twitter por el ex intendente de San Carlos, hoy diputado provincial Jorge Difonso, coautor de la ley 7.722 que busca proteger el agua mendocina. La foto fue tomada por Néstor Ponce durante un vuelo a Santiago de Chile hace unos 10 días.
La sequía no es una novedad en esa provincia ni del otro lado de la Cordillera. Incluso en Santiago de Chile ya hay severas restricciones a la provisión de agua potable para la población por esta causa. Según los expertos y científicos, esta zona de los Andes es una de las que estará más afectada por la suba promedio de las temperaturas. Los escenarios más optimistas muestran una suba de poco más de 1ºC, lo que ya será suficiente para grandes cambios.
Inés Camilloni, licenciada en Meteorología e investigadora de la UBA y del Conicet y autora del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), le explica a Infobae: “Hay una tendencia bastante marcada en la disminución de la cantidad de nieve en la cordillera y se vincula directamente con la sequía que también se registra en Chile. Los mismos sistemas meteorológicos que generan lluvia son los que permiten que se acumule nieve en la Cordillera. Es una zona semiárida donde la lluvia y el deshielo son los que alimentan con agua los ríos. Es por eso que se observa una reducción significativa de los caudales de los ríos San Juan y Atuel, por ejemplo”.
La experta, que estudia los efectos de la crisis climática en la Argentina, agrega que los escenarios y modelos de variaciones en esa región muestran estos cambios. Sin embargo, señala que están sucediendo más rápido de lo esperado. “La velocidad con la que se están produciendo las retracciones de hielos y glaciares es alarmante. En Mendoza no sólo afecta a los procesos productivos sino también al uso para consumo humano y apela a la gestión del recurso hídrico. Las variaciones en las lluvias y el deshielo cambia el ciclo de los ríos. No sólo afecta la cantidad de agua disponible sino también la calidad y el momento en que ese agua está disponible. Hoy se observa un adelantamiento de los deshielos provocado por el aumento de las temperaturas”, sostiene.
Un trabajo sobre impactos del cambio climático realizado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) indica que las principales consecuencias en Mendoza y San Juan están vinculadas al agua. “Se espera que disminuyan aún más las áreas de los Andes que están cubiertas por hielo. Ese deshielo y la disminución de las precipitaciones están acelerando el agotamiento de las aguas superficiales, por lo que se prevé mayor vulnerabilidad de varias economías regionales. La industria del vino depende de los ríos de deshielo y es uno de los sectores que mayor previsiones está tomando al respecto”, advierte Enrique Maurtua, experto de esa entidad y destaca que se espera una reducción significativa de los caudales de los ríos San Juan, Mendoza y Atuel.
La crisis hídrica que atraviesa la provincia es una de las razones que empujó a fines del año pasado a miles de vecinos a las calles para detener proyectos de megaminería que iban a competir por un recurso que ya es escaso. Diques, ríos y lagunas ya muestran hoy escenas de lo que genera el cambio climático.
Las autoridades ambientales ya trabajan en planes de adaptación y mitigación para estos nuevos escenarios, aunque son conscientes de que están ante un gran desafío. “Hace tiempo que venimos trabajando con expertos locales y nacionales para adaptarnos a este nuevo escenario. Nuestro ecosistema de monte y espinal ha sufrido fuerte variación en la precipitación lo que nos ha obligado a llevar adelante medidas para ser capaces de construir modelos productivos sustentables. Trabajamos en conjunto con el Instituto Nacional del Agua, también con el Ianigla (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales) y con el departamento de Irrigación para poder articular un plan articulado de adaptación y mitigación frente al cambio climático”, indica a Infobae Sebastián Melchor, director de Recursos Naturales Renovables de Mendoza.
Respecto del Aconcagua explica: “Hace 20 o 30 años, cuando comenzó el trabajo de Guardaparques a más de 4.000 metros de altura, no hacía falta proveerlos de heladeras. Hoy, sí. El nuevo escenario nos obliga a adaptarnos y nos pone ante el enorme desafío global de trabajar para que pueda seguir desarrollándose la vida en este planeta”.
Es que la crisis climática también afecta a varias especies en la provincia. Por caso, la reducción de la laguna Las Salinas redujo su superficie de 3.500 hectáreas a unas 40 ha. Esto pone en riesgo la fauna acuática y se decidió rescatar especímenes para conservarlos. De los peces rescatados, una parte se liberó en otros espejos de agua y la otra fue reservada en cautiverio en las estaciones de piscicultura de El Nihuil y Manzano Histórico, para su reproducción y posterior siembra en ambientes propicios para la reproducción de estas especies autóctonas.
“Alrededor de 1000 percas y más de 200 especímenes de pejerrey patagónico fueron rescatados y enviados a espejos de agua y a las estaciones de piscicultura. La importancia de esta población reside en que es una de las pocas de la provincia en las que la genética no se vio contaminada con alguna especie exótica”, detalla Melchor.
Además de esta intervención, también se ha construido un reservorio de agua para los sistemas de producción. Y, para mejorar el monitoreo y la proyección de escenarios del recurso se instaló una red estaciones Niveo Meteorológicas para tener información en tiempo real y se realizan estudios de amenazas aluvionales para el piedemonte mendocino. La forestación sigue siendo una política central de la provincia y se incluye este tipo de acción en los programas educativos de las escuelas.
La Tercera Comunicación Nacional (el último reporte que la Argentina presentó ante los expertos de las Naciones Unidas) sostiene: “De acuerdo a los estudios y a la información disponible, esta es la región de Argentina que presenta los mayores riesgos por el cambio climático”. Los científicos se refieren las zonas de los Andes, su piedemonte y los llanos a lo largo de seis provincias de centro a norte de Argentina: Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy.
“La temperatura media anual aumentó entre 1950 y 2010 sobre casi la totalidad de la región y en promedio 0,6 ºC, llegando 0,7 ºC en Salta y Jujuy. Este aumento se registró tanto en las temperaturas máximas como en las mínimas, pero más marcadamente en estas últimas, con una general disminución en parámetros relacionados con temperaturas extremas frías, como el número de días con heladas y la frecuencia de noches frías. El valor mínimo anual de la temperatura diaria mínima tuvo en el promedio regional un aumento de 3° C. La reducción de los extremos fríos ha sido mayor en Mendoza y San Juan que en Salta y Jujuy”, agrega el reporte oficial.
Las proyecciones para fines de siglo son casi aterradoras: “Esta es la región del país para la que se proyecta el mayor calentamiento en este siglo. En el futuro cercano el aumento de la temperatura media no dependería mucho del escenario de concentraciones y sería mayor a 1°C en gran parte de la región con una lengua de mayor calentamiento que se extiende desde el norte y a lo largo del oeste. En el futuro lejano, el aumento de la temperatura media sigue el mismo patrón geográfico pero depende del escenario de concentraciones siendo de entre 3,5 y 7° C”, pronostica el informe. Es posible que la foto del Aconcagua sin nieve deje de ser una curiosidad.
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Un Gabinete de Cambio Climático para la CABA

