El mercado negro de fauna en Argentina



Mercado negro de fauna: cuánto cuesta un pájaro argentino en peligro de extinción

Fecha de Publicación
: 13/06/2017
Fuente: InfoBae
Provincia/Región: Nacional


El cardenal amarillo, en riesgo crítico de desaparecer, es la pieza más buscada. La PFA ya incautó más de mil aves en los últimos dos años: un 40% muere en traslados en condiciones aberrantes. El insólito zoológico clandestino encontrado en La Plata
El cardenal amarillo tiene unas cuantas diferencias con su primo de plumaje rojo y blanco. Para empezar, está en peligro crítico de desaparecer. El Plan Extinción Cero, una lista roja confeccionada este año por la Dirección de Fauna Silvestre del Ministerio de Ambiente, lo ubica entre las siete especies más amenazadas de la Argentina junto al yaguareté, el venado de las pampas, el macá tobiano de la Patagonia y la ranita del Pehuenche, un pequeño anfibio mendocino con la tragedia de tener un hábitat natural de apenas nueve kilómetros cuadrados amenazado por una obra caminera.
Los expertos en aves hablan de unos pocos cientos que quedan en estado salvaje, con esfuerzos conservacionistas tanto aquí como Uruguay. Oriundo de los espinales, montes y pastizales pampeanos, el cardenal amarillo vio sus números brutalmente reducidos por el avance de la frontera ganadera que taló los árboles donde construía sus nidos. Sin embargo, su canto, particularmente dulce, es su mayor problema.
Los dueños de ejemplares suben videos a Youtube mostrando cómo silban sus cardenales cautivos; los coleccionistas, en un hobby frecuentado por hombres de avanzada edad, montan pequeños duelos para ver qué pajarito canta mejor. Algunos pocos criaderos se dedicaron a producirlos a lo largo del tiempo. Fuentes en organismos como UFIMA, el ala de la Procuración encabezada por el fiscal federal Ramiro González hablan de etiquetas de más de cien dólares para un cardenal amarillo de cautiverio.
Sin embargo, los que nacieron libres son los más deseados. El departamento de Delitos Ambientales es el área de la Policía Federal dedicada a combatir el tráfico de fauna entre otras violaciones a la ley. Voces policiales apuntan que un ejemplar puede costar desde 2 mil hasta más de 10 mil pesos, dependiendo del color de sus plumas y su voz, las típicas normas para tasar a cualquier pájaro traficado.
En la Argentina, capturar y vender un pájaro autóctono es un delito federal penado por la Ley de Fauna, la número 22.421, con un máximo de dos años de cárcel. El mes pasado, la UFIMA y la división Delitos Ambientales se encontraron dos veces con el cardenal amarillo a la venta en Capital y el conurbano bonaerense.
El 17 de mayo, la PFA ingresó en un local de mascotas en la calle Hortiguera al 700 de Virrey del Pino: encontraron 159 aves de especies protegidas. Había jilgueros, loros habladores, corbatas blancas y negras, cuya captura y venta está prohibida a pesar de ser pájaros relativamente comunes y de población estable; el cardenal amarillo estaba camuflado entre sus parientes de pluma roja, más numerosos y baratos. Un cardenal común cuesta, en promedio, de 350 a 700 pesos.
La feria de pájaros de Pompeya es otro clásico porteño. La venta tanto legal como ilegal se mezcla en la esquina de Sáenz y Perito Moreno a diez cuadras del Riachuelo, entre jaulas y cajas de cartón con aves, perros, gatos, canarios con papeles para validar su procedencia y tortugas de tierra, una de los animales protegidos más traficados de la Argentina, marcado como especie vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y vendida en Pompeya al módico precio de 250 pesos por cría bebé.
La división Delitos Ambientales llegó a la Feria el 21 de mayo pasado, esta vez con la intervención de UFEMA, el equivalente porteño de la UFIMA, a cargo del fiscal Matías Michienzo. Labró cinco actas por venta ilegal tras incautar 205 ejemplares, 188 de ellos pájaros como corbatas, reina moras, reyes del bosque y teros. Había varias tortugas, incluso un lagarto overo. El cardenal amarillo fue encontrado en una jaula en la esquina de Perito Moreno y Ochoa. Delitos Ambientales volvió al día siguiente para golpear otros cuatro puestos y llevarse otros 90 animales, incluido un halcón y otro lagarto overo de gran tamaño. Los allanamientos en busca de venta ilegal de fauna no son una novedad para la Feria, por otra parte: una redada en noviembre pasado ya había incautado más de 300 especímenes.
Que las aves en general sean mayoría en estos operativos policiales no es casualidad: representan el 90% de todas las especies incautadas por Delitos Ambientales de la PFA, que encontró y liberó 1500 ejemplares entre 2016 y lo que va de 2017. Las aves también representan la mitad del total de tráfico de fauna de la Argentina, según un informe de la Dirección de Fauna Silvestre publicado el año pasado. La UFIMA del fiscal González, por su parte, inició más de 100 causas entre lo que va de este año y el año anterior en todo el país.
El traficante de aves tiene un perfil claro. Un investigador veterano apunta a Infobae: "Son hombres grandes, de edad mediana o avanzada. Hacen esto desde casi toda su vida. Capturan las aves en el monte entrerriano o en el norte argentino y las traen a Capital Federal y al conurbano para la venta. Cuando los detenés te dicen: 'No sé hacer otra cosa.'"
La división Delitos Ambientales realiza controles en las autopistas de Zárate y en la vía que une a Buenos Aires con Rosario en busca de estos dealers de aves. Lo que se encuentra en estos controles no es grato de ver: los animales viajan largos trayectos a oscuras y apiñados de a decenas en jaulas, escondidos en baúles o en las partes traseras, usualmente sin comida ni agua.
Muchos mueren en el camino: los investigadores policiales estiman que un promedio de 40 por ciento de los envíos pierde la vida antes de llegar a la venta. "Encontramos envíos de cardenales rojos donde el 90 por ciento ya estaba muerto", asegura un investigador. La UFIMA habla de un promedio de mortandad mucho peor: 70 por ciento. Sin embargo, llegar a una condena judicial es una rareza a pesar de todo este cuadro grotesco: los procedimientos suelen terminar en probations de servicio comunitario.
Los cardenales amarillos y las tortugas de tierra son especies autóctonas: traficar con animales exóticos del extranjero es algo totalmente diferente. Los detectives de Delitos Ambientales todavía recuerdan cuando irrumpieron en una antigua casa de Flores en 2007 para encontrarse con el premio mayor de la historia reciente del mercado negro de fauna en la Argentina: un guacamayo de Lear, el mismo que protagonizó la película Rio de Disney, una de las especies más amenazadas de Brasil, considerada en riesgo crítico de extinción, con un espectacular plumaje azul noche y un precio porteño de venta de 20 mil dólares.
El guacamayo no estaba solo: junto a él se encontraron otros nueve especímenes de guacamayos de diversas variedades bolivianas y brasileñas, todos ellos animales en peligro de extinción. "Los guacamayos son altamente buscados por los coleccionistas", asegura un detective: "Son capturados en la selva por aborígenes directamente en el nido. Un ave ya adulta es muy difícil de manejar, se estrellaría contra la jaula en cautiverio". El guacamayo de Lear luego fue trasladado al ex Zoológico porteño; finalmente se lo envió a un refugio en Brasil en febrero de este año.
La casa de los pájaros en Flores tampoco fue la única en su estilo. A mediados de abril pasado, la Dirección de Prevención Ecológica de la Policía Bonaerense allanó dos domicilios en La Plata bajo las órdenes de la fiscal Virginia Bravo. Lo que se encontró en esas casas, ubicadas en las calles 52 y 221 respectivamente, fue la mayor colección ilegal de aves de la Argentina, una colección capaz de opacar a la de cualquier zoológico en el país: entre las jaulas había más de trescientos especímenes de más de cien especies de todo el planeta, con un precio final estimado en, como mínimo, cuatro millones de pesos.

