Loncopué, otra ciudad que vención la megaminería



La minería a cielo abierto mantiene en alerta a Loncopué

Fecha de Publicación
: 19/02/2018
Fuente: Diario Río Negro
Provincia/Región: Neuquén


A seis años de la lucha que le torció el brazo al gobierno abortando un proyecto para extraer cobre en Campana Mahuida, los vecinos no bajan la guardia ante la posibilidad de que lo reactiven. “Sin aceptación social no hay proyecto”, dicen las autoridades.
El rechazo popular a la megaminería que se impulsó desde esta ciudad hace casi seis años le puso freno a este tipo de proyectos y generó un antes y un después en el territorio neuquino.
Si bien el referéndum popular, apoyado por la amplia mayoría de los vecinos, solo se pronunció sobre un proyecto puntual dentro del ejido urbano, dejó un antecedente difícil de borrar.
La iniciativa de explotar una mina de cobre dentro del territorio de la comunidad Mellao Morales, a pocos kilómetros de Loncopué en el paraje Campana Mahuida, desató una verdadera batalla que dejó de un lado al gobierno provincial y del otro a los vecinos autoconvocados.
Las diferencias se saldaron con una votación popular a principios de junio de 2012, que la provincia nunca quiso reconocer como vinculante, donde 2125 personas avalaron el si a la ordenanza de prohibición de la megaminería contra el no de 317 vecinos.
El gobierno llevó su reclamo al TSJ pero nunca logró revertir el panorama y el proyecto que prometía trabajo y desarrollo para la ciudad quedó en la nada. Hoy, es apenas un recuerdo lejano.
“La verdad es que Loncopué pretendió ser la puerta de entrada para la megaminería en la provincia. Pero aquí se encontraron con una resistencia popular y legítima que nació de los vecinos quienes dejaron de lado su religión y hasta su pertenencia política para unirse en defensa del medio ambiente”, resumió Viviana Vaca, una de los referentes de los vecinos autoconvocados de la ciudad.
“No fue sencillo, ni mucho menores, sufrimos un bombardeo de todo tipo pero la gente se mantuvo firme e inquebrantable frente a las presiones. Lo destacado de esta lucha es que sirvió de ejemplo para otros pueblos como Las Coloradas”, agregó.
Remarcó que las autoridades debe entender tener en cuenta la opinión de la gente frente a este tipo de decisiones y aceptar, como fue en este caso, cuando una comunidad le dice no a un emprendimiento.
Para Vaca uno de los principales desafíos era multiplicar la información y llegar a todos los sectores.
“Había que dar mensajes muy claros y precisos. Mucha gente creía que estábamos hablando de la vieja minería, de aquella del pico y la pala y no alcanzaba a comprender el concepto que representaba la megaminería”, dijo.
“Felizmente acertamos en el esclarecimiento. Logramos explicarlo y hubo un rechazo generalizado al desastre que estas explotaciones generan en todo el mundo”, sostuvo.
Los vecinos, igualmente, no creen que este tipo de iniciativas se hayan archivado definitivamente en la provincia en otras zonas del país. Los casos de provincias cordilleras de otras provincias son similares.
Al contrario, muchos piensan que están tomando impulso para volver a la carga con diferentes proyectos.
“Estamos a la defensiva porque vemos como gobiernos que dicen estar del lado del pueblo a la primera de cambio son capaces de autorizar megaemprendimientos que terminan por perjudicar a la gente”, dijo Vaca.
Recordó que “en una de las últimas visitas del ex gobernador Jorge Sapag reconoció la voluntad del pueblo de Loncopué pero no sabemos hasta que punto esas son expresiones políticas, lo único real que es el gobierno acuso recibo de nuestra lucha y luego la justicia ratificó cada uno de los pasos que se dieron”.