El Gobierno porteño creó el Gabinete de Cambio Climático

Fecha de Publicación
: 10/03/2020
Fuente: Pura Ciudad
Provincia/Región: Capital Federal


Busca desarrollar y ejecutar proyectos, implementar políticas públicas y definir acciones que estén relacionadas al cambio climático.
La Secretaría de Ambiente de la Ciudad de Buenos Aires anunció esta semana la creación del Gabinete de Cambio Climático que tiene como objetivo desarrollar y ejecutar proyectos, implementar políticas públicas y definir acciones que estén relacionadas al cambio climático.
Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad, dijo: “El cambio climático es una realidad que convive con nosotros. Este Gabinete trabajará con todas las áreas de gobierno para poder desarrollar medidas de mitigación y adaptación para la Ciudad. Es un espacio para la toma de decisiones, elaboración de políticas públicas y ejecución de proyectos que nos permitan atenuar las consecuencias del cambio climático” .
Como primera medida, el Gabinete se reunirá para evaluar la implementación de distintas acciones que den cumplimiento a la Ley 3.871 (Ley de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático) y sus normas complementarias. Como prioridad se dará lugar a la evaluación del Plan de Acción frente al Cambio Climático, que debe ser actualizado cada 5 años a través del desarrollo de medidas vinculadas a generar una Ciudad resiliente ante el cambio climático, dicen fuentes oficiales.
La coordinación de este equipo de trabajo la llevará a cabo la Secretaría de Ambiente y de él participarán los referentes de todas aquellas áreas de Gobierno que tienen injerencia en el diseño de políticas públicas relacionadas con el cambio climático, añaden.
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Carlos Bellisio, testigo del cambio climático en la Antártida



