Familia de yaguaretés a punto de ser reintroducido



El yaguareté vuelve a rugir: presentan a la “familia” que van a reintroducir en los Esteros del Iberá
 
Fecha de Publicación: 02/12/2019
Fuente: Clarín
Provincia/Región: Corrientes


El predador se extinguió en Corrientes, pero en los próximos meses volverá a su hábitat natural. Buscan así también impulsar el eco turismo en la zona.
En el corazón de Corrientes, los Esteros del Iberá se preparan para un momento histórico. Tras 70 años de ausencia, el máximo depredador de este ambiente regresa. Para bien.
Una figura casi mítica vuelve para cumplir su rol ecológico: crear una nueva población de la especie en Argentina. Esta es la historia del regreso (y futura liberación) del yaguareté en el Iberá.
La clave es convertirlo en el impulsor del eco turismo o "turismo de naturaleza" y, así, en motor del desarrollo local. Que vuelva a ser parte del patrimonio cultural de Iberá. Algo que perdió por la percepción de que era malo para la economía.
El Parque Nacional Esteros del Iberá es el parque natural más grande de Argentina. Son 700 mil hectáreas llenas de vida. Con algunas especies que nunca se fueron y otras que desaparecieron y están regresando. Eso no es natural.
Cinco ejemplares de este tigre americano -tres hembras y dos machos- están siendo entrenados para cumplir su misión histórica en una suerte de jaulas gigantes llamadas "corrales". Una especie de "Truman show de la vida salvaje". Pero sin domo ni situaciones ficticias.
Nacidos en zoológicos, o domesticados, la ONG Conservation Land Trust Argentina (CLT) busca en ellos todo lo que quedó de su instinto primitivo. Para que luego, a partir de esa "familia fundacional", el linaje sobreviva y se reproduzca solo. Naturalmente. Y en convivencia con lugareños y turistas.
"Hablás con los correntinos y muchos ni sabían que el yaguareté ya no está más. Creían que no los veían. ¿Cómo van a creer que esa identidad de 'valientes', 'aguerridos', que tienen los correntinos justamente por este animal ya no esté? El pueblo de acá se siente 'yaguareté'. Y ahora están dadas las condiciones sociopolíticas, económicas y ecológicas para que prosperen en el Iberá", dice a Clarín Sofía Heinonen, bióloga y directora de CLT Argentina.
Esta fundación, liderada por Kristine McDivitt Tompkins, la embajadora de Areas Protegidas de las Naciones Unidas y famosa por comprar, restaurar y donar más de un millón de hectáreas en la Argentina y Chile para la protección de los tesoros naturales, inició así una nueva etapa con la creación de Rewilding Argentina.
Habla de que, tras siete años de trabajo conjunto con el gobierno provincial y autoridades nacionales, por primera vez existe un área protegida y con población de presas vivas para los yaguaretés, gracias a la restauración de los Esteros del Iberá. "Eso permite que tengan ese comportamiento silvestre/salvaje", dice. Además, la provincia reconvirtió su economía al eco turismo y sus habitantes reconocen el valor del yaguareté para los turistas.
Ella no es una activista de escritorio. Es una mujer que este diario vio meterse vestida -con jean y camisa cuello mao- en el agua pantanosa y a la vez paradisíaca de los Esteros del Iberá. Hace 37 grados y no hay tiempo para ponerse la malla. Los yaguaretés nos esperaban. A 30 minutos. Lancha de por medio.
“Intentamos cruzarlos para que tengan cachorros. Cuando la hembra queda preñada, los movemos a corrales más grandes, de una hectárea y media. Esa es la fase dos donde no tienen contacto con la gente”, dice Sebastián Di Martino, también biólogo, y director de conservación de CLT.
La fase uno corresponde a los reproductores viviendo en corrales grandes bastante parecidos a un zoológico. La fase dos empieza cuando una hembra queda preñada y tiene cachorros sin contacto humano o llega un animal silvestre para rehabilitar. Y la fase tres llegará cuando los yaguaretés sean liberados en un corral de 30 hectáreas, lo que se concretaría en unos seis meses. Pero los tiempos son los de la naturaleza.
Cada fase implica tener menos contacto con los yaguaretés.
A la hembras de cautiverio, que vienen de zoológico, las entrenan para que sepan cazar presas vivas. Carpinchos. Yacarés. Mulitas. “Ahí vemos a estos animales por las cámaras. Porque no queremos que asocien a los humanos con algo positivo, sobre todo no con la provisión de comida. Que seamos ‘nada’ o una amenaza y no se acerquen”, agrega Di Martino.
En esos corrales, con timers, pueden meter carpinchos vivos sin que los yaguaretés se den cuenta de dónde salen.
En la pantalla, inmensa, se ve a Jatobazinho, el último macho, de tres años, que llegó desde Brasil. Está en la madriguera, en el corral oeste. Durmiendo. Atiborrado de la comida viva del día anterior. Estos predadores tragan 1,2 kilo de carne por día.
La escena es como en Jurassic Park, cuando la cabra entra a la jaula del Tiranosaurio Rex. Pero el carpincho no está atado.
En el centro de monitoreo, Magalí le avisa por radio a Pablo que el yaguareté está en el borde de tal sector del cordón. Ahí él, en camioneta, traslada al carpincho en una caja de madera hacia la entrada al corral más distante al animal. El destino natural es que el carpincho camine y el yaguareté lo encuentre.
