Humedales y pujas de poder



Los humedales no tienen quién los cuide

Fecha de Publicación
: 20/11/2016
Fuente: UNSAM - Agencia TSS
Provincia/Región: Nacional


El proyecto de ley de Presupuestos Mínimos para la Conservación y el Uso Sustentable de los Humedales en la Argentina perderá estado parlamentario a fin de mes, a menos que la Cámara de Senadores la trate en alguna de las dos sesiones que restan antes de que termine el mes de noviembre. Esto significaría que quede sin efecto el dictamen que el año pasado presentó la Comisión de Ambiente, encabezada por el senador Pino Solanas (Sur-Unen) –junto con Magdalena Odarda (Río Negro, Alianza Frente Progresista), Jaime Linares (Buenos Aires, Frente Amplio Progresista) y Mirtha Luna (La Rioja, Alianza Frente para la Victoria Riojano)– y con la firma de 16 senadores. Algo similar había pasado con un dictamen anterior, presentado en 2013 por Rubén Giustiniani –por entonces senador por el Partido Socialista– y que había sido aprobado por unanimidad en Senadores, pero quedó estancado en el recinto de diputados.
“El oficialismo no quiere ninguna ley de humedales y está tratando de boicotearla de todas las maneras posibles, incluso de manera antirreglamentaria”, dice el abogado ambientalista Enrique Viale, asesor de Solanas. Y advierte que “entre todos los artilugios que se hicieron para boicotear la ley, el último que encontramos es la creación de una especie de dictamen de minoría que impulsa la presidencia de la Comisión de Agricultura –a cargo del senador entrerriano Alfredo De Angeli (Frente Pro)–, que le quita protección a los humedales y los vuelve una zona de producción y les quita la moratoria”.
La moratoria a la que hace referencia el especialista, que además es fundador de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, es uno de los puntos incluidos en el proyecto inicial, mediante la cual se propone un plazo extendido para hacer un inventario de humedales del país para, posteriormente, establecer categorías de protección y modos de uso.
“El proyecto del Pro no tiene moratoria, con lo cual ni bien salga van a avanzar sobre los humedales como una carrera, cosa que ya está pasando desde que el proyecto entró en el Congreso, que se ha incrementado la presión sobre los humedales; es el caso de la Cooperativa Isla Esperanza, de Tigre, que la han incendiado hace muy poco porque estaban protegiendo ese humedal desde la producción”, ejemplifica Franco Seguesso, del área de campañas de Greenpeace, y subraya que este es un punto relevante, ya que a diferencia de lo que muchos suponen o sostienen, “hay producción que protege los humedales y no es que no se puede producir en ellos”.
La investigadora Patricia Pintos, del Centro de Investigaciones Geográficas de la Universidad Nacional de La Plata, estudia el avance de las urbanizaciones cerradas en humedales que impactan en los procesos de inundación en la cuenca del Río Luján. Según Pintos, “el proyecto del senador Solanas admite la continuidad de actividades que son respetuosas de los ciclos naturales de los ecosistemas. Por el contrario, entendemos que este nuevo proyecto –por el presentado por senadores del Pro– es proclive al proceso de desarrollo y ocupación de humedales ligado a la actividad agroproductiva de la soja y al extractivismo inmobiliario”.
Para Claudio Baigun, investigador del CONICET y del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la Universidad de San Martin (UNSAM), en el nuevo dictamen “eliminaron el artículo 8, que dice que hay que respetar si el humedal tiene un valor para grupos vulnerables. El agua es la vida de la gente que vive allí en un montón de dimensiones, ya sea para tomarla, para pescar o llevar ganado. Eso, en este nuevo proyecto, no existe más”.
Baigun, junto a otros colegas del 3iA, participaron de los debates anteriores y presentaron algunas recomendaciones. Entre ellas, que el ordenamiento ambiental del territorio no debería ser visto como una herramienta para definir áreas a conservar (áreas protegidas, intangibles) y áreas que puedan modificarse y utilizarse sin ningún tipo de reglamentación, sino como un instrumento para articular la conservación de los ecosistemas, sus funciones, procesos y los servicios que brindan, con la diversidad de actividades productivas e intervenciones humanas, y que la forma en que estas se desarrollen sea compatible con las características del ambiente.
“Los humedales son sistemas que difieren del concepto estático de área de conservación intocable. Aquí se está poniendo en juego otro paradigma y hay que entender que los ecosistemas se pueden usar pero de una manera particular”, dice Patricia Kandus, doctora en Ciencias Biológicas y directora del Laboratorio de Ecología, Teledetección y Eco-Informática (LETyE) del 3iA, que trabaja en la elaboración de un mapa de regiones de humedales de la Argentina.
“Cuesta mucho pensar que hay lugares que no tienen siempre el mismo uso, en los que hay años en los que está todo inundado y se los puede usar de una manera, y otros en los que está todo seco y surgen nuevas formas de aprovechamiento. Esa mirada de que las cosas pueden cambiar, no solo en función de las reglas del mercado, sino también de las reglas de la naturaleza, permite desarrollar tecnologías y generar usos productivos acordes con la dinámica de los humedales”, coincide su colega Priscila Minotti, investigadora y docente del 3iA, quien junto con Kandus tienen a cargo un equipo de investigación que incluye a especialistas en matemática, ciencias ambientales, geología y geografía.
Mientras que el 40 % del territorio argentino es árido o seco, se estima que más de un 20 % del mismo está ocupado por humedales que cumplen con funciones ambientales vitales, como mantener los ciclos hidrológicos, retener agua u ofrecerla, según sea necesario, y hasta filtrar cierto tipo de contaminantes. En muchos casos, también constituyen un recurso vital para las comunidades.
Como su nombre lo indica, un humedal es un lugar en el que hay humedad; esto quiere decir que por momentos puede estar inundado, pero a veces también seco, o ser una especie de barro. Los hay de agua dulce o de río (vinculados a las cuencas), y también de agua salada o de mar; se pueden encontrar en la llanura, en la montaña y hasta en la puna (como las denominadas zonas periglaciares, que también son un tipo de humedal).
“En gran parte del mundo, los humedales se perdieron con las actividades tradicionales. Entonces, en los congresos se ve que las problemáticas que presentan los países desarrollados tienen que ver con cómo restaurar humedales, cómo reconstruirlos, porque se empiezan a dar cuenta que los necesitan para recuperar los ecosistemas que perdieron”, dice Kandus, y agrega que “la Argentina todavía tiene muchos humedales que pueden ser usados racionalmente”, aunque esta ventaja está en riesgo tras el avance de emprendimientos agrícolas, inmobiliarios y mineros sobre estos territorios, que muchas veces se consideran improductivos.