Trabajó casi 40 años en la Antártida y vio cómo la afectó el cambio climático

Fecha de Publicación
: 09/03/2020
Fuente: Perfil
Provincia/Región: Antártida


Carlos Bellisio, científico del Instituto Antártico Argentino y técnico del Conicet, participó de 38 campañas antárticas en Base Carlini, y este año será la última. Su historia.
Carlos Bellisio pasó los últimos 38 veranos de su vida en la Antártida, dedicado a sus tareas como científico e investigador. Este mes termina su última campaña antártica en la base científica Carlini, donde por casi cuarenta años consecutivos, desde septiembre a marzo, estuvo abocado a la investigación de peces antárticos. “Este lugar es mi casa, cuando llegue el próximo verano sé que lo voy a extrañar”, dice a PERFIL. En su voz hay alegría y tristeza a la vez.
Carlos viajó por primera vez al continente blanco en el año 1976, con apenas 19 años e impulsado por su padre, biólogo marino con años de trayectoria como especialista en peces del Mar Argentino y de la Antártida.El inicio de todo había sido año antes, a los 18, cuando quiso ganar plata por sus propios medios, y un amigo le ofreció un puesto en la fábrica de un tío.
Su papá, que trabajaba en el *Museo Argentino de Ciencias Naturales* y había pasado ya 15 campañas en la Antártida, se negó y le hizo una contrapropuesta. “Mi papá, que era muy recto, me dijo//‘el hijo de un doctor no puede trabajar en una fábrica de colchones’”, recuerda en tono de humor. “Me llevó al Instituto Antártico Argentino y me presentó al jefe en esa época. Él me puso tres meses a prueba, y acá estoy”.
Cuando empezó a trabajar en el rubro, dice, oficiaba de “comodín”: le asignaban trabajos con peces, con plancton, en fosas marinas, con el microscopio en el laboratorio. Después de varios años, en los que también estuvo en la*base Brown*, empezó a dedicarse con exclusividad en las campañas a la investigación de peces antárticos. El resto del año, entre marzo y septiembre, divide su tiempo como técnico en el Conicet, trabaja —al igual que hizo su padre— en el Museo de Ciencias Naturales en Parque Centenario, y además en el *Instituto Antártico Argentino.*
Las campañas antárticas en las que participó empiezan cada año entre septiembre y octubre, y se extienden hasta el mes de marzo. Se dan en esa temporada porque para el estudio en el agua y los peces, los meses de verano son los más propicios. “Una vez vine en agosto, salimos con el bote al agua y la hélice patinaba porque el agua estaba como una crema”, recuerda.
Esta última temporada, en la Antártida se registraron en febrero temperaturas récord de más de 19 grados, en sintonía con la ola de calor que se dio en el país. Con el paso de los años y con veranos de temperaturas habituales bajo cero y que no superan los 3 grados, Bellisio asegura que el cambio climático se hizo notar en algunos aspectos de las bases científicas argentinas. “Cuando empecé a venir era todo blanco, blanco, blanco. Hoy en día solo hay
manchones blancos, ha variado mucho. Se ven las piedras, la tierra. Inclusive estamos estudiando el impacto del calentamiento global en la reproducción de los peces antárticos”, describe.
En Carlini, donde trabaja desde 1982, se desempeñan cerca de 90 personas: alrededor de 25 son parte de la Dirección Antártica de Ejército y se encargan de la parte logística, y al resto del personal lo integran los científicos. Ubicada en Caleta Potter, Isla 25 de Mayo, la base entra en actividad pasadas las 7 de la mañana a la hora del desayuno, y el horario laboral inicia después de las 9. “Con mis dos compañeros salimos en el bote por alrededor de tres horas. Tenemos tres redes a dos kilómetros de distancia, una a 30 metros de profundidad y otra a 50 metros. Sacamos los peces que nos interesan para estudio, y los llevamos al acuario”, explica Carlos.
Después hay un tiempo estipulado para almorzar, y a la tarde, la jornada laboral que resta es destinadas al laboratorio y a la investigación. “Cenamos a las ocho de la tarde. Algunos se juntan después de comer a tocar la guitarra, o a charlar, otros ven películas o series”, cuenta. Cada sábado a la noche, el ritual es siempre el mismo, y se replica en sincronía en las trece bases antárticas argentinas: *“Se come pizza y una cerveza, o quizás dos”.* Bellisio cuenta que desde hace algunos años el alcohol está -casi- prohibido, y se permite solo los sábados a la noche, y los domingos al mediodía.
La última campaña de Carlos Bellisio empezó esta vez el 20 de diciembre de 2019, y terminó el 2 de marzo de 2020. A partir de esto, dice, va a dedicar más tiempo para dos de sus hobbies: el cine y las series, y la música, su otra debilidad. “Soy fanático del blues, filmo shows y los comparto en redes sociales. Ahora que es mi última campaña y me jubilo, me voy a dedicar con mucho gusto a producir shows de blues”, asegura.
Sabe, sin embargo, que cuando se acerque la fecha en la que habitualmente viajaba a la Antártida, va a querer estar ahí: “Yo vengo desde el 76, mi papá vino 15 años. *Este lugar es mi casa*", dice. Y suma: "Yo sé que me voy ahora y va a estar todo bien en el año, pero cuando llegue el verano y no vuelva a la Antártida*voy a extrañar este lugar.* Pero la vida sigue. Tengo proyectos y voy a seguir en movimiento, eso es lo importante”.
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Argentina se verá afectada por la pérdida de playas



