Denuncian en Tucumán desmonte irregulares



Vecinos denuncian venta irregular y desmonte de terrenos en el pie del cerro

Fecha de Publicación
: 15/05/2015
Fuente: Contexto (Tucumán)
Provincia/Región: Tucumán


Quien no sabe, quien no conoce la historia, no sospecharía jamás que aquí no se puede. Que aquí no se debe. Por eso -para instruir a los que ignoran-, alguien escribió en una pared: “lotear en menos de 800 metros cuadrados en El Corte es ilegal. No compre”. La advertencia ha sido pintada con aerosol negro en un muro de ladrillos blancos, a un costado de la ruta 338. De todos modos, ahí se venden terrenos de poco más de 300 metros cuadrados.
Uno podría sospechar que los autores del grafito son Julieta Carilla, Sebastián Simonero, Diego Zamora o Jorge Camps. Pero no; no lo son. Y la presunción recae en ellos porque sí son, en cambio, algunos de los firmantes de una carta que desde el 20 de abril espera en el escritorio del intendente de Yerba Buena, Daniel Toledo. En la misiva, le piden que demuela las casas que se edifican en unos loteos -a su parecer- ilegales.
“En un sector de El Corte se ha realizado una división parcelaria indebida, porque se fraccionó un inmueble en seis lotes individuales de 363 metros cuadrados cada uno”, argumentan, en el encabezado de la nota, que lleva otras firmas.
- La última tormenta de verano fue una advertencia. Ese día, supimos que hay que acabar con la sinfonía de motosierras. Están descuartizando el pedemonte -dice Simonero, (39 años, agricultor ecológico).
- Vivimos en un ecosistema inestable. Pese a ello, se venden tierras de forma descontrolada -añade Zamora (57 años, ingeniero agrónomo).
- Somos una comunidad diferente del resto. La dureza de la vida agreste nos ha enseñado a cuidar los recursos naturales -justifica Camps (43 años, arquitecto).
- Aún así, pese a todas las carencias, amamos este lugar. Por eso, le pedimos a la Municipalidad que planifique la urbanización -prosigue Carilla (37 años, bióloga).
Los cuatro forman parte, junto a unas 20 personas más, del centro vecinal de El Corte. Y andan tras el paradero de los funcionarios del municipio. Pues consideran que éstos han usado las ordenanzas “de papel higiénico” (sic de Simonero), al habilitar esas divisiones irregulares.

Peligro mayúsculo
El Corte se encuentra dentro de la llamada unidad ambiental cinco, y de la zona roja de la metodología conocida como Teoría del Semáforo (que define cuáles son las zonas aptas para cada función) Así lo establece el Código de Ordenamiento Urbano yerbabuenense.
Ese conjunto de normas explica que esa unidad ambiental es la “madre de todas las unidades ambientales”, porque debe preservar el ecosistema de la ciudad. Y que en la zona roja la densificación potencial no debe superar los 65 habitantes por hectárea, ya que es un área de PELIGRO (así ha sido escrito en el Código, con mayúsculas).
Por ello, ahí los terrenos tienen que medir 20 metros de frente por 40 metros de fondo, con una superficie no menor de 800 metros cuadrados, de mínima.
Ante eso, los vecinos razonan: “si cada lote mide poco más de 300 metros cuadrados, y se supone que en cada vivienda habrá cuatro personas, se duplicará la densidad a 110 habitantes por hectárea”. De modo que le piden a Toledo que restituya los loteos a su situación original.
En los planos de mensura y división, las tierras aparecen a nombre de Jorge Roberto Herrera. Han sido registradas en 2013 por la Dirección de Catastro y Edificación del municipio, y reempadronadas por la Dirección de Catastro de la provincia.
Una de la tarde: el cielo sin una nube. Las sendas de El Corte se prodigan en árboles. Y ahí, en medio de la vegetación, Simonero dice que todo eso tiene dueño. Que será desmontado. Y que en alguna oficina podrían aprobarse más divisiones irregulares.
Los otros siguen cuesta arriba. Pisan barro, escalan una pendiente y alcanzan los loteos de la polémica. Los han llamado Shangai (con ironía), porque dicen que sus casas apeñuscadas les recuerdan a la ciudad más poblada de China.
- Quienes compraron estas propiedades, de seguro lo hicieron de buena fe. Los responsables son los gobernantes, que permitieron lo que no deberían -opinan Zamora, Camps y Carilla.
Y mientras regresan, se comprometen a una nueva cruzada: vigilar que nadie se lleve áridos del río Muerto y reforestar su paraíso.
Existen razones para vaticinar que habrá más letreros en las paredes.
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