Participación cero
“¿Señor presidente, puedo hacer uso de la palabra?”, se oyó decir a una voz proveniente del fondo de la sala, en la última sesión de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Senadores –en la que estuvo presente TSS–, presidida por Alfredo de Angeli el pasado martes 15 de noviembre, justo antes de que los legisladores presentes se dispusiera a firmar el dictamen del cuestionado nuevo proyecto, tras una sesión que duró poco más de media hora.
“Somos de las organizaciones sociales y ambientales y tenemos algo para decirles”, insistió la voz en medio del murmullo de las autoridades de la sala, quienes finalmente respondieron: “Lamentablemente ya no hay tiempo, hemos trabajado mucho en este proyecto”.
Y aunque las voces que se multiplicaban en el recinto reclamaban ser escuchadas y recordaban que ya se trabaja en este tema desde hace al menos cinco años, y que existe otro proyecto redactado con la participación de las organizaciones civiles y el asesoramiento de instituciones académicas, los senadores De Angeli, María Cristina del Valle Fiore Viñuales (Salta, por el Frente para la Victoria) y Silvia del Rosario Giacoppo (Jujuy, por la Unión Cívica Radical) firmaron el dictamen y se retiraron rápidamente sin hacer declaraciones.
Martín Nunziata fue uno de los que se acercaron al Congreso esa tarde. Vecino de Tigre y miembro de la Asamblea del Delta y Río de la Plata, le dijo a TSS: “No hay un sistema más productivo que los humedales. Nosotros no decimos que no se pueden hacer cosas productivas y, de hecho, yo vivo allí hace 40 años. Tigre, por ejemplo, ha perdido el 50 % de su territorio por emprendimientos inmobiliarios, lo que demuestra que tiene que haber una ley que le ponga un fin a esto, porque, además, están expulsando a gente de esos lugares y los están destruyendo ambientalmente”.
Finalmente, con tres firmas y sin el quorum necesario de diez legisladores para sesionar, el cuestionado nuevo dictamen quedó presentado. En el reciento también estuvieron presentes las senadoras María Graciela De la Rosa (Formosa, por Alianza Frente para la Victoria), María Ester Labado (Santa Cruz, Alianza Frente para la Victoria) y Sandra Giménez (Misiones, del Frente Renovador de la Concordia) –estas últimas sostuvieron su firma en el dictamen previo, de la Comisión de Ambiente– y los senadores Alfredo Luenzo (Chubut Somos Todos), Eduardo Aguilar (Chaco, por el Frente para la Victoria) y Daniel Raúl Pérsico (San Luis, Alianza Frente para la Victoria).
Se esperaba que ayer miércoles, en labor parlamentaria, los jefes de bloque incluyeran estos proyectos para su tratamiento, pero no fue así y el trámite parlamentario pasó para la próxima sesión del miércoles 23 de noviembre.
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