La Argentina, entre los países que perderían más playas en 30 años

Fecha de Publicación
: 05/03/2020
Fuente: La Nación
Provincia/Región: Nacional


Hagan lo que hagan los humanos con sus emisiones de gases, la mayoría de las playas de arena del planeta encogerán. En apenas 30 años, el mar les arrebatará hasta 100 metros promedio a los arenales por culpa del cambio climático, según un estudio. Y, en el peor de los escenarios climáticos, la cifra podría más que duplicarse para finales de siglo. Entre los países que más playa perderán están México, Chile y la Argentina. En España, serán unos 60 metros en promedio, en el mejor de los casos.
Partiendo de la evolución de la línea de costa de los últimos 35 años medida por los satélites, un grupo de investigadores ha modelado el impacto que tendrá el cambio climático en las playas de arena para 2050 y 2100.
En la actualidad, y dejando a un lado las regiones antártica y ártica, el 31% de la costa está formada por arenales. Estudios anteriores han estimado cuántos están en retirada, por la erosión o por acciones humanas, y cuántos están creciendo, por la aportación natural o la ingeniería humana.
Ahora, este estudio, publicado en Nature Climate Change, añade a la ecuación los impactos derivados del calentamiento global, en especial el de los eventos climáticos extremos (tormentas, inundaciones) y la subida del nivel del mar.
Las playas van a encoger sí o sí. Pero, según sea el futuro elegido por los humanos, un escenario de bajas emisiones u otro en el que no se hace nada contra el cambio climático, encogerán menos o más. En el último caso, para 2050 los resultados del trabajo muestran que los arenales perderán hasta 99,2 metros en promedio.
Pero el ancho que les podría arrebatar el mar podría acercarse a los 250 metros para finales de siglo. Sin embargo, si se cumpliera con los objetivos del Acuerdo de París sobre reducción de emisiones, las pérdidas podrían mitigarse hasta en un 40%.
Aunque la pérdida de litoral arenoso es generalizada, hay grandes diferencias geográficas. Las playas perderán más de 150 metros en regiones como el este de América del Norte, las playas amazónicas y el sudeste americano. La retirada superará los 300 metros en las Antillas Menores o en el sur de Asia. Por países, habrá naciones como Gambia, Paquistán o El Salvador que perderán más del 80% de sus playas.
Las más sufridas
Pero en términos absolutos serán las riberas arenosas de Canadá y Australia las que más sufrirán. En ambos casos, el mar avanzará sobre la arena en más de 15.000 kilómetros de costa. También aparecen amenazados miles de kilómetros de playas de la Argentina (hasta 4400 kilómetros), México (5100) o Chile (hasta 7000).
España no es de los países más afectados, pero tiene una proyección media de retroceso de 86 metros para 2100, en el peor de los escenarios. La pérdida se reduciría en un 39% en el caso de mitigación del cambio climático por medio de una reducción significativa de las emisiones de gases. Así que, en el mejor de los escenarios previstos, los científicos esperan una retirada media de 27 metros para 2050 y de 60 metros para finales de siglo.
"En una gran parte de las playas de España no tenemos anchuras de más de 90 metros, por lo que en el peor escenario nos quedaremos sin playa seca antes de 2100", comenta el investigador de la Universidad de Cádiz y coautor del estudio Theocharis Plomaritis.
"Hasta ahora, los grandes causantes del retroceso de las playas eran los embalses y las presas, que atrapan el sedimento y no dejan que llegue a las playas", explica Plomaritis. Pero eso lo está modificando el cambio climático, que se erige en principal enemigo de los arenales para el futuro inmediato.
Uno de los efectos del calentamiento global es el aumento de la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos. Como se demostró en enero pasado con la borrasca Gloria, la erosión costera puede ser enorme.
Los autores del estudio incorporaron a su modelo los datos de unos 100 millones de tormentas marinas para calcular el potencial de erosión de estos fenómenos. "Su impacto suele ser temporal, la playa se recupera si le damos tiempo", asegura Plomaritis. Pero en el futuro un segundo efecto del cambio climático "bloqueará la recuperación natural", añade. Se trata del aumento del nivel del mar.
El deshielo de las regiones polares está subiendo las aguas a un ritmo de unos tres milímetros al año. Además, el aumento de las temperaturas hace que el agua de mar se dilate y ocupe más espacio a costa de las playas. Los científicos e ingenieros que estudian la erosión costera conocen bien una ley natural, la llamada regla de Bruun. En su versión más sencilla, estipula que, dependiendo de la pendiente de la playa, ésta se retira entre 50 y 100 veces lo que aumente el nivel del mar.
"La subida media global del nivel del mar es responsable al menos del 73% de los cambios", responde en un correo el investigador del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea y principal autor del estudio Michalis Vousdoukas. Aunque hay unas pocas zonas donde el estudio espera la recuperación de playas de forma natural, el escaso avance playero, como el que se produce en buen parte de la costa de China, está siendo y será obra de la ingeniería de los humanos.
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Perspectiva del cambio climático en Argentina



Cambio climático: ¿Qué puede esperar la Argentina y cómo debe prepararse para el futuro?