El gobierno quedó a contramano de los vecinos
El gobierno neuquino chocó contra una pared a la hora de impulsar estos proyectos. La resistencia de los propios vecinos sumado a la ausencia de ingenio para defender ante la sociedad los beneficios de los emprendimientos mineros dejó a la provincia fuera de juego.
En el caso del proyecto de la mina de cobre en el cerro Tres Puntas hubo una postura más rígida y el Estado provincial recurrió a la justicia para defender la iniciativa. Sin embargo no consiguió avances y la idea quedó solo en eso.
“Hoy en día, sino hay aceptación social no hay proyecto”, explicó un funcionario neuquino que prefirió mantener su nombre en reserva. Ese parece ser el nuevo paradigma que impulsa el gobierno luego de las derrotas que cosechó en Loncopué y Las Coloradas, respectivamente.
Desde la lógica pura y sin desechar la cuestión ambiental , ambos proyectos tenían un común denominado. Impulsaban el desarrollo y la creación de mano de obra genuina en lugares donde todo depende del Estado y conseguir un trabajo en el ámbito privado es casi tan difícil como buscar una aguja en un pajar.
La provincia repitió hasta el hartazgo que no había riesgo ambiental pero no logró convencer a la mayoría.

Una campaña similar en tierras puntanas
Carlos Camargo fue uno de los principales opositores a la mina de cobre. Como dirigente social y exconcejal sumó su lucha a la comunidad Mellao Morales y quedó como uno de los emblemas de la resistencia local. Desde hace tres años está radicado en San Luis, donde vivió una situación similar.
“Me ocurrió algo insólito, tengo una pequeña chacra entre las sierras, en un lugar muy bello. A poco de radicarme un emprendimiento minero (litio), intentó explotar un yacimiento a poca distancia”, explicó.
Para Camargo fue como un “esto ya lo viví”. “Nos organizamos con la comunidad y en cho meses logramos que se revocara la licencia ambiental debido a las graves irregularidades en el informe de impacto ambiental”.
“Aún seguimos en lucha porque hay varios proyectos explotar litio en las sierras de San Luis”, comentó.

Los inversores prometían puestos de trabajo y viviendas
En 2008 llegaron a Loncopué un par de desconocidos con los papeles de propiedad de una mina de cobre. Se dijo que iban a explotar la a cielo abierto una mina en el corazón de las tierras de la comunidad mapuche Mellao Morales, en el cerro Tres Puntas de Campana Mahuida. En pocos días el proyecto dividió al pueblo entre los que pensaban que llevaría dignidad y trabajo y los que creían que significaba contaminación y muerte.
Desde el inicio se habló de irregularidades en la compra. La empresa estatal Cormine se la había vendido a la compañía Emprendimientos Mineros SA, de capitales privados chinos, a cambio de sólo 1.000.000 de dólares, sin llamar a licitación y desobedeciendo el artículo 75 de la Constitución Nacional y la ley 24.071 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El convenio se rubricó el 2 de agosto de 2007 en el ocaso de la gestión sobischista, entre el liquidador de Cormine, Martín Miguel Irigoyen, y Jihuan Wu, titular de Emprendimientos Mineros. En la comunidad se hablaba de la mina, del ácido sulfúrico y de lo que podía llegar a suceder con el río Agrio, afluente del Neuquén.
La empresa hablaba de ocupar alrededor de 400 personas de forma directa y unas 2000 de manera indirecta y construir 80 viviendas en una ciudad de 7.000 personas, con un 12 a 14% de desocupados, 750 subsidiados que cobran 150 pesos mensuales y 262 municipales.
Aún así desde el inicio los vecinos se alzaron en pie de guerra y rechazaron la propuesta. El pueblo de siete mil habitantes, en 2012 entró en la historia al ser el escenario del primer referéndum de la Argentina respecto a la aceptación o rechazo de la megaminería. En él 8 de cada diez habitantes rechazaron la actividad extractiva.
La Provincia intentó anular la votación y fue a la justicia, pero la Corte Suprema rechazó un recurso de apelación que habían impulsado contra la decisión del TSJ de frenar el proyecto.
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