Plaguicidas: ríos del Alto Valle podría estar contaminados



¿Están contaminados por los plaguicidas los ríos de la región?

Fecha de Publicación
: 04/04/2016
Fuente: Diario Río Negro
Provincia/Región: Río Negro


Probablemente no haya una idea más arraigada en los habitantes del Alto Valle que aquella que induce a pensar que los grandes y magníficos ríos de nuestra región están contaminados con plaguicidas debido a la aplicación sistemática de los mismos en los cultivos aledaños.
Y no es una imagen tan desatinada si se tiene en cuenta que desde el comienzo de la actividad agrícola en la región, hace más de 50 años, nunca dejó de aplicarse algún plaguicida en las chacras entre las que serpentean las principales ciudades y poblados de la región. Distintas estrategias se fueron empleando para proteger los cultivos de las diversas plagas y estas fueron evolucionando desde el uso de plaguicidas clorados (de muy extendido tiempo de permanencia en el ambiente), pasando por plaguicidas organofosforados (de corta vida media, pero más tóxicos) hasta la situación actual del manejo integrado de plagas (que utiliza menos plaguicidas, monitorea las plagas y emplea técnicas biológicas y de confusión sexual).
Para conocer con certeza cuál es la situación real, se debe recurrir a los procedimientos científicos desarrollados para tal fin y debidamente validados con normas de calidad. En el Laboratorio de Cromatografía del Libiquima perteneciente a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Comahue, se emplea una metodología integrada que incluye el monitoreo químico y el biomonitoreo. Por un lado se miden las concentraciones analíticas de los residuos de plaguicidas en acuíferos, aguas superficiales de ríos y drenajes, como así también de los sedimentos.
En simultáneo se investiga una comunidad biológica como bioindicadora, los macroinvertebrados acuáticos, organismos visibles a simple vista que habitan en la interfaz sedimento-agua de los ecosistemas acuáticos, que son retenidos en redes con una abertura de poro de 0,5 mm y cuya importancia radica en que son sensibles a la contaminación. Estas comunidades se diferencian en cuanto a su abundancia y riqueza taxonómica según se encuentren en aguas puras o contaminadas. Los organismos son colectados, clasificados, identificados y finalmente los resultados relacionados con los correspondientes al análisis químico del sitio. Esta evaluación simultánea, monitoreo químico y biomonitoreo, permite entrecruzar la información obtenida y arribar a conclusiones más firmes.
Los resultados obtenidos hasta el momento muestran que los ríos Limay, Neuquén y Negro no manifiestan niveles de residuos de plaguicidas detectables (medidos en el orden de las partes por billón) a partir del análisis químico y tampoco se revelan distorsiones en la estructura de la comunidad de macroinvertebrados acuáticos que pueda asociarse con los plaguicidas. Las causas que concurren a esta afirmación son diversas:
1.- Los plaguicidas de uso actual son, en general, más específicos para atacar la plagas en cuestión y menos tóxicos para las especies silvestres.
2.- Aquellos de alta toxicidad y amplio espectro se aplican en menor proporción y tienen una vida media más baja (se degradan rápidamente).
3.- Afortunadamente el caudal de los ríos regionales contribuyen a la disipación de los químicos aportando un alto nivel de oxígeno disuelto y gran poder de dilución.
Sin embargo, estos resultados auspiciosos no son permanentes ni definitivos porque se siguen aplicando agroquímicos que, si bien no se detectan en los ríos, es factible encontrarlos en efluentes de industrias y drenajes del agua de riego que surcan las chacras, cuyo destino final son los ríos. Los plaguicidas son sustancias tóxicas que se vierten deliberadamente a los cultivos y desde ese momento se implican en la dinámica que los distribuye en los distintos compartimentos del ambiente: aire, suelo, agua. Además potencialmente pueden quedar asociados como residuos en los alimentos. La toxicidad de estos compuestos se extiende a todos los organismos vivos, incluido el ser humano.
Sus efectos agudos son bien conocidos, pero los efectos a bajas o muy bajas concentraciones son aún motivo de investigación. El desafío es precisamente garantizar la seguridad alimentaria y la sustentabilidad ambiental con la confluencia de compromisos de la academia, las instituciones de control y la sociedad en su conjunto, como así también afianzar los mecanismos de comunicación que permitan el acceso del público en general a la información existente.
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