Muy exótico
Tres hombres platenses de mediana edad fueron señalados como los responsables de la operación. Les encontraron guacamayos, por ejemplo, especímenes rojos y también azules con tonos amarillos. Lo que sigue en la lista es igual de fascinante: había cacatúas albas de Indonesia, en grave peligro de extinción en estado silvestre, patos tarros de India y Nueva Zelanda, un loro gris de África Central -otra especie amenazada, altamente inteligente y estudiada por neurólogos durante años-, un faisán imperial del Himalaya con plumas iridiscentes, un faisán de Edwards -oriundo de Vietnam, cuyo hábitat fue diezmado por los bombardeos de napalm en la guerra de fines de los '60, una de las aves más amenazadas de Asia con menos de 250 ejemplares en estado silvestre- varias especies de turacos, coloridas aves africanas famosas por los penachos en sus cabezas, gansos cenicientos de Australia, pintadas vulturinas de Etiopía. Para completar, aterrado en el fondo de una jaula, un búho de nieve, oriundo de las regiones árticas, con un increíble plumaje blanco.
Las aves estaban en buenas condiciones de encierro y saludables, lejos del destino cruel que les toca a sus pares argentinos que caen en las redes de tráfico. El negocio ilegal en todo esto parecería evidente. Sin embargo, a dos meses de los allanamientos, la fiscal Bravo se encuentra en un limbo jurídico: todavía falta definir qué delito constituye el caso.
Para empezar, probar un presunto contrabando de fauna se vuelve muy difícil. Se secuestró documentación en las casas allanadas; entre los papeles no había registros contables ni movimientos de dinero. Tampoco se pudo establecer de dónde salieron todas estas aves, cómo es que llegaron al país. Bravo, entre sus hipótesis, cree que podrían haber venido desde Portugal.
La fiscal libró oficios al SENASA y al Ministerio de Ambiente a cargo de Sergio Bergman para saber si alguna de estas especies encontradas tiene prohibido su ingreso al país, o si efectivamente los hombres que las tenían pagaron tasas y tenían permisos correspondientes. Una defraudación al fisco podría ser otra posible carátula. Hubo elementos inquietantes en la trama: varias aves desaparecieron de un depósito judicial tras los allanamientos. Bravo duda de que se hayan ido volando y sospecha de empleados infieles.
Mientras tanto, las aves permanecen en cuarentena en la Fundación Temaikén. Los hombres que las guardaban en jaulas están libres.
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