“El que se va a acabar es el hombre”

“El que se va a acabar es el hombre”

Fecha de Publicación: 07/02/2012
Fuente: Página/12
Provincia/Región: Nacional



Acompañado por Hebe de Bonafini y Horacio González, el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni sostuvo que, si se siguen destruyendo ríos, montañas, bosques, “el planeta no se va a acabar, el que se va a extinguir es el ser humano”.
En su libro La Pachamama y el hombre, presentado ayer en sociedad, el ministro de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Raúl Zaffaroni hace un recorrido jurídico, filosófico y humanístico sobre la relación del hombre con la naturaleza y con el mundo animal. En una frase que podría resumir el objetivo, la razón de ser de su obra, Zaffaroni llamó a trabajar “con inteligencia” en la búsqueda de una “convivencia amable” entre el hombre y la Pachamama, la Madre Tierra, porque si siguen depredando los ríos, las montañas y los animales que lo habitan “el planeta va a seguir viviendo, no se va a terminar, pero los que no vamos a seguir viviendo somos nosotros, los seres humanos”. La presentación del libro se hizo en la Biblioteca Nacional, con la participación en el panel de Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, y del sociólogo Horacio González, mientras que el humorista Miguel Rep, que acompañó el texto de Zaffaroni con sus ilustraciones, hacía dibujos relacionados con el tema que se veían en simultáneo sobre una pantalla gigante.
En su intervención, Zaffaroni afirmó que era “un enorme honor” el que le hacía la Asociación Madres de Plaza de Mayo al editar su libro, en conjunto con Colihue. Bonafini, al abrir el acto de presentación, recordó que en Bolivia, junto a Evo Morales, le tocó presenciar la celebración de la Pachamama, la invocación religiosa que suelen hacer los aymaras y otros pueblos originarios, en homenaje y como expresión de gratitud hacia la tierra. “El libro de Zaffaroni reivindica ese mensaje que nos dan esos pueblos y nos enseña a valorar la relación con los animales.” Emocionada, recordó que hace poco murió una perra que la acompañó “muchos años y que entendía todo lo que le hablaba. Fue compañera, sin traición ni engaño”.
González, director de la Biblioteca Nacional, sostuvo que la obra del ministro de la Corte tiene “una importancia política fundamental en estos momentos en que se están discutiendo problemas relacionados con la minería a cielo abierto y cuestiones relacionadas con el medio ambiente”. Sin tomar posición a favor o en contra de esos proyectos mineros, de todos modos advirtió que “las decisiones políticas que se toman a veces no tienen en cuenta que está la especie humana en riesgo si no se toman las medidas adecuadas”.
A su turno, Zaffaroni reconoció que el texto de su libro “puede parecer una locura”, pero luego dio probadas muestras de que no lo es. La idea del libro surgió de las nuevas Constituciones de Bolivia y de Ecuador, en la que se establecen “los derechos de la naturaleza, equiparándolos con los derechos humanos”. Luego de hacer un racconto de cómo, a nivel jurídico, se ha ido cimentando, desde 1917 en adelante, la defensa de los derechos humanos, “aunque después no hagamos cumplir las leyes”, abogó por empezar a respetar los derechos de la Pachamama.
“Desde hace mucho tiempo venimos diciendo que por el camino que vamos, vamos a provocar la destrucción del planeta”, pero al mismo tiempo “no se habla a fondo del problema ni se toman las medidas que corresponden”. Recordó que una de las peores guerras contemporáneas, la que estalló hace años en la República de Sudán, se intensificó “por la desertificación de una parte del territorio, lo que obligó a disputar la parte en la cual todavía se puede desarrollar la vida humana”. En ese sentido, pronosticó como posible que se produzcan conflictos bélicos similares en el futuro.
Zaffaroni dejó sentado que “los valores de nuestras culturas originarias, que valoraban la tierra, siguen vivos, como siguen vivos los valores de gaia”, una cultura originaria de Grecia que también le daba el status de “humano” a la naturaleza, a la que había que preservar y defender. “Lo que tenemos que hacer es cambiar el eje. Este libro no es ambientalista ni ecologista, lo que propone es que tenemos que dialogar con la naturaleza, preguntarle qué tratamiento hay que darles a las montañas, a los ríos, a los animales, pero debe ser un diálogo y no un interrogatorio como en la Inquisición: ‘Decime lo que quiero escuchar o te reviento’”.

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