Venta de animales exóticos en Feria de Pompeya

Crece la venta ilegal de animales de Misiones en ferias clandestinas

Fecha de Publicación
: 25/09/2014
Fuente: Noticias Ambientales
Provincia/Región: CABA


Son encarcelados en jaulas en las que son transportados por traficantes hacia las ciudades donde viven los compradores
La venta de un monito recién nacido a $700 o de un pichón de tucán a $500 en la Feria de La Salada o en el barrio porteño de Pompeya empezó hace diez años como algo exótico pero la demanda creció tanto que hoy también se ofrecen ilegalmente  en algunas veterinarias e inclusive en los sitios de compra y venta de Internet, informa El Territorio.
El tráfico ilegal de animales que nace en la selva misionera y termina en Buenos Aires o en otras ciudades el país,  es  una grave amenaza  para la biodiversidad de la tierra colorada y un negocio millonario que crece gracias a la falta de controles gubernamentales y a la poca conciencia social de la población sobre la vida y los derechos del reino animal. 
Desde la Dirección de Fauna Silvestre de la Secretaria de Ambiente de la Nación señalaron a El Territorio que “el tráfico de fauna es una actividad ilegal que ocupa a nivel mundial el tercer lugar luego del tráfico de armas y drogas”.
Misiones figura como una de las principales provincias proveedora de diversas especies animales que son arrancados brutalmente de sus ecosistemas naturales para ser vendidos al mejor postor en diversas ferias que funcionan en esta ciudad y en el conurbano bonaerense.
La feria de Pompeya, en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, es uno de los sitios claves donde se puede ver el maltrato al que son sometidos los animales robados de la selva misionera y traídos hasta este lugar donde son vendidos por precios que van desde los $100 a los $1.000. Otro lugar que funciona casi como un ‘supermercado’ de animales es la Feria de Pájaros de Villa Domínico, en el partido bonaerense de Avellaneda, donde se puede comprar una amplia variedad de aves, muchas de ellas traídas ilegalmente desde la tierra colorada, como por ejemplo las especies aquí conocidas vulgarmente como lorito misionero, sairi siete colores, paraguayito hablador y tucanes.
También la popular feria de La Salada tiene un sector lleno de jaulas con monitos y botellones de plástico con las crías de yacaré, pitones y lagartos que se ofrecen como si fueran objetos de decoración. Esa oferta tan cruel como creciente  también  llegó a la red Internet y en cualquiera de los sitios de compra y venta se pueden conseguir diversos animales, que se venden como si fueran cosas,  a pesar de estar  protegidos por legislación específica que prohíbe su comercialización.
Pero además de la formalidad de la legislación, también hay una cuestión de sensibilidad humana que debiera entender que esos animales no lograrán sobrevivir de manera saludable en otro medio que no sea su hábitat natural porque no se trata de especies domésticas.
Ese es el punto que destacan las asociaciones de ambientalistas y de defensa de los animales cada vez que se aborda esta problemática. Dicen que “es necesario trabajar  en la concientización de la gente  para que sepamos que no todo animal es doméstico y que si se desea adoptar una mascota hay que consultar antes a un veterinarios y nunca comprarla porque no se trata de un objeto decorativo sino de un ser viviente que demandará cuidado y protección”.
Según advierten las asociaciones de protección de animales  “cada animal sacado de su medio natural ya está siendo condenado a  una muerte segura, muchos mueren a los pocos días de haber sido capturados porque los hacinan en jaulas comunes y los someten a un tortuoso viaje. Los que sobreviven hasta ser vendidos, tampoco logran adaptarse nunca a una vida doméstica”.
Entre los animales más requeridos en esta actividad ilegal, figuran los monos caí, carayá y mirikiná también conocidos como monos de noche, las víboras  y un amplio abanico de aves entre las que sobresalen el tucán, los loros y los pequeños pájaros multicolores, tan típicos de la selva misionera.
Estos animales son cazados en sus lugares de origen y luego encarcelados en jaulas en las que son transportados por traficantes hacia las ciudades donde viven los compradores.
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