Buenos Aires: las canteras y su “pasivo ambiental”

Advierten que hay más de cien canteras en la Región, una grave herida ambiental

Fecha de Publicación
: 22/08/2019
Fuente: El Día
Provincia/Región: Buenos Aires


El “pasivo ambiental” que representan decenas de antiguas explotaciones de tierra y tosca en la periferia platense sigue creciendo y ya supera el centenar.
Así lo advierten investigadores de la facultad de Arquitectura de la UNLP, quienes desarrollaron un minucioso catálogo de cavas o canteras en nuestra región. El registro incluye la ubicación exacta de cada una de ellas y sus características físicas, ambientales, sociales y paisajísticas. El objetivo del proyecto, que se desarrolla a través del Instituto de Políticas del Ambiente Construido y en conjunto con el Instituto de Geomorfología y Suelos, es identificar estos pozos o depresiones del terreno y determinar “el grado de vulnerabilidad socio-ambiental e identificar estrategias para mitigar estas áreas degradadas”.
“La extracción profunda de suelos causa un grave deterioro del ambiente por la pérdida del sustrato útil para uso agropecuario y urbano, generando numerosas áreas decapitadas y profundas cavas. Se conforman, así, grandes heridas en el territorio que se traducen en áreas residuales y vacíos urbanos degradados sin control ni propuesta de recuperación”, advirtió María Elisa Cremaschi, la investigadora que lleva a cabo el trabajo.
De acuerdo a investigadores, los terrenos de la periferia de La Plata experimentan “desde hace muchos años un descontrolado incremento de ocupación que, además de generar conflictos ambientales y urbanos, produce y profundas extracciones de tierra para la construcción de nuevas viviendas, obras de infraestructura y rellenos”.
Estas actividades extractivas generan cavas, también llamadas canteras, que son gigantescos pozos o depresiones en el terreno que “proliferaron sin control, degradando el suelo, acumulando grandes volúmenes de agua por invasión freática y generando serios peligros de derrumbe”, advierten.
El fenómeno -alertan- representa un problema de “alta prioridad”, ya que la permanente demanda de suelo con fines productivos para la extracción de materiales de construcción provoca la apertura de más cavas.
Las cifras que se manejan marcan que el panorama se agrava. En 2006 el Instituto de Geomorfología y Suelos realizó un relevamiento en el que se registraron 95 cavas, a las que se clasificó mediante el desarrollo de un índice de peligrosidad. Cremaschi sostuvo que “en la actualidad el número de cavas se sigue incrementando; en la periferia detectamos más de 100 cavas con características muy variables entre ellas”.
Sobre las superficies, indicó que “varían entre 0,1 y 21 hectáreas, mientras que las profundidades van de 1 a 20 metros aproximadamente”.
Las cavas, que suelen ser anegadas por el agua que llega desde arriba -las lluvias- y desde abajo -las filtraciones desde las napas superficiales- encierran un gran peligro, sobre todo en verano: en las últimas décadas se cobraron numerosas vidas entre quienes acudían a ellas a refrescarse y quedaban atrapados por algas, lodo o chatarra.
“La gran mayoría -explican- se encuentran abandonadas y lindan con zonas residenciales y asentamientos precarios. Muchas presentan laderas casi verticales, basura y/o agua en su interior que en épocas de verano se convierten en balnearios improvisados que son muy riesgosos para la población que ya se han cobrado numerosas víctimas fatales”.
Además, de acuerdo a los investigadores, “se han convertido en una verdadera invitación para el surgimiento de basurales clandestinos que ponen en riesgo la salud y seguridad de los vecinos”. De la crónica periodística reciente podrían citarse como ejemplo los incontables planteos vecinales por la contaminación en la cantera de 25 y 514 en Hernández (actualmente hay un proyecto para recuperarla y urbanizarla), y los reiterados operativos que ejecutó la Comuna en la cava de 19 y 86, de Altos de San Lorenzo, que era utilizada para arrojar basura y quemar los residuos, provocando un foco de polución ambiental.
Al respecto, distintas organizaciones ambientalistas de la Región, como la ong Nuevo Ambiente y la Fundación Biosfera han formulado numerosas advertencias, subrayando que “entre las principales consecuencias del vertido indiscriminado de basura en cavas están la contaminación de las aguas subterráneas y la propagación de los gases que genera la descomposición de la materia orgánica, además de las toxinas que libera la combustión de plásticos y otros materiales durante los frecuentes incendios”.
Y han resaltado que “todo esto tiene como principales afectados y víctimas a los sectores más desprotegidos de la población, como las familias de escasos recursos que consumen agua de perforaciones, los chicos y los ancianos vulnerables a afecciones respiratorias”.
Entre otras zonas, los inmensos socavones alguna vez destinados a la extracción de suelos están presentes en Arturo Seguí, Tolosa, Gorina, Los Hornos, Villa Elisa, Villa Alba, Aeropuerto, Frisón, Melchor Romero, Colonia Urquiza, El Peligro y Altos de San Lorenzo.

Estrategias de intervención
Según se resaltó desde la casa de altos estudios, la construcción del catálogo contribuye al análisis, reconocimiento y valoración de las cavas de la periferia de ciudad para poder determinar estrategias de intervención para su recuperación y “colaborar en la aplicación de políticas territoriales, acciones de planificación y ordenamiento.

Que dice la normativa
Las cavas abandonadas “se constituyen como pasivos ambientales y sitios donde se realizó una actividad, de carácter público o privado, y fueron abandonados por los responsables ante la Ley”.
En el plano municipal, la ordenanza 9760, sancionada en octubre de 2004, establece que tanto las empresas que realicen “actividades extractivas de suelos” como los propietarios de cavas y canteras abandonadas deben cumplir con una serie de requisitos, entre los que se cuentan rodear el predio con un alambrado olímpico cuya altura sea superior a los 2,10 metros; colocar cartelería que indique la proximidad de la excavación; y “custodiar el predio y sus accesos con personal de vigilancia privado durante las veinticuatro horas”.
Para denunciar irregularidades y malos manejos que ocasionen o pongan en riesgo el medio ambiente, los vecinos pueden contactarse con el área de Control Ambiental a través de la línea 147 del municipio.
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