Fecha de Publicación
: 02/03/2020
Fuente: A24
Provincia/Región: Nacional


Tormentas, inundaciones, sequías son solo algunos de los efectos del cambio climático. Mientras hay quienes plantean que solo se trata de una “construcción mediática”, la realidad científica evidencia que no existen relatos, sino una transformación que puede convertirse en una catástrofe.
Desde finales del siglo XIX, la industrialización, la combustión de recursos no renovables como el petróleo y el carbón, la tala de los bosques y algunas actividades vinculadas con la producción agrícola, entre otras actividades, han generado que la temperatura de la Tierra se eleve.
Este incremento en la temperatura trajo consigo serias consecuencias que van desde un aumento notorio de las denominadas “olas de calor”, inundaciones y hasta la propagación de enfermedades que antes solo se centraban en zonas cálidas.
Impulsados por los más jóvenes,las manifestaciones se han multiplicado en distintos lugares del mundo y la presión por parte de la sociedad mundial, más consciente de las consecuencias, obligó a que los líderes mundiales tomen nota de la realidad.

¿Qué es el cambio climático?
Hace escasos años, hablar sobre el cambio climático era algo lejano. Se trataba de una temática más abordada por Hollywood que por líderes mundiales. Sin embargo, la ciencia siempre mantuvo el foco en cómo las actividades humanas afectaban al mundo y a cada uno de los seres que lo habitan.
“El cambio climático es una variación en los parámetros que describen al clima, tales como la temperatura, el viento y la humedad, que persiste en el tiempo y duran en el orden de varias décadas”, explicó a A24.com la investigadora del Conicet y miembro del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), Inés Camilloni.
Pese a que desde 1850, momento en que se inicia el “período instrumental”, existen mediciones, la información es dispersa. Entre el 1900 y el 1950 “no ser percibieron cambios en el clima que sean consecuencias de las acciones humanas”, pero luego de ese año, denominado “pre industrial”, comenzaron a evidenciarse modificaciones.
“El clima siempre tuvo variaciones y cambios. Lo significativo del cambio climático es que nunca ascendió la temperatura de una forma tan marcada y acelerada como lo está haciendo ahora; y nunca hubo tanto dióxido de carbono en la atmósfera como en la actualidad”, explicó Camilloni.
En ese sentido, la investigadora del Conicet resaltó que la sociedad tomó mayor consciencia de esta realidad porque “los cambios que estamos viendo se dan en la escala de vida de una persona. Por ejemplo, si le preguntás a alguien cómo era el clima cuando eran chicos, te van a decir que los inviernos eran mucho más fríos o que no había olas de calor como ahora”.

Las consecuencias ya están entre nosotros
Los cambios en el clima no son homogéneos. Más allá del aumento promedio de la temperatura, en algunas zonas del planeta se va registrar un mayor aumento de la temperatura con lo cual se generan diferencias en la presión y la circulación del aire en la atmósfera, responsable del vapor de agua que, posteriormente, se convierte en lluvia.
En resumen, no solo varía la temperatura, sino también los vientos, la humedad y las precipitaciones y, por consecuencia, la composición química de los océanos y los suelos, siendo que estos últimos también son influenciados por la propia actividad del hombre, que elimina bosques para urbanizaciones y producción agrícola.
“Con respecto al periodo pre industrial, en 2019 la temperatura de la tierra aumentó un promedio de 1,1 grados, pero no es homogéneo. Hay lugares en el ártico en donde ascendió entre 2 y 3 grados. Las regiones donde más se calentó el aire es sobre los continentes. Los océanos también se están calentando e impactan sobre el nivel del mar, la flora y la fauna”, resaltó la experta.
En ese sentido, Camilloni profundizó: “En el caso de los océanos, al aumentarse la temperatura se modifica el hábitat y la acidez. Si la temperatura aumenta 1,5° desaparece el 90% de los arrecifes; si asciende 2° desaparecen todos los arrecifes y el 50% de las especies marinas”.
Pero eso no es todo. Existen versiones dispersas en las redes sociales que, tras un fuerte deshielo, podrían surgir virus antiguos que desencadenarían pandemias y millones de muertos. Más allá de las especulaciones conspirativas y algunas teorías descabelladas, el cambio en el clima sí puede incidir en la salud mundial.
“Se pueden generar ambientes favorables para las enfermedades que se transmiten por vectores, como la malaria, el dengue y el hantavirus; ya que esos vectores pueden transitar mayores extensiones de territorio llevando males a zonas donde no existían”, explicó la especialista.