Como aprendieron de Oncafari, en Pantanal, Brasil, de donde buscan imitar el modelo de yaguaretés como motor del desarrollo local, no se les debe dar una presa viva todos los días.
“Es que el yaguareté es como un gato. Va a ponerse a jugar con la presa, en vez de cazarla por hambre. Y el carpincho puede sufrir. Tiene que estar muy hambriento. Así corre y caza. Instinto”, dice Di Martino.
Uno de los encargados de esa fundación brasileña también llegó para asesorar a CLT sobre el turismo. En ocho años lograron que los yaguaretés convivan con los turistas, principalmente europeos, que llegan atraídos por la fotografía salvaje. La diferencia en esa localidad del sur de Brasil es que los yaguaretés estaban. Nunca dejaron de estar. Mientras que en Argentina están casi extintos. Y en Iberá están volviendo.
"Ante el miedo de que le pudiera comer el ganado, un lugareño veía un yaguareté y le metía un tiro, algo que pasa con los osos hormigueros ante el miedo de que maten a los perros de los cazadores que se acercan a atacarlos. Eso llevó a que se extingan y la idea es cambiar la percepción. Que los correntinos entiendan que lo que creen que es una amenaza es una oportunidad", detalla Marisí López, quien fue anfitriona de un evento que se realizó en la capital de Corrientes para presentar los los avances del proyecto, en el que la fundación agradeció al gobernador Gustavo Adolfo Valdés y al ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Sergio Bergman.
Además de esa idea "para protegerse de las pérdidas del ganado", en los años 60, la demanda de pieles en Europa llevó a pagar unos 10.000 dólares por unidad en Argentina. Iberá fue el mayor proveedor. Si bien ahora nadie compra pieles porque no está bien visto, como explicó Sofía hay "un ejemplo cercano" que prueba que para los locales puede haber una nueva economía a través del rewilding de los yaguaretés.
En Torres del Paine, Chile, unas ovejas muertas por un puma tienen un costo de pérdida de 250 dólares. Eso es lo que paga por día cada uno de los cinco turistas que en promedio se alojan en las estancias de la zona para obtener con sus teleobjetivos una imagen de ese mismo animal.
La lujosa y bucólica Estancia Rincón del Socorro, a la que se llega en un vuelo en avioneta de 15 minutos desde otra posada de Tompkins, sería el destino perfecto de ese ecoturismo. También los alojamientos más accesibles en Colonia Pellegrini y San Miguel, dos de las localidades de los portales de acceso al parque Iberá.
Hoy en San Alonso, el proyecto Rewilding Argentina tiene cuatro corrales de yaguaretés “que son bien confiados con la gente”. Ahí están Isis, Nahuel y Tania. Además, hay tres corrales que no permiten que los yaguaretés tengan contacto con humanos. Ahí están Arami (hembra) y Mbareté (macho), los primeros yaguaretés nacidos en Corrientes después de siete décadas sin estos rugidos.
Tania -a quien le falta la pata trasera derecha por haber sido mordida por un tigre en el zoológico de Batán- crió a sus cachorros como los cría una madre silvestre. Fue quien les enseñó a cazar. Nacieron en junio de 2018. Al año y un mes de vida se los apartó para que vivan solos en otro corral.
Arami y Mbareté nunca visualizaron personas. Por eso Clarín, que visitó los corrales en la isla San Alonso, no pudo verlos.
Hoy son monitoreados remotamente para analizar su crecimiento y desarrollo. Cuando cumplan dos años se les pondrá un collar -con GPS y VHF- para luego liberarlos.
“Cuando hay un cluster (una conjunción de puntos en el satélite que muestra que el animal volvió al mismo lugar varías veces) indica que ahí está comiendo una presa. Nosotros podemos ir y ver qué cazó. Y ver si está gordo o flaco o si está lastimado y por eso no se mueve lejos de ahí”.
Los animales “a liberar” en los esteros se “producen” de dos maneras: que las hembras tengan crías (como fue el caso de Tania) o que  los hayan traído desde otros países donde ya eran silvestres, pero por diferentes casos dejaron de serlo por un tiempo. En este último caso, como en el de Jatobazihno, se los rehabilitó y pueden volver a serlo.
También están Jurana y Mariua, dos hembras silvestres de tres años traídas de Brasil. Nahuel, en cambio, llegó desde Uruguay. Tiene 18 y antes estuvo en Río Negro. Fue rechazado por Isis. Pero los especialistas creen que tendrá éxito con otra hembra.
Isis es una hembra que llegó de Curitiba, Brasil. Estaba en un centro de rescate de fauna. Ella nunca va a ser liberada porque salió de un zoológico, lo que la hace “muy confiada de los humanos”. De Isis se espera que tenga cachorros, a los que ya se los criará de manera en la que puedan ser liberados.
Hay un último corral, “muy importante”: el de las 30 hectáreas, donde se los pasará antes de la liberación. Ese corral ya tiene carpinchos, yacarés, ciervos. “Es un ambiente ‘real’. La semi libertad, digamos”, agrega Di Martino. Ahí los humanos no necesitarán ingresarles presas: "Solos las van a encontrar".
Los cachorros ya pueden copular entre sí. Y Arami podría ser liberada preñada. Para que críe como lo hizo su madre. De manera silvestre. Y que el Iberá vuelva a ser lo que los lugareños creen que es y nunca dejó de ser. República yaguareté.
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