Córdoba sufre un ícono de la desidia nuclear



Ícono de la desidia nuclear

Fecha de Publicación
: 22/12/2015
Fuente: La Voz del Interior
Provincia/Región: Córdoba


La explotación de uranio dejó de funcionar en 1990, pero nunca se realizaron los trabajos de remediación para evitar que siga contaminando. La Comisión Nacional de Energía Atómica analiza trasladar allí los desechos radiactivos de la fábrica Dioxitek.La mina de uranio que funcionó en la década de 1980 en Los Gigantes parece dormida. Pero, para los pobladores de la zona y ambientalistas, aquel sueño ha dejado peligrosas secuelas.
Desde la altura de este sistema montañoso de las Sierras Grandes, clave para la generación de agua en Córdoba, se observa cómo está hoy el lugar. Mantiene sus instalaciones casi intactas, a excepción de la zona de los dormitorios, ya demolida. Tampoco están los gigantescos tachos donde se depositaba el ácido sulfúrico, necesario para el proceso de concentración del uranio.
A la distancia, lo que más llama la atención es el dique principal con un líquido de color oscuro. En el predio están todos los residuos que se generaron durante la explotación de la mina entre 1982 y 1990. Estériles, diques de cola, marginales de cantera y lodos. Millones de toneladas de desechos que concentran materiales radiactivos y metales pesados. Representan un riesgo potencial para la biodiversidad y para una de las fuentes de agua de la provincia, el dique San Roque.
“La gente que viene a hacer trekking nos pregunta si hay riesgo de contaminación o de radiación. Todos preguntan”, asegura José Luis Amuchástegui, dueño del campo Valle de Los Lisos.
En tanto, Manuel Guerrero Díaz, exempleado de la planta, muestra el recorrido de los efluentes que se arrojaban desde los diques con desechos cuando funcionaba la mina. “Cuando se tiró una solución ácida, se murieron los peces. Nosotros bajábamos a pescar, porque teníamos un entretiempo entre un turno y otro. Las piedras estaban babosas y la vegetación se había muerto. Eso llegó hasta el río San Antonio”, asegura.
Raúl Montenegro, de la Fundación para el Ambiente (Funam), asegura que el riesgo sigue latente. “Es un lugar donde se han acumulado artificialmente toneladas de residuos que tienen concentraciones de elementos radiactivos, metales pesados y metaloides”, señala.
Y explica que hay riesgo de que se genere un colapso en la zona por una lluvia torrencial o como consecuencia de un terremoto. El 5 de noviembre pasado, dos diques con desechos mineros colapsaron en el estado de Mina Gerais, Brasil. El derrame provocó 11 muertos y 15 desaparecidos. Además, se suspendió el suministro de agua potable de 230 localidades de la región que se alimentaban del río Doce, el cual seguirá “muerto” y contaminado por varias décadas.
El campo donde está la mina pertenece a la orden de los franciscanos, quien se lo alquila a la Cnea. La explotación fue concesionada a la empresa Sánchez Granel Ingeniería SA, con ningún antecedente en la actividad minera. Se extrajeron 200 toneladas de uranio en ocho años y luego cerró. Este diario intentó hablar con los responsables de la firma, pero no respondieron a la requisitoria periodística.
Como recuerda Guerrero, durante su funcionamiento se produjeron varios derrames de sustancias ácidas y alcalinas que encendieron la alarma de la población. “Después de muchos de estos episodios, la mina comenzó a preocupar a la gente porque estaba afectando el turismo. Se decidió cerrarla, pero esto nunca se remedió”, apunta Montenegro.
Y agrega: “Desde 1990 hasta ahora sigue contaminando. El Gobierno provincial también es cómplice porque nunca le exigió a la Cnea que realizara los trabajos de remediación”.

Vecinos preocupados
Desde hace unas semanas, un grupo de vecinos autoconvocados está pidiendo la remediación definitiva del lugar. En una carta enviada al presidente Mauricio Macri y al gobernador Juan Schiaretti, reclaman que se realice la reparación del sitio “previa a la presentación del estudio de impacto ambiental y a la realización de la correspondiente audiencia pública”.
“El temor es que el yacimiento pueda llegar a contaminar o que ya esté contaminando los cursos de agua. Estamos con un fenómeno del Niño fuerte, tenemos miedo de que se desborden los piletones y el material radiactivo llegue hasta el río San Antonio, desde donde los municipios de Punilla captan el agua para potabilizarla”, dice Juan Carlos Paesani, presidente de la Fundación Educación Ambiente y Trabajo e ingeniero químico.
En 1998, la Cnea presentó un proyecto al Banco Mundial con el objetivo de obtener un crédito para financiar los trabajos de remediación de todas las minas de uranio de Argentina y de la fábrica Dioxitek, en la ciudad de Córdoba. El crédito, por 30 millones de dólares, fue aprobado en 2008, pero el organismo nacional debía formar un Foro Social integrado por vecinos y organizaciones de cada sitio.
“La Cnea se comprometió a mantener informado al Foro Social sobre los pasos que se iban tomando en la remediación, pero no tenemos ningún dato y se nos niega el ingreso al predio”, señala Paesani.
Pasaron siete años desde que se obtuvo el crédito, pero en Los Gigantes no se ven avances. La Cnea ha focalizado los trabajos en Malargüe, con la esperanza de poder volver a explotar la veta de uranio de Sierra Pintada que hay allí.

 ¿Qué desechos hay?
A pesar de que fue consultada varias veces por este diario, la Cnea no accedió a brindar información. El último estudio indica que el dique principal tiene 120 millones de litros de líquidos con elementos contaminantes en altas concentraciones, como amonio, radio y manganeso. Y metales pesados como plomo, cobre y zinc. Alcanzan para llenar 48 piletas olímpicas.
También hay 2,4 millones de toneladas de colas de mineral (restos de mineral al que se le extrajo el uranio), 1,6 millones de toneladas de marginales y estériles de cantera, rocas extraídas pero que no fueron procesadas.
En 2014, la Autoridad de Regulación Nuclear (ARN) determinó que la concentración promedio de radio 226 (elemento radiactivo en el que se transforma el uranio) aguas abajo de la mina fue de 14,9 milibecquerel por litro (mBq/l), con un máximo de 40,8. Aguas arriba, este elemento no fue detectado. La Organización Mundial de la Salud marca como límite los 1.000 mBq/l.
El Arroyo de la Mina (tributario del río Cajón y este, del San Antonio) es el más afectado, aunque aguas abajo la concentración de los contaminantes está por debajo de los máximos tolerables, según la normativa nacional. En 2000 se realizó un estudio sobre la fauna acuática. A diferencia de otros cursos de agua de la zona, el Arroyo de la Mina no tenía seres vivos salvo dos especies de algas.
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