¿Qué ocurre en la Argentina?
En la Argentina, el cambio climático ya impacta. En la Ciudad de Buenos Aires, por tomar un ejemplo, las olas de calor o las precipitaciones intensas, se manifiestan en varias oportunidades. Fenómenos, además, que se replican a lo largo y ancho del país.
“Las consecuencias dependen de cuánto ascienda el nivel del mar. Las proyecciones son que podría aumentar un metro y con eso podrían desaparecer unas islas cerca de Bahía Blanca. La sudestada, que está causada por el efecto del viento, tendría un metro más y habrá inundaciones temporales más frecuentes”, aseguró la Doctora en Meteorología de la Universidad de Buenos Aires.
Desde 1960, la temperatura en la Patagonia aumentó un grado, mientras que en el Centro-Norte de la Argentina el incremento fue de medio grado.
Por este incremento hay un “proceso de retracción de los glaciares andino-patagónicos, salvo el Perito Moreno. Al haber una menor acumulación de nieve impacta en los caudales de los ríos de la región Cuyo-Comahue, donde hay cada vez menor agua”.
En el Litoral, en tanto, ya hay un 30% de aumento en las precipitaciones, se registran eventos extremos (tormentas intensas), provocando inundaciones y una subida en los niveles de los grandes ríos.
Además, habrá olas de calor más fuertes y por más días, un efecto que se prevé continúe y genere, además, riesgo de sequías e incendios en zonas como el Centro-Norte, la Patagonia y la región Andina, donde además sufrirán una disminución en las lluvias.

¿Puede frenarse el cambio climático?
Ante tan abrumador panorama y aún más inquietante futuro, surge la pregunta ¿puede frenarse? Lo cierto es que la ciencia y varios activistas como Greta Thunberg pregonan un cambio no solo en la manera de percibir la naturaleza y sus recursos, sino también en cómo los países pueden continuar su crecimiento sin perjudicar el medioambiente.
“La ciencia dice que para que se logre estabilizar la temperatura hay bajar las emisiones de dióxido de carbono en un 45% para 2030. En 10 años tenemos que bajar a la mitad las emisiones y para 2050 tenemos que ser ‘carbono neutral’. Es posible realizarlo, pero la transformación debe ser gigantezca”, explicó Camilloni.
En palabras de la especialista, en 2019 se desaceleraron las emisiones, pero no se redujeron. “Veo difícil que se logre, la ciencia dice que se puede, pero las medidas políticas no parecen estar muy encaminadas. La esperanza está en la presión de los más jóvenes, que están bien informados”, afirmó.
Hasta el momento, quienes más contribuyen en este aumento de la temperatura de la tierra son China y Estados Unidos. Argentina produce algo menos del 1% del total de los gases de invernadero que se desprenden a la atmósfera, aunque está ubicado entre los 30 países que más emiten.
En América Latina, por ejemplo, quien lidera el ranking de mayor cantidad de emisiones es México, seguido por Brasil y escoltado por la Argentina, aunque, según aclaró la especialista, “año a año hay oscilaciones”.
“La Argentina adhirió al acuerdo de París, donde todos los países firmantes se comprometen a reducir las emisiones para que la temperatura no aumente un grado y medio para 2030”, afirmó la investigadora, aunque se estima que para finales del siglo la temperatura podría incrementarse en 3 grados.
De todas maneras, en ese acuerdo, la Argentina se comprometió a que, para 2025, el 20% de su energía se obtenga mediante recursos renovables. Incluso, la comunidad científica mundial espera un mayor compromiso por parte de los países durante la próxima Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático 2020 (COP 26), que se realizará entre el 9 y 20 de noviembre en Glasgow, Escocia, Reino Unido.
Pero las esperanzas no son tan grandes, ya que durante el COP 25, que se realizó en Madrid, los líderes mundiales dilataron las decisiones. “Si no están todos de acuerdo y reducen en serio las emisiones no se va a lograr detener o desacelerar el calentamiento global”, afirmó la Camilloni y agregó: “Ahí es donde está la presión de los jóvenes, la ciencia y muchos medios de comunicación que informan sobre esta realidad”.
La postura de las diferentes naciones sobre el cambio climático radica en la economía. Desde intereses encontrados hasta pedidos de emitir dióxido de carbono con el objetivo de un crecimiento interno, junto al aditivo del descreimiento de los propios presidentes, el futuro no parece muy alentador. Aunque las consecuencias climáticas a las que deben enfrentarse las naciones son aún más onerosas que las medidas que se impulsan.

