Caza furitva en reserva natural de Magdalena



Denuncian matanza de animales en la reserva natural de Magdalena

Fecha de Publicación
: 22/09/2016
Fuente: Diario El Día
Provincia/Región: Buenos Aires


Los guardaparques decomisan cada semana decenas de vizcachas, coipos y carpinchos cazados en forma ilegal
El domingo pasado, la patrulla Rural de Magdalena detuvo a un cazador furtivo con medio centenar de vizcachas muertas. Las había “cazado” ahogándolas en su madriguera con una manguera y una bomba de agua. Más allá de la crueldad del método, la captura se produjo en un área protegida: el Refugio de Vida Silvestre de San Borombón, una zona que por la abundancia de fauna silvestre se ha convertido durante los últimos años en un imán para la caza ilegal.
“Cuando no son vizcachas, son coipos, carpinchos, liebres, zorros o ñandúes. Llevamos hechas más de 800 actas de decomisos pero es cosa de nunca acabar”, se lamenta Ricardo Cañete, uno de los guardaparques de esa reserva provincial que algunos desconocen como área protegida y otros utilizan de coto de caza por interés o simple diversión.
Establecida sobre la franja costera entre Magdalena y el Partido de la Costa, la Reserva de Vida Silvestre Bahía Samborombón, constituye un tipo de reserva natural particular. Y es que gran parte de sus más de 400 mil hectáreas corresponden a campos privados; de ahí la dificultad de poder lograr que se cumpla en ella con la prohibición de caza y captura de fauna.
“Los refugios de vida silvestre son áreas que -por la riqueza o vulnerabilidad de su fauna- el Estado decide proteger más allá de quién sea la propiedad de la tierra, porque se considera que la fauna es un bien común”, explica el guardaparque al comentar que en esa zona se concentran las especies autóctonas desplazadas por la producción agrícola, entre ellas los últimos 200 ciervos de los pantanos que quedan en todo el territorio provincial.
Semejante abundancia ha convertido a toda el área en una zona caliente de caza ilegal. De ahí que media docena de guardaparques, apoyados por la Policía Ecológica y las patrullas rurales de cada distrito, realizan constantes operativos de fiscalización en rutas y caminos rurales.
“Tenemos un flujo muy grande de gente del Gran Buenos Aires y el Gran La Plata que viene a cazar acá. Si bien algunos no saben que es un área protegida donde se prohibe la caza, a la mayoría no le interesa”, sostiene Cañete, quien detalla que “las piezas más castigadas son las vizcachas, las mulitas, las liebres, los carpinchos, los coipos y los patos, pero también matan ñandúes y chanchos cimarrones”.
A la caza de piezas, en la mayoría de los casos por “diversión” pero también “para vender”, se le suma la captura de pájaros. “La presencia de aves muy preciadas como los cardenales, los federales, los cabecitas negras y los naranjeros hace que mucha gente venga a poner tramperas. En estos últimos cuatro años decomisamos más de dos mil pájaros que pudimos liberar. Desafortunadamente muchos otros terminan en veterinarias y ferias”, se lamente el guardaparques.
El riesgo de desatender la prohibición de caza en toda esa zona -que se extiende aproximadamente entre la ruta 11 y el río- es alto. Además del decomiso de las piezas y todos los elementos utilizados para la caza, ya sean armas de fuego o no, los agentes de fiscalización tienen potestad para labrar actas que pueden derivar en multas de hasta 50 mil pesos.
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