Atucha II sigue avanzando en operatividad



La central nuclear va entrando en calor

Fecha de Publicación
: 21/06/2014
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional


Cuando opere a pleno, algo previsto para fin de año, Atucha II sumará 745 megavatios de potencia, cerca del 4 por ciento de la energía que se consume en el país.
“Nos habíamos reunido todos los directivos en el quinto piso de la planta para verlo por televisión, porque en la sala de control quedaron sólo los que trabajan ahí. Estaba mirando el graficador y cuando el reactor alcanzó la puesta a crítico pegué un salto y fui el primero que grité ¡¡vaaamosss!!” Así recuerda ante Página/12 el gerente general de Nucleoeléctrica Argentina (NASA), Jorge Sidelnik, el momento en que Atucha II comenzó a funcionar y se vuelve a emocionar. Fue el martes 3 de junio a las 9.02 de la mañana. “Estuve en la primera puesta a crítico de Embalse, hace 30 años y en la que se llevó adelante después de la reparación de Atucha I, a principios de los ‘90, cuando nadie creía en nosotros. En realidad estuve en muchas, pero esas fueron las más significativas. Ahora estuve en ésta y la verdad es que estoy muy contento”, agrega. El reactor está funcionando actualmente al 5 por ciento de su potencia y el mes próximo comenzará a brindar energía eléctrica al sistema (ver aparte). Cuando opere a pleno, algo previsto para fin de año, Atucha II sumará 745 megavatios de potencia, cerca del 4 por ciento de la energía que se consume en el país.
El contrato para la construcción de Atucha II se firmó en mayo de 1980. La obra debía terminar en 1987, pero durante el transcurso de esa década la energía nuclear fue dejada de lado y el proyecto se retrasó. En la década del ‘90, la actividad ingresó en una etapa aún más crítica, cuando el entonces presidente Carlos Menem redujo drásticamente el presupuesto de la Comisión Nacional de Energía Atómica, mientras intentaba privatizar las centrales existentes. La construcción de Atucha II quedó interrumpida en 1994 y recién se retomó en octubre de 2006, ya como parte del Plan Nuclear Argentino, que lanzó el gobierno de Néstor Kirchner.
El reactor fue diseñado por la empresa Kraftwerk Union (KWU), controlada por Siemens, pero cuando la obra se retomó la multinacional alemana ya estaba con un pie afuera del negocio nuclear y la empresa estatal Nucleoeléctrica fue designada para terminar la central, sin la asistencia del contratista original. El objetivo era ponerla en funcionamiento a mediados de 2010, pero diversas demoras en la construcción y en las pruebas de puesta en marcha extendieron ese plazo casi cuatro años. “Algunos problemas demoraron la puesta en marcha nuclear, pero fueron corregidos. Esa es la mejor demostración de que se hicieron todas las pruebas necesarias”, remarcó Sidelnik a este diario.
Cuando los técnicos retomaron la construcción de la central en 2006, las obras civiles estaban avanzadas, pero en las electromecánicas no se había hecho prácticamente nada. Había 40 mil toneladas de materiales depositados en 85 depósitos distribuidos por el predio de Zárate. Lo primero que se decidió fue crear una unidad de gestión encargada de la ingeniería y la construcción y se comenzó a reclutar a profesionales que habían participado en etapas anteriores y a jóvenes recién recibidos. NASA se ocupó del montaje del reactor, el sistema de combustibles, el sistema eléctrico y de instrumentos y los sistemas de ventilación y aire acondicionado. El resto de las tareas se le adjudicó a un grupo de empresas argentinas que fueron capacitadas por la propia NASA para cumplir con el decreto 1085/06 de Néstor Kirchner que remarcó la necesidad de maximizar los recursos nacionales.
La experiencia del sector fue clave en la recuperación. Argentina tiene más de seis décadas en la actividad nuclear durante las cuales alcanzó un grado de desarrollo considerable en los distintos eslabones de la cadena productiva. En lo que refiere al ciclo del combustible, tiene conocimiento en la prospección, exploración y extracción de uranio, aunque en la actualidad no esté extrayendo. También en la fabricación de los tubos de Zircaloy y las pastillas de dióxido de uranio, que dan forma a los elementos combustibles para reactores de potencia. Además, posee una planta de producción de agua pesada, tiene antecedentes en la elaboración y aplicación de radioisótopos e incluso incursionó en el desarrollo de tecnología de enriquecimiento de uranio a escala experimental en Pilcaniyeu, provincia de Río Negro.
Esos antecedentes los adquirió a partir de capacidades científicas y tecnológicas propias y la firma de contratos con empresas extranjeras para la construcción de obras, en los que siempre se reservó un papel activo. Por ejemplo, en Atucha I la participación nacional fue equivalente al 40 por ciento del valor de la central y en Embalse no sólo hubo participación de proveedores locales sino que la CNEA formó parte de la dirección de la obra. A diferencia de otras industrias donde se compraron procesos industriales “llave en mano”, en el sector nuclear la estrategia siempre consistió en impulsar desarrollos propios, que incluso luego permitieron incursionar en otras áreas, como la fabricación de satélites o radares.
Los elementos combustibles para Atucha II se produjeron en el país. Lo que se importa es el uranio, que suele provenir de Kazajistán. Con ese insumo, Dioxitek, una firma estatal controlada por la CNEA con sede en Córdoba, produce dióxido de uranio en base a la purificación de diuranato de amonio (yellow cake o torta amarilla). El dióxido de uranio se utiliza luego para preparar pastillas. Esas pastillas las produce Conuar en el Centro Atómico de Ezeiza, mientras que los tubos de Zircaloy están a cargo de Fabricación de Aleaciones Especiales, una firma integrada por CNEA (32 por ciento) y Conuar (68 por ciento), que está instalada en el Centro Atómico de Ezeiza.
El agua pesada la aporta la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP), un establecimiento ubicado en Arroyito, propiedad de la CNEA, que es operado por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), sociedad estatal cuyas acciones se reparten entre la provincia de Neuquén (51 por ciento) y la propia CNEA (49 por ciento). PIAP, construida por la firma suiza Sulzer Brothers e inaugurada en 1994, garantiza una producción anual de 200 toneladas de agua pesada.
Por último, en lo que se refiere a la obra civil y el montaje mecánico hubo varios proveedores calificados que participaron de la construcción, entre los que sobresalieron Electroingeniería, Techint, Iecsa (Grupo Macri), Contreras Hermanos y Dycasa, una firma de capitales españoles radicada en el país. Electroingeniería trabajó en soldar las cañerías del sistema primario y del moderador del reactor, Techint se ocupó de la soldadura y soportería del edificio auxiliar del reactor y del montaje de válvulas, Contreras montó la red de cañerías contra incendios, Iecsa montó las cañerías de agua inoxidable para el agua desmineralizada y soldó las placas de acero de las piletas de almacenamiento de combustible, mientras que Dycasa, que ya había trabajado en la etapa previa a la paralización de la obra, se ocupó ahora de la obra hidráulica.
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