¿Qué podemos hacer?
Lejos de las pujas de poder, ansias de crecimiento y desarrollo económico, cada uno de los habitantes de este planeta puede contribuir.
En el último “Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (GEI)” emitido en 2014, la generación de energía es la responsable del 52,5% de las emisiones, seguida por Agricultura, ganadería y otros usos de la tierra con el 39,2%, los procesos industriales con el 4,5% y los residuos con el 3,8%.
El último de estos rubros es uno de los más promocionados y que más profundo caló en la sociedad argentina. La regla de las tres “erres” (reciclar, reutilizar y reducir) se ha convertido en una herramienta imprescindible, aunque puede haber una más: consumo responsable de la energía.
“Cuando uno hace uso eficiente y consciente de la energía que se usa en los hogares, usa el transporte público en vez de automóviles particulares, consume menos productos industriales o que son producidos mediante el uso de la energía y hasta una disminución en el consumo de alimentos procesados, todo contribuye. A nivel global, por ejemplo, el 30% de los alimentos descartados están en buen estado y podrían ser consumidos”, explicó Camilloni.
La realidad es acuciante. Los efectos del cambio climático ya están entre nosotros y somos todos los que habitamos este planeta los que podemos cuidarlo. Lo que cada uno puede realizar desde su lugar puede ser solo un granito de arena en una inmensa playa, pero sin ese granito la playa no es la misma.
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Radiografía de la deforestación en Argentina



Arrasar para cultivar: una radiografía de la deforestación en Argentina

Fecha de Publicación
: 28/02/2020
Fuente: biodiversidadla.org - InfoBae
Provincia/Región: Nacional


El cambio climático es una de las mayores amenazas para la humanidad y la reducción de la deforestación podría ser la clave para frenar su avance. ¿Argentina podrá estar a la altura de los cambios que se necesitan?
“Según datos del Panel Internacional de Recursos de las Naciones Unidas (2014) en América Latina, en nuestro país, a contramano de la tendencia global, se explica el aumento de la producción agropecuaria más por la extensión de las tierras arables que por la productividad de sus cultivos”, sostienen desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). En nuestro país, este modus operandi deviene en el proceso conocido como “pampeanización”: la exportación de la lógica productiva pampeana hacia otras ecorregiones del país (Chaco, por ejemplo). Como explican desde FARN, en menos de 20 años nos hemos encargado de deforestar el equivalente a la superficie de la provincia de Formosa.
Un dato: la deforestación, por la transformación de bosques nativos para la producción de cultivos y la ganadería, ha emitido el 10,52 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel nacional. En ese sentido, Belén Zermatten de PWC en Argentina, explicó durante la jornada final de la Diplomatura en Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible, organizada conjuntamente por la Fundación Criteria y la Universidad del CEMA, que, según el Acuerdo de París, “el promedio de reducción de emisiones que se necesita a nivel global para cumplir con las metas que pusieron cada una de las naciones que adhieren es de un 3 por ciento. De acuerdo con los últimos resultados, se ha logrado una reducción 1,6 por ciento, lo cual está bastante por debajo del compromiso”.
DEF pudo dialogar con la directora ejecutiva adjunta de FARN, Ana Di Pangracio, sobre las cifras de deforestación en nuestro país: “A nivel de Argentina, es un problema serio, y lo más grave es que la deforestación ilegal persiste, particularmente en un bosque de relevancia regional como el Gran Chaco, que compartimos con Bolivia y Paraguay”. Para ella, la conversión de bosques a tierras agrícolas, el pastoreo excesivo, la rotación intensa de cultivos, el manejo no sostenible de los bosques, la introducción de especies vegetales y animales exóticas invasoras, la infraestructura a gran escala, la explotación minera y de petróleo, los incendios, las plantaciones forestales, la contaminación y el cambio climático impactan negativamente sobre los bosques, sus ecosistemas y especies.

De hecho, la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal (UMSEF), del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, es la responsable de generar los datos de pérdida de bosques nativos. De acuerdo a los trabajos realizados, se pueden saber alguno de los efectos que génera la reducción de estos bosques. Entre ellos, se puede mencionar la pérdida de la biodiversidad en muchas escalas, lo que afecta la estabilidad y el mantenimiento de los procesos evolutivos, así como también las funciones ecosistémicas. Además, modifica el ciclo del agua, del carbono, del nitrógeno, del fósforo y de otros elementos que alteran la conexión entre los componentes vivos y no vivos de la tierra. Asimismo, genera la emisión de gases de efecto invernadero y afecta la calidad de vida de las poblaciones.

Cifras alarmantes
“Según datos de la ex Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS), entre 1998 y 2002, desaparecieron más de 780.000 hectáreas de bosques. En los siguientes años, previo a la entrada en vigor de la Ley de Bosques, el proceso se acentuó, y se arrasaron 1,1 millones de hectáreas, en su gran mayoría, a manos de la soja”, sostiene la directora de FARN, quien, además, explica que, con estas cifras, la tasa de deforestación de la Argentina resultó seis veces más alta que el promedio mundial. En ese sentido, Di Pangracio señala que el desmonte más intenso se producía en la franja de transición entre el parque chaqueño y las yungas; se perdían un promedio de 821 hectáreas de bosques por día, 34 hectáreas por hora.
Frente a tan grave situación, en 2006 se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto para atender la emergencia forestal que se atravesaba. Se trató de una iniciativa del entonces diputado Miguel Bonasso. Finalmente, la Ley de Bosques fue sancionada el 28 de noviembre de 2007. Desde entonces, el escenario se modificó, aunque, como explica, la deforestación ilegal sigue existiendo y, de hecho, se desmontan bosques protegidos por las categorías amarilla y roja de la Ley 26331, uso sostenible y conservación estricta respectivamente.
Pese a las medidas adoptadas, las cifras siguen siendo alarmantes. “El porcentaje de la superficie del país cubierta con bosque nativo era de 11,26 por ciento en 1998 y bajó al 9,77 por ciento en 2015. En términos de área absoluta, Argentina pasó de contar con 31,4 millones de hectáreas en 1998, a 27,3 millones en 2015. Esto representa una disminución de 4.150.000 de hectáreas, a una tasa anual de deforestación de 0,83 por ciento. Nos queda en pie el equivalente al 30 por ciento de las masas forestales originales. Índices internacionales ponen también de relieve el escenario argentino en materia de bosques nativos: en 2014, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advirtió que en Argentina ocurre el 4,3 por ciento de la deforestación global. Por su parte, un informe de la FAO ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron entre 2010 y 2015”, detalla Di Pangracio al tiempo que insiste en que se debe profundizar el trabajo en materia de combate de la deforestación ilegal y ofrecer opciones de uso sostenible y responsable de los bosques nativos.
“El porcentaje de la superficie del país cubierto con bosque nativo era de 11,26 por ciento en 1998 y bajó al 9,77 por ciento en 2015. En términos de área absoluta, Argentina pasó de contar con 31,4 millones de hectáreas en 1998, a 27,3 millones en 2015”.¿Hay tiempo para un cambio?, para Di Pangracio, sí: “Tenemos la herramienta para lograrlo, la Ley de Bosques 26331, pero necesitamos el compromiso político a la altura del desafío y recursos dinerarios. Para 2020, la Ley de Presupuesto 2020 prevé asignar un total de $609.829.000, lo que equivale a solo el 3,25 por ciento del mandato legal y significa que, por cada hectárea de bosque nativo que posee, Argentina invertirá apenas $10,20. Sin plata, no podemos salvar los bosques”.

Lejos del ideal agroecológico
Para Di Pangracio, Argentina transformó buena parte de sus pastizales y bosques nativos en tierras de cultivo. “El avance de la frontera agropecuaria es atribuible en gran medida a la expansión del cultivo de la soja, por sus elevados precios internacionales y los nuevos países que se sumaron a la demanda. Esto impacta en los ecosistemas y en la salud de las personas, debido al abusivo y desaprensivo uso de agroquímicos que supone el agronegocio. Se necesita acordar intervenciones en el bosque que sean genuinamente sostenibles y avanzar hacia sistemas agroecológicos”.
En ese sentido, la directora de FARN explica que la zona más afectada, porque aún preserva bosque nativo en pie y poco salvaguardado bajo alguna categoría de área protegida, es el Gran Chaco (las provincias de Chaco, Salta, Formosa y Santiago del Estero concentran gran parte de la deforestación). Básicamente, allí el suelo fue destinado a la agricultura y la ganadería.
En el sur o en los bosques ribereños del noreste del país, una amenaza importante es el desarrollo inmobiliario, detalla la directora de FARN. La restauración de bosques degradados o bosques que se han deforestado tiempo atrás es bienvenida, en tanto se haga con especies nativas de la zona de que se trate.

¿Forestar o detener la deforestación?
Para Di Pangracio, se debe hacer foco en detener la deforestación, ya que los procesos de restauración llevan muchos años, esfuerzo y recursos económicos. “La restauración de bosques degradados o bosques que se han deforestado tiempo atrás es bienvenida, en tanto se haga con especies nativas de la zona de que se trate, involucrando a la comunidad local. Pero es más fácil y barato mantener el bosque en pie que destruirlo y restaurar.
Cabe resaltar que es preocupante que Argentina plantee para 2030 llevar de 1,3 a 2 millones las hectáreas con forestaciones de exóticas, planteándolas como solución al cambio climático, porque, al tratarse de árboles, capturan carbono”. La directora de FARN explica que estas forestaciones tienen fuerte impacto social y ambiental y reciben subsidios estatales para llevarse adelante: “Creemos que esto debe detenerse porque son incentivos perjudiciales para la biodiversidad, y que debe atenderse con urgencia el abordaje de los impactos sociales y ambientales de las plantaciones ya existentes”.
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